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nalleros gozan de casas como éstas, pero hasta algunas de estas colonias ubrieron hechos desconoci- dos. Por ejemplo, ni los hom- es ni los nifios usaban las le- ttinas construidas por la com- afifia. En muchas partes habia ente con catarro, disenteria, fie- es, influenza, paludismo y con- ntivitis En. veinticuatro comu- dades obreras, 43 nifios murie- rpyn de tosferina y enfermeda- des intestinales durante los dos primeros meses de 1956.-Los in- vestigadores recomendaron la vacunacioén inmediata de nifios y aflultos, Ja ampliacién de los servicios médicos y la iniciacién ie una campana de educacién nitaria. gi eae BE ose Se De los seminarios surgieron timbién tres Servicios Regio- les de Educaci6n Laboral para emprender — programas — subsi- ientes. En esta tarea el Gobier- Hondurenio pudo utilizar por jin a los educadores que, pocos aos. antes, habfan ido a especia- iizarse al Centro de Educacién undamental de Patzcuaro, Mé- ico, patrocinado por UNESCO en cooperacién con la OEA. (El 10 de marzo de 1956 se srg el primer Servicio Regio- nal. En una Serie de discusiones de mesa redonda con profesores, lideres obreros, mandadores y trabajadores se analizé toda cla- s¢ de problemas. En pocos meses ete Servicio moviliz6.a la comu- nidad, desarroll6 programas de ehsefianza para iniciar coopera- tivas, talleres de adiestramiento, quefias industrias, campafias de “abetiacin y actividades si- ilares, Se principiaron cursos de educacién de adultos; se ins- tjuy6 al pueblo en nutricién, sa- lad y salubridad; se establecie- ron clases de costura y de cocina ra las mujeres y hasta se or- pine lh equipos de futbol. A los sindicatos, a la gerencia y al Gobierno se les mantuvo bien informados del. desarrollo del programa. Cuando hubo esca- ve de madera y alambre, las companias aportaron los materia- les. Cuando los grupos necesita- ron mas sillas para sus clases, i gente las Jlevé de sus casas. La andard Fruit Company desti- 250,000 ddlares para nuevas viendas. La vida de los trabaja- dores parece que empezaba a cambiar. ‘El seminario en San Pedro Sula, del 10 al 14 de enero, y el tercero en Tegucigalpa, del 20 al + de jynio, se organizaron esen- almente en la misma forma que [ae realizado en La Cei- Participantes y observadores eonvienen en que los seminarios han originado una tendencia alen tadora. Los dirigentes obreros prefieron no emitir jucio sino hasta después de ver sus benefi- cios practicos. Pero reconocieron su valor como un medio de estu- diar problemas comunes, Uno de ellos escribié en el diario El Im- parcial de Tegucigalpa: “Gracias a los seminarios hemos celebrado con éxito reuniones conjuntas de empleadores y trabajadores.” Uno de los mandadores de la compafia que asistié a los semi- narios dijo: “Aunque al principio se mal entendia bastante el pro- posito verdadero del seminario, al final nos dio la oportunidad de saber lo que realmente piensa al respecto nuestra gente. También contribuy6é a que los obreros com- prendieran mejor sus responsabi- lidades. La compania, por ejem- plo; organiz6 brigadas de sanea- miento entre los trabajadores, pero ellos no mantenian limpias Jas comunidades ni los desagiies. Finalmente, el enfoque princi- pal del seminario sobre condi- ciones de vida y de trabajo esti- mulé el plan de construccién de viviendas obreras”. John T. Fishburn, consultor del trabajo en Ja Secretaria de Esta- do.de los Estados Unidos, cuen- ta que su oficina ha recibido in- formes favorables sobre los se- minarios. En vista de que el mo- vimiento obrero en Honduras es todavia incipiente, opina que el enfoque.educativo apolitico de la OEA es valioso a la vez para el trabajo y el capital. El economista de la Embajada de EE. UU. en Tegucigalpa. lo evalué en esta forma: “Me pa- rece que la contribucién mas efi- caz de Ja OEA en Honduras fue el enaltecimiento del papel del obrero en la sociedad. El traba- jo organfzado nunca habia sido factor activo; los seminarios de la OEA hicieron que el Gobierno, el capital y el trabajo compren- dieran que alli surgia una nueva fuerza, con derechos y deberes inherentes”. El Embajador de Honduras en los Estados Unidos, Dr. Ramén Villeda Morales, dijo que los se- minarios sefalaron la necesidad de un coordinador que pudiera continyar la labor de enlace en- tre el Gobierno, el capital y el trabajo. Después abordé direc- tamente el problema: “La falta de educacién es el origen de nuestras dificultades. El pobre no come bien; tampoco el ri- co porque no sabe qué comer”, Una de las escuelas nocturnas para alfabetizacién montada en una vivienda obrera por un sindicato de la United Fruit, "reetmeneytCRe NA SAMIR THERA ARIESEN WE COSI Ht rrr rca Os SS =S=SLEF=[“@W"@>=>SE>ESHSaSSaSaSSSSSSSSSSSss—= Por ARMANDO S. PIRES —jPOR QUE TE GUSTA vi- vir en los Estados Unidos? — me pregunto mi hermana hace algunos anos—. Por lo que cuen- tas, me parece, que todo es muy semejante a lo de aca. Tu nun- ca has sido rico, pero tampo- co pobre. Asi pues, dentro de ese famoso nivel de vida del Norte, ;qué encuentras que no tengas aqui y que te compense del inconveniente de vivir lejos de tu encantadora familia? —Bueno —vacilé—. En primer lugar,yno hay que engomar jas estampillas. Sélo se lamen y. . . Ella me miraba en forma ex- trana. Ahi esta, imaginé que pen- saba. Nuestros padres fueron. primos hermanos y se dice que. tarde o temprano... —Tu sabes —insisti—. Cosas por ef estilo. Agua caliente al momento, sin calentadores de gas en los banos como aqui. Y dondequiera, un teléfono. Como las monédas son de igual tama- fio siempre, no hay riesgo de que no quepan en Jas ranuras de las maquinas. {Y todo es tan facil y conveniente! Hay maquinas pe- quenas donde puedes ‘conseguir lo que se te ocurra. Bueno, di- gamos que todo es tan. . . “civi- lizado”. —Civilizado —repetié ella, des- pacio—. Conveniente. Las estam- pillas no se engoman, sino se lamen. Eso es todo. Vives rodea- do de maquinillas que te afeitan y hacen cualquier cosa por ti y te ayudan a cocinar con mas ra- © pidez. La civilizacién te rodea. Ya veo. Si. ~Y eso es todo Io que -has querido en la vida, no es cierto? ;Facil de complacer, verdad? Recordé un compromiso ante- rior y sali precipitadamente. Su sareasmo me escocia. Desde en- tonces he pensado mucho sobre el asunto. Ahora tal vez pue- da responderle. La razon de que yo, un brasileno, guste de vivir en los Estados Unidos estriba no tanto en las diferencias su- perficiales entre los dos paises _ como en sus frecuentes similitu- des. No puedo decir que todo me gusta; pero tampoco le gusta asus ciudadanos. Aun cuandoo fi- cialmente estoy. clasificado co- mo extranjero, nunca me he sen- tido tal. Ha contribuido bastan- te el haber conocido el inglés de antemano. Pero mas ha sido por Ia semejanza de muckas cos- tumbres, tradiciones y actitudes. Es cierto que las generalizacio- nes son peligrosas, pero permf- taseme hacer unas pocas. Por ejemplo, nuestros lideres. Tanto en los Estados Unicos co- mo en el Brasil, nadie se preo- cupa de que el abuelo de un candidato haya sido sepulture- _ro en Ukrania o pastor de ovejas — en Suiza. gEs ciudadano nativo? tHombre de’ hogar? ;Honrado y todo lo demas? ;Dice que baja- ra los impuestos y subiraé los sueldos? ¢Y-quiere ser Presiden- te? Muy bien, votaremos por él. Pero tan pronto como toma po- sesién, todos empiezan a criticar al pobre hombre. Ridiculizar a los politicos es pasatiempo nacional de ambos.paises. Mas atin: en ese aspecto, la regla dice que “no hay nada sagrado”. Diferencias menores natural- mente existen. El politico brasi- lefio dejara saber por medio de la prensa que es un hombre hon- rado y lo probara con cifras, he- chos, etc, pero no consentird en hacer alarde de su mujer ni de su familia para probar al pu- blico estadounidense, al contra- rio, se sentira orgulloso de poner de manifiesto a su mujer y re- tofios, pero jamas permitira que se le retrate en pijama. En Bra- sil, los ciudadanos de la ciase media consideran que el pijama es el traje de casa ideal para usar por las tardes, o durante los fines de semana. Puede ha- ber cierta légica al afirmar que es porque a nadie le importa que se arrugue pero, para mi, el pi- jama fuera de la alcoba siempre hasido simbolo de enfermedad _ ¢omo.el té con limén o-leer en como el té con limon o leer en Ja cama una obra de Kipling y chupar pastillas para la gargan- 4 Esos Gringos...» brasileso en EE. UU. llustraciones de RALPH ROBINSON Cuando los estadounidenses es- tan descontentos con su gobier- no no organizan revoluciones sino comités civicos para propd- sitos de “mejoramiento de la co- munidad”. La palabra “comu- nidad significa mucho en un pais donde las actividades en grupo prevalecen mas que en el Brasil, tierra de solistas pero de pocas orquestas y coros. Quie- nes en Estados Unidos se pre- cian de ser “individualistas” ten- drian que echarle una buena mi- rada al Brasil para sentirse tre- mendamente colectivos por el resto de su vida. El trabajo en grupo ha contribuido mucho a que los Estados Unidos sean una gran potencia. Pero en el Brasil algunas veces puede producir un efecto contratio ya que las gen- tes de talento real o imaginario muy pronto tomarén un rum- bo propio, desintegraran el gru- po y emprenderan por su cuen- ta algo muy notable en favor del pais, solo para probar que si se les obligara a mantenerse uni- dos podrian entorpecerse y perju- dicar al conjunto. Se considera que los norte-_ americanos son mas disciplinados que los brasilefios. Puede ser la verdad. Pero al paso que aquéllos se atropellan, se empujan y se pisan para entrar en trenes y buses, los brasilefios se alinean como ovejas al estilo britanico. Recuerdo que mi padre decia que una fila de espera es el mejor ejemplo diario de la “ley natu- ral”, es decir, la instintiva ne- cesidad del hombre por la ley y el orden, cuya ausencia trae- ria el caos. Otro ejemplo, depri- mente por demas, es el de-las lineas de pan durante la crisis econémica. ;Por qué la gente se empuja hoy en los Estados Uni- dos? Tal vez porque dentro de sisiente, en primer lugar, que es atroz tomar un é6mnibus cuan- do hubiera podido ir manejando hasta la oficina si contara con un espacio en donde estacionar. Empujar es, en cierto modo, una forma de decir al otro: “Y. . , épor qué no trajo su automé vil? Esto del estacionamiento me hace pensar en la pereza estado- unidense. Si usted cree que los norteamericanos son gente vigo- rosa, que gusta del ejercicio ff sico y no teme al trabajo fuerte, fijese en Ja concurrencia al see- tor comercial de cualquier ciu- dad de los Estados Unidos. La mayoria de las personas prefie- re estacionar ilegalmente, pagar una multa o ir a la carcel, a cam- bio de dejar sus vehiculos a dos cuadras de distancia y caminarlas hasta su destino. Y-de las mé- quinas de que se mofa mi her- mana, hay una para casi toda actividad en que pueda pensar- se, con la idea de que no sélo reemplaza la costosa mano de obra sino con la de-tener facil y rapido acceso a las cosas. Pongase una moneda en la ranu- ra, apriétese el botén correspon- diente y se obtendra desde una taza de café, (negro, con crema, © con crema y azlicar) hasta un par de medias. Uno podra pa- sarsela sin-esos artefactos, claro, pero no querra prescindir de ellos, sobre todo si es brasilefo. A nosotros también nos gus- tan las maquinas y si nos dieran siquiera la mitad de las oportu- nidades que aqui tiene la gente, podriamos desarrollar una inven- tiva semejante a la que tanto en- orgullece a los norteamericanos, Durante la segunda guerra mun- dial, por ejemplo, cuando era tan dificil conseguir gasolina, muchos brasilefos propietarios de automéviles agregaron a los vehiculos una especie de fogén de carbon; y en cuanto al “ha- galo usted mismo” se refiere, cuando los délares escaseaban y el gobierno brasilefio suspendiéd muchas importaciones, rapida y milagrosamente los manufacture- ros pusieron em el mercado sus propias mezcladoras de alimen- tos, radiofonégrafos, etc. Cuando en el Brasil hablamos de una “minoria” rara vez pen- samos en la connotacién antro- légica de la palabra, pero en stados Unidos este parece ser su significado principal. Aquf uno es mas comsciente de la ra- za, religion y diferencias nacio- nales que en Brasil, posiblemen- te porque, como me explicé um norteamericano, cuando los Es tados Unidos eran un territorio abierto a los inmigrantes, éstos vinieron en grandes grupos nacio- nales y se establecieron en colo- nias aisladas junto con sus tra- diciones y costumbres propias, mientras que en el Brasil los grupos inmigrantes, mds peque- fos, se asimilaron facilmente, En realidad, al referise a un pab sano los brasilenos no dicen “por tugués” o “italiano” o “francés” sobre la base de sus remotos an- tepasados. Muy rara vez se oye a un brasilefio decir, como lo hae cen los norteamericanos, “ese es un nombre sueco” o “tiene el mapa de Irlanda en el rostro”. Antes de que me dieera cuen- ta de este habito estadouniden- se produje confusién cierta ves en uma dama. —iCémo se deletrea su nom- bre?, me preguntd. —P-i-r-e-s, contesté, —iQue nombre es ése? —Portugués. —Entonces, justed es un poe tugués? ; —No. Pero, ino dijo usted que ow nombre era portugués? —Sj. —Por lo tanto, usted es po» tugués. —No soy brasilefio. —iNo es lo mismo? , - -No °*. —jOh! Brasil fue. . . coloniza- do por los es. . .pafioles, jver- dad?, dijo ella en tono incierto. —No. Fueron los portugueses. Creo que a esa altura fue cuan- do ella empezé a llorar y reir al mismo tiempo y yo me retiré en silencio, rascandome la nuca con el paraguas. Para los norteamericanos el deletreo es casi un culto. Cada vez que uno debe dar el nom- bre, se le pide que lo deletree aun cuando sea el comin de Smith o Cooper, porque pue- den escribirse distinto. Si por ejemplo el nombre es Costa, n bastaraé decir “C-0-s-t-a”, sino “ como en casa, O como en ostra, S como en solo, T como en Tr nidad, A como en Alberto”. A veces cuesta trabajo recordar una palabra que empiece con una lJe- tra especial y por ello viene @ la cabeza “trigonometria” en lw gar de “tren”. Naturalmente, lag telefonistas profesionales, tam- bién tienen su silabario, pero a veces uno se ve obligado a im- provisar el propio. Fuera de los Estados Unidos se acusa frecuentemente a los nor- teamericanos de ser “metaliza- dos”. Esto es injusto. Claro que les gusta el dinero pero, ;no nos gusta a todos? Cuando yo estu- diaba en Ohio y era el unico brasilefo en Ja Universidad, se me pedia con frecuencia que ha- blara sobre mi pais a grupos diversos. E] publico era siempre atento, hacia preguntas inteligen- tes e invariablemente me paga- ban una suma, aunque modesta, Una vez Ja Presidenta (una da- ma civilista y adinerada de la ciudad) se me acercéd después de la conferencia, me entregé discretamente un sobre y_ dijot “Me encanto usted! Siempre nos ha gustado que los estudiantes extranjeros hablen para nuestros pequenos grupos. jUstedes son tan interesantes! Ademds —agre- g6— resultan menos costosos que la senora Roosevelt”. Hace afios, cuando trataba de ganarme la vida haciendo traduc- ciones, una firma manufacture- ra me pidié que vertiera al por- tugués un folleto de instruccia- nes sobre el uso de uno de sus productos, Yo no sabia cuanto cobrar y un traductor expert mentado me dijo que por lo me nos tres centavos la palabra, Cuando el trabajo estuvo listo me resultaron tres mil palabra Pensé que si cobraba novente délares mo me enviarfan mA trabajo y resolvi cortar mi ta: fa_a dos centavos, es decir, om (Pasa a la PAGINA TRES)