Diario las Américas Newspaper, June 5, 1955, Page 17

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i 2 EI Bile Argentino que se Impuso en el Mundo EL TANGO SE BAILO EN EL VATICANO N el silencio de la noche, un chiflido largo y triste se prolonga interrumpido por la campana de un tran- via, el silbato de un “bo- ton” o el ladrido de un pe- rro. Esperando a la “mina” — qui- zas apoyado en un farol de pe- troleo en la esquina de Suarez y Necochea, alla en La Boca, barrio de Buenos Aires — el “compadri- to” silba entre dientes e improvisa un tango. En la espera se impa- cienta y tira la colilla de su ciga- rrillo barato en un charquito don- de se refleja la Cruz del Sur. Diez campanadas suenan en una iglesia vecina, despertando a Ia noche, y la silueta de la “percanta” se per- fila en Ja oscuridad. El ‘“malevo” — ojeroso de noches largas y dias cortos, pafuelo al cuello, cham- bergo negro, pantalon de fantasia, taquito alto y clavel en la oreja — mira hacia otro lado haciéndose el indiferente. Y en el silencio del arrabal, vuelve a silbar la me- lodia que con el correr de los anos sera mundialmente conocida. Asi nacié el tango, hace mas de cincuenta afos, en el arrabal por- teno; lo canto y silbé el pueblo antes que lo encerraran en el pen- tagrama. De barrio en barrio lo llevaron las guitarras y lo canta- ron los guapos, y el conductor del tranvia de sangre, silbandolo en- tre dientes, lo pased por el ‘“cen- tro” donde lo rechazaban, Nadie lo rechaza ya. Los cultos entusiastas del tango, camocidos como “tangueros”, se dividen en bandos y arguyen mente sobre delicados puntos de técnica y repudian elementos fal- sos con la intolerancia de los pu- ristas del jazz. Intelectuales argen- tinos, como el eminente Ezequiel Martinez Estrada, escriben doctos ensayos sobre él. El escritor norte- americano Waldo Frank lo consi- dera como el mas bello de los bai- Tes populares y compara sus esti- lizados, movimientos de perfil a un bajorrelieve egipcio. Los japo- neses lo prefieren a cualquiera otra danza occidental. Montmartre recibio le tango argentin con !o03 brazos abiertos y lo devolviéd con sabor francés a su lugar de origen. Las orquestas alemanas lo tocan con aires marciales e instrumen- tos de viento. E] mas merteameri- cano de los compositores norteame- ricanos ejecutO una obra anuncia- da simplemente como “Tango” en su concierto dé“debut en Nueva York; fué en 1914 y el pianista compositor era un joven de die- ciséis aos llamado George Gersh- win. Ahora que el tango esta consa- grado, hay algunos que refutan la historia de su humilde origen en los arrabales bonaerenses. Hasta se le atribuye ascendencia anda- luza porque a fines del siglo pasa- do y durante un corto periodo exis- tid en Espafa el “tango-andaluz”. Pero la verdad es que ni Ja musica ni el propio nombre son de origen europeo. En los “candombes”, acompanados de tambores, los ne- gros gritaban “jtang-go!” ritmica- mente, al iniciar sus bailes, y el Diccionario de la Real Academia Espafiola define esta palabra: “Fiesta y baile de negros o de la gente del pueblo en América”. No se nos ocurre nada que sea tan genuinamente argentino. Por el ano de 1880, en los salo- interminable-- Por Roberto Mujica Lainez y Betty Wilson | kk * nes portenos de casas chatas y ma- tes de plata se bailaba todavia el vals, la mazurea y otras danzas importadas de Europa. Pero en las noches de calor, cuando detras de las ventanas enrejadas las jovenes portenas proseguian la danza de violines, bajo la mirada vigilante de padres y abuelos, podian oir una clase de musica muy diferen- te. Si la brisa llegaba del rio, don- de negros y mulatas se dislocaban en candombes, traia el batir de tambores africanos. Pero cuando el viento venia de tierra adentro, la musica de la pampa que brota- ba de las guitarras invadia los per- fumados salones desde los Corra- les del Miserere, donde, en de- rredor de fogatas y junto a las carretas que traian del interior productos para la ciudad, los gau- chos zapateaban malambos o con- taban_ vidalitas, El arrabalero no era ni zaucho ni mulato, ni negro, ni aristécra- ta. Era un producto autéctono del arrabal portefio, mezcla de criollo e inmigrante que despreciaba al negro y miraba con envidia y sor- na al senorito de la sociedad. No vivia'en el centro ni en el bajo ribereno sino en el arrabal y se enorgullecia de ello. Como nin- gun otro: habitante de Buenos Ai- res, estaba en contacto mas es- trecho con las tres musicas que arrullaban a la ciudad. Su propia danza, cuando en las noches de cafor las familias se reunian en la vereda pobremente iluminada pa- ra tomar mate, era la milonga. To- dvia existe en la Argentina, una mezcla de guitarras gauchas, rit- mo negro y melodia espafola, y pasos que fueron la critica jocosa del vecindario acerca del elegan- te vals y el primitivo candombe. Es mas lenta que el tango y se asemeja sorprendentemente a la musica del Caribe. Su agitacién ori- ginal tomé poco tiempo después la suavidad y cadencia de la haba- nera cubana. Este es el baile que a fines del siglo se habia conver- tido en el llamado tango-milonga y al que luego solo le diran tango. Hasta alrededor de 1915 el tan- go no tuvo letra, La melodia era sencilla, en compas fijo de cuatro por cuatro. El “acento” que lo ca- racteriza ahora lo adopto bastan- te después. Si las personas respe- tables del centro de la ciudad lo escuchaban por casualidad, le daban la espalda diciendo: “;{Oh, el tango! jEsa es cosa de compa- dritos!”. En ‘ealidad, los movi- mientos de los bailarines eran muy sensuales, aunque la musica era mucho menos sensual que ahora. Por espacio de una década se cir- cunscribié a los garitos de mas baja clase. Pero no fué el tango, de por si orgulloso, el que buscé a la sociedad del centro, fué ésta la que bajé a los suburbios para buscarlo. El primer lugar donde jévenes de buena familia bailaron el tan- go (innecesario es agregar que no con seforitas de igual posicion 4 DOMINGO 5 DE JUNIO DE 1955 social) fué en una cerveceria ale- mana llamada Hansen, en el dis- trito de Palermo. ¥ asi como Pa- ris tenia su Bella Otero, Buenos Aires tenia su Rubia Mireya que reinaba en la cerveceria Hansen. Esta no fué la primera ni la mas famosa; después figuraron Azucena Maizani, todavia viva, Mercedes Si- mone y otras, entre las cuales es- ta la famosa cantante contempora- nea Libertad Lamarque, «que aho- ra hace peliculas en México. Las primeras artistas cantaban con voz ronca y se vestian como gigolos, un apretado traje negro, sombre- ro gaucho y panuelo al cuello. Pero a pesar de la competencia, algo es- pecial tenia Mireya que ha inspi- rado muchos tangos desde enton- ces. Grupos de senoritos que ha- bian oido hablar de su fama iban a ‘lo de Hansen” para verla bailar. El establecimiento, notorio por las trifuleas que demandaban la inter- vencion de la policia, no era lu- gar para que lo frecuentaran ca- balleros cuya presencia ‘irritaba a los clientes habituales. Entre am- bos bandos ocurrié mas de una pe- lea, lo que dié a Jorge Newbery, conocido deportista hijo de esta- do-unidenses, la oportunidad de demostrar sus dotes en el arte del boxeo que habia importado de la Universidad de Harvard. El Baron de Marchi, joven ita- liano compafiero de Newbery en esas reyertas, se enamord tanto del tango que resolviéd reivindi- carlo ante la sociedad. Bajo su pa- trocinio se presenté una exhibi- cién en uno de los salones porte- nos, ante jovenes y abuelas que se deben haber sentido algo escan- dalizadas. De Marchi no da tiem- po a que se levanten protestas, ya que él mismo se ha puesto a bailarlo, puliéndolo de pasos y balanceos innecesarios y refinan- dolo “para los salones del centro”. La exhibicién fué todo un éxito, Pero la lucha del tango no ter- minaria ahi. Los jévenes podrian bailarlo con frenesi; los viejos con- tinuaron considerandolo inmoral. A su tiempo Ia polémica llegé a oides del Papa Pio XI. Su Santi- dad convino en emitir su juicio. Bien curiosa habra sido la escena. En uno de los salones del Vatica- no y probablemente com musica de un fonodgrafo, lo bailéd el gran bailarin de ese entonces, Casimi- ro Ain, y su pareja, para el San- to Padre que lo observé con aten- cion. Y, ante los Principes de la Iglesia, Pio XI aprobo el tango. En Argentina el tango se-con- sidera muy masculino. El inicia- do puede identificar el tanto ge- nuino por un tiempo fuerte al fin seguido de uno débil; los tan- gos estadounidenses, por ejemplo, omiten estos acentos, pero inser- tan gratuitamente un pizzicato en el bajo. La introduccién del stacca- to en la musica de muchos tan- gos contemporaneos se debe a que Juan D’Arienzo agregé el piano a la orquesta de tango. Fué D’A- rienzo — muchos de los mejores a HEMISFERIO directores de tango son descen- dientes de italianos — quien al- rededor de 1930 rescaté al tango de las quejas, provocadas por la influencia del jazz, de que era “de masiado lento”, En realidad, bajo la aceleracion iniciada por la or- questa de D’Arienzo, pronto se hizo tan rapido que los cantantes tenian dificultad para seguirlo. Mas tarde vino una reaccién y aho- ra se ejecuta en muchos ritmos. Todos son aceptables para una de- terminada faccién de tangueros, pero en lo que hay unanimidad es en condenar monstruosidades tales como Rapsodia en Tango pa- ra dos pianos y una gran orquesta, con matices de Gershwin y efectos sonoros de Hollywood. Los instru- mentos regulares de uma verdade- ra orquesta de tango son: contra- bajo, violin, piano y bandoneon. Este ultimo — un acordeén o con- certina de tono grave y de origen aleman — se dice que “llora”’, Se menciona en muchas letras de tan- go debido, entre otras cosas, a que rima convenientemente con cora- zon. Si hay una persona a quien se asocie mas que nadie con el tan- go, esa es Carlos Gardel. Debido a el, los hispanoamericanos de to- das partes dieron en llamarse unos a otros con el tipico “che” argen- tino, agregado al final de casi to- da irase, y también puede atri- buisele la actual importancia de las letras de tangos. Surgiéd de no se sabe donde en la década de 1920 a 1930; nunca hablaba de su per- sona y todo lo que se puede afir- mar de su pasado es que su ma- dve era francesa y' que se crié en los barriog bajos de Buenos Aires. Actué en Francia, hizo pe- liculas en los Estados Unidos y realiz6 un gira artistica por el Con- tinente. Su muerte, en un acci- dente de aviacion ocurrido en Me- dellin, Colombia, conmovié a toda América. En Argentina se decla- ro, y fué guardado fielmente, un dia de duelo naciepal. Sus retra- tos pueden verse todavia en los hogares pobres, compartiendo los honores con una estampa de la Vir- gen, El mejor de sus imitadores es el apuesto joven Hugo del Ca- rril, quien también actia y dirige en el cine. Alberto Castillo, otro sucesor, se prende del micrdofono y se mece, como el Frank Sina- tra de hace diez anos; todo el mundo lo escucha y nadie lo toma en serio. Como demuestra el concierto de Gershwin antes de la primera gue- rra mundial, el tango se arraigd pronto en los Estados Unidos. ‘T'v- dos conocen “La “Cumparsita” y “Adios Muchachos” y, bajo el ti- tulo inglés de “Kiss of Fire”, “El Choclo”. Hace unos anos, el ‘Blue Tango de Leroy Anderson em- palagé a todo cliente de resi au- rante donde habia un tocadiscos. También es hecho comprobado que lo que dié fuerte impulso a la popularizacion del tango en el mundo fué la c@lida interpretacién de Rodolfo Valentino en las pelicu- las El Gaucho y Los Cuatro Jinei>s del Apocalipsis. La triste verdad, aunque quizas no viene al caso, cs que ni la pelicula ni el baile -- nian mas de un lejano parecido con algo argentino y que la fogo. c6) Carlos Gardel, maximo cantor de tangos, en Cuesta Abajo, una de las cintas hechas en EE, UU. para distribucién en América Latina, PAG. 3 ,

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