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L NUEVA FUERZA VIVA Los Qhreros Hondureftos Tratan de Alcanzar Mejor Nivel de Vida Por CARLOS GUILLEN y KATHLEEN WALKER DENTRO DE MEDIO SIGLO jos hondurefios podran conside- rar como viraje decisivo en su historia la década de 1950 a 19- 60, durante la cual se inicié el bienestar del trabajador nacio- nal. De anénimo analfabeto for- zado a llevar una vida antihigié- nica y pobre, principia a surgir para ocupar el lugar que le co- rresponde en la colectividad co- mo ser humano con una concien- cia social, derechos y responsabi- lidades, como importante consu- midor potencial y a la vez como indispensable productor. Digo “principia” porque sdlo dentro de mucho tiempo se podré sentir si esta mutacién, que ya empieza a estremecer con su acelerado impulso la estructura social hon- durefa, continuaraé como trans- formacién pacifica. El progreso no. es anormal ni inesperado; indefectiblemen- te acompafa a Ja ola de indus- trializacién que agita a gran par- te de la América Latina. Pero es un cuadro espectacular si se ana- liza histéricamente. Hace apenas tres afios, Hon- duras era el unico pais del Con- tinente que carecia de legisla- cién del trabajo, excepto una ley de prevencion de accidentes pro- mulgada en 1952. Los sindicatos obreros eran ilegales. A cual- quiera que abogara por el bienes- tar del trabajador se le tildaba automaticamente de comunista. Contrataban los braceros hondu- refios, unos veintisiete mil, dos compafiias extranjeras banane- ras, cuya _ produccién constituia el 61 por ciento de las exporta- ciones nacionales en 1953. La Standard Fruit Company emplea- ba doce mil en la produccién de cocos, frutas citricas, jabobn y manteca, ademas de _ bananos, .en La Ceiba, capital del Departa- mento de Atlantida, y sus alrede- dores.: En la costa norte, la otra gran zona bananera del pais, la Tela Railroad Company — subsi- diaria de la United Fruit Com- pany — tenia trabajos en La Li- ma, cerca de San Pedro Sula, capital del Departamento de Cor- tés. Desde que las compaiiias esta- dounidenses adquirieron terre- nos alli hace mas de cincuenta afios, la prosperidad de la indus- tria local y de los comerciantes ha estado supeditada a los bana- nos. Esa fruta ha dado a Hon- duras ferrocarriles e instalacio- nes portuarias adicionales cons- truidas por dichas empresas. To- do cuanto sabian los trabajado- res hondurefios sobre cultivo lo habian aprendido de las compa- fiias pero no habian tenido ga- rantias y sdlo contaban con la proteccién ‘que una benévola ad- ministracién convenia en conce- derles. Con el correr de los anos se recrudecié la ineonformidad obrera y hubo contaos de huelgas durante la tercera década de es- te siglo. Por su parte, las com- pafias habian otorgado ciertos beneficios, como la construccién de escuelas para los hijos de los empleados. Pero su actitud hacia Jos trabajadores parecia cefirse a un anticuado paternalismo. A menudo se tenia la impresién de que la empresa consideraba como “empleados” sdlo a los ofi- cinistas, hondurefios o extranje- ros y no a los humildes peones. Las haciendas, donde los vigila- ban mandadores para quienes eran poco menos que herramien- tas, podian distar hasta cien Ki- lémetros de la oficina del perso- nal“en la sede de la compaiiia. El malestar subié de punto, En mayo de 1954 hubo una huel- ga general que paralizé la pro- duccién bananera en la costa norte y se extendié con rapidez al resto del ‘pais. Con el apoyo de la Organizacién Regional In- teramericana de Trabajadores (ORIT) y de la Federacioén Ame- cana del Trabajo (AFL) y del Congreso de Organizaciones In- dustriales (CIO) de los Estados Unidos, los obreros se organiza- ron pronto. El Gobierno anun- cié que no intervendria a menos que la huelga tuviera fines poli- ticos subversivos. El paro “tuvo un efecto catalizador.- Los inci- pientes sindicatos descartaron elementos comunistas y la huel- ga de dos meses terminé sin vio- lencia cuando se firmaron con las compafiias contratos colectivos que fijaron escalas de salarios, regularon las horas de trabajo y reconocieron personeria a los sindicatos. El 24 de diciembre de 1954 se establecié .un Ministerio del Trabajo y el-afio siguiente el Gobierno adopté una Carta de Garantias Sociales. Para 1956 el numero de sindicatos habia subi- do a veinte. Ademas de los dos fuertes sindicatos bananeros de Ja costa norte, los habia de cho- feres, constructores, empleados y mecanicos de aviacién en Tegu- cigalpa. : Mientras tanto, el Consejo In- teramericano Econémico y Se Una familia de cuatro y siete hombres solteros viven en esta choza pajiza, divididos tnicamente por unos postes sueltos. ee ee Te asc REL Te IIT cmcyerer es ~ ’ hacia la costa norte atraida por cial de la OEA (CIES) elabora~ - ba un plan de educacion del tra- bajador. El CIES se basé en el convencimiento de que si bien en ° paises mas industrializados el tra- bajo habia llegado a la etapa avanzada de preparar lideres sin- dicales, en otras naciones existia la perentoria necesidad de impar- tir a los obreros conocimientos tan elementales como los de leer y escribir y nociones basicas de nutricién, sanidad, vivienda, pa- ra que pudieran aleanzar un de- coroso nivel de vida, y tan im- portante como esto, un sentido de responsabilidad civica., Pero en algunos casos el capital y el trabajo no se habian convencido de que era conveniente que los obreros tomaran la iniciativa en su propio mejoramiento. En 1954 la OEA avis6 a los go- biernos miembros que estaba lis- ta para cooperar.en el estudio de programas de educacién obrera en los paises que lo desearan. Honduras fue uno de los seis que solicitaron esta ayuda de la OFA y yo fui enviado a Centro- américa para dirigir la parte de la labor que nos correspondia. Para entonces ya el Ministerio del Trabajo habia iniciado la circulacién de libros, dado pla- ticas sobre legislacién del traba- jo y hasta distribuido medicinas en ciertas comunidades, Debido al alarmante numero de trabaja- dores que firmaban sus contra- tos con sélo la huella digital, los sindicatos abrieron veinte escue- Jas nocturnas en algunas vivien- das obreras. La Standard Fruit Company habia principiado cur- sos de relaciones humanas para ilustrar a sus mandadores sobre su responsabilidad social como administradores. A poco de mi Hegada a Tegu- cigalpa, el Ministro del Trabajo me dijo: “Mire, debo confesarle’ que no tenemos programas de educacién obrera que analizar. Lo necesitamos a usted para que nos ayude a organizar un plan, principiando desde su base, que nos permita ofrecer educacién obrera como parte de las atri- buciones corrientes del Ministe- rio del Trabajo”. Después convo- cé a una reunién preliminar con funcionarios de su Ministerio. Por ellos me impuse de que aunque Honduras contaba ya con una Carta de Garantias Sociales, las condiciones de vida de los traba- jadores requerian inmediata atencién. Dos funcionarios y yo volamos hacia la costa norte pa- Ta estudiar personalmente la si- tuacién. En la sede de la Standard Fruit, el -gerente general, Sr. Bertie R. Hogge nos acogié y ofrecié trans- porte hacia las plantaciones. Nos acompanharon el profesor Abra- ham Mejia, inspector de escuela, en representacién de la empresa, y dos delegados sindicales, sefio- res Medardo Agurcia, secreta- rio general, y Efrain Irias, secre- tario de reclamos. En cinco dias recorrimos unos cien kilémetros, visitando la mayoria de las plan- taciones y observando las condi- ciones de'vida y de trabajo. Los obreros se mostraban an- siosos de exponer sus quejas, en muchos casos justificadas. Por falta de inspeccién gubernativa, el hacinamiento era usual. En una casa de dos cuartos encon- tramos a siete hombres solteros viviendo.en uno y a una familia de cuatro en el otro. La mayoria de las familias estaba constitui- da no solo por la carga corriente de la esposa y los hijos sino tam- bién por la de deudos de ambos cényuges. Parte de la escasez . de vivienda se debia al exceso de brazos. De otras zonas del pais y de la vecina republica de El Salvador, la gente habia afluido el trabajo de las bananeras. En algunos lugares carentes de alcantarillado, el agua sucia co- rria libremente por zanjas abier- tas. Vimos a nifios en medio de cerdos y gallinas. El juego, la be- bida*y la prostitucion no eran raros. Paradéjicamente descubrimos © que la pobreza impedia a muchos trabajadores aprovechar las es- cuelas. Los profesores y los pa- dres de familia. explicaron que a menudo faltaba dinero en casa para la ropa y libros de los nifios, y que no habia medios de trans- porte. Algunos alumnos que vi- vian_a unos seis kilémetros de la escuela se pasaban sin almuer- zo para evitar la larga caminata de mediodia. De regreso ‘en Tegucigalpa, con- - vocamos a representantes de pa- tronos y obreros (de la costa nor- te y de la capital), de la Camara estan sobrepobladas, taébamos de agitar a los trabaja- dores. Un funcionario de, cierta compaiifa, que después presté de- cidido apoyo a nuestro esfuerzo, dudé al principio si el seminario no iria “a malquistar a los traba- ~ jadores contra la empresa”. Por la fuerza de la costumbre, las compafiias creian que cualquier empefno por mejorar el nivel de vida de los obreros era izquierdis- ta y por lo tanto peligroso. Por su parte, los trabajadores temian que el Gobierno tratara de explotar su situacién con fi- nes_ politicos. Una noche, un preocupado participante en el seminario llegé a mi hotel a in- Sélo unos pocos trabajadores banaye dbs e ttir Trabajadores hondurefios interesados en el seminario de La Ceiba: de Comercio y de instituciones técnicas macionales e internacio- nales especializadas en salubri- dad, educacién y agricultura. Entre éstas figuraban el SCISP (Servicio Cooperativo Interame- ricano de Salud Publica), el SCI DE (Servicio Cooperativo Inter- americano de Educaci6n), el STI- CA (Servicio Cooperativo Inter- americano de Agricultura), la FAO (Organizacién para la Agri- cultura y la Alimentacién de las Naciones Unidas) y el UNICEF (Fondo Internacional para So- corro a la Infancia). Decidimos que para iniciar un plan de edu- cacién obrera en todo el pais, la mejor forma seria abordar el problema en tres regiones -dife- rentes mediante tres seminarios separados: uno en La Ceiba, otro en San Pedro Sula y el ter- cero en la capital. La téenica de seminarios era la mas apropiada por muchas ra- zones. Presentando los hechos pa- ra que los estudiaran obreros, pa- tronos y Gobierno se coordina- rian los esfuerzos educativos de los tres. Como el propésito de un seminario es dar a los partici- pantes una oportunidad de expo- ner sus opiniones y oir las de los demas, creimos que el proce- so borraria muchos de los ma- los entendimientos obreropatro- nales. Dividiendo el:seminario en dos grupos podria mantenerse ba- jo el mimero de concurrentes para que todos ellos participaran en forma activa. Pero, sobre todo, teniamos que ajustarlo a las necesidades obreras. Claro que nuestro objetivo seria Ia educa- cién fundamental, el adiestra- miento técnico y la preparacién de lideres sindicales. También de- biamos hacer cuanto pudiéramos para inculcar en los mandadores la responsabilidad social de las empresas para con el pais. La curiosidad atrajo a los pat- ticipantes, pero su excesivo escep- tismo dificultaba a veces la ta- rea. Al comienzo los patronos tu- vieron Ja conviccién de que tra- formarme que los trabajadores pensaban retirarse del semina- rio a menos que en él se dis- cutieran las vilaciones del con- trato colectivo que ellos habian firmado con la compajiia. Pedia a uno de los lideres obreros que explicara a los trabajadores que como los contratos tenian ahora fuerza se ley, sélo los tribunales podian interpretarlos. El semina- rio se limitaba a estudiar su na- turaleza general. Los trabajado- res comprendieron estas razones y concurrieron al dia siugiente a la hora sefalada. También habia vferto recelo acerca de la labor de las escuelas sindicales y la del curso de rela- ciones humanas de la compaiiia debido al desconocimiento de sus respectivos propésitos. Pero una vez en marcha el seminario, fue muy alentador ver que se desva-: necia este recelo y que todos se interesaban en encontrar: solucio- nes, Unas breves dramatizacio- nes presentadas por los obreros animaron la discusién de las re- laciones obreropatronales. Cau- saron fuerte impresi6n en los re- presentantes de las compafias y fueron tan originales que se pidié repetirlas en nuestra reu- nién final. Durante el seminario en La Ceiba, efectuado del 12 al 16 de diciembre, completamos las dis- cusiones con la_ exhibicién de una pelicula documental y dos recorridos. Uno de éstos nos lle- vé a una granja experimental, donde vimos téenicas agricolas avanzadas que implantaba e] STI- CA. Varios obreros aprendieron a vacunar pollos y otros conoci- mientos utiles sobre agricultu- ra, El segundo viaje fue a El Co- rozal — a unos veintinueve kil6- metros de La Ceiba — comuni- dad de obreros portuarios que se ayudan mutuamente a construir sus viviendas Poco. después del semimario en La Ceiba, expertos en viviendas y salubridad publica realizaron investigaciones vara rendir un informe sobre la materia. Asi se Un