Diario las Américas Newspaper, March 21, 1954, Page 23

Page views left: 0

You have reached the hourly page view limit. Unlock higher limit to our entire archive!

Subscribers enjoy higher page view limit, downloads, and exclusive features.

Text content (automatically generated)

‘ _LA CIENCIA AL DIA EBEESEESEESEEESEEEEEEEEHE SA= = == : SBSSSSbabsas _ La Diabetes: El Mal Que Mata A Milldres De ee 7 Por Oscar H. Romaguera Guillermito, un nifo usualmen- te alegre, parecia hallarse comple- tamente abatido. A este chiquillo de 9 afios se le habia dicho que estaba diabético y con tal cono- cimiento, el suefo dorado del pe- quenuelo de hacerse deportista se ' desvaneci6é. Sin embargo, hoy dia William Talbert, de los EE. UU., nuestro Guillermito de hace 26 anos, ha llegado a ser internacio- nalmente reconocido en el tenis, un deporte agotante. Proezas semejantes realizadas por diabéticos no son excepcionales. Innumerables personas que han padecido de diabetis desde su _ni- fez han Jogrado gozar de vidas ple- namente normales y distinguirse en sus comunidades y en sus pro- fesiones. Esto es verdaderamente asombroso, cuando se tiene en ii Una de las recetas mas antiguas que ia historia registra es la de un ungiiento destinado a combatir la ealvicie. Escrita cuidadosamen- te en papiro por un escriba egip- cio hace unos 3,600 afios, es casi seguro que no fué el primero de los remedios confeccionados para salvar Ja cabellera del hombre. Se- mejantes correctivos, cuyo origen se pierde en la antigiiedad, se han venido multiplicando con el trans- eurso de los afios —pero los hom- bres continian quedandose calvos. Sean o no eficaces, se ha dedi- cado mucha inventiva para com- binar preparaciones destinadas a hacer crecer el cabello. Una de las primeras combinaciones egip- cias, por eejemplo, contenia partes iguales de la grasa de un leon, un hipopétamo, un cocodrilo y una serpiente. Los europeos de la edad media cuenta que hace menos de medio siglo, careciéndose per completo de medios adecuados para dominar este padecimiento, el nifo diabéti- co rara vez vivia mas de dos aos. El problema y peligro que cons- tituye la diabetis puede entender- se solamente en términos de cier- tos procesos quimicos que se de- sarrollan en el cuerpo. Gran parte de nuestra comida diaria consiste en sustancias que se convierten en azucar una vez que entran al cuerpo. Esta azticar convertida, combinada con Ja que esta presente en su propia forma en nuestra dieta, desempenha una funcién vital: la de proporcionar- nos un combustible para nuestros musculos. A medida que dicha azu- car “se quema”’, nos suministra la energia necesaria para el de- sempeno de nuestras labores coti- dianas. Ce ides tuvieron una cura “garantizada” para la alopecia, la cual proponia: “Lienar una ollita de barro con ratones, cerrar la boca de la mis- ma con un terrén de arcilla, y enterrarla contigua a una lumbre, pero de modo que la temperatura mas intensa de ésta no le llegara. Entonces, dejarla asi por un afio, y al fin de ese periodo sacar cual- quier cosa que pudiera encontrarse en ella.” Y en una explosion de entusiasmo, la receta concluia asi: “Pero es urgente que quien la le- vante tenga un guante en su mano, pues si no, de las extremidades de sus dedos brotara el cabello.” La grasa de oso también estuvo de moda en la Europa medioeval y, hace menos de un siglo, los “ex- pertos” en cOmo hacer crecer el pelo recomendando una mixtura de caracoles de tierra, sanguijue- las, abejas, avispas y sal. EEESEEEEBESEEBE El Apéndice: Misteriosa Fucsite De Enfermedades La segunda guerra mundial sig- nific6 para los ciudadanos holan- deses internados en Indonesia un cambio desagradable en su dieta. En vez de las comidas, ricas en carne y materias grasas, a que es- taban acostumbrados, el régimen de los pobres internados consistié principalmente de arroz y verdu- ras fibrosas. Pero hubo para los prisioneros este solaz para calmar la queja de sus estdmagos: la apendicitis, mal comun en los dias de preguerra, desaparecié casi por completo. Al mismo tiempo se observaba una experiencia similar en Holan- da, su madre patria. Bajo la ocu- pacion sufrié una escasez pees de carne y materias grasas, y, a la vez, se ‘registré una marcada disminucién en el numero de vic- timas de apendicitis. Observaciones de este caracter hechas por el Dr. L. W. Ouwerkerk cirujano holandés, le indujeron a sespechar que los alimentos gra- sos causen una propensién parti- cular a esta afliccién. Anterior- mente otros médicos habian echa- do la culpa para la incidencia de la inflamacién del apéndice a di- versos regimenes alimenticios. Se ha propuesto la teoria, por ejem- plo, de que los pueblos primiti- vos estin libres de la enfermedad a eausa de su dieta. Pero hay otra teoria completa- ata distinta al respecto. Un co- necide perito ha afirmado categé- rieamente que, a pesar de la va- e bi En el diabético, gran parte de este valioso combustible meramen- te va a desperdiciarse. Pues, mien- tras que en Ja mayoria de nosotros el exceso de azlicar se acumula en el higado, los musculos y en la piel hasta el momento en que pue- de ser utilizado, tal cosa no ocu- rre en el caso de los diabéticos. Grandes cantidades de azicar se acumulan en la sangre, pasan a la orina y son eliminadas del cuer- po sin haber sido de utilidad algu- na. Los pacientes no tratados se sienten débiles, pierden peso y, segtin noté un médico inglés ya en el 1674, eliminan grandes cantida- des de orina con una proporcién anormalmente elevada de azticar. El suceso mas notable en la lu- cha contra este desorden organico —y que constituye uno de los ade- lantos médicos mas _ significantes del siglo actual— ocurrié hace unos 30 afios. Los cientificos del siglo XIX ya habian dddose cuen- ta de que la diabetis mellitus, la forma mas comin de esta en- fermedad, se debia a la ineapacidad del pancreas, una glandula abdo- minal, para secretar una sustan- cia vital reguladora del azicar en el organismo, Mas, fué solamente en el 1921 cuando un grupo de investigadores canadienses aislaron esta hormona pancreatica 0 “re- gulador quimico” —la insulina. Dicho triunfo, que fué recom- pensado con un premio Nobel para los investigadores del Canada, significé una vida nueva para las victimas de la diabetes. Condujo al desarrollo de una “terapia de sustitucion”, que consiste por lo general en la autoadministracién diaria de inyecciones de insulina de origen animal, en combinacion con una dieta cuidadosa. ——— i — Desde esos dias el hombre ha acumulado una buena cantidad de conocimiento acerca de su cabello; sin embargo, aun en el presente sabe poco mas de como dejar de perderlo de lo que sabian los an- tiguos egipcios. Las teorias respecto a la causa de la alopecia forman legién. En los dias bilicos se pensaba que la calvicie era una senal de castigo divino. Mas tarde se tuvo la creen- cia muy extendida de que la rasu- racién atrajo a la barba el vigor del pericraneo, lo que dié por re- sultado la calvicie. Otra escuela de pensamiento, corriente atin, se opone a que se corte el cabello del hombre, y de esta idea surgié la practica de chamuscarselo. Con todo, por siglos los hombres que rechazaron la navaja de afeitar y las tijeras han resultado tan cal- vos como sus hermanos sin barbas. Otros hombre mas han hecho estregar, aplicar masaje, lavar con un millar de mezclas y tratar con un gran numero de aparatos me- canicos sus cueros cabelludos — todo lo cual puede mejorar la sa- lud de éstos, pero no evitar la caida del pelo. Al fin de cuentas, la nica teo- ria consistente acerca de la calvi- cie, aunque ésta no pueda con- fortar al varén de brillante cabe- za, es la que atribuye esa condi- cién a herencia. Las historias de las familias prueban concluyente- mente que la calvicie es general- mente una caracteristica heredita- ria, la cual se manifiesta solamen- te en el hombre. Por alguna ra- zon desconocida ocurre con mayor frecuencia en personas de la raza caucasica que en las de otros gru- i] Calvicie | | | | fl [il l i El advenimiento de los antibié- ticos trajo una bendicién mas pa- ra los que padecen de este mal, porque estas drogas proveen una defensa adicional contra infeccién, hasta hace poco una de las causas principales de la muerte entre los diabéticos. Los médicos informan ahora sobre el tratamiento inme- diato de los que sufren diabetes, particularmente las personas vie- jas, con Ja droga de amplio cam- po de accidn, la terramicina. Asi, se les-puede ayudar a resistir una gran variedad de enfermedades causadas por gérmenes, desde in- fecciones en los pies hasta inva- siones microbianas de las vias uri- narias y de los pulmones. Investigaciones encaminadas ha- cia el objetivo final e—I de hallar una cura o medios eficaces para prevenir la diabetes—-también son alentadoras. | | = Los cientificos han demostrado que todos los tipos de calvicie son heredados; por ejemplo, en algu- nas familias, solamente perderan las cejas o las pestafias; otras pro- duciran varones completamente calvos. Un antropoélogo declaré reciente- mente que la humanidad va ten- diendo hacia una completa desapa- ricién del vello del cuerpo y que en unos 100,000 afios la raza hu- mana carecera completamente de pelo. Tal vez los hombres calvos de nuestros dias puedan derivar al- gun consuelo de esa declaracién, al reflexionar que ellos pueden ha- berse adelantado 100,000 anos a su tiempo. A lo menos esto pue- de prestar a la calvicie cierto ai- re de encanto, el cual la mayo- ria de los calvos convendran tris- temente en que lo necesitan. SEE SE52 = Beas =e riedad de regimenes alimenticios en diversas regiones, “no se ha encontrado diferencia en la inci- dencia de la apendicitis de los nor- teamericanos, los ingleses, los ja- poneses, los chinos o los malayos.” Si se advierten variaciones en los datos estadisticos, agrega ese mé- dico, se deberan probablemente a que en ciertas zonas del mundo no se diagnostica la enfermedad como es debido. Como lo indican actitudes tan diametralmente opuestas, queda mucho todavia por aprender sobre ciertos aspectos de la apendicitis. Y el apéndice mismo sigue en- vuelto en el misterio. Esta peque- fia estructura, que sale del intes- tino grueso y cuya forma es pare- cida a la de un dedo humano, no tiene al parecer ningun propédsito util en el organismo humano. Si se dirige la mirada al reino animal se encontraré muy poca ayuda pa- OSCAR H. ROMAGUERA , Fa resolver el misterio del apéndi- ce: algunos animales como el ga- to, la oveja y el tigre —tienen un apéndice semejante al nuestro, mientras que los de otras especies estrechamente relacionados con éstas no lo tienen. Hay hombres de ciencia que creen que el apén- dice esta condenado a desapare- cer, como organo indtil que es, en el curso de la evolucién huma- na. Pero por algunos milenios el ¢ hombre tendr4 que depender de la medicina mas que de la evolucién para verse libre de sus molestias apendiculares. Cualquiera que sea la causa de la apendicitis, es esen- cial un tratamiento inmediato ade- cuado. En formas agudas de la enfermedad, los médicos recurren comunmente a la_ intervencién quirirgica. Si se demora el trata- miento puede producirse la ruptu- ra del apéndice, con derrame de la DOMINGO, 21 DE MARZO DE 1954. ok ee | HEMISFER™ infeccion en la membrana que recu bre la cavidad abdominal. No hace mucho tiempo esta condicién, Ia- mada peritonitis, era una causa mayor de muerte entre los nihos y adultos. Afortunadamente, en los tb timos aos se han registrado mu- chos adelantos notables en la ba- talla contra la apendicitis y afec- ciones de la misma indole. Estos adelantos se deben en parte al per- feccionamiento dela técnica qui- rurgica. Hoy en dia la escisién del apéndice se considera por lo gene- ral un procedimiento quirirgice sencillo y rutinario. E] advenimiento de los antibié- ticos ha quitado también a las in- fecciones de apéndice, y de las estructuras que lo rodean, muchas de las alarmantes caracteristicas que tuvieron antaho. Ahora el ci- rujano normalmente administra penicilina o terramicina antes y después de una operacioén de apén- dice, defendiendo asi al enferme contra posibles complicaciones. De hecho, los especialistas han obser- vado que en algunos casos su tra tamiento expeditivo con terramici- na logra eliminar la necesidad de una operaci6n. El apéndice, sin embargo, per- manece aun en una fuente de mis- terio. Pero las drogas y la cirw gia modernas se han unido para reducir su importancia como cau sa de enfermedad y muerte. PAG. 11

Other pages from this issue: