Diario las Américas Newspaper, October 14, 1956, Page 17

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Rufino Blanco Fombona Por E. ARROYO LANDA (Tomado de la Revista “El Farol”, de Caracas, Venezuela) A FINES DEL ANO 1939 con- versabamos con ilustrado patrio- ta en la ciudad de Lima. Y por no sabemos qué motivo vino a cuento la persona de Rufino Blanco Fombona. Nuestro inter- locutor, al oirlo nombrar, ma- nifesté que en su concepto era un buen periodista, y no un es- critor de veras. Aunque tal pare- cer fue emitido a la ligera, se nos grabé en la memoria y mas de una vez lo hemos reconsidera- do. Dado el desarrollo actual de la prensa no es facil ahora trope- zar con escritores que no tengan de periodistas y no se expongan por ende a ser confundidos con la multitud de plumarios que usan el idioma de las gacetillas. A este respecto el opinante de Lima no andaba desacertado. No constituia Blanco Fombona la excepcién; buen nimero de sus escritos estaba destinado a la actualidad en columnas de los diarios, y ofrecia la indole incon- fundible de esa clase de labo- res. Sabemos que el periodista vive preocupado de lo reciente y se vale de un idioma asequible a la mayoria. Si pasa por su cere- bro algin pensamiento valioso de tipo filoséfico o artistico, no es raro que lo deje para ocasién mas propicia. Piensa que inserta- lo en un articulo corriente del cuotidiano es arrojar margaritas a la via piblica. En general, pa- ra_ escribir en los periédicos usa- mos el traje de casa; holgado y fresco, pero no de ceremonia. El autor de “El Hombre de Hie- rro”, a mas de periodista fue poeta y acometié varios géneros en prosa; se preocupé en sus es- critos de problemas fundamen- tales; demostré cultura substan- cial, No seria justo despacharlo con una frase aplicable también a cualquier gacetillero. La vida, como acontece con frecuencia en Ios dias que co- rren, le oblig6 a la dispersion intelectual. No hubo género lite- rario que Blanco Fombona no cultivase. gUn error? En todo caso un error en que. incurren miles de autores contempora- neos. Tan sélo podria remediarse mediante bien estudiadas refor- mas. Lo ideal seria, desde luego, con- centrar las fuerzas en un solo campo, mas la_ ansiedad de probar las energias mentales y las ya mencionadas urgencias del escritor pobre, empujan de modo irresistible a Ia diversi- ficacién. Por ello vemos que un Bernard Shaw, por ejemplo, ac- tua de critico musical, de critico literario, de novelista y de eco- nomista. Sus incursiones se rea- lizaban, con todo, al margen de una intensa concentracién en -el género dramatico, su esfera predilecta. El total de las obras publica- das por Blanco Fombona pasa de cuarenta. Abarcan miltiples asuntos, y ofrecen diversos ni- veles de mérito. Es inimagina- ble que el padre de numerosa prole obtenga la misma buena suerte con todos sus vastagos. Decir muchas obras de la misma pluma es como decir multiples aciertos y desaciertos, 0 cuando menos, multiples medianias. Has- ta Shakespeare y Goethe confir- man esta regla. En poesia, el renombrado con- ciudadano cuenta en su haber seis libros, habiendo publicado el primero, “Patria”, en 1894, y el ultimo, “Mazorcas de Oro”, en 1943. Entre novelas y cuentos publicé6 quince obras; ademas, tres libros de critica literaria; tres historicos; tres en que re- gistra dia a dia los acontecimien- tos de su vida; cuatro coleccio- nes de ensayos de varia indole: dos libros de viaje y cinco folle- tos de naturaleza politica princi- palmente. A juzgar por sus insistentes declaraciones, Blanco Fombona pensaba que una de las condicio- nes para aquilatar la obra litera- ria era vivir variada e intensa- mente. Conforme a su credo, y no obstante ser insigne trabaja- dor, no desperdiciaba ocasién de huronear en los rincones de la vida como para proveerse de vas- tos acopios de la_ substancia irremplazable.. Esta fue una ilu- sion muy generalizada en la ge- Nneracion a que pertenecia, y que a muchos condujo al despilfarro de las energias y de las horas. Ya en los tempranos versos de “Explicacién” afirmaba; El mejor poema es el de la vida. Y luego: Oh, amores y rutas y alarmas, Oh, acciones! Bardo, la poesia no esta en las canciones Con razon observa Enrique Diez Canedo: “La vida nunca puede ser literatura, como no puede ser escultura. . .Encima se ha de construir el edificio del arte. Si es desgraciado, por ver- dadero o por atrevido que sea el concepto que trate de expresar, sera inutil. La vida seguira sien- do vida; pero la literatura que se haya puesto en ella no sera li- teratura. La idea de vivir inten- sa y extensamente para enrique- eer la creacién literaria es neo- rromantica y no resiste un exa- men riguroso. Ademas, el tiempo que se gasta en vivir se resta al trabajo de produccién. Hay que optar entre uno u otro; o bien combinarlos con mucho tino”, Anadase que la historia no con- firma la hermosa teoria. Casa- nova, el hombre de mayor ex- periencia amorosa, no compite ni lejanamente en el tema eroti- co con Giaccomo Leopardi, un invalido sepultado entre libros. Magallanes, que recorrié el mun- do, no se compara con el tuerto Camoens, otro sedentario con ra- ras salidas fuera de su pais na- tal. Y bajando unas cuantas gra- das en el tiempo y en la valia, Gomez Carrillo, de vida muy agi- tada y colmada, fue tan sdlo fino y agradable cronista. Quien hace por vivir mucho, necesariamente aminora la dedicacién a su obra. ~ mente. . El culto de una violencia de segundo grado, como podriamos llamarla, es otro rasgo del ca- racter de Blanco Fombona. De- testaba la violencia en general, puesto que vivid en pugna con el régimen de Juan. Vicente G6- mez, y en la misma Espana se alineé por la prensa en la opo- sicion a la dictadura de Primo de Rivera. Sin embargo, en su vida privada no siente la vida y en la obra, obedece a diversas causas, pero es lo cierto que no escapa al calificativo de contra- dictoria. Arturo Uslar Pietri ha dicho de Rufino Blanco Fombona: “Gran escritor de extensa y mul- tiple escritura, dedicé vida y obra a la creacién de una leyen- da personal”. La observacion re- vela un aspecto muy acusado de nuestro personaje. La leyenda de ser una especie de espadachin, listo en todo- momento para la esgrima, lo halagaba profunda- A su mente acudian Benvenuto Cellini, Oliveretto de Fermo, Cyrano de Bergerac y cuantos caballeros hubo afama- dos por el valor personal y las dotes intelectuales. Las circuns- tancias de su juventud reforza- ron esta simpatia. Al 1gual de ca- si todos los venezolanos de aque- Hos dias, le tocé andar en me- dio de constantes revueltas civi- les, y a menudo hubo de con- vivir con hombres téscos y pri- mitivos, para quienes no habia prenda mas elevada que la dispo- sicién a las escaramuzas, los en- cuentros y los lances. Los espa- fioles, después de ocho siglos de guerra contra los moros, desa- rrollaron estos rasgos en su psi- cologia, y todavia hoy los dejan asomar de cuando en cuando. En Venezuela acercarse a um co- trillo y oir historias de valen- tia y arrojo era la misma cosa. Los hombres cultos reacciona- ban contra esa nociva puerili- dad, mas a veces el atavismo arraigaba tan firmemente que ni siquiera la cultura lograba extir- parlo. En Blanco Fombona per- duré la tradicional tendencia. Y ai imaginar que podria servirle de ornamento o prestigio, acaso la cultivé deliberadamente. Pero uma leyenda no siempre favorece a las personas a quie- nes rodea. Al distinguido autor le acarreé a veces vituperios y burlas; interpretaciones malig- nas. Un novelista yanqui de tres al cuarto hizo. del venezolano el protagonista de cierto folletén intitulado “Fombombo”, y lo presenta en escenas de ridiculez y payasada. Para contrarrestar interpreta- ciones erréneas acerca de su in- dole, Blanco Fombona_insistia con frecuencia en su positiva na- turaleza: la del hombre bondado- so, generoso y sensible al dolor de su semejantes. De pascuas a ramos hace declaraciones como ésta: “Los seres que me inspi- ran mas piedad son los nijfios, los ancianos, y gpor qué no de- cirlo? las prostitutas — Si tu- viese fortuna. . fundaria asilos de niifios desvalidos; y no sdlo dot BEN TE cat Wee YE para que vivan sin hambre, si- no para abrirles todas las carre- ras del saber del porvenir y de la_ felicidad”. Y en la poesia “Oracion” confiesa: Hice libros. Tuve hijos. Sem- bre arboles. Nadie su papel de varon entre varones satisfizo me- jor. Senti piedad del infortunio hasta en los tigres, jno la sen- tiras ta de mi, Senior? Como poeta, Blanco Fombo- na fue rotulado de menor por el critico Jesus Sempruan y negado por Julio Planchart. En nuestro sentir no es inferior a ninguno de sus coetaneos venezolanos, exceptuado Lazo Marti. A éste, sin embargo, lo supera en es- piritu de innovacién. Se mostré impaciente de las formas dema- siado trilladas y de la tematica al uso. Al igual de Musset, be- bid en vaso pequefo, pero suyo, Su obra poética ofrece mas de media docena de composiciones memorables; de poemas_ vivos, sanguineos. “Carta a la Prima- vera”; “La Vida”, la ya citada “Explicacién”, “Lo que dice la Musa”, “El Hombre del Caballo Alado”, “La Protesta del Pele- le”, “La Equivocacion” y “Al Ca- raballo del Escudo” honran a cualquier poeta. Poeta menor si se le compara eon los grandes de todas las épo- cas. Mas por esta medida todos nuestros poetas son menores. La expresion es, por tanto, vaga. Es aplicable a Bello y a Pérez Bo- nalde, grandes dentro de la re- latividad de nuestras cubicacio- nes. “Se da el caso curioso de que en mi propio pais me nie- gan como poeta criticos preve- nidos u hombres ingenuos que aplauden a mis imitadores”, ob- servO él muy acertadamente. Como ‘novelista no calza los mas altos puntos, pero aun asi figura entre los mejores del pais, “El Hombre de Hierro” y “La Mitra en la Mano” constitu- yen sus dos mejores novelas, Ninguna obra como la primera para revivir costumbres de Cara- eas durante la alborada del pre- sente siglo. Las temporadas de Macuto, el viaje por tren de la capital a La Guaira y las esce- nas del fuerte sismo de 1900 con- figuran una de las mas vivas atracciones de esta novela. “El Hombre de Hierro” esta fechado en la carcel de Ciudad Bolivar, 1905. En “Camino de Imperfec- < cién”, (1907-1914), anota el au- tor: “El Hombre de Hierro” ha salido a correr fortuna. En Ma- cuto es el libro de moda. Na- turalmente: no hay otro. Las mujeres, sobre todo las jévenes, aunque lo leyeran, no lo dirian; pero entre los hombres muchos andan con su “Hombre de Hie- rro” en la mano. Ayer sorpren- di a un setentén que le decia a una séfora, con gravedad, refi- riéndose a mi obra: “La pintura de Macuto m0 me parece exac- ta”. Como la mayoria de las nove- las, “El Hombre de Hierro” gira en torno al adulterio. Los prcta- gonistas se mueven y hablan con realidad., Entre los personajes secundarios hay algunas carica- furas. De cuando en cuando se menciona en los didlogos a per- sonas conocidas, y para entonces en plena figuracién, tales como Pedro Emilio Coll y Gil Fortoul, Estaba escrito que los campos reservados al mayor despliegue del talento de Blanco Fombona serian los de la critica litera- ria y la historia. En ambos Iégra su pluma la mayor autenticidad y el brillo mas uniforme. Al volver a su tierra, con mo- tivo del fallecimiento de Juan Vicente Gomez, y después de veinticinco afios de ausencia, Don Rufino, como la generalidad empez6 a Ilamarlo, sufrié las de- cepciones inherentes a casi todos los regresos. Los gustos litera- rios habian cambiado durante el prolongado lapso, y en las opi- niones politicas, en el modo de apreciar la vida publica y sus problemas, los virajes sobreveni- los virajes sobrevenidos resul- dos resultaban desconcertantes pa ra el recién llegado. El tiempo, en fin, habia destruido y construido afanosamente, segin su costum- bre. Ni la obra del escritor, ni sus ideas ni su personalidad en- contraban la aceptacion que era de esperarse. Afiddase que su participacién activa en el Gobierno del pais trajo la normal secuela de acem bas criticas con mengua de su prestigio. Mas ello no fue sino uno de esos eclipses parciales en la his toria de los hombres de pro. Lg reflexién suprime luego los co matos de injusticia, y la balanza marca nuevamente el peso inab terable del mérito. DOMINGO 14 DE OCTUBRE DE 1956- HEMISFERIO n Bagine 2 3 ’k

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