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L HOMBRE corpulento se re- tiré de la ventana porque la nevada hacia perder toda visi- bilidad, volvidse lentamente y con ligero encogimiento de hom- bros dijo a su acompanante: “Es inutil Fric los venados no Hegan temprano, pero he visto unas hue- llas de coati que conducen al mis- mo abrevadero...” Fric rezongé algo por Io bajo y levantandose de Ja mesa rustica contemplé brevemente la desolada perspectiva que asomaba por la ventana ya casi bloqueada por los carambanos. 80.000 délares que te- nian en esa cabana habia que com- putar también el rendimiento de seis atracos a otras tantas esta- ciones de servicio. Pero, éste Burt me resulta una rémora, pensaba Fric. En mala hora lo encontré en Pishwelt. Siguié pensando que si hubiera actuado solo, ya ten- dria en sus manos unos 100,000 del “Fric, busca en el estante ese, pueda ser que haya un remanen- te.....” Con renuencia levantése Fric llegando hasta el pequeno mueble lo abrié de par en par de una patada. Después de revolver el contenido, echando por los hom bros piezas desgastadas de equipo, como fueron un par de zapatos de nieve y sin raqueta, un par de mi- tunes que no abrigaban nada por- que llegaban hasta la segunda fa- lange y unos calzoncillos de per- nera grande, volvidse hacia el com- panero de correria. “Este es el Nor- te que me dijiste? Quisiera dejar- te con tu Norte, y con todo lo demas. ;O quieres veneno de ra- tas?” Dijo y con el pie fué acerean- do una pequefna bolsa en que re- zaba la marca: Peligro. Solamen- te para roedores. La estufa comenzé a fallar. Burt Raini avanz6 hacia un pequeno ri- mero de lena que habian acumula- do la noche anterior. “Paciencia, Fric. Te he dicho, que estamos frente a un abreva- dero. Cuando hay un coati es in- dicio que hay caza mayor a cierta distancia.” Con un bostezo, Fric tendidse sobre el camastro improvisado a base de los chaquetones de pieles, especie de “parias” que habjan ad- quirido a su paso fugaz por Dayton y recogiendo los brazos bajo la nuca volvid a pensar con extrafa insistencia en Miryan. iMiryan! que sueno remoto, cuan- do te conoci en San Francisco... iTe acuerdas cuando atendias en aquél café de la Ruta 22? ;Te acuerdas, ‘“;Fric, Fric! Levantate despacio, ya —dijo en un susurro Burt— “se aproxima alguno de Salt6 del camastro pistola en mano y cuando iba a disparar Burt lo tomé suavemente del bra- 20. “Te repito que te calmes, Fric. Yo voy a disparar por tu espalda, apuntandole en los primeros flan- cos. Tu procura acertarle en el pescuezo.” Le temblaban las manos a Fri¢c antes del primer disparo. Pensé en tres dias sin comida, apenas be- biendo el agua de ese sucio manan- tial y penso: zy si me falta el tiro? iy si me acaba la cacerina y este maldito venado se me fuga. Esta- mos destinados a morir de hambre en esta solitaria cabana, a pesar de que tenemos mas de 80.000 dolares. La detonacién de Burt casi lo ensordece imaginalmente apreté el gatillo. ;Uno, dos tres! Vio una mancha gris que des- taco sobre la planicie nevada, lue- go quiso escapar hasta el cielo, un cielo gris y opaco, inclemente para todo forastero..... Después vid un hilillo de san- gre que se deslizaba paulatinamen- te hacia el abrevadero. “(Ya esta muerto! Muerta mejor, Porque es hembra!” -—exclamé Burt, Y efectivamente estaba muer- ta. 40 kilos de carne que seria Page 2 DIOS para un mes en la cabana. Ali- mento y dinero en el pequeno sé- tano de la cabafia. Pero este Burt le resultaba un tipo lerdo. Cum- plié mas 0 menos bien en los atra- cos de los grifos. Pero en ese asun- to del Banco comenzé a fallar. Lo hubiera dejado en Pittsburgo pero me convenia para hacer nues- tra fuga a través de varios Esta- dos. Descuartizaron al venado, mas en la operacién fluyé mucha san- gre. “Cuidado, Fric, estas Nenando de rojo el manantial”. “No importa, Burt, lo esencial es comer chuletas al rojo.....” Y comieron hasta el hartazgo. Cuando Burt fué a traer agua, di- jo por precaucién: “No tardes mucho, pues estas huellas me anuncian toda una ban- da de piratas nocturnos. Hay que colgar esa carne, Fric.” Miryan, San Francisco, 80.000 dolares. No podia dormir. Com- partir la carne del venado hasta que llegara la Primavera. Parecia mucho esperar y sobre todo el insomnio, precipité el episodio.....” Sin embargo, cuando avanzaba Burt se revolviéd en el camastre “Coati, tiene la cola manchada..... y lavan su comida antes de masti- carla... Y cuando la ven comple- tamente limpia se le digiere... E] otro retrocedié, pensando que era una pesadilla por el excesivo alimento después de algunos dias de privaciones, Empero seguia intranquilo y mi- raba con rara insistencia hacia el extremo de la cabana, en donde atesoraban el botin mancomuna- do. Tiempo prudencial y cuando Burt volviéd a roncar, aquella som- bra torné a acercarse sigilosamen- te.....Afuera rugia la tormenta. La cabana no obstante sus fundamen- tos de roble y sus puntales de en- cina, crugian de alero a alero..... Tenemos 4 tiros. De aqui a que se presente otro venado, pasaran dias. Tu 0 yo: es el dilema..... La apuntaba en la nuca, pero se did cuenta que le temblaba la ma- no, ;Como hubiera un whisky por aqui! Se fué al balde Meno de hie- lo descongelado y sorbié con avi- dez, uno, dos, tres jarros. La reac- cion fué inmediata. A grandes pa- sos, le puso la pistola en la sien y oprimié el gatillo sintié Ja _per- cusion cuando el arma rebotaba so- bre el suelo. Entonces advirtié que HEMISFERIO le temblaba todo el cuerpo. Arrastr6é el cadaver, lo hizo des- lizarse a la puerta trampa, com- probando antes que tenia en el maletin de la mano izquierda los 80 del ala. Y tuvo apetite. Salié al rustico porche para comprobar que de los tres cuartos de venade que habian dejado el dia anterior, faltaba una buena lonja de earne. Pero repar6é en unas extrafias mar- eas, que llegaban desde el ma- nantial hasta la cabafia. Al dia siguiente tuvo nuevamen- te sed. Recurrié al manantial pere estaba cubierto de sangre, Ja san- gre del venado que ambos saeri- ficaron. Aquella noche sintié la garganta reseca, y ademas tenia hambre. Sacd el cuchillo para cortar una porcién del pernil. La estufa tre- pitaba, indicando que le faltaba combustible. Imaginé a Burt Rain reducido a pavezas, imposible identificarlo. Y otra vez la reflexién. Miryan San Francisco.....La Puerta de Oro. Y la casa de Oklahoma. CASTIG El crujido de una viga mal aset tada, ademas de este viento que soplaba de todos los dmbitos, 16 forzaron a ver su puerta abierta, iY frente a él salié el fantas Era asf: revestido de una tu blanca, osamenta que rasgaban ? aun mas fosforescencias de extra fas calaveras..... El hombre tuvo miedo. Se a dillé en el porche frente al cle! pero pensé también para sus ad tros: ~Cémo dejo los 80.000 délg. res? Quién sabra de mi suertel Y se qued6é en la cabana. La cabafia oscilaba, de ventang a ventana y Fric que tenia fam ciones enérgicas se le veia a * vés de la lampara, lividez en aspecto. Pero hacia frio en el porche en la puerta de atras. Para que me roben carne, voy a poner bocado envenenado..... La cabafia se lucia asi en ea Primavera. Los lagos empezaba’ a vibrar. En la superficie de hielg nadie se presenté. Porque habfa dos cadéveres, uno con bala y a otro donde abrevaba un coatt. ED DOMINGO, 21 DE MARZO DE 1954. .