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Enel Norte de Esp con PIO BAROJA «... Viajando al través de Navarra sentia impaciencia por acercar- me al viejo pueblecillo de Vera, préximo al territorio francés, pa- ra visitar a Pio Baroja en su vasta casona de campo. Mi pri- mer encuentro con este gran no- velista espafiol — que pese a lo que piensa alguna gente, atin es- ta vivo — se efectué hace varios anos en Madrid, donde tenia un- piso con su hermana, pintora, en | una calle tranquila y cercana al puen parque del Retiro, Recuer- do que. entonces estaba quejan- dose del frio _ aunque llevaba puesto un grueso abrigo de la- na oscura con bufanda y la clasi- ca boina vasca dentro de la ha- bitacién, estropeada por una pro- saica estufa negra. Ya entonces Baroja “gastaba” barba blanca, apostélica y me parecié un viejo santo y triste, de-una semejan- za notable con: Tolstoi, a quien tanto admira. “Con algunas gen- tes es hosco” — me habia pre- venido contra él un sacerdote vasco, bastante mas vasco que sa- cerdote, y buen amigo del anti- clerical escritor No sé s ifue “porque venia con un vasco, lo cierto es que fui recibido muy cordialmente y Baroja, sin hacer alarde de su capacidad. intelec- tual, comenté con nosotros mu- chas cosas; Tuve la impresién de que nos decfa verdaderamente lo que pensaba y que no era tanto su afan de contradecirle todo, se- gin dice a gente. De vez en cuando callaba y se quedaba viendo a uno de un modo fijo, como acostumbran los hombres que gustan averiguar los secre- tos de los dem4s.,Aquello fue hd? ce mucho tiempo. Mientras tanto Baroja —quien nacié en 1872 en San Sebasti4n— no habia en- vejecido, sino que estaba igual de viejo, como antes. Veniamos acompafiados por el mismo ami- go comin, aquel padre, que a través de su tierra vasca nos lle- v6 hasta la casa de Pio Baroja, de Vera, en el extremo norte de Navarra. 4 Vera es un pueblo coqueto con una bonita plaza. La casa de re- cias paredes, tiene sobre el an- cho portal un escudo viejo y sus amplias ventanas miran al campo con un lejano panorama de montafias. —“Hay quien dice que Baroja se siente viejo y ‘sin ilusiones. Gastado. No hace mas que repe- tirse”, — nos advirtié nuestro acompafiante, el padre, y luego pronuncié un. discurso encendi- do en defensa de la civilizacién grecoromana y a favor de las Ja compré era una agrietada ca- sona. Desfondada_ e inhabita- ble”, explicé. “Tardé aos. en arreglarla”. La biblioteca consta de seis mil tomos colocados en largos estantes junto a los mu- ros. -Salones con paredes cubier- . tos‘de viejas litografias que él colecciona. Laminas, grabados, retratos afiejos, medallones y Uuna-coleccién de monedas. Pero ‘sobre todo muchos recuerdos vi- vos. - —“En Ja vida todo es recuer- _ do, — dice el anciano escri- tor.. “Recuerdo no sdélo indivi- ’ salchichas que se comen en Du- - tamgo. Saboreando este tema es- taébamos, cuando Ilegé Pio Baro- jJa_y se quité los anteojos para mirarnos. Tuve la sensacién de que con sus anteojos no ve na- da. Vestia traje negro y su boi- na. Le dije que le encontaba igual de “joven” que la ultima vez. Me contest6 quesin embar- go se le estaba pasando la edad de casarse. (Tiene 84 afios!). Estaba prevenida en cuanto a lo que Baroja pensaba: “a las mujeres no hay qué hablarles de cosas serias, sino decirles cosas bonitas”. Y que citaba la frase de Valle-Inclan: “Una mujer no debe hablar de arte-ni de litera- tura, sino arreglar a tiempo. el bistec”. Le pregunté si continua- ba con la misma opinién. —Yo no he pretendido tener éxito con mujeres, pero si he querido conservar la amistad de alguna, pero no lo -he consegui- do. Las mujeres inteligentes tie- nen tal simpatia por unos hom- bres estiipidos que se queda uno Maravillado, Puede que a los hémbres nos. pase igual con ellas y no lo notemos”, afadié. Luego cité a los escritores Larra, Béc- quer, Galdés, Echegaray, Bena- . vente, Menéndez Pelayo, Palacio Valdés, diciendo: “ninguno de ellos parece haber sido hombre que haya entusiasmado a las mu- jeres”. Nos mostré su casa, “Quando ‘ dual sino colectivo. Somos el re- sultado de una raza, de un am- biente, y, por tanto, de un cli- ma material y espajfiol.” Hay algunas de sus obras tra- ducidas al inglés: “Juventud ego- Jatria”; “La feria de los discre- tos”, “El arbol de la ciencia”; “La Busca”; “Mala hierba”; “Au- rora roja”; y “El mayorazo de Labraz’. —“Yo creo que todo lo que he dicho es verdad — asegura el au- tor refiriéndose a sus Memorias —, “pero no he visto dos perso- nas que hayan sido testigo de un mismo hecho y lo recuerden de la misma manera: cada uno le da su caracter”. Hablamos de Italia. “Natural- mente Italia no me defraud6, — dice Baroja y confiesa que se de- dicaba a visitar museos como un turista, con la guia en Ia mano —; “pero la parte de la vida mo- derna si me desilusioné. Sobre todo las ciudades con maquilla- je de viejas. Antes eran mejor: calles estrechas, arcos, casas ne- gruzcas, resultaban. tipicas y semejanza con otras, a una uni- formidad verdaderamente sosa y sin interés debido a su edificios modernos”. Hablamos de América. Nos eonsta la poca benevolencia de Baroja al juzgar el nuevo Con- tinente. A pesar de ello toca- mos este tema intencionada- mente, porque las opiniones sue- len ser movedizas como arena. Pio Baroja no se muestra hura- fio, mas bien al contrario trata de explicar: — “Sdélo los pueblos acomplejados no pueden resistir que se burlen de ellos. ;Acaso no han querido leer los alemanes a Schopenhauer y a Nietzche, y los ingleses se han escandali- _ zado al leer lo que de ellos dicen Byron, Dickens y Ber- nard Shaw? Lo mismo les pasa- a los franceses con Zola y Flau- bert y a los norteamericanos con Mark Twain. ;Y qué-tiene ésto de malo”. _ Queremos hacerlo hablar de los escritores hispanoamericanos. —“Me han preguntado otros vi- sitantes también — dice Baroja — mis preferencias sobre escri- tores « hispanoamericanos; y he debido confesar que los conocia muy poeo en lo cual no creo diferenciarme -mucho del resto de mis compafieros los escritores espafioles. Creo que a los escri- tores de aquellos paises les hu- biese convenido ma§ guardar si- lencio para sus producciones. A no ser que estimasen mas ser nombrados, aunque fuera para verse clavados en la picota de la critica europea. Los criticos de la América de habla espafiola no suelen ser muy afectuosos con- migo” — afiadié—. “Se muestran resentidos. Creo. recordar que a mi libro: “La estrella del capi- tan Chimista” se le prohibié la entrada a Cuba, por el gobierno debido a una extremada suscep- tibilidad nacionalista. Como hay una castaiia vascénica, que es de Europa, yun maiz que es ameri- cano, yo me llamo a.mi mismo archieuropeo. Rubén Dario me ha arecido siempre demasiado bri- ante. En cambio mi entusias- mo por_Verlaine, me ha seguido hasta la vejez. Me puedo acerear con mayor compenetracién es- Piritual a sus ‘grises, a sus fi- ras sombrias, y como amo eso le poesia no quiero saber més”. Comentando a Chamundo, di- jo Baroja, que no era facil lle- varle la contraria, porque se ex- citaba: —Ha sido un doctrina- Tio en cuestiones filoséficas y literarias. Joaquin Dicenta, un autor de poca vida en el teatro, también era asi. Gritaba donde todo el mundo estaba callado, o Pasaba dohde estaba prohibido pasar, y el guardia o el policia que le salia al encuentro le de- cia: —Haga usted el favor, don, Joaquin, usted que tiene tanto talento, no nos fastidie”. —A Baroja no le ha pasado nada o casi nada — aseguré un ilustre colega. Pero no hay que Miami Beach : \_ DE L. Franco Margaret Trevillian 240 N. E. 34 ST. OBTUVO MAGNIFICOS RESULTADOS DE ESTE ANUNCIO, EL CUAL FUE PUBLICADO 4 VECES CON UN COSTO TOTAL DE $2.16 2277 Sunset Drive . VENDIO SU MAQUINA DE ESCRIBIR CON ESTE CLASIFICADO EL CUAL LE COSTO $3.00 POR 3 DIAS ome OBTUVO MAGNIFICOS RESULTADOS CON ESTE ANUNCIO SESE SPERM SEEDS TR ERIE EOD IIEE ED DIETER TRABAJADORES DE SOLDADURA Que sepan hacer Rejas EI Sr. Irizarry ‘CROWN IRON WORKS © 14495 N. W. 24 Ct. OPA LOCKA, FLA. 3537 N. W. 16th St. VENDIO SU AUTOMOVIL CON ESTE ANUNCIO CLASIFICADO EL CUAL” LE-COSTO $2.52 POR UNA SEMANA LOS ANUNCIOS CLASIFICADOS DEL Diario Las Américas OBTIENEN POSITIVOS RESULTADOS J fiarse. El acontecimiento impor- tante no hace al escritor ilustre, ni mucho menos. Pio Baroja ‘ha negado a vida, . con Schopen- hauer, pero la vida era demasia- do fuerte para dejarse negar por mucho tiempo. Entonces é1 la ha afirmado con Nietzche, pero no ha haltado el acto que podria dar sentido a la afirmacion. Ahora ya es hombre dé pocas ne- cesidades. ~éPara qué quiere usted una casa tan grande? — le habia di- cho Ortega y Gasset, — ipara pa- searse en un sal6n de un Jado a otro?. COMO SU Més de 30 - * @nuncio. Graduada algo de Intercambi. Espafiol desea apren ana - Como si esto fuera poco —~, le habia contestado Baroja. Fuera, el sol de otofio doraba las hojas de los castafios y se admiraba una bella _perspecti- va de colinas verdes, “Para mf — dijo Baroja al despedirnos — es igual.la calle animada de la gran ciudad que el sendero del monte. Ni de la una ni del otro espero nada. El invierno, tenex un sillén viejo, mirar el fuego que arde, el verano, contemplas algo verde deSde la ventana, me basta y me sobra”. Espaiia, Otofio 1955. PROPIO TELEFONO LOS CLASIFICADOS DEL OBTIENEN PO STIVOS RESULTADOS Miss Trevillian Dice: personas contestaron este El resultado fue més que suficiente el primer dia. de la Universidad que sabe ar& lecciones de Inglés a . FR 9-5375. , tee TEL. 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