Diario las Américas Newspaper, January 20, 1957, Page 18

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Un Vis El Cer N Este es el monumental edificio donde se aloja la Biblioteca del Congreso, en Washington. Entre este edificio y el Capitolio existe una eomunicacién subterranea que permite el traslado de obras con suma facilidad, para servicio de los miembros del Congreso. Reaparece en el escenario in- ternacional, el patético protago- nista de la tragedia de estos tiem- pos: el refugiado politico. Su nacionalidad, es indecisa como su. aspecto. Llega desde el fon- do de un destino truncado en dos porciones: antes y después. En su pais de origen, deja cuan- to ha constituido su pasado y su pretexto para existir. Alla que- dan, entre los escombros humeam- tes del hogar incendiado, los muertos queridos y los afectos pasajeros. Nada de eso podra ser recuperado ya. La violencia le ha puesto en camino, mal de su grado, hacia confusos horizontes que, de pequefio, contemplo, de pasada, en el libro de cartas geo- graficas en que adquiria una pri- mera nocién del mundo. Todo era entonces tranquilo y conven- cional.. El] mundo concluia en el borde del pueblo, cortado por un rio y la vista se detenia en el otero distante. Detras de aque- lilo, tan remoto e informe, na- cian los caminos tortuosos que Nevaban. a tierras de distintos colores, tal como lo sefialaban los majias. Las tierras se exten- dian rojas, anaranjadas, azules, —trasunto del espectro solar— como fichas de un rompecabe- zas que nadie osaba descompo- ner. Los explosivos odios politicos inauguraron los caminos © del éxodo. Ya nadie esta seguro en su comarca, ni es duefio de su destino. Los hombres se ven ba- tridos, fuera de sus fronteras RAUL ANDRADE como un amasijo de desperdicios, De un dia para otro, las ligadu- ras que ataban a un paisaje, una tradicién o una costumbre, ama- necen cortadas y el hombre mar- cha a la deriva, sobre un rio fantasma, hacia un puerto igno- rado. Se-multiplican en las calles del mundo esos rostros crispados, esas miradas himedas, esos ges- tos de sobresalto que caracteri- zan a los refugiados politicos. El vacio los citcunda, la fiebre los desmorona internamente, la inse- guridad es e] tmico Norte que marca su brujula enloquecida. iHacia donde partir? Las bayo- netas y los cafones de las ame- tralladoras, impiden e] libre pa- so. El refugiado va, su hatillo al hombro, por las veredas de un ajeno mundo, huyendo del vigi- lante y evitando al guardian. Toda una escuela novelesca, de vindicativas’ intenciones, se asenté6, a comienzos del siglo, em ese drama secreto y triste del desplazado politico. Los barbudos “jluminados” moscovitas, toma- ron por asalto las mesillas dé los cafés de todas las ciudades de Europa. Los cendculos se mul- tiplicaron en torno a esa deidad sangrienta, poseedora de un haz de*rayos, en que se convirtio la Revolucién. Los Dostoyewsky, los Andreiev, los. Gorki, escribieron sus libros a la luz de la lampa- ra del destierro, clamando por un mundo igualitario y un régi- men justiciero. Pero los sistemas de dispersién, los métodos de des- plazamiento; ain no habian sido El Protagonista del Drama perfeccionados en tan alto grado, como los que. ahora contempla el habitante de la tierra. La tun- dra siberiana, utilizada por los sabuesos del zar para arrojar a- los terroristas, devoraba silencio a los irreducibles- conspiradores del subsuelo imperial, misticos de una doctrina de espanto. Los métodos han variado no- tablemente, desde los afios de las caricaturas de Caram d‘Ache que sefialaban la efigie de Nicolas II como las de un Jobo hambrien- to, tinto de sangre. Ahora, Jas earicaturas han dejado de circu- lar en la cubierta de los sema- narios de combate. Pero las in- formaciones, apretadas y escue- tas, no tienen urgencia de apelar a los exagerados rastos ‘de la ca- ricatura. Basta con las precisas dimensiones de la realidad, para tener una exacta visién de con- junto del drama contemporaneo. El refugiado es su veridica ex« presién y su mas lacerado pro- tagonista. Los otros, alli han que- dado, tendidos sobre las barrica- das, aplastados por los escombros del bombardeo, exterminados en masa. “Los muertos no hablan” parece ser la implacable consig- na. ¥Qué diminuta comedia de ‘barbarie la que representaban, lustros atras, los anarquistas ilu- minados y los esbirros del ulti- mo zar! La de estos tiempos, si que posee perpectivas, perfectas, (Cortesia de El Comercio, Quite, Ecuador.) ° El 24 de establecida Congreso de por ley naci cipio era un valuada en y que séOlo « rincén del C ton, es hoy titucion, con como la Bib de} mundo, c ponente bel punto de cit: Pais y de] ¢ En 1950 ya cerca de lJares en ‘esta tos de cons una suma ec vos per capi dano nortea el pais admi blioteca. del shington, po! un centro di ca como jan des precede! En 1950 en esta Bibl cifra de 27 estos libros con dinero emormes can sido donado: tores 0 por eionistas de de la Améri del mundo. Las nuevs pelicula han ra las gener eontables ob suerte perdi cién del tie Pero la B 60 de Wash mente un ¢ bliograficos. ciones de m obras music ejemplares | y objetos ¢ ademas, sal conciertos y tan ocupade versas activi

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