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Pe SEE que lo profirid. No oyendoo tra cosa, Cambinias acabé por consi- derar el hecho como un indiden- te de rutina entre cualquier ma- trimonio en discordia de los mu- chos que vivian en el mismo edi- icio. A poco olvidéd por comple- to el asunto y sacando una bote- lla de cerveza del refrigerador se la tomo antes de acostarse. al dia siguiente, aproximada- mente a las tres de la _ tarde, Ethel y su marido que vivian en las afueras de la ciudad, llegaron a casa de las Gedeon en la calle 50 y tuvieron la sorpresa de en- contrarse en el vestibulo del edi- icio a su padre que tenia entre las manos una caja de flores. “<Que haces parado aqui con esas flores, papa?. “Vine a ver a tu madre y a Ronnie. He estado pensando que debia reconciliarme con ellas y les traigo estas flores para allanar el camino”. “Me alegro mucho papa. Pero parado aqui ne veo como puedes ponerte de acuerdo con ellas”. “Acabo de subir y bajar esos cuatro pisos pero no hay nadie en el apartamento. Toqué el timbre varias veces..Me quedé aqui espe- rando que bien Mary o Ronnie regresen’”. “Me extrafia que mamé no esté en casa. ,Estés seguro de que tocaste en su apartamento?. “Si, Qué te extrafia?”. “Mama nos invité a comer a Jas tres unos pollos fritos. Nos dijo que fuésemos puntuales...” “Tal vez estaba en el bao u por eso no oy6é el timbre. Por cierto que yo tampoco lo oi. Su- biré otra vez y tocaré con mas fuerza”. Ethel y su marido se quedaron en el vestibulo. Pocos minutos después ‘eden volvia a reunirse- les. Volvia agitado ansioso, muy distinto de como lo habian deja- do. Interrogado por Ethel y su hijo politico que advirtiendo el cambio lo interrogaron alarmados hizo un esfuerzo para decirles. “Estan muertas! Ronnie*y ese huésped Byrnes. “;¥ mama? ;Dénde esta ma- ma?” grité Ethel palideciendo intensamente. Su marido acudié a sostenerla temiendo que fuera a desmayarse. Gedeén muy agitado contestd: “No sé. Hay que llamar a la po- licia. Llamen a la policfa”. Cuando subieron al apartamen- to acompafiados por la policia, udieron apreciar que Byrnes ha- bia sido asesinado mientras dor- mia. El asesino le habia introdu- cido un instrumento de punta aguda, probablemente un pincho de picar hielo o algo parecido, en el canal del oido derecho, al- canzandole el cerebro. A Ronnie le habian estrangulado unas ma- nos poderosas. Encontraron su cadaver completamente desnudo tendido en una cama. La policia descubrié achajo de otra cama el eadaver de Mary, explicandose por esta circunstancia por qué Gedeon no la habia visto cuando Uno de los detectives que acu- ~—Tomas Tunney, hermano del fa- dié al lugar del triple crimen moso campeon de boxeo— le pre- gunt6 a Gedeén cémo era posible que no hubiera podido entrar en el apartamento la primera vez que llegé hasta la puerta y sf la segunda”, ;Quién le abrié cuando tocé por segunda vez?”, “Nadie. Cuando volvi después de hablar con mi hija Ethel, noté que la puerta no estaba realmente cerrada, aunque lo parecia, En- tonces entré.;.” El teléfono comenzé a funcio- nar. El inspector Kear jefe del Bureau de Detectives de Manhat- tan respondié a la llamada. Una voz masculina llamaba a Ronnie. Kear le pregunt6 quién era, a lo que el otro contestd:,‘Esteban Butter”. " Dandole a su voz una entona- cién amigable, como aparentando que sabia de quién se _ trataba, Kear pregunté de nuevo: “jD6n- de esta usted Esteban?”. “En casa”, “Muy lejos de aqui?”. “Regular”. “Deme su direccién”. Kear le preguntéd quién era pues tenia que contarle algo es- trictamente confidencial. P En el apartamento donde’ se habia cometido el triple asesinato no se habia producido desorden alguno. Kear tuvo la impresién de que el autor del crimen, fuese qui A fuere conocfa bien el lugar. Las senoras no habian sido ultrajadas. Estudiando el ambiente y las cir- cunstancias, se convencia cada vez mas de que el autor del crimen odio, un odio indudablemente te- trible y del que debia haber sido Objeto bien Ronnie, bien su ma- dre en cuyo caso los otros dos asesinatos fueron perpetrados pa- ra hacer posible el tercero. Tres cakes de jabon de Castilla formando un bloque aparecieron en el dormitorio donde yacian los cadaveres femeninos. Un registro que hicieron en todas las depen- dencias del apartamento revelé que en ninguna otra parte habia ja- bén de esta clase. Los detectives infirieron que pertenecia al asesi- no que probablemnte lo habria perdido. Sin embargo se les an- tojaba sumamente extraiio que una persona que va a cometer un crimen llevase jabones al lugar del hecho. Cuando los detectives procedie- ron a interrogar a los vecinos, Cosme Cambinias recordé el gri- to que habia oido a las once de la noche anterior. Los investiga- dores anotaron la hora y cuan- tos detalles pudo ofrecerles el de- recogieron en estos interrogato- rios coincidian en dos puntos: el grito femenino de las once de la clarante. Todos los informes que noche y un gruhido, mejor dicho un ladrido de Touchy, el perrito de la familia victima del crimen. El hecho de que el pequinés hu- biese estado silencioso durante toda la noche, indicaba en opi- nién de los detectives que no s6- lo conocia al asesino sino que probablemente le era simpatico. Durante las _primeras horas de la noche, el inspector Kear llegé a la conclusién de que los datos que habia obtenido le permitian reconstruir el desarrollo de la tra- gedia. Mary Gedeén habia comido un blue-plate especial en el res- taurant de la esquina de su casa a las cinco de la tarde anterior. Un examen de los alimentos en su est6mago, revelé que efectiva- mente en el momento de morir hacia aproximadamente seis _ho- ras que los habia ingerido. Lo que equivalia a decir que la ha- bian asesinado a las once de la noche, coincidiendo por tanto con la hora en que Cambinias escu-° ché el grito de espanto. Por un procedimiento analogo se llegé también a precisar que Byrnes habia muerto con unos minutos de diferencia. Esteban Butter, el hombre que Ilamé por teléfono a Ronnie y hablado con el inspector Kear, declaré que a las 3 de la mana- na habia dejado a la joven en la puerta de su casa. Ronnie y Esteban comieron en un _ night- club fuera de la ciudad, alrededor de las once de la noche. El Anali- sis del estomago de Ronnie reve- 16 que hacia mds de cuatro ho- ras que habia digerido los ali- mentos cuando le dieron muerte, lo que coincidia con la declara- cién de su amigo y ke diferencia de hora en lo que respecta al momento en que la estrangularon. Por lo tanto, de acuerdo con el criterio de losi nvestigadores, Mary Gedeén y Byrnes habian si- do asesinados a las once de la noche, quedandose el autor ‘del crimen en la casa durante cua- tro horas, esperando a Ronnie. Los detectives en el curso del interrogatorio llegaron a _ otras conclusiones importantes. De las respuestas de Ethel, dedujeron que Ronnie y su padre no se lle- vaban bien. Al extremo de que la conducta de la joven a la que respaldaba Mary Gedeon, habia si- do uno de los motivos que impul- saron al tapicero a mudarse solo. Las consecuencias de las indis- creciones de Ethel, no fueron na- da agradables para su padre, so- bre quien los detectives concen- traron mayor interés. Siguiendo esta orientacién supieron que ha- bia sido visto en el Bar Corrigan situado a unos quince minutos de camino de la casa donde se per- petré el triple crimen: Varias per- sonas declararon que en efecto habian visto a Gedeén intermiten- temente la noche del sabado,des- de las ocho hasta las tres de la mafiana del domingo, hora en que cerraron el establecimiento. Esa noche el Bar Corrigan habia estado siempre lleno y en con- secuencia era muy posible para cualquier persona ausentarse por una hora o mas, sin que se nota- habia procedido impulsado por el se que habia salido del estableci- DOMINGO 7 DE FEBRERO DE 1954. miento. El inspector Kear se sorpren- did ligeramente al encontrar a Gedeén trabajando en su taller durante’ la noche del domingo, pocas horas después de haber he- Gedeén se apresur6é a explicarle que tenia compromiso dee ntre- gar unos muebles al dia siguiente y que habia decidido terminar la ultima butaca que le faltaba para poder cumplir puntualmente su compromiso. Kear le contesté: “Me imagina- ba que usted estaria demasiado abatido para pensar en sus clien- tes y en sus negocios.” Gedeon lo miré con marcada curiosidad, respondiéndole: “Por lo que veo usted no conoce el earacter de losh wtngaros. Noso- tros no exteriorizamos nuestros pesares y hacemos lo posible por distraernos cuando las cosas no tienen remedio”. Mirandolo friamente, Kear en- tré en el cubiculo que el tapice- ro llamaba su habitacion privada. Las paredes estaban llenas de li- tografias que presentaban bellezas semi-desnudas. El inspector co- ment6: “Por lo visto usted ha conseguido con que distraerse del trabajo”. Sin inmutarse el tapicero se quité la pipa de la boca para contestar, mientras senalaba una fotografia: “Este es el tipo de mujer que voy a buscar cuando decida casarme otra vez”. “~Piensa volver a casarse, Ge- deon?”. “Ahora soy viudo y la vida tie- ne sus exigencias, Inspector.” Kear sacoé de uno de sus bolsi- llos un guante gris de baja cali- dad, talla ocho y entregandoselo a Gededn, le indicé que se lo probase. El tapicero obedecidcal- probase. El tapicero obedecié cal- zandoselo en la mano derecha a la que se ajustaba perfectamente. El inspector reclamé la prenda y guardandola, miré fijamente al padre de Ronnie, mientras le de- cia: “Lo encontramos en la habi- tacién donde su mujer y su hija fueron asesinadas. ;Dénde esta el de la otra mano?” Gedeén ligeramente sobresalta- do contesté: “Por el hecho de que el guante me sirve, supongo que no ira a decir que soy el asesi- no”. “No se anticipe a los aconteci- mientos, Gedeédn. Eso lo discuti- remos mas adelante si llega el caso”. Todavia a horas muy avanzadas deda noche del domingo, el apar- tamento de las Gedeén estaba lle- no de investigadores y fotégrafos. Unos y otros pudieron apreciar que en cuanto a limpieza, Mary era bastante descuidada. El polvo cubria todo el mobiliario y sdélo aparecfa limpio el lugar ocupado por los adornos colocados sobre los muebles. Un detective descu- bri6 una pequefa 4rea completa- mente limpia en Ja mesa de la habitacion que tenia alquilada la joven que habia salido de vaca- ciones, y dedujo que alli habia habido un reloj, que Ja viajera se habia llevado en su equipaje. No se equivocé en lo que concierne al objeto pero si en lo demas. La inquilina, en efecto, al tener noticias de lo ocurrido en su ca- sa, anticip6 su regreso y cuando la interrogaron sobre el reloj par- ticular, declaré que tenia un re- loj despertador sobre la mesa y que lo habia dejado en el mismo lugar cuando se fué de vacacio- nes. Los detectives pensaron en la posibilidad, aunque no muy 16- gica, de que el asesino se lo hu- biese levado. “ Los detectives encontraron en una gaveta de la ecémoda, el dia- rio intimo de Ronni Gedeon, en cuyas paginas citaba a todos sus amigos. Su lectura result6 suma- mente interesante para los inves- tigadores, quienes le restaron im- portancia a los incidentes relacio- nados con el escultor Irwin, pa- ra darsela en cambio a otros ca- racteres que desdee 1 punto de vista del detectivismo clasico pa- recian fener verdaderos motivos para atentar contra la vida de la seductora modelo, bien por celos, . bien por despecho, bien por te- mor al chantage. Los técnicos que se personaron en el apartamento no encontraron otras huellas digitales que las co- rrespondientes a las victimas y a la joven inquilina. Ni siquiera ‘en el jabén aparecian huellas, lo que indicaba que el autor del ‘crimen usé guantes, acentudndose la im- HEMISFERIO presibn de que el guante gris constituia una pista de importan- cia. Los médicos forenses que efec- tuaron el examen de los cadave- res llegaron a dos conclusiones: el instrumento agudo utilizado pa- ra matar a Byrnes, habia sido manejado con gran habilidad, lo que indicaba que el asesino tenia amplios conocimientos de anato- mia. Por otra parte se _ precisé que el estrangulador tenia manos extraordinariamente fuertes. La descripcién que Ronnie ha- cia en su diario de uno de sus amigos coincidia con la de un in- dividuo que segtin las declaracio- nes de un vecino habia’ sido vis- to muy cerca de la casa, con un pincho de picar hielo en las ma- nos. Se trataba de Georges Gui- ret, maestro de cocina, francés que en un tiempo habia sido huésped de las Gedeén y que re- sidia en la casa de enfrente. Sin demora los detectives se traslada- ron al domicilio de Guiret. No encontrandolo en su cuarto se de- dicaron a registrar sus pertenen- cias, hallando dos pafuelos man- chados de sangre. Al. regresar, Guiret tuvo que responder a va- rias preguntas. Informé que~a la hora en que se habian cometido los crimenes estaba durmiendo y que todo lo que sabia del caso lo habia leido en los periddicos de la manana del lunes. En cuan- to a los pafiuelos aclaré que habia tenido una hemorragia nasal po- co antes de acostarse. Los detec- tives apreciaron que sus manos eran grandes y fuertes, y tenien- do en cuenta el trabajo a que se dedicaba, dedujeron que conoce- ria bastante de anatomiaa nimal, para aplicarla a los seres huma- nos. Ademas se supo que parecia complacerse estrangulando a los pollos que necesitaba para su co- cina. Presionado por los detectives, Guiret que nada tenia de tonto, apunté: “Los periddicos dicen que ustedes encontraron un guante ta- lla 8. La mia es 9. Por lo tan- to.... Los investigadores prefirieron ignorar por el momento el deta- Ile del guante, llevandose a Gui- ret para el Bureau de Homici- dios con objeto de interrogarlo mas detenidamente, pero antes lo condujeron al lugar de los hechos a fin de observar sus reacciones. El perrito Touchy todavia estaba en el apartamento y tan pronto lo vid entrar se le tiréd a los to- billos con el propdsito de mor- derlo, haciendo demostraciones de’ disgusto. Si el guante podia ser ignorado, la actitud del animali- to evidenciaba de tal modo su re- pulsa al Jefe de Cocinas, que era imposible no tomarla en conside- racion. Se veia claramente que Touchy odiaba a Guiret y, en consecuencia era imposible imagi- narse que hubiese podido perma- necer en el apartamento el tiem- po necesario apara cometer uno de los asesinatos y mucho menos tres, sin que el perro hubiese for- mado un escandalo monumental que habria despertado a todos los vecinos del edificio. El lunes por la tarde un detec- tive volvié a visitar a Gededén en su taller. De pronto le pregunté donde tenia la aguja reguladora que es tan importante para un tapicero como-el martillo para los carpinteros. Gedeén la buscé sin encontrarla, diciendo por Ultimo: “Anoche estuve trabajando con ella y sin duda la he dejado en cualquier parte. No es la prime- ra vez que la pierdo y luego apa- rece en donde menos puedo ima- ginarme que la he dejado”. En el curso de la visita le pre- guntaron por sus ropas. Gededn declaré que tenia dos trajes de los que habia Hevado uno a la tintoreria para que le quitasen unas manchas. En la _tintoreria informaron que efectivamente ha- bian recibido la prenda a prime- ra hora de la manana del lunes, sometiéndola) a un tratamiento quimico para quitarle unas man- chas extrafas. La desaparicién de la larga aguja que podia ser el instrumen- to utilizado para darle muerte a Byrnes y las manchas en el tra- je aumentaron las sospechas. Ge- deén en consecuencia quedé en calidad. de detenido siendo lleva- do ‘al apartamento de su familia con objeto de conocer la reaccién que su presencia producia en Touchy, del que habia dicho que lo odiaba. Por el contrario el p rro se mostré jubiloso al ver my tapicero, haciendo todavia még comprometida su situacién. de6n no se amilano por lag dificultades, En todo momento e» tuvo sereno y confiado procla mando su inocencia. Después de cuarenta y ocho horas de contr nuo interrogatorio estaba mag fresco que los investigadores que se habian relevado varias veces durante estos dos largos dias.Pré- xima ya la hora en que debian ponerlo en libertad puesto que no habian podido sustanciar ningun cargo en su contra, Gededn tuvo la poca suerte de que los detec tives hallasen en su_ establect miento un revdélver. Como care- cia de licencia, quedd detenido hasta que presentase fianza por 10,000. La semana llegaba a su fin. Ge- deon qued6 libre el viernes des» pués de haber prestado fianza, mientras los investigadores contt- nuaban sin hallar una pista cier ta. Bastante desalentado, Kear re- cord6é que frecuentemente los cri- minales permanecen cerca del lue gar de los hechos dos o tres diag con objeto de estar al tanto del sesgo de las investigaciones pol ciacas, abandonando después la ciudad. Generalmente en estos ca- sos el criminal prepara su fuga dejando sus pertenencias en un lugar conveniente donde le sea facil recogerlas en el momento de partir. En consecuencia did la or den de que se hiciera una inves tigacion en los equipajes depos tados en las estaciones ferrovia- rias y de émnibus, con la espe ranza de encontrar alguna pista, La misién parecia fracasada cuan- do hallaron en la Grand Central Terminal una maleta negra que atrajo la atenciOn por el extra fio ruido que salia de su interior, Cuando la abrieron encontraron un reloj despertador de los que tienen cuerda para dos dias. Ha- llaron ademds unos _ pantalones azules marcados con un numero, iguales a los que usan en las ins- tituciones benéficas estatales. La joven inquilina de las Ge deén identificéd el reloj como el que habia desparecido de su ha bitacién, reafirmando sus decla- raciones en este sentido al encon. trar en la parte inferior la marca que le habia hecho con una cur chilla el dia que lo compro, pa ra comprobar mas adelante el tiempo que le duraba en buenag condiciones. La identificacién del reloj, hizo que los detectives se afanaran por conocer la proce dencia de los pantalones, no tam dando en saber que era de los usados en el Hospital de Rock» land, institucién dedicada al tra» tamiento de enfermos mentales, Luego por el nimero que presen taban se llegé al convencimiento de que pertenecian a Robert Im win, el escultor enamorado de Ethel, que después de su drama tica aventura en casa de las Ge deén, habia sido recluido en dé cho establecimiento, Irwin cuando fué dado de alta se habia llevado un par de pantalones. Perplejos los investigadores le preguntaron que necesidad tuvo Irwin de llevarse el despertador de casa de las Gedeon y los pan talones del asilo. Solamente un cerebro perturbado hubiera incw rrido en tales desaciertos, pero estos mismos desaciertos llevaron a la policia a precisar la identb dad del autor del crimen que, s@ gtin confesé mas tarde en Chicago “se entregé a las autoridades por+ que estaba cansado de ver su ré trato en los periédicos.” Mas tarde complementando sus declaraciones, Irwin manifest que no habia podido resistir el deseo de matar a Ronnie y Mary Gedeén por considerar que ha bian influido para que Ethel no se fijara en él. Agregé que habia entrado facilmente en la casa de los Gedeén, esperando encontrar a Ethel para matarla igual que @ los otros. Contra Byrnes nada te nia que decir. Si lo mat fué por temor a que pudiera interferir en la realizacién de su plan. Aguar- dé a Ethel hasta el amanecer, marchandose cuando el sueno lo rindié. Terminada sus frases con un estribillo: Hubieran sido cua- tro muertos. Un lindo nimero redondo.” Irwin se libré de la silla elée- trica pero fué enviado a un ast lo de dementes. por el resto de sus dias. Pag. 11