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PAUSAS DEL CAMINO DEL CAMINO ~- EL EL CASO DE COLOMBIA (Cortesia de “Excelsior”, de México). Nel noble conjunto de ' pueblos hispanoamerica- nos, el de Colombia ha sido vértice sefere por las excelencias de su cul- tura, por su nivel espiritual, por su determinacién de existir, por su notable esfuerzo de elevar sus calidades morales que ‘son, al fin y al cabo, las que estfuctu- ran un destino de grandeza y dan perfil a una personalidad nacional. Habia sido uno de los mejo- res encauzamientos democraticos y todo hacia pensar que los co- lombianos alcanzaban definitivas rutas de_civilismo limpiamente republicano. Sin embargo, qui- zas por exceso de celo en las li- des ciudadanas, diose ocasién a que surgiera la ignominia que ha sido fatal azote de nuestros pai- ses continentales: Ia preeminen- cia pretoriana. El fenodmeno del militarismo reclama un analisis acucioso, por- que no es en los pueblos de as- cendencia hispanica, sino recaida sistematizada.. Dos factores con- curren en la ereccion militarista: el] asalto al poder que se fragua en los cuarteles, y la conformi- dad popular que admite, como un hecho ineludible, la majestad de los uniformes. Tal vez el ca- pitulo mas fatigoso de la evolu- cidn histérica haya sido el de dar a los hombres de armas el senti- do de su misién dentro del Es- tado bien constituido. El profe- sionalismo militar es respetable y necesario cuando sdélo se limi- ta a una capacidad almacenada, siempre apta para ocupar los bastiones defensivos de la Patria y de la seguridad social. Resul- ta catastréfico, en cambio, cuan- do ese profesionalismo militar induce a exaltar la psicosis de mando. y fuerza, y conforme a ella cualquier jefe piensa que es Jo mismo mandar a una nacién que a un regimiento, y que la docilidad de los soldados, ama- sada por la disciplina y reblan- decida por la ordenanza, es la apetecible docilidad de un pue- blo dispuesto. a deslumbrarse por los entorchados. Por otra parte, hay evidente propensién: en las masas —he- redada y atavica—, a las pleite- sias neomonarquicas. No se tie- ne €nfrente al rey, pero-si al ~ dictador de charreteras y ala- mares dorados, de cortesania im- perial y de. pechos cubiertos de medallas. Hay un sutil afan en Jos pueblos de civismo incipien- te, en no tener confianza en si y tenerla, sin limites, en un amo que se presenta a la luz de las multitudes como desprendido del Olimpo, con impresionante alti- vez, cémica seriedad y aspecto de llevar dentro de la cabeza al- go todavia mejor que el peso de su espada. Pero ocurren dos cosas. El dic- tador militar se enferma de nar- cisismo y se hace insoportable. Y Jas naciones se cansan del yu- go, sobre todo, cuando éste tor- nase aniquilante. Cuanto mas pronto sobreviene ese cansancio, tanto mayor evidencia existe de Ja calidad del pueblo. Los co- lJombianos aguantaron a Rojas Pinilla con cierta resignacién, como los argentinos aguantaren a Perén, Llegé el terrible momento del cansancio, y cuando los pue- los se cansan, estallan. XXXXX Para derrocar a Rojas Pinilla Jos colombianos no tuvieron ne- eesidad de lanzarse a los montes em belicosa insurgencia. Y esto es lo que nos parece admirable y positivamente ejemplar. Con ple- na conciencia de que los pueblos disponen de una fuerza que no ha de ser necesariamente la de Jas armas, al dia siguiente que el dictador se hizo reelegir por una “representacién nacional” de eainete, se usd esa incontrasta- ple fuerza que no se.contrarres- ta con bayonetas, ni se aplaca con ametralladoras: la supresién de Jas energias colectivas. ;Quién puede gobernar a un pais que se cruza de brazos? Los colombia- nos dieron una bella prueba de unidad y de estimacién de la grandeza del ciudadano, y, mas que de su grandeza, de su dig- nidad, por mas que ambas se identifican. Algunos comentaristas han di- cho que Rojas Pinilla jamas es- peraba esta reaccién desquician- te. Si la esperaba. Todos los dic- tadores esperan el momento de las iras populares porque tienen la conviccién de que estém sen- tados sobre una bomba de tiem- po. Las maletas del dictador no se hicieron en unas cuantas horas iY eran tantas! El botin estaba dispuesto y las cabalgaduras a la mano como es comun que suce- da cuando la fuga, con todos sus dramaticos imperativos, es la ob- sesion de los que no tienen la conciencia tranquila. A diferencia de Perén, todo hace suponer que Rojas Pinilla no saqued el tesoro de Colom- bia, ni adelanté un “vita” con los caudales, ni dejé palacetes convertidos en dispersos alma- cenes de riquezas. Hay un “vale” elocuente. El dictador, a ultima hora, pidiéd una cantidad de 46- lares que sin duda le hacian fal- ta para la aventura del destierro. Con seguridad que de buena ga- na se hubiera llevado mas, pues ya se sabe que nada hay tan te- mible como un gobernante que al emprender la huida esta re- suelto a dejar tras de si el dilu- vio. Un buen amigo colombiano me explica esta inusitada honra- dez: todo acepta el pueblo de Colombia, menos que se utilice el poder para robar. Gobernante al que se le descubre que mete la ufa en el tesoro nacional, go- bernante que cae estrepitosamen- te. El satrapismo colombiano no ha sido, por lo menos, ese satra- pismo rateril que otros paises his- panoamericanos hemos sufrido. Una barrera de opinién publi- ca les hace-andar con las manos en alto. Y es por ahi donde se manifiesta otra gran virtud po- pular, la del horror por Ja ra- pifia, que es para ellos una te- mible amenaza. XXXXXX En esos grandes movimientos de civismo que determiman na- da menos que la caida de un go- bierno y la anulacién de una fuerza armada, resuelta y prepa- rada-a sostenerlo a toda. costa, aunque sea preciso ametrallar al pueblo, tiene que ser elemento basico la unidad nacional. Sin ella todo intento .esté. condenado al fracaso. En Colombia se unieron todos. Los liberales y los conservado- res, los eclesiasticos y los obre- ros, los industriales, el comercio, la banca. Intereses en apariencia disimiles y aun contrapuestos, que ante el supremo interés de la Patria se solidarizan y asocian én el ideal comin de regenera- eién. Logs colombianos actuaron co- mo um solo hombre, en ejemplar amalgama de energias. Lo cual, traducido al lenguaje sociolégi- eo, prociama la existencia de un pueblo, si por éste, ha de te- nerse al conglomerado. Sin la realidad “pueblo” cualquier in- tento andlogo se hunde en las peligrosas simas del fracaso. Por lo comun, los engrarajes del mecanismo econdémico* sue- len estar en las naciomes hispa- Noamericanas en manos tribu- tarias de intereses extrafios, y los hombres de negocios no tie- nen otra aspiracién que la de ha- cer ,prosperar.sus propios cauda- les. Poco les importa lo que acon- tezca en la nacién. Las peores calamidades carecen de signifi- eado mientras mo impliquen mer- ma para sus bolsillos 0 decaden- cia para sus empresas. Esos hom- bres de negocios operan en nues- tras republicas ¢ontinentales: co- mo lo harian en cualquier colo- nia britanica, ajustandose a aque- Ha norma proverbial de los in- gleses, segin la cual fuera de Inglaterra todo es Africa. Los grandes empresarios de Co- lombia podraén ser, en cierto sentido, tributarios, pero han sa- DOMINGO, 26 DE MAYO DE 1957 bido salvar las esencias de la na- cionalidad. La penetracién ex- tranjera ha sido menos intensa que en otras partes. Asi se ex- plica que al lado de los estudian- tes heroicos, que no comprome- tian sino su sangre y su vida, marcharan a la hora de la libe- racién los comerciamtes y los ban- queros. No fue la lucha de los idealistas suburbanos ni de los valientes de arrabal. Fue la lu- cha de_todo el pueblo de Colom- bia, cuya unica arma fue gritar- le al dictador: “;VETE!” XXXXX Colombia pasa por un momen- to de transicién, dentro de la trayectoria que siguen las crisis politicas de nuestars republicas. Se ha constituido una junta mi- litar de gobierno, que ha ofreci- do reimplantar el orden y bus- ear la concordia ~como..introito indispensable para las elecciones que vengan a estabilizar la de- mocracia y abrir la etapa de la autenticidad del Estado. " Hay fundadas esperanzas de que la junta militar cumpla sus promesas. Pero existe también el peligro de que el halago del po- der despierte ambiciones y ha- ya una reincidencia pretoriana, para la que ya se cuenta con un ejército excedido, habituado a moverse en funcidn del espiritu de casta y en tormo a un caudillo Salido del ecuartel Sera posible tal estancamiento? Sinceramen- te creemos, que no. Habra quie- nes tengan vivo apetito de re- - presentar un segundo acto de Rojas Pinilla, pero la lecciéh ha sido tan contundente, que quien sufra esta tentacién ha de nece- Por FERNANDO DIEZ DR URDANIVIA sitar mucho valor, mucha aud» cia © mucha irresponsabilidad, para arriesgarse a levantar un& nueva tempestad civica. Los di® tadores se vuelven miopes de® pués de estar largo tiempo en @ poder. Pero suelen ver claro a® tes de correr una aventura, c@ mo el inmortal loco del cuent® de Cervantes a quien dieron un paliza por pegarle a un voted | en lo de adelante fuerom para todos los perros iguales y d@ mismo dueno. Un pueblo como el de Colom bia ha probado tener robust&# capacidad para la democracia Y esta capacidad ahuyenta d® manera eficaz a las tiranias, qué solo se aferran y engrien cuam do saben que frente a ellas int camente desfilan cabezas incline das. TAN CERCA DE UD. COMO SU PROPIO TELEFONO LOS CLASIFICADOS DEL OBTIENEN POSITIVOS RESULTADOS Miss Trevillian Dice: Margaret Trevillian 240 N. E. 34 ST. OBTUVO MAGNIFICOS RESULTADO$ DE ESTE ANUNCIO, EL CUAL. FUE peaguaas de la Universidad que sabe PUBLICADO 4 VECES CON UN intereambiata"Tecclones, denies "ba COSTO TOTAL DE $2.16 ; Es pool aan tee S. S.- Dixon 2277 Sunset Drive 5 Miami Beach VENDIO SU MAQUINA DE ESCRIBIR CON ESTE CLASIFICADO EL CUAL LE COSTO $3.00 POR 3 DIAS El Sr. Irizarry €ROWN IRON WORKS 14495 N. W. 24 Ct. OPA LOCKA, FLA. L. Franco 3537 N. W. 16th St. VENDIO.SU AUTOMOVIL CON ESTE : anuncio. 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