Diario las Américas Newspaper, April 13, 1958, Page 15

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HEMISFERIO DOMINGO 13 DE ABRIL DE 1958 BR ER DDD in RE II IE I GS WN, UeSsi ro_ ensa je EL IDIOMA ESPANOL Quizas nunca se insistira lo suficiente al destacar la -importancia de- que todos los hijos de los hispanoamerica- nos residentes en los Estados Unidos hablen correctamen- te el idioma de sus padres, sin que esto signifique en modo alguno: que no aprendan bien el idioma inglés. Los padres de familia tienen la responsabilidad mo- ral, cultural y sentimental, de velar por ese importante aspecto de la formacion de sus hijos. Y si este tipo de responsabilidad no fuese suficiente para alentarlos a rea- lizar esa labor, que piensen entonces en lo que, hablando en términos materisles, en el campo meramente comer- cial, significara que sus hijos hablen a la perfeccion el inglés que aprenden en Ia escuela norteamericana, y el espanol que aprenden y practican en el hogar de origen hispano. Hay cierta gente que parece que siente injustificado desprecio por ef armonioso idioma castellano, y si acaso esto fuese asi, ello revelaria la presencia de un complejo de inferioridad que no puede estar al nivel del prestigio de la cultura y realizaciones de los pueblos hispanoamericanos- FRR EERE ie iE et ie Met i ie i i be ie ie i MANERA DE DISTINGUIR Una dama sumamente distinguida pero bastante tonta le pregunté un dia a Nello Becari, profesor, de anatomia comparada de la Universidad de. Florencia: —éCémo es posible distinguir una mosca macho de wna mosca hembra? - Y Becari le respondid con Ia mayor seriedad: —Es muy facil, sefiora. Si ve usted que la mosca se Pposa en el azuicar es macho, pero si se posa en un espejo es: hembra. EL ETERNO DON JUAN Durante uno de los entreactos de una funcidn a la que asistia, John Barrymore se equivocd y penetré en ef tocador de seforas. Una dama Ilena de indignacion, ex- clamo: —jAtrevido! jEsto es para las seforas! Y Barrymore, inclinandose galantemente, respondié: —Y yo también... LA COLA Don José Echegaray era famoso, entre otras cosas, por sus acidas contestaciones. Una tarde, en el café ma- drilefhio que solia frecuentar y en el que tenia su habitual tertulia, se presenté6 uno de sus conocidos con la cara Gongesionada por la colera. _ — Qué le pasa?—pregunté don José. —Que acabo de discutir con Pérez y me ha llamado burro. -—jCaramba!—exclamé Echegaray con sorna— pues tenga usted cuidado porque eso trae cola. : PENSAMIENTOS. Mide Dios como medimos y perdona como perdonamos, y nos socorre en la manera y las entrafhas que nos ve socorrer.—FRAY LUIS DE LEON.. it, Dios es al mismo :tiempo lo mds evidente. y, lo mds arcano.— J. B. LACORDAIRE. : La imposibilidad en que me encuentro de probar que Dios no existe, me prueba su existencia. — JEAN DE LA _ BRUYERE, ~ : Dios no necesita ni de las obras del hombre ni de sus dones. Aquel que lleva mejor su suave yugo es el que mejor le sirve—JOHN MILTON. e ; Ten cuidado con el hombre cuyo Dios esta en los mielos. — BERNARD SHAW. _ Justo es que un: Dios purisimo no se le revele sino a ~ quienes han purificado su corazén.—BLAS PASCAL. -Rutas de Emocién LA SERENIDAD Por Rosario Sansores Duice virtud es la de la sere- nidad. Dulce y, por desgracia es- casa. Las personas que poseen un caracter sereno esparcen a su alrededor una sensacién de paz, de tranquilidad y de confianza. Las personas que son pacien- tes para escuchar a los demas y no se dejan arrebatar a sus im- pulsos .as que aconsejan con prudencia y dan ellas mismas el ejemplo,. representan un verda- dero tesoro para los que disfru- tan de su compaiia. Homero dijo de la bella Hele- na de Troya: “Alma serena co- mo la calma de los mares”. La belia griega tiene esa se- rena majestad del marmol que nos produce la impresion de lo eterno, de la inmutable. Yo he aquilatado siempre esa ciudad. He conocido mujeres que mi- ran ‘on sus diafanas pupilas lle- nas de claridad y hablan con acento reposado y grave, sin pri- sas ni arrebatos Mujeres que nos producen una emocion intima y deliciosa. Y sin embargo, las hay que, a semejanza de los remansos, guar dan bajo esa aparente calma la tormenta del remolino oculto que atrapa a sus victimas y las arrastra hacia el fondo. ~ Hay voces sedantes. Voces im- pregnadas de dulzura. Voces melodiosas, tiernas, que, nos hacen sentirnos llenos de paz cuando las oimos. Y voces duras, Asperas, rispi- das, que denuncian en sus due- fios un caracter duro. Sobre la voz se han escrito mi les de libros y de articulos. ;Cual es la sincera? ;Cual la mentiro- sa? Ulises no se cubrié con cera los oidos para escuchar a las si- renas que trataban de atraerlo. Una bella leyenda alemana nos habla de Lorely. la bella si- rena que, sobre una roca, peina al sol sus largos y rubios cabe- llos, mientras entona una can- cién subyugante que atrae a los navegantes con su hechizo. Y ninguno regresa. Quien es dueno de una voz hermosa debe cultivarla como un don excepcional. A veces por teléfono escucha- mos voces molestas que denotan mala educacién, incultura, vie- lencia. Y sentimos el impulso de col- gar y no oirlas Hay actrices .cuya voz melo- diosa .es ha valido innumera- bles éxitos. Voces llenas de ricas inflexiones, célidas, humanas, que nos ‘hacen imaginar que el que la tiene dehe ser hermoso y afable. Y nos equivocamos muchas veces. Irasema Dilian, por ejemplo, .Pposee una de esas voces cauti- vantes y llenas de dulzura. Una voz que convence y lleva al ani- mo del que la escucha la sensa- cién de la realidad. Si el caracter refleja el alma de cada quien, existen almas, muy bellas. Pero desgraciada- mente, esto no es cierto. La voz suele ser engafiadora y pérfida. ° t Y es un arma, que si se sabe utilizar nunca deja de producir su efecto ; La serenidad es belleza. Es co- mo el fresco rocio sobre la plan- ta calcinada. ; Pero es virtud que yo nunca he pose:do. porque soy por lo contrario violenta, impetuosa y apasionada. : Y envidio a todo el que tiene una aermosa voz y un_caracter apacible. < » tras de nosotros, el puente Historia del Mun de los Arima:es os estaba sen- tado, en un grupo re- ducido y su... .ioso, a bordo del Orinoco (He de confesar que esto no es cierto peru era preci- so comenzar de algtin modo esta historia, y ia frase que dejo cita- Hacé ¢ - da me _parecié el mejot medio). | Los miembros del grupo eran: Lionel Huggarty coronel del Ca nada, celebre cazador de leones; el barén Leonardo Kunesovy, agregado a la embajada de Utah; el marqués Serafin Adhemar Pruybroche sin ocupacién — de- terminada y el comandante ge- neral Hugo Jeremias Stopp, or- ganizador: de la revolucion de Nicaragua y ultimo testigo ocu- lar viviente de la batalla de Wa- terloo. Repito que estabamos sentados a.bordo Por bajo de nosotros el océano inconmensurable, por en-- cima, as mas desconocidas es- trellas del hemisferio austral; de del comandante con el comandante intrépido; ante nosotros, una mesa llena de whisky y de ron, asi como una multitud de sifo- nes. Aquella idilica escena esta- ba envuelta por espesa humare- da de cigarros habanos. Era natural que el-hilo de la conversacién estuviese entre las manos del coronel Lionel Hug- garty. El corone. acababa de es- trangular con aquel hilo precisa- mente al trigésimoséptimo ledn, y justamente se disponia a ata- ear al trigésimooctavo. el marqués Je interrumpid. —Perd6z coronel; nuestros leones son-muy interesantes, pe- ro en el fondo no son mas que leones. Dicho de otro modo, son valientes pero. estupidos. -El leén 2s ingenuo y estipido co- mo todos los héroes Y yo, por mi parte, estimo mucho mas a un perro inteligente que a un leon ‘diota. Aquella declaracién fue segui- da por una aprobaci6n general. El coronel fruncié las cejas y miré furigsamente al marqués. —Querido marqués— dijo iré- nicamente—; yo también estimo mucho a un perro _inteligente- pero he oido ya todas las histo- rias de perros del mundo. . . El ‘marqués sonrié: —Apuesto con usted mil pias- tras a yue no‘ha oido todavia la historia del perro que voy a contarle. i —iVanyj— dijo el coronel fria-, mente. El marqués se dejé caer en su rocking-chair (hubiera _ podido decir 1o mismo “mecedora” -pero la otra palabr aes mas elegan- te), tosio un poco y hablo asi: Mi tia, la marquesa Cristina Agalia Pubroche, tenia un perro llamado Hepsy. Era un animal muy inteligente, que adoraba a su duefa. Un dia, mi tia marché de Pa- ris a Lyon y quiso llevar consigo el perro. Pero, por espiritu. de economia— he- olvidado decir que mi tia posee varios millones de los que yo soy el heredero; tiene millones y; por consecuen- cia, es ayara—, no queria tomar un billete para el perro. Tomé, pues, una caja de sombreros, io puso dentro deella, sobre el asiento,-para poder abrirla_ en cualquier instante y dar a Hepsy aire y de comer. ¥ Cuando vino el revisor, miré con tanta escama la caja de som- breros puesta sobre el asiento, que mi tia hubo de decir rapi- damente: —Llevo dentro un sombrero muy ¢aro. . .un sombrero nuevo, muy bonito, y no quiero que el tren lo sacuda; por eso-lo he puesto ahi. El revisor se content6é con aquella explicacion y salié. Cuan - do mi tia se qued6 sola, cerré la puerta de su departamento y abrié la’ caja. SUPLEMENTO DOMINICAL. DE - MERICA cuando * —Hepsy—dijo carinosaniente, Pero Hepsy no se movid. Mi tia lo miro mas de cerea, y lan- zO un grito de espanto. Hevsy estaba muerto. Supongo que ustedes no se imaginan lo que habia ocurrido. Hepsy habia oido decir a mi tia que en la caja de sombreros ha- bia un sombrero de sehora. Del fondo de la caja cogié dos agu- jones y se los clavoé en el cuerpo, para hacer creer al revisor que en realidad, no era ufi perro, si- no un sombrero. de senora. Jer- dad es que aquella fidelidad le habia costado la vida; pero Hep- sy prefirié morir antes que wun vulgar revisor pudiese coger en una mentira a su duefa, la mar- quesa Cristina Agalia Pubro- che. Intermedio.— Después de que, compasivos, secamos nuestras lagrimas, el coronel Lionel Huggarty pagé las mil piastras al marqués. —En efecto, no he oido esa historia— murmur6é con-una va- ga mirada. Y quiso volver a sus leones; pero él comandante ge- neral Hugo Jeremias Stopp se le adelanté. —Esta fuera de duda —dijo— que el perro es un animal muy inteligente. Pero esta muy lejos de ser tan inteligente como al loro. —iQué?—pregunté el coronel espantado. , —El loro es el animal mds in- teligente del mundo— prosiguié el comandante general con una calma fria. —jJa, ja!—rié el coronel, ’ —-No se ria usted, y apostemos ante mil piastras a que les con- taré a ustedes una historia de lo- ro como jamas ustedes sofaron. Y si después de esto se atreve usted todavia decir que el loro no es un animal inteligente, le daré también aparte de mil »ias- tras, mi pierna derecha, para que se la eche a los tiburones. —jVan!— dijo el coronel—, iYa tengo en mi bolsillo vuestra pierna derecha! —yYa lo veremos— dijo el co- mandante general, y, después de haber tosido, dijo: El lore astuto.— Hace algunos anos, cuando servi en las Antillas, cogi en la manigua un loro enfermo. Lo Ilevé a mi casa y mis cuidados viéronse recompensados por- “el irénicamente -hecho de que el pajaro siguiese viviendo. Entonces quise ense- fiarle algunas palabras; pero el loro era incorregible; no queria aprender nada. Le rogué, le su- pliqué, pero siempre sin resulta- do. Al fin me resigné a que el animal no hablase nunca, y con aquello rompi toda comunica- eion entre nosotros dos. En aquella época sostenia yo un pleito contra ‘el gobierno de Nicaragua porque no estaba dis- puesto a pagarme los seis mille _nes de maravedises que debie- ra haber recibido por la organi- zacién de la revolucién. En aque lla época mi pleito marchaba muy mal, y tan malhumurado estaba, que durante semanas en- teras no veia a ningtin ser hu- mano.. Estaba. sentado en mi cuarto y mi Unica distraccién era la lectura. Para no olvidarme de hablar, y para de todos*modos ofr una voz humana, leia siempre en yoz alta. . ‘ Una_ noche estaba _precisa- mente leyendo, a la luz de la lampara, el- Ultimo numero del New York Herald, cuando des- cubri una noticia, muy extraiia. Aquella noticia habia sido publi- cada por todos-los periddicos del- mundo, de suerte que no es pe (Pasa a la Pagina 7)

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