Diario las Américas Newspaper, December 8, 1957, Page 19

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venil? han dedicado afios y afios a la in vestigacién no han podido ofre- eer conclusiones definitivas, mu- cho menos puedo hacerlo yo. Si- quiera una referencia autorizada pobre la delincuencia en mi pro- pio pais, Panama, seria ya una contribucién: Pero sélo puedo senalar unas pocas circunstan- cias, algunas peculiares a Pana- ma, que merecen estudio: la ten sién causada por el funciona- miento del Canal en un pais pe queno y de retrasado desarrollo economico; la agricultura en pa- hales y su secuela de migracién de los habitantes rurales hacia las ciudades que agrava la cali- dad portuaria internacional de las ciudades de Panama y Colén; la desorganizacién de la familia en crecido numero de nuestro pueblo, ya sea por razdnes eco- némicas o de orden moral; el vicio comercializado que trata de invadir todos los sectores so- ciales; los delitos de los llama- dos criminales de cuello blan- co; las secciones de viviendas sérdidas y las barriadas caren- tes de todo requisito sanitario. Pero aunque no sé realmen- te por qué un joven transgresor ha comparecido ante mi, ni tam- Poco puedo leer en su interior, si sé que debo hacer algo. Ten- g0 a mi disposicién ciertos arbi- trios y escojo uno que a veces da resultado. El joven X, que golpeé salva- jemente a su madrina, pasé un ano bajo tratamiento en el Cen- tro de Observacién del Tribunal de Menores, Por gestiones de las autoridades de la secta a que pertenece fue trasladado des- pués a una escuela religiosa en Costa Rica. Salié de alli a los nueve meses y se reincorporé en Panama a su antigua escuela. se- cundaria, donde obtuvo*su di- ploma. Hoy desempefia una posi cién responsable como contador en una empresa oficiai, Y, el campesino, fue senten- ciado a internamiento indefini- do. Si se cumpliera la Ley Or- ganica del Tribunal Tutelar de Menores, este joven habria sido enviado a una Escuela de Adies- tramiento para Menores Delin- cuentes, pero dicha institucién no ha sido creada todavia. A falta de ella (se estan dando pa- sos para incluir su establecimien to en el presupuesto de 1958, pe- ro por ahora sdlo conatmos con el Centro de Observacién para los que requieren tratamiento institucional prolongado), fue enviado a nuestra granja “Nue- vos Horizontes’. Hoy est&é en la Carcel Modelo, ya que por su edad—dieciocho afos— y ~ sus serias faltas disciplinarias no se le ha permitido continuar en nuestra institucion, que es de ‘vitar que estos nifios tomen Ja senda | crimen, No se ha encontrado una explicacion para la delincuencia juvenil. Los barrios bajos la promueven, pero no Ja causan necesariament. minima seguridad. No obstante, continua -bajo la vigilancia . del Tribunal y en contacto con -el trabajador social encargado del easo. H y J estén internos en la es- cuela del Tribunal. EJ] menor es el mas aprovechado; el mayor ha tratado de evadirse varias veces. Por la familia poco ha podide hacer. el Tribunal, salvo conse- guirle la racién que la organiza- cion CARE proporciona a_ os pobres en Panama. Encontrarle trabajo. es algo dificil en una eiudad como Colén que “se mue- re sola” debido a su prolongada erisis econédmica desde la ultima guerra, Se nos presentan dema- siados casos y el personal es in- suficiente para nuestro trabajo de prevenir la delincuencia y re- habilitar familias enteras, lo cual parece ser también una ca- lamidad en muchos otros paises de este Continente. Como para subrayar el abandono en que se ha dejado a la familia de H y J, ya tenemos un hermano ma- yor como pupilo del Tribunal por delito similar. iEsta delincuencia se diferen- cia esencialmente del crimen de Jos adultos? gPodemos separar en cada caso las distintas causas contribuyentes? Existe algun denominador comun entre to- dos ellos? Mientras no dilucide- mos todas estas dudas el proble- ma seguiré vigente. éQué.se debe hacer mientras tanto? A pesar de la aceptacioén general en teoria, como la fe en tribunales de menores y en una filosofia tutelar que va abriéndo- se paso por encima de las mons- truosidades de los cédigos pena- les, las practicas actuales son tan deficientes que las resolucio nes de innumerables congresos del niio y conferencias sobre delincuencia juvenil no son mas que deseos piadosos y manifes- faciones romanticas. Si los go- biernos, los sectores civicos y Jas comunidades todas hicieran Jos esfuerzos necesarios, todos Jos paises de América tendrian tribunales de menores —algunos atin carecen de ellos— dirigidos por jueces seleccionados por sus eualidades especiales y por su preparacién legal, sociolégica y sicolégica, para tratar no sdlo Jos casos de delincuencia sino los de abandono, maltrato, con- tribucién a la delincuencia, ete. Para inspirar confianza, debe rian prescindir de las formalida- des de un juicio; para averiguar no tanto qué hizo el muchacho sino por qué cometié el delito, deberian contar con departamen tos de servicio social, con sufi- cientes trabajadores sociales, si- cdlogos, médicos y_ siquiatras idéneos. Los menores que requie ran internamiento se enviaran a instituciones especiales de re- habilitacién, no de castigo; y co- mo el ambiente institucional es de por si deprimente, deberia en lo posible semejar un hogar, has ta en la arquitectura. Clinicas de orientacién, visi- tadoras sociales de las escuelas, organizaciones’ juveniles para la formacién del caracter y un sis- tema bien organizado de hoga- res sustitutos serian indispensa- bles en la practica sana del tra- tamiento de la delincuencia, siem pre que sea posible mediante la libertad vigilada. Pero aun cuando ya_ existe wna nutrida red de instituciones asistenciales del nifio —como en Uruguay, Argentina, Chile, Bra- sil y México —esto no basta, Tan necesaria, y aun mas, es la prevencién. El seminario de la ONU sobre la prevencién del delito, ya men- cionado, consideré que hay dos elases de programas preventivos, Los nihos que crecen.en Ja calle ‘a Jos directos y los indirectos. La atencién publica se ha enfocade en los indirectos, ya que se ha estimado que todo lo que pro- mueve el bienestar social, mejo- re las condiciones de vida y eli- mine las causas de friccién so- cial automaticamente influye en Ja disminucién de] delito. Esto se considera incierto y por eso— . sin menospreciar los programas de mejoramiento comunal, me- diante viviendas baratas, sala- rios mas altos, mayor numero de escuelas e instituciones de asis- tencia— se recomiendan con mas empeno los métodos direc- tos. Entre éstos figuran los es- fuerzos por descubrir a los pre- dad, dicen algunas autoridades, delincuentes para orientarlos ha cia’ una conducta normal, los programas que tienden a resocia lizar al ofensor que ha caido una vez, sobre todo la investigacién de las’ causas fundamentales de} crimen. La eliminacién de lu delin. cuencia juvenil no es labor de un dia ni de una persona e gru- po ni tampoco se basa en senti- mentalismos. Es una larga y di- ficil tarea que debe enfocarse de manera estrictamente cientifica con Ja colaboracién de todos los ciudadanos de espiritu abierto y tenaz, de gobiernos y de institu- ciones privadas. FIN menudo delinquen, pero sélo los que tienen defectos en la personalh oh ;

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