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@eupacién de Chafarinas.,. El Es- trecho sigue siempre acusando to- do su inmenso poder de atrac- ¢ion. Uniendo y no separando nunca. Si nuestras andanzas alla de él no trajeron mayores bienes frutos para nuestra patria, no ay que achacarlo siempre a la bay o descuido de ciertos de | hombres de_ estado, gino a obstrucciones e injeren- @ias extranas, poco propicias, aqui como en otros sitios, a que Espafa atinara con su auténtico @amino. Gibraltar, Tanger y el tratado hispanofrancés de 1912 gon expresion bien elocuente de todo ello. Cuando Canovas, sin embargo, os hablaba de la misién que el trecho nos habia reservado, no cia sino ensefiarnos esa ley ndamental de la Geopolitica que s explica toda la inmensa fuer- nuestros de atraccién que los estrechos | er Una ley que nuestra pro- a istentemente. Los estrechos son slempre pun- $os singulares en la geografia de fas comunicaciones. Unen mares y @proximan tierras al mismo tiem- . Constituyen, por tanto, luga- cruciales de la Tierra, en los Que confluyen los trdficos mas di- yer y en donde se dan cita rutas mas opuestas, Hay es- — en el mundo, como el de alais, cuya actividad es tal, que us aguas, surcadas por multiples ligues pasajeros, se encuentran teéricamente mas pobladas que uchas regiones continentales re- Errante densas, Pero el Estre- de Gibraltar es a este res- un lugar dee xecepcién en- esa geografia, ya de por si pcional, que constituyen siem- los estrechos en la carta del co, La vieja grieta que abrie- Hércules es recorrida hoy por incesante ir y venir de gentes de mercancias que la salvan ndo de continente a _ conti- mte o de mar a mar, Y que éstos. El Atlantieo y el Me- terraneo son, sin duda, mares diferentes, aunque coincidan gu singular importancia. El antico es el mar de las aguas les; el Mediterrdneo, el de las em azules. El Atlantico cubre millones de kilémetros cuadra- El Mediterraneo, apenas tres. Atlantico es el mar de la Edad joderna. El Mediterréneo, el de ivilizacion clasioa y también ll medievo, aunque jamas ha- abdicado su puesto de privile- entre los mares del mundo. ante largo tiempo el Océa- @omo advirtiera la mitologia, myo fuera del d4mbito conocida Bg le llamé Mar Ignoto y tene- ppoe) y hasta la aurora misma de Wdad Moderna se dijeron y yonsaron de él las més terribles , Les cupo a Jos navegantes riscos la inmensa gloria de des- le, de cruzarle y de conquis- We antes que nadie, Desde en- la gran pugna por la su- femacia maritima se ha librado su mismo espacio, La batalla i Atlantico quedé abierta, en fidad, desde aquel preciso mo- mento en la geografia politica del @ sdlo casi las tres cuartas par- a del trafico maritimo del glo- El resto, esto es, una cuarta , deben repartirsela el Indi- y el colosal Gran Océano, cu- aguas—las del Pacifico—re- mtan ellas solas la mitad de perficie marina de la tierra ble de la del Atlantico. Por Océano discurren asi mezcla- con lineas regulares—en las los galgos del “gallardete wi” se disputan empenadas y tosas regatas—, la agitacién in- p nte de los tramps, cargos y ptroleros, transportando de ori- @ orilla cosechag enteras de gales, millones de toneladas de pinerales, Og manufacturas y combustibles de todos. La vieja tesis de los Bonomistas clasicos que afirma- Que solo las mereancias caras ten los grandes transportes, venido abajo, Ya no es el ' precioso o las especias, co- gn los tiempos de la coloni- Hn, lo que constituye la base ntil de semejante trasiego tlantico. Ahora las balas godén, los “bua de trigo fe maiz, los quintales de lana, . de hie- o el carbén ¥ historia ha corroborado tan | cargamentos ingentes | uidos. Todos los paises necesi- | de petréleo los que alientan prin- cipalmente ese trafico, El Mediterraneo es, como dice su nombre, un mero mar interior, | aunque si el mas importantes de |los mares interiores del mundo; el Mediterraneo po,r decirlo asi, |por antonomasia. Apenas una “charca” junto a la que croan co- mo ranas los pueblos circundan- |tes, segun la graciosa imagen de Platon. Un residuo, dice aqui también la Geologia—dando ex- |presién cientifica al simil platé- |nico—, de lo que debié de ser jantaho, en tiempos remotisimos, |anteriores en muchos miles de si- glos al hombre, el mar Tethys de Suess. Allf, en torno del Medite- rraneo y de su cuenca nacieron y vivieron las remotas y esplén- didas civilizaciones de Caldea y de Asiria, de la Media y de Per- sia, de Fenicia, de Israel, de Egip- to, de Cartago, de Grecia y de Roma. Durante la Edad Media gran parte incluso de la historia del mundo se tejié en sus orillas. Los barbaros legaron hasta él y aun pasaron a Africa. La cornisa septentrional africana sirviéd de camino de sirga para que los 4ra- bes, al revés, pasaran a Europa por el Estrecho. Durante el me- dievo lucié espléndida la civiliza- cién en las republicas italianas, surgié el peligro turco y Aragén hizo del Mediterraneo un mar propio, como la vieja Roma. El Mediterraneo habia de su- frir, sin embargo, una ruda crisis al llegar los tiempos nuevos. Los zaron la atencién del mundo ha- cia Occidente. La competicién atlantica se iniciaba subitamente por las Marinas espafola, portu- guesa, holandesa, francesa e in- glesa a la vez. Las naves medite- rraneas no podian participar en la competencia. El gran obstaculo radieaba en el Estrecho. Para la Vieja marina de vela, en efecto, constituia una dificultad grave vencer la corriente ocednica tan fuerte en 61, como ha quedado di- cho, cuando los vientos no eran absolutamente favorables. Aun no hemos podido escuchar los hom- bres de mi generacién a los vie- jos marinos de Marbella y Fuen- girola, como, @ nsus afos mozos, contaban por decenas los palos de los veleros fondeados en aque- llas radags en espera de un le- vante favorable para remontar el impetu de la corriente superficial del Estrecho. Vidal de la Blache ha explicado de este modo la cua- sa principal de la crisis maritima mediterranea al llegar la Edad Moderna. Dos triunfos de la téc- nica sacaron al viejo mar de un marasmo, que parecia definitivo. El primero econsistié en la apli- cacién del vapor a la navegacidén, merced a lo cual el obstaculo de la corriente del Estrecho quedaba superado decididamente. El otro fué la apertura del Canal de Suez que convirtié6 de golpe al Medi- terraneo, de mar interior, arrin- conado entre Europa, Asia y Afri- ca, en un verdadero “mar-cami- no” que uniria en lo sucesivo Oc- cidente y Oriente. Fué realmente entonces cuando la vieja leyenda del “Non Plus Ultra” hubo de tornarse por el “mas alla” en el camino nuevo que _ jalonarian ahora, con signo bien distinto, la \“Abyla” y “calpe’ de siempre. Aquel lugar que cerrara el Medi- terraneo antafo se constituyé de pronto en el umbral de la gran | Via de circulacién del globo, la |verdadera puerta que comunicaria ;en lo sucesivo los dos hemisferios ide la tierra. EL ESTRECHO Y LAS COMUNICACIONES El Estrecho de Gibraltar, mas que nunca, es ahora el punto vi- {tal de las comunicaciones mariti- mas del globo. En él se aglome- ‘ran las rutas, formando un den- sisimo haz, por el que discurren siempre, en afanoso regate, los buques de todas las marinas del }globo. En ningtin otro lugar del mapamundi se acusa como aqui tan singular apresuramiento y acumulacién de transportes nava- les. Ante las viejas columnas de Hércules, que tuvieron detenida tanto tiempo la navegacién y atestiguaron, asombradas, las ha- zanas de un Himilcon o de un Hannon, lanzfndose a la aventura de salvar el paso, desfilan ahora barrilesmillares de buques todos los afios. descubrimientos espafoles despla-| €% Buques de guerra de todos los ti- pos y de todos los pabellones— alrededor de un millar el afio ultimo— y pacificos transportes, entre los: cuales los petroleros van ganando puestos de dia en dia. El trafico de este a oeste, del Mediterraneo al Atlantico es superior en unidades al inverso. Exactamente como pasa también en “Suez y al revés de lo que ocurre en el Canal de Panama. Y es que, en general, estas direc- ciones mas frecuentadas corres- ponden fundamentalmente a los transportes de materias primas, y las contrarias, a los de las mer- cancias manufacturadas. En resu- men, 15,586 buques cruzaron el Estrecho de Gibraltar en 1920, apenas terminada la primera con- flagracioén mundial. En 1928 se registr6é la cifra record de antes de la ultima guerra, con 18,777 barcos. En 1931 pasaban el Es- trecho 76 millones de toneladas de mercancias, casi exactamente una y vez y tres cuartos el nu- mero de las que en la misma fe- cha atravesaban los canales de Suez y Panama. En 1951 cruza- ron el Estrecho 34,552 barcos, con un tonelaje total de 110,000,000 de toneladas de mercancias. Esto representa un promedio diario de 120 buques, de ellos seis trasa- tlanticos, 28 petroleros y el res- to, barcos cargueros de diferen- tes dimensiones. En total un bar- co cada quince minutos. Quince mil pasajeros pasan todos los. dias entre las costas del Estrecho, y el cargamento de mercancias que | le salvan equivale diariamente al de 600 trenes. Tal es la inmensa importancia de este paso entre las tierras es- pafolas de aca y de alla y las de nuestro Protectorado. Tal es el punto neuralgico de nuestra geopolitica nacional. Vazquez de Mella nos lo advirtiéd ya: “Dios ha puesto este paso ante nues-| tros ojos mismos—vino a decir— para llamarnos la atencidn sobre | toda la inniensa trascendencia po- litica que tiene”. M4s lo que interesa a nuestros efectos hoy aqui es recoger bre- vemente el papel que en la actua- lidad corresponde al Estrecho en orden a las comunicaciones inter- continentales. Las tierras, al apro- ximarse para formar tales pasos, han servido siempre de ruta a las comunicaciones, siendo, por tanto, los indicadores imperativos que | CENTRO DE LA POLITICA ESPANOLA ESTA AQUI Son rutas normales de comunica- cién y también vias estratégicas de la mayor trascendencia, pues | ya Napoleon advirtiéd que la es- trategia es pura y simplemente el | arte de poseer las comunicacio- nes. ‘ De costa a costa del Estrecho, entre Espana y Africa, han pasa- | do antafo, ya lo hemos visto, mi- graciones e invasiones, hasta el punto de constituir este paso el | punto geografico central de la} historia patria. Pero aqui no se trata de® esto. Importa ahora se- falar la funcién que esa geogra- ia de la situacién impone a las | comunicaciones pacificas y de re-| lacién entre dos continentes. El tema es de singular importancia por cuanto vamos a ver en se- guida. En realidad—podra decir se con razén—, esta via intercon- | tinental del Estrecho ha estado abierta siempre. La Naturaleza la traz6 exactamente, como se ha di- so antes de que el hombre apare- ciera sobre la tierra. Pero esta comunicacién es mas importante ahora que lo fuera jamas. No se pos es principalmente el del in- tercambio. Se comerciéd siempre, pero nunca como ahora. La pre- Por otra parte, Africa, con su in- cién justamente hasta nuestros dias. Y es curioso que la civili- zacion que floreciera espléndida desplazara después, hasta termi- nar circunvalando el mundo, de- jando Africa aislada e ignorada, hasta el punto de datar de los ultimos cien ahos los mas impor- tantes y trascendentales de sus descubrimientos. La exploracion del continente vecino no se re- descubrimiento de las fuentes del cuartos de siglo. No sabemos aun lo suficiente de las riquezas de Africa, que por todo ello apenas esta en el principio de su explo- racién. No produce mas que una pequefia parte de las cosechas mundiales de cereales. Proporcio- na apenas poco mas del 1 por 100 cho, muchos miles de anos inclu- | sente centuria a este respecto ha- | \ ria muy bien en adjetivarse el | transcontinental. En orden a se “Siglo de las Comunicaciones”. |mejante perspectiva, | olvide que el signo de los tiem-|s GRAVEDAD DE lamente iniciada, suministra ya la décima parte del algodén y del café del mundo, el 60 por ciento del cacao, la sexta parte del co- bre, la mayor parte del oro y de los brillantes e importantisimas cantidades de uranio, el mineral de los tiempos. Las posibilidades agricolas y ganaderas del pais africano son inmensas. Y lo mis+ mo decimos de las industriales, porque sus reservas de carbon se vaticinan en mas de_ doscientos mil millones de toneladas, y las de energia hidraulica, en el 40 por 100 de todas las del globo. Africa comienza a despertar. Pe ro es seguro que todo ira rapida- mente. La humanidad tiene prisa, y Africa se le antoja la ultima gran reserva natural que queda todavia por explotar a la puerta taisma de una Europa superpo- blada y en trance de agotamien- to. Las comunicaciones han de ser la palanca que movera en Africa, como en todos los sitios, la economia. Africa es pobre atin en vias de comunicacién. En algunos lugares se ha saltado, sin transito, de la enda al avion, Las carreteras y los ferrocarriles no estan aun, ni /eon mucho, suficientemente desa- irrollados. Es el unico continente, este de Africa, que carece aun de es natural- mente sugestivo el tema de las |mensa extensién y con sus prodi- | relaciones afroeuropeas, mas exacs giosos recursos, ha estado cerra- | tamente hispanoafricanas, porque da herméticamente a toda rela-|el Estrecho se encarga de encau- zar gran parte de este trafico ya. Alla de Marruecos, con sus gran- des recursos, después del Atlas, se en ella con Egipto y Cartago se|ha mostrado siempre como un obstaculo insuperable el Gran De- sierto. Apenas unas cuantas rutas caravaneras, bien elegidas, jalona- das de “bir” —pozos— permitian hasta aqui modestos y lentos tra- ficos de mercaderias a través de este mar de arena y de piedras calcinadas. No menos de seis se- monta, en efecto, mas alla de la|manas invierten los némadas con segunda mitad del siglo XIX. El|sus camellos en efectuar la tra- vesia del Sahara. Pero la técnica Nilo data apenas de hace tres|ha revolucionado hace ya tiempo tal estado de cosas. El! motor ha permitido hacer el gran milagro. La primera travesia del Gran Desierto, coincidiendo apenas con la primera guerra mundial, y uti- lizando vehiculos especiales, fué la gran revelacién. Desde enton- ces aqui las cosas han evolucio- del carbén mundial tan sdlo. Pe- regulan la direccién del comercio ro, aun estando la explotacién so- nado mucho. De Jas rutas transha- (Pasa a la Pag. 12) | DOMINGO 1 Dl FEBRERO DE 1984 HEMISFERIO PAG. 3