Diario las Américas Newspaper, February 7, 1954, Page 15

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" Antes de entrar en los detalles @ que obedece el titulo de este ar- ticulo, pasemos a exponer la si- tuaci6n actual de la referida ar- a y la de su corolario; la bom- a de hidrégeno. Desde hace algin tiempo, se habla con’ frecuente insistencia, respecto de la creacién de pode- ‘osos medios de destruccién, so- re la base de la energia nuclear. El vulgo, como es natural, cree a ciencia cierta en tales noficias, y de ahi que con su alarma, se engendre y prospere en torno su- 0, un ambiente de verdadera certidumbre. A fin, pues, de situar las cosas @n su debido lugar, vamos a de- mostrar que existe un limite in- franqueable para el aumento de Poder en las armas atémicas, a Menos que éstas se multipliquen en forma incontrolada, en cuyo @aso seria tal el perjuicio que se frrogaria a toda la humanidad, que mas bien obliga ello a pen- gar que haya de constrefiirse su uso, salvandose as{ del desastre, an parte de los pobladores del Tine Principiaremos por manifestar, que un gramo de cualquier sus- tancia alberga en su masa, en es- tado latente, la enorme energia @ 9 x 1016 m. igual a 90 billones de 9 x 10 m. igual a 90 billones de kilogrametros. Este resultado pro- viene de la ecuacién de Einstein, deducida con su teoria de la rela- tividad: 2 B igual a m xc, en la cual m. la masa (en este caso la uni- ad) y c la velocidad de la luz 800,000 km. por segundo igual a 1010 centimetros). in embargo, no es posible @trancarle —digamoslo asi—, a @sa unidad de masa y de un solo golpe, tan formidable poder. Ello @8 debido a que como todos los os simples se encuentran re- gionados entre si, a fin de cons- ir los compuestos de materia derable, dicha energia perte- ecg a todos. Cada uno de ellos, lene su parte de entero acuerdo t su respectivo peso unitario, manera que aquella energia se en la misma situacién, que eapital de un Banco, cuyo nto global por encontrarse mpefiado en diversos negocios, seria posible retirar de una sin atentar contra la estabi- 1d de aquél y desde luego te- dose que amparar en las re- as del mismo. Cosa igual su- le con la materia, pues si al masa se le pudiera sustraer pepente, toda la energia que el fin del mundo. Ahora bien, la velocidad de la luz es 900 mil kilometros por segun- y la de nuestro planeta en su ita, de 30 kilémetros en igual po, resulta que la maxima Pe ereacion material sélo puede gov de 10 mil unidades masa y ® oonsecuencia el fenédmeno in- 30, 0 sea el de su repentina aparicion por via explosiva, 4 que sobrevenir en ese li- también, después de culmi- su total desintegracién. Es a or ejemplo, que tratandose a 5 235 o del plutonio, que se fplean en la fabricacién de la mba atomica, los 10 kilos de p6go constituyen probablemente, su limite practico de utilizacion, ef virtud de que al tratar de so- brepasarlo, explotan espontanea- neamente. Lo anterior est4 indefectible- mente de entero acuerdo, con lo que ocurriria con todo cuerpo cu- ya masa fuese creciendo mas y més: terminaria por hacerse lu- itinoso, para luego desaparecer wor insertar la linea correspon- te ya que no se puede hacer @0 esta maquina, aulatina desintegracién. Tal e con el Sol y las estrellas, los cometas y las misteriosas . Ello es inconcuso, ya que el universo la materia radian- be igualar en masa a la ma- a no radiante. Tratandose de stro sistema solar, cada una egas dos masa es igual a 9686.5 terrestres, cantidad ésta representa también el total pesos atomicos de los cuer- imples capaces de obtenerse tamente en cualquier ins- Por este motivo, eada vez ge logra la obtencién de un nuevo cuerpo simple no visible hasta entonces, tiene forzosamen- te que desaparecer algtin otro de los conocidos, a fin de que la cantidad 9686.5 permanezca cons- tante. Tal es la razén de la trans- mutacién de los elementos. De ahi el motivo también, para que la carga explosiva de la bom- ba atémica, tenga que ser dividi- da en dos mitades de forma he- misférica, que sdlo entran en con- tacto en el preciso momento del disparo de la una contra la otra, mediante una carga explosiva, y justamente en el instante en que por interponerse la sombra de su union frente al rayo luminoso enviado por un pistolete que fun- ciona por célula fotoeléctrica, es disparado un chorro de neutrones desde el punto opuesto y a tra- vés de una aleacién de litio pro- tegido con parafina. En esto ulti- mo y que es deduccién nuestra, no puede haber ningutn secreto, dada la voluminosa literatura di- fundida por todo el mundo, .en diarios y revistas, como lo atesti- gua la descripcién que hacentos de una explosién atomica. Héla aqui: lo.—Un circulo de fuego sobre el suelo, de un diametro aproxima- do de una milla, proveniente de la calcinacién y volatilizacién de las rocas del terreno, debido al gran calor desarrollado; como sucede en toda maquina, el trabajo de formacién o absorcién supera al util o desarrollado. Ello es debido, a que como la desin- tegracién no se verifica de un modo perfecto ni uniforme, pro- ducese un descenso en el rendi- miento efectivo, lo cual se tra- duce en sdlo un monto de ener- gia de alrededor de 80 billcnes de kilogrametros, equivalentes a la combustion casi instantanea de unos 18 millones de kilogramos de petroleo. Pasemos ahora a ocuparnos de la de hidrégeno. Respecto de es- ta bomba, conviene aclarar cier- tos conceptos. Entre otros el he- cho de que sea posible fabricarla de un poder de destruccion cada vez mayor, pues se oponen a ello su inflamabilidad y su costo. En efecto, no puede ser disparada so- la, sino con el concurso de una bomba atémica que le proporcio- ne el grado de calor necesario, durante un déterminado tiempo, a fin de que el hidrégeno pesado pueda encenderse y luego explo- tar, dando asi origen a su espe- cial nombre: bomba de _ hidrége- no termonuclear, en que el hi- drégeno después de inflamarse a elevadisima temperatura, su enor- me calor desarrollado hace que sus Atomos reaccionen dando na- cimiento al helio, es decir a un cuerpo que por su mayor peso destruccién es un hecho consuma- do. En efecto, a pesar de los nu- meroso puestos de observacién mediante los aparatos de radar, los cuales conforman cortinas de proteccién en los accesos mas probables, se tropieza con el in- conveniente de que no es posible mantener dia y noche, en una forma de constancia extrema, flo- tas de aviones en pleno vuelo de vigilancia. En tal situacién, cabe al probable enemigo, la_ eleccién del momento para la accion por sorpresa. Solamente en circunstancias de verdadero peligro, cuando la ten- sién internacional obligue a to- mar precauciones, las posibilida- des de una accién sorpresiva se hacen menos probables, ya que a la vigilancia por radar se agrega la de los aviones en vuelo, listos a interceptar al enemigo. Locali- zado éste en su camino de ataque, eabe considerar los elementos dis- ponibles para su batido. Ellos son en la actualidad, los siguientes: lo.—Lluvia de platillos voladores, guiados por control remoto desde aviones en vuelo. Dichos artefac- tos actian como brulotes contra el enemigo; . 20.—Aviones de _ retropropulsioén de velocidad -supersonica, destina- dos de manera especial, a incidir desde el primer momento sobre los puntos sefialados de ubicacién LA DEFENSA CONTRA— ——LA BOMBA ATOMICA Por ANTONIO J. SALDIAS MANINAT LA BOMBA ATOMICA 20.—Una columna de gases in- candescentes, que se eleva como un gigaatesco tallo de arbol, y que corresponde al periodo de desintegracién de la carga de Uranio; 30—Un penacho de luz intensa- mente cegador, correspondiente al preciso instante en que ocurre la explosién de la masa gaseosa; 40:—Llamaradas en la periferia del penacho o globo de luz, co- loreadas de anaranjado, a causa de los vapores rutilantes de Aaci- do nitroso, desprendidos por la accion del calor, sobre los ele- mentos del aire atmosférico; y 50.—Vapores de color rosado y azul en la parte superior del mis- mo globo de fuego, los primeros ocasionados por el litio y los se- gundos al 6xido de carbono, co- mo resultado de la combustion incompleta de la parafina. Por otra parte, volviendo al uranio de la bomba atémica, de- bemos hacer hincapié en el he- cho de que teéricamente la ener- gia desarrollada por una carga de 10 kilos, en un solo décimo por ciento de la masa total que entra en reaccién y que aun disminuye un tanto més, por efecto de que Perry necesariamente tiene que produ- cir ondas de mas intensa o colo- sal destruccion. Ahora bien, el hidrégeno, en el estado liquido, es mas inflamable que en el gaseoso, correspondien- do a la union del hidrogeno de doble peso con el de triple o tritio, un promedio mas bajo en su costo de produccién y un in- dice medio mas elevado también en su inflamacion. Por su parte, la bomba atomica de 10 kilos de carga, invierte un cien millonési- mo de segundo para explotar,’ tiempo éste al que debe subordi- narse la de hidrogeno, para ha- cer lo propio. Cuanto mayor sea esta Ultima, mas calor necesitara para inflamarse, y como éste tie- ne un limite en la primera, la se- gunda tampoco podra sobrepasar su tamafio. Analicemos a continuacién el estado actual de la defensa, para el caso de un ataque por sorpre- sa o casi inmediato por bombas atémicas o de hidrégeno. Hay que reconocer, que en este aspecto de la cuestién, los medios de’ inter- cepcién del enemigo actuarian muy tardiamente, casi puede de- cirse cuando el desastre de la {fF cibirla de la propia LA BOMBA DE HIDROGENO o aproximacién del enemigo; 30.—Aviones interceptores co- rrientes, de menos velocidad que los anteriores, pero de mayor ca- pacidad de vuelo, cuyo empleo se circunscribe a cerrarle el paso al atacante, hacia sus probables ob- jetivos, mediante el estableci- miento de lineas de exploracion; 7 40.—Proyectiles-cohete, destinados a ser lanzados desde puestos de tierra, guiandolos por radio con- tra el enemigo, cuando éste se halla, puede decirse, muy proxi- mo a su objetivo. Son como se comprendera elementos de recur- so extremo, sobre los cuales pre- cisa echar mano, cuando el ata- cante ha traspuesto las defensas moviles y va a proceder a lanzar sus bombas, ; Tales son a grandes rasgos, los medios m4s adecuados que se co- nocen en la hora presente, para ser empleados en el infortunado caso de una contienda bélica mo- derna, Precisa ahora que nos ocu- pemos, de las posibilidades de su ap uly & ‘O[joltesep o1dure seu fortalecer con un mayor porcenta- Je de eficiencia, esos mismos ele- mentos de defensa. i traban equidistantes ‘ ocupado por la nave. Hubo, pu , ; compensacion de efectos, las « : das de reflexion correspondien ; a una de las emisoras, se acc ; dicionaron o amoldaron a la se: : otra estacion, dando como res Para ello debemos manifest*r primeramente, que todo el mur ; ha tenido oportunidad de obs var en mas de una ocasién, e remolinos que se forman en aguas de los rios y a orillas mar, como resultado del choc entre si de las mismas corren das. Pues bien, eso mismo succ con el sonido, la luz y las « das electromagnéticas o de la dio, que por igual motivo conf _man en el espacio, las denomi das ondas estacionarias, es de ondas que no se trasladan s! que se circunscriben al lugar que han sido engendradas por choque o reflexion. Cabe enton deducir, que dos instalaciones radar, graduando convenien mente sus emisiones hacia mismo avidn en vuelo, pueden grar tales ondas en torno a dic 5 aparato, dando nacimiento a rrientes eléctricas de auto-ind cién dentro de aquél, originan se la inflamacién del combusti y de los mismos explosivos que sea portador, en una palab su total destruccién. Resulta m probable, que muchos acciden ocurridos en barcos y aviones vuelo, reconozcan como verdad« causa de lo acontecido, el fe meno anotado y no la mano ¢ minal, y para afirmarnos mas nuestro aserto, vamos a citar infausto hecho ocurrido en Fr cia: la pérdida del acorazado “ berté”. El afio 1910, halland dicho buque frente a determi do punto de la costa de aque nacion, en circunstancias que <« emisoras radio-telegraficas conv gian sus emisiones hacia dic nave, de repente, los panoles municién hacen explosién y acorazado vuela en pedazos, mergiéndose en el océano. Es diada la causa del accidente, natural suponer que las citac emisoras radiaban con _ distir longitud de onda para no int erirse, pero en cambio actud « mo un hado maligno su situac! local: las dos estaciones se enc del lu; tado a que Se desarrollaron ¢ das estacionarias en torno al b co. Finalmente, fueron ellas | que engendraron sin duda algu la potente corriente eléctica o por resonancia y auto-induccic recorrié el casco del buque que alcanzando los explosivos n tivé aquel desastre. Existe, asimismo, otro mec + factible para el tema que 1! ocupa: el de los proyectiles el tricos. No nos referimos a su s tema de propulsion, sino al de. ' carga. Estos elementos pueden : - atmosfe: durante su marcha hacia el bl co. Sabido es, en efecto, que ci tas sustancias tienen la propied de adquirir, por frotamiento, c gas de electricidad que se alr cena sobre sus superficies de fr cin. Fabricando pues, tales mas con aquellas sustancias dandoles apropiadas formas, a / de retener sus cargas de electr’ dad estatica, durante su cur : por el aire, puede. llegar a logr ° se que proximas ya de su objec vo, las descarguen como lo hac las nubes electrizadas para eng drar el rayo. También cabe la | sibilidad de guiar proyectiles | control remoto, que lleven ya u potentisima carga electrostat desde su partida, capaces de erc centros de gran perturbacion mosférica. En nuestra opinion, | existe imposibilidad ni limitaci alguna a este respecto. Por 0! parte, no esta demas. recordar, reciproca influencia entre | campos eléctricos y magnéticos, cual se traduce en los conocic fenémenos de influencia entre ! arrollamientos eléctricos y 1! imanes. Pueden, pues, las insta ciones de radar llegar a pros rar en tal orden de cosas, q conduzcan a lograr no solo la calizacion del avidn o avior enemigos, tal como se obtie hoy, sino también a destruirl a forzarlos al aterrizaje, o fin mente, a desorientarlos caus‘ doles el desgobierno en sus 6r; nos de control, apartandolos de su marcha hacia el objetivo. Lima, lo. de enero de 1954. Antonio J, Saldias Manir

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