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| j LA APARECIDA r APARECIDA DO NORTE es una poblacion brasileha que sur- gid de un milagro. Relata la his- toria que en 1717 el Conde de Assumar, de Portugal, viajaba de Sao Paulo a Minas Gerais y tuvo que pernoctar en la aldea, de Guaratinguetaé, en la margen del Rio Paraiba, a unos 200 ki- l6metros al nordeste de la capital actual del Estado de Sao Pau- lo. A todos los pescadores de la zona se les pidiéd que.tJlevaran pescado en abundancia para la dla ale aa ales hada la la ialeiadntabaialods | * *Reproducido por cortesia de¥ * ‘Américens”, revista de la Uniony %* Panamericana que se edita en¥ x ingles, espanol y pertugués. * ‘ ¥* HAAN AALAADA AAA AAA AAAI mesa del Conde. Tres de ellos — Joao Alves, Domingo Garcia y Felipe Pedroso — que habian na- vegado rio abajo unos dieciséis kilometros sin coger uno solo, empezaban a descorazonarse cuando de pronto sintieron que algo pesado caia en la red. Era la descabezada efigie de barro de.un santo. Mas adelante, cuan- do la red les trajo la cabeza de la imagen, vieron que se trata- ba de una estatua de Nuestra Senora. Después de esto, sus re- “dadas fueron tan abundantes que Yas fragiles canoas casi se vuel- an con el peso. Felipe Pedroso se llevé la ima- gen a su casa. Un milagro si- guid a otro. Veintiocho afos des- pués, en la ribera opuesta al lu- gar donde la habian encontrado, él y sus dos compafieros funda- ron la ciudad de Aparecida — nombre muy popular ahora — en honor a la imagen. Enclavada en los farallones de Ia cuenca del Paraiba, a unos seiscientos metros sobre el nivel del mar, Aparecida ha liegado a ser una poblacién de diez mil al- mas y es escala regular ferrovia- ria de la ruta Sao Paulo-Rio, adonde también se puede llegar en Omnibus. Se la conoce me- jor por dos famosos santuarios: la pequena capilla en el lugar del hallazgo y la Basilica, mas re- ciente, en la ciispide mas alta, ‘donde se encuentra hoy la ima- gen. A esta iglesia acuden fieles de todo el Brasil y hasta de paises vecinos para admirar a la t milagrosa Madona que hoy se considera como la santa patrona ’ del pais. Algunos suben hasta alli de rodillas, ya sea para pe- dir una merced 0 como mueés- tra de gratitud por un favor re- ‘ gibido. El ornamentado altar de ‘Ja Virgen ostenta numerosos re- ‘ galos de valor y retratos de los ‘ que han merecido su gracia. Co- mo ofrendas votivas, hay centena res de muletas, bastones, brazos y piernas artificiales dejados por ‘ impedidos y paraliticos que Lle- ‘ garon a orar y luego se fueron ‘ eaminando bien sin ayuda algu- na. ‘ La afluencia constante de ro- meros atesta los cuarenta hote- les y pensiones de la ciudad has- ta el punto de que durante festi- vidades religiosas algunos visitan tes tienen que dormir en las ace- Tas. oLs buhoneros y fotégrafos de Aparecida hacen también un ‘ floreciente negocio el afio ente- ' yo, porque todo visitante desea ‘ Hlevar a su casa un retrato y una ’ medalla, rosario o copia de la | adorada imagen. — B. S, M. La Casa de los Milagros, cerca de la Basilica, esta llena de exvotos en testimonio de curas portentosas, ~ ads eo Ms ED a. Coe Pe ity BASSE El poder curativo de la Madona atrajo esta camionada é romeros, Vista de Aparecida do Norte, meca de peregrinaciones, sobre el rio Paratha del Estado de Sao Paulo, Brasil, Los devotos llegan de cerca y de lejos a pedir favores a la Virgen, BEMINGS, 9 DE MA EMISFERIO . PAG. 3 tee SA ES Raa ODIO re (ig eee eee RZO DE 1958 eas