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HEMISFERIO DOMINGO, 22 DE DICIEMBRE DE 1957 Visperas de Navidad La Humanidad arriba a la conmemoracién de un nuevo aniversario del natalicio de Jesucristo, envuelta en funebres presagios, Las fuerzas oscuras del mal, que el Redentor combati6é con su vida ejemplar y su ejempla- rizante prédica, se mueven en las sombras tratando de arrancar del alma del hombre los principios de confra- ternidad, de amor “amaos los unos a los otros’’—por los cuales se inmolo en la Cruz el Divino Iluminado de Galilea. En visperas de la Navidad, DIARIO LAS AMERI- CAS levanta el estandarte de su fe en los valores del espiritu, en los principios de la religion cristiana, en la union y solidaridad de la familia, y reitera su decision de luchar por la conservacion de los inapreciados bienes que nos legara con su sacrificio impar el Hijo del Hombre. Y desde estas columnas desea a todos sus amigos unas Felices Pascuas, haciendo votos porque el afio que se aproxima proporcione a la Humanidad la consolida- cion de los ideales que sirven de base y sostén a [a civili- zacion de Occidente. Antolégicas de Cicerén Asi como las leyes anteponen la salud de todos a la de cada uno, asi el varén bueno, sabio y obediente a las leyes y no ignorante del deber civil, atiende mas a la utilidad de todos que a la de uno solo 0 a la suya propia. Nos ensefian los dialécticos que si las consecuencias de un prin- cipio son falsas y absurdas, falso y absurdo debe ser el principio de donde nacen. Co Es sabia maxima no hacer cosa alguna en que quepa la duda de si es 0 no es justa; porque la equidad resplandece por si misma, y la duda trae consigo sospecha de injusticia. Se usa ya como proverbio vulgar aquel dicho: El sumo rigor del derecho viene a ser una injusticia. SZ No hay cosa que mas indique la bajeza y abatimiento del 4nimo que el amor a las riquezas; nada mas honesto y magnanimo que des- preciarlas si no las tenemos y si las tenemos, emplearlas en ser libe- rales y bienhechores. Cf No hay prenda que merezca mas elogios, ni.mas digna de un hombre ilustre y generoso, que la piedad y clemencia. De desear es que los que gobiernan sean semejantes a las leyes, que castigan, no por irritadas, sino por justas y equitativas. ¢ Asi como el histrién no debe usar cualquier género de accion, ni los bailadores cualquier movimiento, sino uno ordenado y armé- nico, asi la vida tampoco puede vivirse de cualquier modo, sino de manera conveniente y ordenada. ' La gloria de la virtud y de las buenas obras, mas preciosa que todos los patrimonios del. mundo, es la mejor herencia que los pa- dres pueden dejar a sus hijas, para quienes es un crimen e impiedad mancharla con sus vicios. La impericia de los jévenes se ha de corregir por la experiencia y prudencia de los viejos. _ j Cd Hl entendimiento se ocupa en la investigacién de la verdad, y la voluntad impele a obrar. Es, pues, necesario tener el pensamiento ocupado en las ideas mejores, y la voluntad sujeta en todo a la razon, Debe notarse hasta qué punto divierte la conversacién; y que asi ‘eomo ha precedido algun motivo para entrar en ella, lo haya tam- bién para darle fin. Se ha de adornar con la casa la dignidad de la persona, no se ha de buscar en Ja casa toda la dignidad; ni el duefio ha de ser honrado por la casa, antes a ella de honrar su duefo. Para conservar cada uno su autoridad y crédito no hay medio ‘mas a proposito que hacerse amar, y nada més contrario que el ha- @erse aborrecer. LA SAGRADA FAMILIA, — Eshozo moderno, original de Maria Montagué. — (Graficas NC)- x** * * e a EK Oe LA RUTA A BELEN Lo que fuera la aldea de Belén en los tiempos de Nuestro Sefior es hoy un pueblo de més de once mil habitantes. Las colinas donde los pas- tores apacentaban sus rebafios extienden todavia su sinuosa anchura alrededor del pueblo, pero el sitio de la gruta que abrig6é a Maria y al Recién ‘Nacido se encuentra casi sepultado bajo un tem- plo de piedra oscura, rodeado a su vez de calleci- Ilas estrechas, y heterogéneas casas de diversos colores. _ Ante semejante panorama es dificil imaginar cémo seria la Belén de hace dos mil aiios, cuando en sus pocas calles José bused en vano posada para su esposa la Virgen Maria la noche en que “cielos y tierra florecieron de belleza al nacimien- to del Nifio Dios”. Mucho menos acude a la mente la imagen idilica de aquellos tiempos, cuando se contemplan las carreteras que conducen a Belén cargadas de eamiones militares, por la misma ruta que una apacible doncella montada en un asno llevé en su seno al Hijo de Dios, principe de la paz. Y esta ruta, la primera del mundo a la lue de lo sobrenatural, fué en sus tiempos apenas un caminito apartado, que jamas pudo competir con las imponentes supervias romanas que atravesa- ron la ancha extensién del mundo entonces cono- sido, caminos de piedra por donde marchaban las | SUPLEMENTO DOMINICAL DE milicias del Imperio rumbo a Ios confines de aque Ila tierra, tan famosa como el derecho romano @ la elocuencia y el poder de este pueblo de titanes, Fueron las rutas arteriales por donde circulaba el comercio de la época, y por donde, con el despo- jo del conquistado venian a Roma desde Persia y el Este, desde la Galia y el Oeste, desde Brita- nia y Espafia y Africa, la cultura cosmopolita de muchos pueblos. Fué una era de earreteras magnificas, de an- chos y rectos caminos dignos de los generales henchidos de conquista, de los mercaderes de bol- sillos pesados, de los maestros y oradores pletért- eos de ensefianzas y sabias palabras. Eran los grandes que jamas pisaron la planta en la ruta polvorienta de Belén. Porque ni los briosos ecorceles del César, ni las carrozas de los atrigas habrian podido reco- rrer las piedras agrestes del caminillo a Belén, sin perder su gracia o su vertiginosa elegancia. Era ésta una ruta de sandalias humildes, o de bo- rriquillos como el que llevé a Maria que Hevaba a Jesus. La ruta, desde entonces, de la humanidad. Hoy por este tiempo millares de cristianos invaden el camino, peregrinos en busca de paz y de vida interior junto al sitio santificado por el Pasa a la pagina 3 —~