Diario las Américas Newspaper, March 28, 1954, Page 22

Page views left: 0

You have reached the hourly page view limit. Unlock higher limit to our entire archive!

Subscribers enjoy higher page view limit, downloads, and exclusive features.

Text content (automatically generated)

a Fah: ~ UT FS: evaran BOTANICO DE AMERICA OS Gobiernos de Espafia y de la Republica de Colombia han dispuesto que se pu- blique la Flora de la Real Expedicion Botanica del Nuevo Reino de Granada, puesta por el Rey Don Carlos III bajo la direccién de don José Celestino Mutis y para la cual se acopiaron laminas, herbario y descripciones desde 1760 a 1817 en el territorio que hoy es Colombia. Esa Expedicién Real fué fun- dada, no unicamente para desarro- llar un estudio admirativo e inte- gral de la naturaleza tal como en La Estrategia Soviética... (Viene de la pagina 2) los Estados Unidos, afectando de inmediato a los productores suda- fricanos al privarlos de la sobreta- ga que obtenian en el mercado negro. Las naciones europeas reciben oro soviético y, consecuentemente, pueden pagar sus importaciones norteamericanas sin necesidad de recurrir a préstamos norteameri- canos. Otra consecuencia de dispo- ner de oro (convertible en délares @ voluntad), es la de que se puede @poyar con mayor energia la de- manda de reduccién de las tarifas aduanales norteamericanas, bajo el lema “Comercio y no ayuda”... y de paso presionar mas enérgica- mente para que se reanude el in- tercambio comercial con el Bloque soviético. También en la América Latina se hace sentir el efecto de la po- derosa palanca del oro soviético. El Senado de Chile rechaz6 la oferta norteamericana de comprar a Dis. 0.30 la libra de cobre, ad- quiriendo las 100,000 toneladas al- macenadas, siempre y cuando se aceptaran ciertas condiciones que se consideraron lesivas para la so- beriania chilena: inmediatamente un argentino, agente de compras de la Unidén Soviética, ofrecid comprar el cobre a Dis. 0.34 libra. Es relativamente facil el sacrificio de no cambiar modelo de automé6- vil o seguir usando el-mismo apa- rato televisor, pero es muy dificil el sacrificio de la mitad de la ra- cion de frijoles: ,puede suponerse que la solidaridad democratica ha- ga que los chilenos rechacen la dferta soviética y acepten la nor- teamericana? Lo mas que se puede esperar es que den preferencia a una nueva oferta norteamericana, gin condiciones, igual a la sovié- BE ESBEEBEEBE2BEBEEEBEEEBRBERBEBRBSESEESEES Maria de los Angeles... (Viene de la pagina 4) tisfacian el orden y la limpieza: queria elegancia. Desde hacia muchos afios, la ca- ga decaia, siguiendo el paso a la enfermedad de la sefiora y melan- colica indolencia de la hija. El co- lor de las paredes; las plantas, abandonadas, habian muerto en las macetas, mientras otras, menos de- licadas, crecian fuera de toda pro- porcion; las tejas habian caido, aqui y alla, dejando entrar el agua; los viejos instrumentos de indus- tria casera, telares, alambiques, pailas y filtros, se habian roto o perdido; los pisos de baldosa no relucian, gastados; los muebles tenian manchas o se habian des- armado; las alfombras estaban rai- das... Todo eso debfa ser renovado, intado, arreglado y Angeles ha- laba un gran placer en ocuparse de ello, valiéndose de las mas in- eniosas economias para obtener os medios necesarios a su empre- 6a. Recordando la popularidad que siempre habian tenido en la fa- milia los dulces preprarados se- an se receta, se proponia poner- a la venta, empleando a Eula- ia para colocarlos, y adq' nue- vas alfombras y cortinados, fabri- se en cambio, finos barrace- ~ Pig. 10 tiea. Presentandose como comprador en los mercados mundiales y ofre- ciendo pagar mejor y en oro, la Unién Soviética impone a los Es- tados Unidos nuevos gastos de consideracién, puesto que los pre- cios suben cuando los articulos son disputados por dos compradores. Si los Estados Unidos no compran, entonces la Union Soviética apa- rece como oportuna salvadora de la economia de los pueblos vende- dores; si compran, pagando tanto o mas que los soviéticos, entonces incurren en un mayor desgaste econémico de lo que habian pla- neado; y si recurren a la presién econémica, diplomatica o armada para imponer los precios que con- sideran adecuados, pero que son inferiores a los ofrecidos por la URSS, se concitan la animadver- sién de los vendedores y dan am- plias oportunidades para la propa- ganda antinorteamericana que caeria en campo fértil: por el re- sentimiento y por la baja del ni- vel de vida asi impuesta. En la estrategia de desgaste de los Estados Unidos figura en for- ma muy importante un factor que no deberia existir: los tre- mendos errores politicos y de apre- ciacién que han cometido las Po- tencias Occidentales... y que pare- cen no tener fin. El ultimo ejem- plo lo tenemos en el cobro a Co- lombia de la suma de Dis. 10,000,- 000 por el mantenimiento del Ba- tall6n Colombiano en Corea. Estas fuerzas colombianas fueron las tnicas de la América Latina que combatieron en Corea... jy el fun- cionario que ideé cobrar tan in- significante suma a Colombia (pa- ra la cual esos millones son una cantidad muy pesada), merece re- cibir la Condecoracién de Lenin de Primera Clase! Preocupaban también a Angeles, que de pronto se habia vuelto am- biciosa, las propiedades de la fa- milia, pues sabia que estaban muy descuidadas, esperaba interesar en ellas a su marido, que hasta el momento no parecia ocupado mas que en comer, descansar y dormir.. —Amita, esta don Javier. Se quit6 rapidamente el delan- tal que protegia su vestido y salié a recibirlo, saludandole afectuosa- mente. —jCuanto me alegro que hayas podido venir tan pronto, Javier! Deseaba hablar sobre unas com- pras de las cuales quiero que te encargues —y le dié una lista, que su hermano acepté sonriente. —jQué buena moza est& usted, hermanita! ;Si apenas la conozco! Angeles tuvo para el una sonri- sa brillante. —jDe veras?... jHa de ser el buen tiempo de esta primavera! El amor la habia rejuvenecido, y cada dia el espejo la deleita- baba eflejando nuevas bellezas. iVieja a los veintinueve afios? {Si acababa de nacer! Ninguna joven- cita tenia el cuerpo de ella, fuer- te, fresco, arrogante, en toda la plenitud de la madurez... Y no habia en todo el pueblo ojos més claros que los suyos ni pelo més brillante y cuidado. —Esta odmoda, ila quieres de caoba? Son ay caras, Angeles. aValdeé la pena su siglo se concebian las Ciencias equipo para la descripcion siste- matica de las plantas halladas en determinado itinerario, como quien dice, a la vera del camino por exploradores ajenos al pais que recorrian, sino que representa en su época el mas ambicioso progra- ma para nvestigar, describir y aprovechar los recursos naturales de un area vastisima intertropical; para vincular a muchos hombres |econ su medio espontaneo; para |desarrollar la autarquia econdmi- |ea de la nacién y para originar un Instituto permanente de inves- | tigacion autéctona sobre tales te- mas. LABOR AMPLISIMA DE IN- VESTIGACION NA- TURALISTA El gaditano don José Celestino Mutis Ilegd al Nuevo Reino en 1760, a los veintiocho afos de su edad, y alli murié en 1808. Con una preparacion cientifica que hon- ra a las Universidades espafiolas de su siglo, dotado de un gran espiritu investigador y de una aso- mbrosa laboriosidad, actu6é en el Nuevo Reino como médico de los virreyes; descubrié en las plantas numerosas medicinas introdujo nuevos procedimientos para pre- venir y aliviar las dolencias antes desconocidas del trépico; estudié los animales y sus instintos; se interesé6 por la mineria, la que condujo a insospechables avances; regenté cAtedras, en las cuales im- primié nuevos rumbos a la educa- cion; investig6é los climas, acoplé datos geograficos, lo mismo que los de linguistica aborigen; se con- virtié en el consejero de los Go- biernos y en prez de una sociedad confinada en el corazon de los An- des, y al aprobarse sus proyectos por el Rey, dirigié preferentemen- te sus esfuerzos al estudio de la riquisima flora neotropical. mas mas mas mas mas mas mas |MUTIS EL GRAN . SUP. FLOR UNA FLORA PERFECTISIMA Y EXTENSA La Expedicion se establecié pri- mero en la poblacion de La Mesa, | Mariquita y ultimamente en Santa 'Fe de Bogota, capital del virrei- después en la antigua ciudad de —tTal vez la mujer de Clemente quiera venderme la suya... Ambos conocian la avaricia del hermano y se miraron intencio- nados. —Le hablaré. ¢Y este juego de platos? Mira que son traidos de Inglaterra. —tLas alacenas estan muy vacias y he visto unos platos bonitos con un dibujo azul, chinesco, sobre fondo blanco... Ademas quisiera ha- cer pintar por dentro las puertas de las alacenas... Y lo mismo las cujas chicas necesitan un retoque, pues estA toda la pintura oscure- cida y fea... Mejor sera que me mandes un buen maestro pintor. El precio los arreglaré yo. —Y la cuja para su cuenta, zc6- mo la quiere al fin? —No sé, estoy indecisa. En ese momento venia don Jo- sé y lo llamo. Los hombres se saludaron fria- mente. —José, yqué le parece mejor: una cuja de nogal tallado con res- paldo de damasco? 0 serA mejor pintada? —Es usted duefia y sefiora de elegir lo que le plazca— respon- dié su marido. Angeles fruncié el cefio. —Es que le pido su parecer. —lQué parecer puede dar un hombre que no conoce més que el catre de tiento de una prisién? —j{Joeé, per faor! nato. Pero su director y sus co- misionados cubrieron un area mu- cho mas vasta del Nuevo Reino de Granada. Fruto de este traba- jo que se continué después de la muerte del sabio Mutis hasta 1817, fueron los herbarios, los manus- critos con descripciones y datos referentes a la vegetacién y a sus productos y la coleccién iconogra- fica mas admirable que se ha he- cho en el mundo sobre una flora regional. Como consecuencia de los prin- cipios del “principe de los bota- nicos”, Carlos Linné, dominantes en su tiempo, y que Mutis puso un empefo extraordinario en la perfeccién ‘de las laminas y en el registro minucioso de las anato- mias florales distintivas de las es- pecies. Inquirié éstas solicitamen- te en todo el territorio hoy co- lombiano; analiz6 minuciosamen- te sus detalles; procuré los mejo- res maestros pintores en el Nue- —Compre la de nogal, entonces — y saludando a su cunado, se retiré. Javier.lo vid alejarse. —Risuefo caracter el de tu ma- rido. —No creas que es siempre asi — repuso Angeles, ensombrecida. La presencia de extrafios le recuer- da sus sufrimientos, pero es muy bueno conmigo y con Tata se lle- va bien. —Entonces, jencargo el mue- ble de nogal? —jNaturalmente, José buen criterio; los muebles pinta- dos son muy comunes. —jNo hay ninguna cosa mas?.. Voy a ver a Tata, y si recuerda algo, estoy con él. . Volvié Angeles a sus quehace- res, Estaba renovando la _habita- cién que compartia ahora con su marido y habia decidido cambiar el blanco monacal de sus paredes por un bonito color verde mucho mas risueno. Habia estado dirigiendo el tra- bajo del criado casi una hora, cuando se sintiéd cansada y se a- cercé a la ventana. Desde alli se veia el traspatio, dominado por una higuera, que hacia rezongar _ a los sirvientes cuando cada afio sus frutos aduros afan, even- tando, sobre las piedras. Angeles la defendia por sus brevas, tem- pranas y maravillosas. ; Al verla, pensd esta vex que de- DOMINGO 28 DE MARZO DE 1964. | =i tiene’ vo Reino, en Quito y la Peninsula, y logré de ellos el trabajo mas depurado y mas conforme a la naturaleza de que pueda gloriarse la Iconografia botanica. A lo lar- go de su estancia en América, Mu- tis tuvo dedicados a su obra, por mas o menos tiempo, de 38 a 40 pintores, los cuales nos dejaron una labor maestra de la miniatu- ra y del colorido. OBRA DE HOMBRES SUPERIORES Mutis no trabajo solo en la obra cientifica desu flora. Formé dis- cipulos y estimulé colaboradores; envid comisionados y mantuvo re- laciones estrechas con los natura- listas mas eminentes de su tiempo. Muchos talentos de los mas pre- claros que presenta la historia de Colombia al iniciarse el siglo XIX: Eloy Valenzuela, Francisco Anto- nio Zea, Francisco José de Caldas, BSB B 53 2 bia ensayar la reparacién de fru- tas confitadas, y de pronto vié a José, que, saliendo del primer pa- tio, se acercaba a la higuera. Estuvo tentada de llamarlo, pe. ro se contuvo. Podria contemplar- lo mas a sus anchas si no se sa- bia observado. José era un enigma; pero de una cosa estaba segura; su marido la amaba. Desde entonces sabia An- geles que era bella y joven y no vieja y fea, como la habian indu- cido a creer, y se enorgullecia de haber conquistado a un hombre como su don José. El cautiverio no habia dejado marcas visibles en el fisico de su marido. Moviase muy gallardamen- te y hasta se hubiera dicho que, © en vez de ser el prisionero recién libertado, era el dueho de todo. Jamas se ofrecia para realizar ta- rea alguna de utilidad dejando que su mujer lo sirviera'de pies y ma- nos.... lo cual a ella la encantaba. Hombre de unos treinta y cin- co afios, alto, seco, anguloso, le extrafiaba a su mujer que pudiera ~ comer tanto y seguir tan flaco, pues en la cara se le dibujaban todos los huesos, como si no tuvie- ra encima més que la piel. Pero no lo hubiera cambiado por nin-' guno, pues, flaco y todo, su mari- do era el hombre més apuesto que hubierse visto y la acentua- cién de sus rasgos le daba una — fieresa muy varonil. oe oe

Other pages from this issue: