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in Re rey vos, cuando debiéramos econo mizar cada centavo para yudar a la gente en aprietos después de la guerra, o por lo menos pae ra salvar lo que quede”, Encuentra también _ pueriles sus disputas: “Me parece extra- ho que las personas grandes se peleen tan facilmente a propési- to de cualquier detalle; hasta ahora yo estaba persuadida de que pelearse era cosa de nifios, y que pasaba con la edad”. To- do es motivo de disputa en el Anexo, Sobre todo entre las mu- jeres. Un dia la sefiora Van Daan, verdaderamente insopor- table, toma del armario comin todas sus sdbanas menos tres. Quiere economizar su ropa blan- ca. La sefora Frank en represa- lia hace lo mismo. Ana, con irri- taci6én, asiste a la pelea, Otra vez la sehora Van Daan se es- capa del lavado de la vajilla y deja insolentemente que las: otras frieguen las ollas. Diseusiones y disputas, es ver- dad, ocupan los dias demasiado largos. A Ana le cuesta trabajo estar quieta. Sus unicos place- res: leer los libros que se le permiten, aprender historia, ha- cer genealogias, aprender in glés y francés, pegar en su ca- ma las fotos de sus actores y ac- trices preferidos, escuchar en fa- milia “Holanda de ultramar” y sobre todo el principe Bernar- do, pues Ana es ferozmente rea- lista. Pronto en el Anexo, las cosas van de-mal en peor;. “en la me sa nadie se atreve a abir la bo- ca (salvo para comer) pues Ja menor palabra corre el riesgo de ser mal interpretada o de molestar al une o al otro. Me dan todos los dias valeriana para calmar tos nervios, lo que no impide que al dia siguiente me sienta deprimida. Yo conoz- co el mejor remedio; reir, reir de buena gana, pero nosotros hemos olvidade la risa o casi. Me veo ya, mucho me lo temo, con una cara larga y seria, y los labios caides, si esto dura mucho tiempo mas”. “EI peligro se Cierrne a nuestro alrededor” Ana se vuelve triste. “Nos veo a los ocho en ei Anexo, como si fuésemos un pedazo de cielo azul, circundadu poco a poco por sombrias nubes, pesadas y ame- nazantes, Este pequefio circulo, este islote que nos tiene todavia en seguridad, se estrecha cons- tantemente por la presién de las nubes que nos separan todavia del peligro, cada vez mas se cie- rran a nuestro. alrededor; busca- mos una salida, y desesperados nos tropezamos los unos con los otros”, Algunas veces Ana gime de- Sesperada, en voz baja. Al oir a la sefora Koophuis hablar de su hija Corry, que monta en lancha con sus amigos, su deseo de reir, de vivir y de divertirse locamen- te que se enferma. “Cuando vie- ne una persona de fuera, con la frescura del viento en los vesti- dos y el frio sobre su cara, me gustaria esconder la cabeza bajo las sabanas, para silenciar este pensamiento: “;Cudndo nos se ra dado respira> de nuevo el aire fresco?” Y como no puedo es- conder la cabeza bajo las saba- nas sino que por el contrario es- tol obligada a tenerla alta y de- recha, innumerables pensamien- tos van y vienen. Créeme, des- pués de afio y medio de vida en- claustrada, hay’ momentos en que la copa se desborda”. Ana no solamente se entriste- ee. Se transforma. Con qué im- paciencia desea no seguir siendo tratada por sus padres como un bebé, ¢Por qué prohibirle toda- via algunos libros? Acaba de leer uno para personas grandes. Comprueba: “No veo gran dife- Tencia entre los libror vara ni- NC ra Gaston Baty, interpreta el “Diario”. fias y éste. Se habla de muje- res que exigen un montén de di- nero por venderse a hombres desconocidos en las calles dudo- sas. Me moriria de vergiienza, Ademas lei que Eva estaba in- dispuesta. ;Oh! Me gustaria tan- to estarlo yo. también. Se debe sentir una muy importante”. Pronto llega el momento en gue la nia se convierte en jo- ven, Con su lucidez habitual Ana confia a Kitty sus primeras emo- © clones. “Cada vez que estoy in- dispuesta, lo he estado sélo tres veces, tengo ta sensacién de lle- var conmigo up secreto muy tierno, a pesar del dolor, de 1a laxitud y de la suciedad. Por es- to, a pesar de las molestias de ~ estos pocos dias, me regocijo pen sando en el momento en que voy a sentir este secreto nueva- mente” Un suefio maravilloso le revela lo que ignoraba: el amor Ana tiene eynciencia de la ex- periencia extraordinaria que vi- ve. “,Verdaderamente sdlo ten- go 14 anos?” esribe en abril de 1944, “;No soy mas que una co- legiala estipida. una personita sin experiencia desde todo pun- to de vista? Ne, tengo mas ex- periencia que ios otros. Tengo una experiencia que pocas perso- nas de mi edad han conocido”. Cansada de verse desconocida © incomprendida por su padre a quien adora, por su madre y su _confianza, de ¢stima. hermana, se vuelve ahora hacia aquel a quien Namaba “el imbé- cil” un afio antes, hacia Peter. Siente necesidad de afecto, de Necesita también por medio de una aven- tura maravillosa, escapar. a la monotonia cotidiana. Poco a po- co, multiplica las ocasiones de encontrarse cor Peter, le ayuda a nacer sus crucigramas, le acom- Paha al grancro a escoger las papas. Descubre que él tiene los Ojos azul y negro y una sonrisa misteriosa alrededor de los la- biosh “Esto me hace soar”. Esta ninita inteligente se complace también sin Juda viendo en la eara de Peter “su embarazo, su falta de seguridad, y al mismo tiempo esa certidumbre de sa- berse hombre’ Ana tiene con- fusamente conciencia: Peter y ella se necesitan tanto el uno al otro! Y sin embargo Ana se precave todavia de amar. Es un suefio maravilloso que le revela lo que ocultaba a Kitty y a si misma. “Senti una nejilla contra la Mia, una mejilia muy suave, tan fresca y agradable! j;Qué bueno era! Todo era infinitamente bue- no”. Ahora no resiste mas. “Me abandono compietamente a él, con una’ sola reserva; que no toque sino mi cara”. Y en medio de los mayores, que-ignoran todo, el juego de Ja pasion que sé bculta y que esta- EL BELLO ROSTRO DE ANA FRANK bajo los rasgos de Pascale Audre ae Tia a cada momento. Peter sos- pecha algo? “Adverti esta mafiana, seré sincera, con. gran alegria, que Peter no cesaba de mirarme de uni manera muy es- pecial”. Pero Peter, todavia un poco torpe, parece que no ha comprendido. Ata se desespera. Sinceramente confiesa a Kitty: “Creo que voy a enamorarme de él. Falta muy poco”. Nada falta - en este amor, ni siquiera los ce- los que siento de Margot, la her- Mana mayor. “Me bes6 en Ja sien izquierda” Al fin- llega el momento del primer beso. Una noche en que Ana estaba sentada al lado de Peter, sobre el divan, él la abraza: “Me estreché fuertemen- te contra él; mi seno, al rozar su ‘ corazon, hizo iatir rapidamente el mio”. Cuando Ana estaba a punto de bajar al segundo pi- so donde vivian sus padres, re- pentinamente Peter se atrevié: “Me beso en la sien izquierda, -por entre el sabello un poco sobre la oreja Sali corriendo co- mo una cebra sin volverme”. Ana _ naturalmente se pregun- to si esto estaba bien. Pero des- pues de reflexionar decide que no jay ningun mal en ello. “No me parece vergonzoso para nosofros, sepaiados de todv y colmados de dreocupaciones y de angustias. ,Por qué nosotros, que nos amamos, déberiamos guardar ias distancias? ,Por qué t, Ia actriz de 20 aiios que, en el teatre parisience Montparnasse- 4 esperar a tencr Ja edad conve- niente? De todos modos Ana ha- bla a su padre. A pesar de la alegria provocada por el anuncio del desembarec, del desarrollo de las operaciones seguidas apa- sionadamente sobre el mapa, nada pudo distraer a Ana de su pasion Sin duda sabe que aqui esta lo esencia} Ella, que cuan- do descubre su estilégrafo que- mado, tirado por descuido en Ja estufa, escribié: “Me queda un consuelo, mi estilografo ha sido incinerado y no enterrado; espe- ro lo mismo para mi, mas tar- de”. Adivinaba. quizds, que no tenia nada mas que esperar. Ba- jo ias bombas que aterrorizan a todos los ocupzntes de esta “cu- riosa pensién de familia” el 15 de julio de 1944, hace una espe- cie de examen de conciencia acer ca de sus relaciones con sus pa- dres. al tiempo que escribe: “Veo el mundo transformarse ca- da dia mas en desierto, oigo cada vez mas fuerte el ruido de la tempestad que se aproxima y que anuncia nuestra muerte”. Ana oia bien. El 4 de agosto la policia alen.ana se llevaba a todos los huéspedes del Anexo y a sus protectures Ana murié en marzo de 1945 en el campo de Bergen-Beisen, dos meses an- tes de Ja termiodcién de la gue- rra. No tena nada mas que aprender acerca de la estupideg y de Ja crue!dad de los hom bres.