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LAS TRADICIONES LATINOAMERICANAS ° Si la forma en que se desenvuelve la vida en los Es- tados Unidos no nos permite conservar todas nuestras tradiciones, lo menos que podemos hacer -es recordarlas con emocién y continuar cultivando aqui. las Que sean posible dentro del régimen de actividades que determina la civilizacién moderna estadounidense. Que nuestros hijos aprendan, bajo el alero del ho- gar, el significado de esas tradiciones. Asi tendran un concepto mas espiritual de la vida latinoamericana. Jun- to con lo que adoptan de los Estados Unidos, de las cos- tumbres de este §ran pais, sabran, aunque sdlo sea por referencias, cémo transcurre la vida en las Patrias de sus padres y abuelos. Las conmemoraciones de la Semana Santa que hoy terminan con el Domingo de Resurreccion, deben ser obje- to, por ejemplo, de sentida evocacién latinoamericana en/los hogares procedentes de esos paises nuestros ‘que rezan a Jesucristo y aun hablan espafol’’, 4 SIP pip pb pipbp pbb pbbbbbbpppbbbb bbb bbb pbibbbbibbibbt ’ LA ANECDOTA BREVE —jQué bien conoce usted a las mujeres!—dijo una dama a Balzac. —Me basta mirarla para conocer toda su historia—res- pondié el escritor—. jQuiere que le cuente Ja suya, se- fora? a —Bueno, pero, por favor, baje la voz. ; ¢ El célebre novelista norteamericano Hemingway decia en cierta ocasién: La tercera parte de mis compatriotas quiere engorday. —Y el otro tercio?—pregunta un contertulio. —Ese no se ha pesado todavia. 5 Abraham Lincoln gustaba a menudo de referir la siguiente anécdota de la cual se asegura que él mismo fue ~ el protagonista: : Erg en los dias de la guerra de Secesién y Lincoln fue detenido por un centinela que no lo conocia. Desconocedor del santo y sefa, el presidente le dijo al soldado: " —Pero, gno sabe usted quien soy? —No, replicéd secamente el soldado. . —Pues soy el Presidente de los Estados Unidos. El centinela se quedé meditando un rato y finalmente dijo: \ ; Si es asi, pase usted, pero la verdad es. que parece un sello de correos usado. Se — Yep pbbbbibbbbbbbbbbbbbbbibbbibbppbbbpbbbbb itt ib: N PENSAMIENTOS El que es bueno en familia, es también un buen ciuda- dano.—_SOFOCLES. ' ¢ Una vida familiar feliz entre marido y mujer y sus hijos es el primer premio de la loteria de la vida. Sobre aquélla se funda el Estado, la moral, la paz y nuestra salud fisica y espiritual—DETVEL VON LILIENCRON, + La mas antigua de todas las sociedades y la tnica natural es la familia —J. J. ROUSSEAU. Las familias son como los ejércitos: pueden ponerse a salvo mediante un prudente movimiento de despegue.— ANDRE MAUROIS. PAG. 2 Pica CEREZOS EN FLOR Escribe RAFAEL GOMEZ G. Un regalo que florece anual- mente. La linterna Anti-Cristia- na. Mas de un Millén de foto- grafias tomadas en cuatro dias. La ciudad invadida. . . de flores. “El que siembra cosechara”. Una Corona de 100.000 délares. La Ultima guerra destruyé todos los arboles en el Japén. Escribe: Rafael Gomez G. Una de las fiestas mas atrac- tivas del mundo es la que se ce- lebra anualmente en esta ciu- dad capital, en los primeros dias delsmes de abril. Se trata de rendirle homefaje a la natura- leza en la mas esplendente de sus multiples manifestaciones dé helleza: LAS FLORES. Las flo. res en general, pero muy espe- cialmente a los Cerezos origina- rios del Japén. Durante los afios de 1911 y 1912, el Presidente de los Esta- dos Unidos, William Howard Taft, recibi6é, del Alcalde Mayor ~ de Tokio, “como una contribu- cién al adelanto de la bella ca- pital americana, la gran Repu- bliea que todos admiramos”, 2.- 000.4rboles de cerezos primero y luego 3.200 mas, todos ellos euidadosamente preservados con- tra plagas y peligros ambienta- “les. El primero de éstos fue plantado en la ciudad de Was- hington por la sefiora Howard Taft en los alrededores del Je- fferson Memorial. Hoy toda la metrépoli esté literalmente mi- nada de cerezos. Pero en donde se puede apreciar mds amplia- mente la magnitud de su _be- Ileza, es en el Potomac Park. La floracién de los millares de 4r- boles que a todo lo largo y an- cho de la ciudad cubren con su esplendor la moderna capital, s6lo puedg compararse con las filigranas de pétalos que las ma- nos femeninas confeccionan en Sevilla (Espaiia) para celebrar “la Feria de las Flores; o con los estéticos jardines de Versa- Nes, testimonio legendario del lu- jo de los Reyes; o con ese parai- so santandereano que se. llama “El Gallineral” en San-.Gil, (Co- lombia\. ‘ La festividad del “Cherry Blo- ssoms” (Cerezos en Flor) en Wa- shington, tiene todas las carac- teristicas de un verdadero car- naval; El Festival es “oficial- mente” iniciado por la colonia japonesa; con el Sr. Embajador en primer. orden. En 1955, ef gobierno japonés, en vista de la importancia que su colega y el pueblo americano prestan al mi- lagro de la floracién de los ce- Trezos, complementé el obsequio ,; de los preciosos Arboles, con una gigantesca linterna — genuino motivo japonés—, que fue imsta- lada precisamente en medio de los cerezos que custodian el Je- fferson Memorial. Todos los japo- neses residentes en Washington —las mujeres luciendo sus tipi- eas indumentarias— acompafan a su Tepresentante oficial, quien ha de encender la antigua lam- para —erigida primero en el Ja- pén en honor del Anti-Cristiano Shogun, dice el mismo Embaja- dor, Massayuki Tani—, que es —desde el afio préximo pasado— la simbélica apertura de la fies- ta. Luego viene la singular com- petencia al reinado de las flo- Tes. Esta se lleva a cabo en lu- joso desfile mnocturno por las principales avenidas, con repre- sentacién de todos los Estados de los Estados Unidos y Puerto Rico. 53 muchachas con origina- les carrozas, bandas y motivos regionales, se presentan a dis- putarse el maximo trofeo: la Co- rona; una guirnalda de tres y media libras de peso entre oro de 14 ks. y perlas cultivadas, avaluada en 100.000 délares y regalada, también, el presente afio, por el gobierno’del Japon, eon motivo de cumplirse-en este abril de 1957 el 45 aniversario de la plantacién del primer ce- rezo japonés,-en la ciudad de (Pasa a la Pagina 3) . HEMISFERIO 4 X {SE RECONCILIO ORTEGA Y - GASSET CON LA IGLESIA? * Por Juni .Fermin Valladares La prensa ha ido dando cuenta oportunamente de la presencia del sacerdote en el lecho de muerte de Ortega y Gasset. Se afirméd también, aun antes de que muriera, que el mismo paciente habia llamado al P. Garcia, contcido hombre de letras y amigo suyo, pi- diéndole que le administrara los sacramentos de la Iglesia. -A log’ dos dias de esta llamada morfa el ilustre pensador. Alguna publicacién parece que ha puesto en duda la verdad de esta noticia, sobre todo, en lo que pudiera tener de verdadera la con- version de Ortega y Gasset al seno de la Iglesia, y también entre “nosotros, algtin diario, en un articulo literario publicado hace unas tres semanas, recogia la versién de la duda. Estas referencias fueron las que motivaron la charla que tuvi- mos en dias pasados en la JUCA, con el P. Iriarte, y que quiero re producir aqui: ; , Sera esta duda, deciamos nosotros al Padre, fruto tan sélo de la ‘incredulidad, mala voluntad © sectarismo de algunas gentes, inte- resadas en desvirtuar la fuerza y el valor de la fe en almas tan ex- cepcionalmente dotadas, como lo era la de Ortega y Gasset? :{O podria también explicarse Ja duda dentro de una apreciacién prue dente y razonada? ’ Y el: Padre nos hacia ver que cabia muy bien conciliar dos po» siciones, aparentemente distintas en relacién con este hecho: las de los’ que aseguran que a ultima hora manifest6 Ortega y Gasset su voluntad de reconciliarse con la Iglesia y recibir los sacramentos, y la de los que no consideran este hecho suficiente como para’poderse hablar de una conversién del fildsofo. Pudo darse, por parte del enfermo, decia el Padre, la manifes- tacion clara de querer morir en el seno de la Iglesia, donde se ha- bia criado y donde habia vivido hasta los 18 afios; y pudo darse también muy bien, por parte del sacerdote que le asistié, un deter. minado criterio para este caso concreto, por el que, dada la graves dad del enfermo, no creyé prudente exigir del paciente ninguna manifestacién, mayor o menor, de recibir y abrazar, juntamente con los sacramentos, la doctrina catdélica, tal como la profesa y la ense- fia la Iglesia, doctrina que ciertamente no-est4 de acuerdo en muchos . puntos, con la que ensefié Ortega y Gasset en sus escritos. Es muy posible, afiadia el Padre, que a la hora de la muerte, que es también la hora de la verdad, cuando lo que ha pasado y, sobre todo, lo que queda por venir, se ve con mas claridad y sere nidad, es muy posible que en esa hora viera Ortega Gasset qué la senda de la vida catélica, abandonada por él durante més de cin- cuenta afios, era la verdadera y la unica que en. aquellos momentos de angustia le ofrecia la paz de su alma y la esperanza de una vida mejor. Como era también muy posible que el paciente no se diera cuenta del aleance que tenia su vuelta a la Iglesia, con la renuncia — que debia implicar a determinados puntos doctrinales de sus escrix tos, en desacuerdo claramente con la doctrina ortodoxa catédlica. Porque, eso. si, segin el Padre, una vuelta sincera a la Iglesia ' n6 cabe si no se admite también su credo y la verdad que ella ense- fia, con las derivaciones, por supuesto, que tiene para el pensamien- to catélico, y, por ende, con la renuncia previa a *aquellas. doctrinae que estuvieren en oposicién con la catélica. No- seria extrafio que sobre este particular tuviera Ortega formado un criterio” a tono con el modernismo, que, lo mismo en teologia que en filosofia, sostiene la tesis de que caben doctrinas entre s{ opuestas, pero que pueden ser verdaderas segiin el diferente dngulo filoséfico-cientifico de donde se las mira. De hecho, cuando Ortega era joven filésofo, manifest6 gran admiracién por algunos modernistas como Fogazzaro, Ha habido este mismo ajfio, contaba el P. Iriarte, un estudio que | con mucho éxito fue presentado como tesis, en’ la Sorbona, y que ha vuelto a revolver el tema de lo ocurrido en los ultimos meses de la vida de Voltaire. Repetidas veces llamé éste al sacerdote, para reconciliarse con la Iglesia y recibir los sacramentos. Pero antes de_que se le administraran, se le exigié por el sacerdote, con ing- trucciones que tenia del Vicario General y del Arzobispo de Paris, ‘que hiciera publica retractacién de los muchos errores y ataques que habia dicho y dirigido en sus escritos contra la Iglesia. Lo prom tid hacer,-y la hizo desde un principié, pero en términos tan vago' que no fue. considerada la retractacién como suficiente por las aw toridades eclesidsticas. Estas mismas le hicieron Negar una espe- cie de borrador de lo que debia ser la retractacién exigida, prome- tiendo Voltaire hacerla como se le indicaba. Pero, mientras la preparaba, o no la preparaba, le sobrevino la muerte, sin que s@ reconciliara con la Iglesia, ni recibiera sus sacramentos. Desde luego, como decia el Padre, hay una diferencia, si se quiere, esencial, entre los escritos difamatarios a la Iglesia y blasfe mos de Voltaire, y los de Ortega, en los que se toca a la Iglesia y se aluden puntos religiosos, en. general, en forma respetuosa. Pero hay también en sus escritos muchas manifestaciones de incredulidad, | que incluso la considera como muy arménica y'bien fundada; hay en — ellos una desercién categérica de la fe, como si fuera hasta elegan> te en el mundo de los intelectuales; y se ve cémo ahoga consciente- Jnente con mano muy experta todo brote-de sentimiento religioso, adoptando para sf una disciplina irreligiosa. férrea, | Quien pasé la casi totalidad de su vida de pensador y escrito, ' por lo menos 50 ajfios, al margen de la religién, como 61 mismo es» cribiera, y se expresé en sus escritos tan irreligiosamente, parece que debia haber hecho constar lo que en ellos no estuviera a tono con el acto de fe y de-religién que hacia en sus Ultimos dias. Sin embargo, parece que hubo sinceridad en la vuelta de Orte» ga y Gasset a la Iglesia, y si no se concreté mas en palabras y en hechos se debié a que le llegé la muerte antes de lo que.se temia, A la religiosa enfermera que le asistia, lé dijo que queria recibir los sacramentos en forma publica. Poco después llegé el P. Garcia con quien sostuvo una larga conversacién. Y luego, entraba en un estado comatoso, del que no salié sino. para descansar definitivar ‘mente. DOMINGO, 21 DE ABRIL DE 1957