Diario las Américas Newspaper, February 7, 1954, Page 10

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¢ > El Estrecho de Gibraltar Punto Crucial delas omunicaciones del Mundo E pasajero del avion de linea} que invierte casi exactamente 3 minutos en salvar el Estrecho, 0} el del airoso transbordador Vic \tallg: da la donogealin “local al | Rincon o la Restinga. toria, que apenas si tarda cuaren- ta en recorrer el mismo trayecto, se encuentra invariablemente sor- prendido ante la singular analogia de los ribazos de este angosto brazo de mar, no mas ancho que algunos grandes y caudalosos rios. En verdad que ambas costas pa- recen ser la misma. El paisaje es exacto. Las orillas, de relieve atormentado, en graderias, se an- tojan idénticas. Los mismos espi- nazos lanzados hacia el mar, ter- minando en acantilados cabos; se- mejantes montafias ‘de empinadas laderas, salpicadas de matorral de jaras, de lentiscos, de brezos y madrofios. Igual extraha botanica de pinsapales en las agrestes y elevadas serranias de Ronda y de Chauen; el mismo caserio blanco siempre; gemelos campos dorados de cereales o verdeantes cultivos horticolas de las vallonadas del relieve; en fin, islas «simétricas, como la de Tarifa y Peregil y, sobre todo, ingentes masas pé- treas, que lucen al sol su blan- cura caledarea; el Pefion de Gi- braltar y el Yebel Musa, las vie- | jas “Calpe” y “Abyla”, columnas herculianas que _ pusie- ron antano punto final al mundo Por JOSE DIAZ DE VILLEGAS plo, cuando esta toponimia preci-;abismos. Hoy en dia la poesia sa el cromatismo del paisaje-Pun- ta Blanquilla, Cabo Negro, Sierra Bermeja-, 0 sencillamente el de- En realidad, el Estrecho de Gi- |braltar es una simple grieta. An- | | tes que nosotros lo adivinaron ya perfectamente los viejos navegan- tes punicos cuando cruzaban sus aguas, no a la velocidad inaudi- ta de los nuevos medios de trans- porte, sino lenta y cansinamente, con aquellas embarcaciones suyas de la prehistoria naval que tan- to debian recordar a los “cara- bos” de los moros actuales. En jaquel deambular lento y metédi- |eo Estrecho adelante, varando de | vez en vez en alguna playa cuan- do el mal tiempo legaba, hubie- ron de comprender aquellos nau- |tas toda la extraha semejanza de jambas costas. Los antiguos trata- ;ron de explicarlo y lo explicaron justa y bellamente en la mitolo- gia helénica. Un dia Hércules, el gran forzudo, el vencedor de An- de Libia, sencillamente de un co- losal mazazo, separé dos tierras las dos | que eran hasta entonces una sola para dejar discurrir por la angos- | tura las aguas de los mares. Aquel |porrazo, diria Gavinet, habia de | teo, el hijo de la Tierra y el rey | |tener para Espafia la mds extra- |ordinaria de las trascendencias. |Andlogas fabulas ha escuchado |también quien escribe a los na- irradores de cuentos y de histo- |rias en las cébilas gomaris. Varian conocido. En efecto, todo parece igual y lo mismo. Y atin para que la identidad y hasta la confusién llegue a su colmo, he aqui, en ‘ spanol ciden ; 4 ~ ‘ Ja costa espafiola, los accide tes | Hércules, por ejemplo, segun. cier- que la jalonan bautizados con to-/t9 relato, le reemplaza en la ha- ponimia arabe—Algeciras, la Isla | zaha un poderoso sultan, que em- © los Yebeles, montes de Gibral-| pled en la empresa el esfuerzo de- taro Gibralfaro—, mientras que} nodado de millares de esclavos alla en el litoral marrueco las de-|cristianos, de unos esclavos que nominaciones _hispanas rotulan | la furia del mar, terminado el con frecuencia la carta, por ejem-| trabajo, arrastraria luego a sus ® |y alin las profundidades medias— RECLAMA A GIBRALTAR PARA ESPANA.—ElI Generalisimo rea cisco Franco, Jefe del Estado Espafiol, quien reclama la entrega a Espafia del Pefién de Gibraltar, por la Gran Bretafia. PAG. 2 jlos detalles de la narracién. A} mitolégica ha cedido el paso al ri- gorismo preciso de la nomencla- tura de la Geologia. Sabemos, merced a ello, exactamente cémo, en el terciario, Europa y Africa, al fin, se separan. Y atin sabemos mas, puesto que la ciencia nos ha precisado que esta separacién se hizo primero por un remoto estrecho nortbético, que uniria ini- cialmente los mares por las cuen- cas actuales del Segura y del Gua- dalquivir, en pleno solar hispani- sabios han caleulado que si, como alguien ha proyectado, el hombre fuera capaz de cerrar artificial- mente la boca del Estrecho, el Mediterraneo terminaria por eva- porarse totalmente, no ciertamen- ;te antes de dos siglos y medio, ; Para dejar como huella de su pa- sado una enorme capa de sal de 52 metros de espesor. Para que tal catastrofe no ocurra jamAs, Dios ha impuesto a la Naturaleza una tarea singular. El Atlantico debe aportar, por el Estrecho jus- co, mas exactamente andaluz; lue-|tamente, el caudal cuantioso de go, cerrado este paso, surgié otro|agua que el Mediterraneo precisa estrecho, el surrifefio, que hacfa|para no rebaJar su nivel. Y esa esta unién por las cuencas actua-|corriente maritima entra impetuo- les del Sebu y del Muluya bajo,|sa, por el Estrecho adelante. a tal como presintiera aquel curio-| veces con velocidades de 2 y 3 so personaje espafiol que se lla-|millas horarias, que hace sacudir m6 Badia y al que Godoy manda-|en sus regueros las naves que le ra a Marruecos para crear un/surcan. Tales son “fileros” o “hi- gran imperio montado a caballo |leros” que dicen nuestros marine- sobre el Estrecho, y sabemos, enjros. La dinamica hidrdulica no se fin, que, cerrado semejante con-| limita a hacer funcionar esta co- ducto, la comunicacién entre eljrriente incesante. Las aguas del Atlantico y el Mediterraneo se/Atlantico, menos salinas que las abrié, postrera y definitivamente, | del Mediterraneo, al salvar el lo- por donde ahora esta, alla en una|mo submarino antes citado, ac- época remotisima, muy anterior, | tian como un colosal ariete, trans- desde luego, a la aparicién del| vasando 1as del Mediterrdneo al hombre. Atlantico por debajo de aquella Este hombre, sin embargo, lo eres ci Sans pis Feary : : s asa or se- hemos visto, que comenz6 adivi- gundo del Atlantico al Mediterra- nando el remoto pasado, ha ter- neo, mientras que otros 10,000 6 minado por conocer e ntodo su detalle la fisiografia del Estrecho. Técnico y catedraticos espafoles singularmente le han estudiado con afan. Sabemos ya mucho del gran secreto de la Naturaleza. En- tre los cabos de Espartel y Tra- falgar el Estrecho tiene aproxi- madamente una anchura de 44 kilémetros. Entre Punta Europa (Gibraltar) y Almina (Ceuta) so- lamente 23. Entre Tarifa y Pun- ta Cires, sdlo 15. Y entre las puntas de Lanchones y Guadal- mesi, apenas hay 13.5. El Canal de la Mancha tiene cuarenta ki- lometros en su parte mas angos- ta. El Estrecho de Sicilia 150. Los canales de La Florida y Yucatan, 200. El Estrecho de Behring, que, aunque remoto, separa también dos continentes, alrededor de 100. El Estrecho de Gibraltar es, por tanto, por asi decirlo, un Estre- cho muy estrecho. Su relieve sub- marino, como el de tanto otro paso analogo en 1a geografia del glo- bo, muestra un lomo elevado que no corresponde a la parte mas angosta del canal. Al contrario, la minima profundidad del Estre- cho corresponde exactamente a/| un meridiano 50 kilémetros al! oeste de Ja maxima estrechura. Aproximadamente a la altura de | Trafalgar el Estrecho solo tiene | fondos de 300 metros; pero a} partir de aqui, hacia el este, las | profundidades crecen notablemen- | te, hasta ser de 700 metros a la) altura de Tarifa, 900 a la de Pun-| ta Carnero, 1,000 a la de Gibral- | tar. Por tan singular circunstan- | cia el Atlantico y el Mediterra- | neo sdlo cambian sus aguas en | la superficie. Las grandes simas | lo que los oceandgrafos Haman | regiones abisales y pelagicas—, | esas permanecen eternamente in- | dependientes. Pero no es ello to- do. El Mediterraneo es un mar singularmente soleado, en el que} la evaporacién, en consecuencia, | es muy intensa. Las aportaciones | de sus rios y de sus fuentes sub- marinas no parecen suficientes para mantener el déficit que pro- voca en el viejo mar de lae ivi- 12,000 marchan al revés, por de- bajo de aquella corriente. Alguien ha pensado lo que significan se- mejantes caudales, si algun dia el genio del hombre lograra apro- vecharlos. Nada menos que 30,000 millones de caballos de fuerza. Lo suficiente para industrializar al mundo entero. El Estrecho de Gibraltar, aca- bamos de verlo, es una brecha entre dos paises fisiograficamente gemelos. La propia indecisién de la Naturaleza cortando esta uni- dad primero en el Guadalquivir, luego en el Sebi, para terminar separando Europa y Africa por el Estrecho actual, parece justificar el aserto. A un lado y a otro del canal quedan asi tierras gemelas y simétricas; rota por la flexién una cordillera comun, las serra- nias rifefas y béticas hermanas bordean por el sur y por el nor te las riberas del Mar de Albo- ran, desde el Estrecho hasta Me- lila o Almeria. El Guadalquivir es simétrico del Sebi, como el Muluya lo es, en cierto modo, del Ebro. Aca al norte queda la nuestra historia y hasta de nue tra politica, segin veremos. DE LA GEOGRAFIA A LA HISTORIA Y como la Geografia lleva | Historia, he aqui, siempre pere ne, el papel preponderante en pasado de nuestro Estrecho. mas intensa entre todas las ole: das inmigratorias de la Espa prehistérica—dice el sabio prof¢ sor espafiol Pericot—procede Africa y data del capsiense. es, naturalmente, que ésta sea principal aportacion étnica a wu raza como la _hispana, por demés, que alguien por ello mismo “raz caos”. Pe Africa, por razén de vecindad sobre todo, de facilidad de ca no, ha sido con mas insistenct que el istmo pirenaico mismo, ruta tradicional de las invasion Nuestras més remotas civilizaci nes de Almeria y de Tartesos t vieron profunda conexién afri na. La ambicién punica crea primer gran imperio afro-hisp co. Los romanos le restablecen dominio toda la cuenca del Mar Nostrum y llevar los confines imp periales, los “limes”, hasta el bo de del Sahara o el corazon di Marruecos. Los barbaros edifica nuevo imperio afroespanol. Tol do, en el siglo VII, recuerda Com ta, fué la capital de este Estada cabalgando sobre el Estrecho mi mo. La reiteracién es ain mé& clara a partir del momento e que los berberiscos de Tarik sa} varon aquel umbral para dar p: so a las sucesivas oleadas isla cas que durante ocho siglos se 6 tablecieran en Espana. Los alm ravides crean otro nuevo Estad afroespafiol, que llega hasta. Ebro y comienza al sur del Sah ra. Una nueva edicion politica d este empefio se realiza luego eo los almohades que desde el sur d¢ Marruecos dominan hasta el Dug ro, y con los benimerines, qu llegados de las cuencas del Mulus ya, en las postrimerias de es etapa histérica ocho veces secula’ aleanzan el Guadalquivir. La e tensién varia en estos empenos d@ dominacién politica, pero la rei teraci6n es elocuente. El] Estreche en efecto, no ha separado nunca nada. Al revés ha unido siempre, Tanto, que en los dias mismos dé@ nuestros Reyes Catolicos, antes de que la propia unidad nacional gran meseta central ibérica, nu- cleo geografico e histérico de | nuestra nacionalidad, como alla! abajo queda ese promontorio tu- | bular que un gedlogo francés, | para mostrar la absoluta identi- | dad con el hispano, ha bautizado | con el nombre de “Meseta moro- | caine”. Y, en fin, el Atlas y el! Pirineo cumplen misiones analo- gas. El primero aisla Marruecos de Africa, exactamente igual a co- mo el segundo se interpone entre Hispania y Europa. Michelet pudo | asi hablar de “esa Africa que se | llama Espana’, como pudiéramos nosotros hablar de un Marruecos que geograficamente es un “do- ble” de nuestra misma patria. Espana y Marruecos cumplen asi su gran misién en el orden de la transicion geografica, ambos— entre el Prineo y el Atlas—repre- sentan sencilla y lisamente un y el Africa seca. He aqui algo que no debemos olvidar jamas los transito entre la Europa humeda | hispanos, porque esta evidencia | quedara conclusa con la incorpos racion de Navarra a la 1@6n castellanoaragonesa, la ESWfa naciente habia ya saltado el Eg trecho. La incerporacion navarra, en efecto, se verifica en 1512, La conquista de Granada acaece en 1492. Pues bien; en este breve interregno de veinte anos, Espa fa hace acto de presencia en M@ lilla y cazaza (1496, Gelves (1497) Mazalquivir—la Bahia Grande— (1505), el Penon de Vélez (1508), Oran (1509), Tripoli y Bugia (1510). Aun en nuestros afanes exterlo- res, que nos llevan al magno ef fuerzo americano y a las guerrag generales de Europa, Africa esta ba requiriendo la perenne atem cion de nuestros hombres de E® tado. Ni aun siquiera en los diag de nuestra decadencia la misié pudo ser olvidada. A Felipe \las Cortes de Monzén le on Con Felipe I a ir a Africa. acaece -la anexién de Ceuta. Con geografica nos explicaraé muchas lizacién la evaporacién solar. Los HEMISFERIO cosas de. nuestra geografia, de DOMINGO {Carlos II, la conquista del Pefién de Alhucemas. Con Isabel II, 18 7 DE FEBRERO DE 1954.

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