Diario las Américas Newspaper, March 28, 1954, Page 15

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F " POE a ad AN ae een Pee eae ESTAMPAS DE. NUESTRA AMERICA A casualidad es frecuentemen- L te protectora de los periodistas. Ha sido, en efecto, un raro azar imprevisto. el que nos tha colocado Sobre este coche norteamericano, acompanados por un buen fotégra- fo, para correr buena parte de una de las famosas huastecas me- xicanas, la del Estado de San Luis de Potosi, tan alejada del centro de esta Reptiblica, que puede ase- gurarse que son muy pocos los me- xicanos que la conocen m4s que por referencias. En nuestro centro de operacio- nes el rancho Chapultepec, a 422 kilometros de la carretera de Mé- xico a Laredo y a 46 kilometros de Ciudad Valles, del antes citado Estado de San Luis de Potosi, a 95 metros del nivel del mar, en lena tierra caliente, no lejos de as costas del golfo de México, zo- ma cuyo clima sorprende a los vi- sitantes con ramalazos de vientos norte, procedentes del mar Caribe, que caracterizan a esta comarca veracruzana, pero que no desmien- ten el clima tropical o semitropi- eal, como lo prueban los cultivos aqui imperantes. Estamos en el centro de extensos naranjales, de : plantones procedentes de la pro- pia Valencia espafiola, cuyos dora- dos y dulces frutos se nos ofre- ‘een al alcance de las manos —y :@e las bocas— cuando,-a caballo, ‘fos recorremos conducidos por el simpatico capataz de la finca, que responde al extrafio nombre de Carmen, cosa muy tipicamente me- kicana. En una de nuestras excursiones, alternando los lomos de los mulos con los asientos de nuestro poten- e Nash, hemos visitado dos pue- ‘blos tipicamente huastecos: Tan- ¢anhuitz y Coscatlan. El primero dista tan s6lo cuatro kilometros de la carretera general, sobre el kilometro 415, desde la capital, y se llega a 61 venciendo fuertes pendientes hasta un nivel de 900 metros sobre el nivel del mar; porque no es esta regiéri tan llana como dicen los diccionarios enci- clopédicos. El segundo de los pueblos cita- dos, el de Coseatlan, esta a 18 ki- jometros del anterior, y su acceso mo es nada facil, pues hay, que vadear por dos veces un arroyo, que, en ciertas épocas del afio, eomo ocurre ahora, lleva agua abundante. Tancanhuitz, eabeza de partido, con 2,000 habitantes y un buen mercado dominguero, esta casi ex- clusivamente habitado por indios huastecos puros, aunque también hay algunos de la raza llamada me- xicana, descendientes de los primi- tivos aztecas. La indumentaria de ‘Jos varones en estos indios es poco caracteristica, . compuesta sim- lemente de calzones y camisas lancas; pero en las mujeres es mas tipica atin en sus prendas de diario. Llevan pafiolones de man- ta blanea con bordados rojos, so- bre camisas de colores y faldas blaneas En la cabeza sobre el pelo trenzado con cintas de colores en forma de rodete circular, suelen evar panoletas cuadradas y blan- cas con ligeros bordados de colo- res, predominando el rojo (1).Es- tos indios se caracterizan por su aseo personal y por su hermetis- mo, pues sdlo conocen su idioma huasteco y a duras penas pronun- cian algunas palabras en castella- no. Coscatlan es un pueblo mas pe- qQuefo, magnificamente situado en- tre montafas, con una plaza de mucho sator indigena y habitado exclusivamente por indios “mexi- canos” y “otomies”, que preten- den diferenciarse de los huaste- cos, hablando diferente lengua que ellos y. procurando no mexclarse ni en bodas ni en negocios. Curio- Ba es, sin duda, esta atomizacién de las razas humanas, que tal vez sea la mayor dificultad que se oponga al progreso mundial. Gentes buenas y pacificas con DOMINGO 28 RE MARZO DE LA POR AGUSTIN POSTIGO los indios de toda esta huasteca potosina. Resultan inconcebible- mente pacificos para nuestras mentalidades espafiolas. Se discul- pa que los primitivos conquistado- res dudaran de que aquellos, in- dios tuvieran alma y que la duda tuviera que llegar a ser resuelta favorablemente por el Pontifice romano imperante entonces en la cristiandad. Advertiremos. que actualmente se consideran aqui, en México, otras tres huastecas, ademas de es- ta potosina que estamos visitando: la “veracruzana”, la “taumalipeca”’ y la “hidalguense”, que toman sus nombres de los Estados a que per- tenecen y que forman todas ellas parte de la extensa zona —de mas de quince mil kilémetros cuadra- dos— situada al sur de Tamaulipas y al este de San Luis Potosi, por el Golfo de México, cubierta de pastos y de bosques, cuyo nombre tomé por ser residencia de los in- dios “huaxtecos”, vecinos e inde- pendientes de los del reino de Tex- coco y del imperio mexicano, cuan- do los primeros espafioles llegaron a este pais. Parecia interesante profundizar en el conocimiento de esta curiosa regidn mexicana, pensando en nuestros posibles lectores de Mun- do Hispanico, por lo que, aprove- chando las festividades navidenas en que nos encontramos, hubimos de regresar por la noche a Tan- canhuitz para asistir a la misa del gallo que aqui se celebra, y que prometia ser atractiva, no sélo por la indole de sus feligreses, sin por tener lugar en la bella catedral de tipo basilical, con sus tres na- ves caracteristicas, que, al parecer, en épocas de mayor auge de la poblacién indigena, tuvo gran im- portancia. A las diez de la noche es im- presionante el espectaculo de la explanada y la gran escalinata que sirven de acceso a la iglesia, si- tuada en lo alto de un monte, que bordean las casas del pueblo. Tie- ne la escalinata unos 30 metros de anchura por 100 metros de longi- tud, y se halla totalmente repleta de indios e indias de todas edades, esperando, con una quietud y si- lencio impresionantes, el comien- zo de la misa, anunciada a la hora de medianoche. Solamente para tomar algun refrigerio en los mo- destos puestos feriales, en que se expenden tacos y tamales, se mue- ven lentamente estos indios, que, de vez en cuando, entra en la igle- sia para confesar con el tnico sa- cerdote, el parroco, que en tal me- nester los atiende diligentemente. Mas la personalidad de este sa- cerdote, con el que hemos logra- do hacer amistad, merece p4rrafos especiales. Es el padre Miguel Ba- rvagan, un activo joven de treinta y tres afios, que, desde hace mas de siete, poco después de ser or- denado, administra esta parroquia y otras tres més lim{trofes, con un total de 33,000 almas, para cu- yo servicio tiene que desarrollar asombrosa actividad, montando a 1954 caballo como un vaquero, en oca- siones, 0 conduciendo su carro con singular maestria. Dentro de la Basilica hemos vis- to al padre Barragan administran- do a sus feligreses el sacramento de la Penitencia, atendiéndolos de dos en dos, uno a cada lado del confesionario, que es la tnica ma- nera de realizar su labor, pues a las cuatro de la madrugada tiene que celebrar otra misa andloga en la iglesia de Coscatlan, hacia la que, en nuestra presencia, ha sali- do trotando sobre su caballo; y luego, a las nueve de la mafana, la misa de Navidad, otra vez en Tancanhuitz. Es cosa de pregun- tarse cuales ser4n las horas de des- canso —al menos, en estos dias tan sefialados— para él y otros muchos sacerdotes, en este pais, de México, donde existe una te- rrible penuria de vocaciones. Merece ser encomiada la labor del padre Barragan en las parro- quias que viene regenteando. En ésta de Tancanhuitz ha renovado con léminas metalicas las cubier- tas de ias naves y ha construido una muy aceptable carretera, que permite el acceso de los vehicu- los hasta la misma iglesia. Y en la actualidad esta enfoscando y en- calando las fachadas para luchar contra la perjudicial permeabili- dad de las humedades en los va- rios meses de lluvias torrenciales y continuas que caracterizan a es- ta zona semitropical, en la que el naranjo silvestre y el llamado “li- mon real” se producen esponta- neamente desde tiempo inmemo- rial. Es muy antigua e interesante es- ta iglesia de Tancanhuitz, en la que existen libros de registros des- de el ao de 1650. Primeramente estuvo construida al estilo indige- na con los llamados otates (cafas de bambi) revestidos de cal, co- mo actualmente estan construidas la mayor parte de las casas de es- tos poblados. Los otates, que abun- dan en el pais, son muy resisten- tes y duraderos. Antiguamente eran baratos, aunque ya no lo son, pues una sola vara o cafia de cin- co centimetros de diametro cuesta el equivalente de unas cuatro pe- setas espafolas. En el afio 1804, regentada en- tonces la parroquia por el padre Camilo Rodriguez, éste la recons- truy6 en fabrica de tabique y pie- dra, como esta hoy, y aunque su calidad arquitecténica no sea nada extraordinaria, logré impresionar al obispo Montes de Oca, que la clasificé como basilica y la consa- gré como tal, siendo esta la unica iglesia de su didcesis a la que aquel famoso obispo confirié tal honor. El dia 20 del préximo mes de febrero debe celebrarse el cin cuentenario de aquella consagra- cién, cosa que actualmente tiene bastante preocupado al padre Ba- rragan por los pocos oportunos gastos que ello ha de ocasionarle, ahora que dedica sus esfuerzos a reunir centavos para reponer la imagen del patrén San Miguel, HEMISFERIO que de manera impensada se des- plomé, destrozandose, en un dia de fuerte temporal de agua y vien- to. En el centro de la iglesia, en el suelo, estén los restos de la aracangélica imagen, junto a un cepillo donde los feligréses depo- sitan sus modestos dbolos. El fervor de estos indios es im- presionante. Confiesan rapidamen- te porque sus problemas morales son infantiles, y han de hacerio en su propio idioma huasteco, que sus confesores han de conocer, como lo conoce este simpatico pa- dre Barragén, ayud4ndose de una bella edicién de cierta gramatica que, hacia 1767, publicé el padre Carlos Tapia Zenteno, y que es la mejor o tal vez la tnica obra que a este propésito existe. Estos indios ven en sus sacer- dotes catélicos algo mas. que pa- dres espirituales. El padre Barra- gan es para sus feligreses un ver- dadero protector y parece como ‘si en sus simples mentalidades le atribuyeran cualidades de hechice- ria. Lo cierto es que donde los médicos no han podido sustituir a los curanderos o “yerberos”, son los sacerdotes los que logran apar- tarlos de ellos. Tal ocurre con el paludismo, que hace verdaderos estragos en esta regién, y que pa- ra combatirlo, el Ministerio de Sa- lubridad de México ha optado por conferir al padre Barragan la fa- cultad de distribuir la quinina en- tre sus feligreses. Pero volvamos a la misa del ga- llo de Tancanhuitz, para la que dejamos a los indios esperando pacientemente en la escalinata de su basilica. ..En el interior de la iglesia es- taba preparado de antemano un “Nacimiento” con las imagenes de San José y la Virgen, a gran ta- mafio, y con un pesebre en el que faltaba el Nino Jestis; todo ello, impregnado* de ingenuidad y pri- mitivismo, A las once de la noche entré en la iglesia la congrega- cion de hombres de la Adoracién Nocturna, en dos filas y con es- capularios rojos y amarillos, que devotamente cantaban mientras el parroco seguia en sus confe- siones intensivas, a su derecha y a su izquierda, dando absoluciones a indios e indias, principalmente. A las doce llegaron, desde la parte baja del pueblo, los padrinos, que eran portadores de la imagen del Nifid Jesus, acompafiados de larga comitiva, que entonaba villancicos, coreados con este estribillo: “jVi- va, viva Jesus, mi amor; —viva, viva mi Salvador!” Todos, hombres y mujeres, con cirios encendidos, Iegaron hasta el pesebre y colocaron en él al Divino Nifio. Después pronuncié el padre Barragdn un inteligente y breve sermén sobre el tema su- gestivo y oportuno de la paz, y a continuacién, hasta la madrugada, fuera de la iglesia bailaron los in- dios con acompafiamiento de arpas y tambores, al estilo pesado y mo- nocorde que caracteriza sus dan- zas aborigenes. A =z a —~ % i} Todavia sobré tiempo en estas breves vacaciones navidefias para corretear por las carreteras y ca- minos de la huasteca potosina. El nacimiento del rio Coi es un agreste y deleitoso lugar, en don- de el curso fluvial ofrece algunos claros remansos, que incitan al ba- fio cuando el clima se decide a ofrecer sus naturales encantos, propios de la situacién geografica del pais, sin las alteraciones tem- porales que se fraguan en el no lejano mar Caribe. Andlogo solaz ofrecen unas arti- ficiales piscinas labradas no lejos del rancho Chapultepec, cuyas aguas tienen la cualidad de ser marcadamente sulfurosas, con to- das sus caracteristicas virtudes sa- lutiferas. También es obligada y grata una excursion a la no lejana ciudad de Tampico, de la que tendria- mos mucho que contar sino temié- ramos prolongar con exceso estas lineas. Sélo diremos para terminar, que de una visita a la huasteca poto- sina, como la que hemos pretendi- do reflejar en estas lineas, queda un regusto de insatisfaccién espi- ritual, porque son muchos los as- pectos interesantes que apenas de- jan huella en estas rapidas visio- nes. PAG. 3

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