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ADOLFO HITLER — JOSE STALIN La Estrategia Soviética del Desgaste . Por el Mayor RAUL ARIAS BARRAZA EL general Kuropatkine, que comandara el Ejército Im- perial Ruso en Manchuria durante la Primera Guerra Ruso - Japonesa de 1904 - 1905, senalé la necesidad que tenia la entonces Santa Rusia de “asegu- rar sus fronteras occidentales an- tes de poder maniobrar en el Le- jano Oriente” asi como lo inevita- ble de tener que combatir “con- tra Alemania, Francia, Austria- Hungria, Turquia, China, Japén y los Estados Unidos” para poder alcanzar los objetivos fundamenta- les y eternos de Rusia, que le han sido impuestos por la geogra- fia: controlar puertos libres de hielos durante todo el afio. Para este fin, el Padrecito Zar en turno recurrié al movimiento paneslavista, aprovechando en la Europa Sudoriental el sentimien- to prorruso gestado cuando “el hermano Ivan” combatié a los tur- cos para obtener la independen- cia de los Balcanes: pero los pla- nes expansionistas de los Zares no tenian el apoyo necesario por parte de una gran industria pe- sada y de una economia que so- portara adecuadamente los conti- nuos y crecientes gastos implicitos en el expansionismo. El sistema ‘soviético heredé de los Zares la sexta parte de la su- perficie terrestre y la décima par- te de la poblacion mundial, asi co- mo la necesidad geografica de puer- ‘tos libres de hielos; pero tuvo en sus manos una palanca mucho mas poderosa y mas efectiva que el paneslavismo, o sea el comunis- mo. Con ella pudo aplastar a los contrarrevolucionarios ”blancos”, obligar al retiro de las fuerzas intervencionistas (inglesas, france- sas, checas, japonesas, norteame- ricanas, polacas), iniciar los Pla- nes Quinquenales, obtener apoyo internacional, participar en la Se- gunda Guerra Mundial en forma victoriosa y surgir del conflicto como una de las Dos Grandes Po- tencias Mundiales. No se sabe exactamente si fué Lenin o Stalin quien establecié la norma estratégica de “obliga- remos a gastar a los Estados Uni- dos hasta llegar a la bancarrota”; pero es evidente que este pensa- Page 2 miento norma, en lo general, la estrategia adoptada por el Krem- lin, a fin de eliminar al ultimo y mas peligroso de los adversa- rios enumerados por Kuropatkine. (A cuya obra “El Ejército Ruso en el Lejano Oriente” se le con- ceden 200 horas anuales de estu- dio en la Academia Militar “Mik- hail" Frunze”, de Moscu, que equi- vale a la Escuela Superior de Gue- rra de México). La expansion soviética en la Se- gunda Postguerra en que vivimos ha impuesto a los Estados Unidos una carga de armamentos a la cual no estaban acostumbrados. Su privilegiada posicién geografica, teniendo a los Océanos Atlantico y Pacifico cubriéndole los flancos y teniendo al Norte y al Sur ve- cinos que no eran problema mili- tar alguno, los Estados Unidos pudieron desarrollar su economia a gran velocidad, reinvirtiendo constantemente sus ingresos na- cionales en vez de dedicar el grueso de ellos en grandes ejérci- tos permanentes, como era nece- sario para las Potencias europeas. Esa misma posicién les permitié a los Estados Unidos durante las dos Guerras Mundiales pasadas, dis- poner de tiempo suficiente para prepararse al paso de la econo- mia de paz a la de guerra. Pero ante el avance de la Unién Soviética en Europa y en Asia, los Estados Unidos se vieron for- zados a abandonar su privilegiada posici6n y a gastar enormes su- mas en armamentos preparatorios, en el sostenimiento de grandes ejércitos permanentes, en la ayuda militar a sus aliados, en la inves- tigacién y desarrollo de poderosas armas de devastacién colectiva (Bombas “A” y “H”) y en las me- didas de proteccién contra ellas; y, finalmente, en la participacién di- recta en una guerra periférica en Corea, en la cual las fuerzas nor- teamericanas se empefiaron des- de el principio y las de sus alia- dos llegaron posteriormente, en numero muy reducido e incluso simbélicas. La guerra de Corea inicid el ritmo acelerado del rearme nor- teamericano, con presupuestos de decenas de miles de millones de délares empleados en fincar pe- didos de armamentos y en finan- ciar el rearme de sus aliados, crean- dose un cinturén de alianzas y bases aéreas en la periferia del Bloque Soviético, al mismo tiem- po que se daba apoyo a las Po- tencias aliadas poseedoras de im- perios coloniales (Francia e In- glaterra), para que resistieran las crecientes demandas del movimien- to nacionalista en lo que se llama el mundo colonial. Este movimiento nacionalista no nacidé en Moscu, sino que broté de la Carta del Atlantico y las Cuatro Libertades, fortaleciéndose con los éxitos obtenidos gracias a las armas modernas entregadas por las fuerzas niponas al rendir- se; pero si Moscu no es el creador del movimiento nacionalista que surge vigoroso en todo el mundo colonial y semicolonial, tal cosa no obsta para que lo fomente y aproveche para causar dificultades al Bloque Occidental, imponiendo nuevos gastos a los Estados Unidos y concitandole la animadversién de los nacionalistas por apoyar a las Potencias coloniales. Simultaneamente con las palan- cas del movimiento comunista in- ternacional y el movimiento nacio- nalista colonial y semicolonial, los estrategas del Kremlin han im- puesto otras gastos a los Estados Unidos: el de proteccién de sus centros industriales y urbanos con- tra la amenaza de las incursiones aéreas con bombas atémicas y ter- monucleares. Las lineas de esta- ciones de radar que se estan cons- truyendo desde Alaska hasta El Labrador y en la parte central del Canada (Lineas DEW), asi co- mo en las costas norteamericanas y el mantenimiento de estaciones aéreas de radar en alta mar, jun- to con barcos de aviso por radar, son costosas y sélo proporcionan el aviso de que se acercan aviones no identificados: se necesitan cen- tenares de aviones de intercep- cién y de batallones de artilleria antiaéreos o de proyectiles diri- gidos para evitar que los TU-2 y los Tipo 31 soviéticos Iegaran a tender entre Boston y Washing- ton las nueve bombas termonu- HEMISFERIO cleares que aniquilarian a 35,000- 000 de norteamericanos y destrui- rian la tercera parte de la rique- za norteamericana.... Pero no es sdlo con la guerra 0 la amenaza de guerra con lo que los soviéticos aplican su plan de desgastar econdmicamente a los Estados Unidos: también utilizan las armas del comercio y de la productividad, del intercambio con las naciones que forman parte del Bloque. Occidental y del empleo del mas poderoso de todos los ar- ticulos de intercambio: el oro, que es aceptado con entusiasmo sin igual aunque las barras de ese metal leven el sello de la hoz y el martillo. El Bloque Occidental suspendié su intercambio comercial con el Bloque Soviético, negandose a pro- porcionarle materias primas y arti- culos manufacturados de los cla- sificados como “estratégicos”: o sea, aquellos sin los cuales es posible hacer la guerra. Pero, al hacerlo, trastocé relaciones de in- tercambio comercial que eran tra- dicionales: Ja Europa Oriental y Sudoriental era la alacena de la Europa Occidental y al mismo tiempo, uno de sus _ principales mercados. Las minas de carbén de Inglaterra tienen que comprar actualmente en el Canada, en do- lares y a mayor precio, la madera para el ademe que anteriormente se adquiria en Polonia. Igualmen- te, la industria siderurgica nortea- mericana ha tenido que buscar nuevas fuentes de abastecimiento para substituir los 2,000,000 de. to- neladas de manganeso que antigua- mente salian de las minas sovié- ticas de Krivoi Rog... La industria norteamericana sa- li6 de la Segunda Guerra Mundial intacta y modernizada, controlan- do practicamente todos los merca- dos del mundo: pero la rehabilita- cién de las industrias europeas y del Japén ha lanzado nuevos conipetidores a los mercados mun- diales, reducidos ya en la propor- cién correspondiente a las Demo- cracias Populares europeas y a la China Comunista. jEs extrafio, en- tonces, que Stalin haya afirmado que las contradicciones entre los paises capitalistas, disp los DOMINGO, 28 DE MARZO DE 1954. | : mercados y fuentes de materiag primas asi reducidos, provocarian conflictos y divisiones entre log antagonistas del comunismo?. Mosc ha estado ofreciendo a log industriales europeos y japoneseg el cebo tentador de los 800,0005 000 de consumidores que forman el Bloque Soviético: tan sdl¢ ef Plan Quinquenal chino bastaria. pay ra resolver el problema industria’ del Japén, que tiene un ea anual de Dls. 700,000,000 y al cual la suspensién de los pedidos de guerra norteamericanos (debido ab armisticio en Corea), esta poniens do en graves aprietos. Tan graves, en verdad, que un numero crecien« te de nipones presiona para que se restablezca el intercambio comer cial con China Roja. Cuando Rudyard Kipling canta» ba al Imperio Britanico y las alae banzas de “la carga del hombre blanco”, se sabia que “la bande va detras de las mercancias.” Hitler hizo evidente para todo el mundo el hecho de que un paig puede ser controlado econémicas mente por otro si éste adquiere el 25 por ciento de su produccion, ya que puede causarle tremendos quebrantos con sdlo dejar de coms prar. Actualmente Finlandia> se encuentra en esa posicién: su prin- cipal cliente es la Unién Soviética y por ello Finlandia tiene que mantener una politica que, si no es soviet6fila, si es benévola. Y como ejemplo viviente y reciente tene- mos la negativa de Dinamarca, miembro de la Organizacién del Tratado del Atlantico Septentrio- nal (OTAS), que se ha negado a permitir el establecimiento de es- cuadrones aéreos en su territoriot negativa que coincide con el in- cremento de un 40 por ciento de su intercambio comercial con la Unién Soviética. Los dirigentes soviéticos han anunciado que la mayor preocu+ pacion ser en abastecer a la po- blacién soviética de articulos de consumo, que adquiriran en el ex- tranjero... y que se pagara4n en oro en barras. La afluencia. del oro soviético hizo descender el pre- cio del metal a Dis. 35 la onza, que es lo que-paga la Tesoreria de (Pasa a la pdgina~10) i)