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. El Suplemento HEMISFERIO de Diario Las Américas ofrece hoy dos paginas de cardcter humoristico para recreo mental de sus muchos lectores, las cuales estan a cargo del dgil periodista y antiguo colaborador nuestro, Mario Nu- fiez de la Vega. En cada numero de HEMISFERIO, Diario Las Américas ofrecerd estas dos paginas, para llevar al animo de todos un mensaje de humor, algo que haga olvidar los duros afa- nes de la vida y para que, entre la risa que la broma esti- mula, transcurran momentos amables, momentos que nos alejen de las preocupaciones y de los problemas que a ve- ces hacen algo amarga la existencia, BARMAID ae AIEEE A Mario Nunez de Ia Vega, caricaturista, escritor de fibra, humorista por los cuatro costados, reinicid sus colaboracio- nes para DIARIO LAS AMERICAS. A su cargo se encuen- tran, en este suplemento, dos: paginas de fino humor, que destacan su “Rincon Hintelectual” y su version del Con- quistador de Las Galias, Julio César. Nuestra cordial bien- venida al chispeante amigo y compaiero. VAAAAANAAAAIAIA IAI SI AI SIA AS SISIS SASS AS SSSA SSA SASSI III IAS PENSAMIENTOS El alma que sabe sufrir es mas fuerte que aquella que sdlo conoce el goce.—S, SHEPARD. El anciano que consagré lo mejor de su vida, con loable desinterés a una obra social, patridtica, filantrépica, cien- tifica 0 literaria, es slo objeto de reverencia y respetos.— S. RAMON Y CAJAL. El que ora y trabaja, eleva su corazén a Dios con las manos.—_SAN BERNARDO. BIDIDIDISIDID pb DD RE ED DDD E DEB Ppp ppb bbb ti ANECDOTARIO Balzac se jactaba de ser muy ducho en grafologia. - Cierto dia, una dama le visit6, rogandole examinara la tarea de un joven escolar de doce aiios, y le diera su opinion sobre el porvenir del mismo. : Balzac estudié el escrito con cuidado. —Seflora—dijo gravemente— jes usted la madre de este nifio?... —Entonces podré hablar sin temor de entristecerla. A mi juicio, y estoy segurisimo de lo que digo, este nifio es de mente obtusa y nunca sera nada. Al oir estas palabras, la dama estallé en una sonora @arcajada. —Sefiora—dijo el grafélogo un tanto picado—jno veo por qué mi opinion puede provocarle tan grande alegria! —Si, sefor Balzac, porque estas famosas tareas escola- res no son sino sus cuadernos de infancia, que vinieron a arar a mis manos por la mayor de las casualidades. } PAG, 3 COLABORACIONES | Nuestro Amor Y Nostalgia Mensaye UN SERVICIO MAS A NUESTROS LECTORES Fue Edgar Allen Poe el ge- nio mas romatico y extraordi- nario de cuantos han escrito un soneto o tejido la trama de un argumento. En los anales de la literatura americana dejé- graba- das sus huellas de coloso enfer- mo de melancolia. Sin embargo y por extraho que parezca, Poe fue expulsado de la universidad de Virginia por incorregible beo- do y jugador; y andando el tiem- po también lo echaron de la Academia Militar de West Point, por refractario a los reglamen- tos militares y por su agficién a pasarse las horas componiendo versos en lugar de estar en el campo de instruccién aprendien- do el manejo de las armas. Huérfano - desde muy tempra- na edad, adopté a Poe un rico comerciante en tabaco, pero al fin, hasta el referido comercian- te perdid Ja paciencia con su hijo adoptivo y después de pro- pinarle una soberana paliza, lo echo a la calle desheredandolo y negandose a dejarle un solo dolar en su testamento. La vida conyugal de Poe cons- tituye uno de los idilios mas im- presionantes en la vida de la li- teratura. CasOdse con una prima hermana de nombre Virginia Clem. Por entonces no disponia de un céntimo. En realidad nun- ca tuvo dinero ni se empend jathas en conseguirlo. Bebia al- cohol puro. Su tinica hermana se habia vuelto loca y decia la gen- te que tampoco éI andaba muy lejos de ser un orate. Le llevaba a su esposa el doble de la edad, pues en tanto Poe contaba vein- tiséis afios al casarse, su mujer apenas si habia cumplido los tre- ce. De acuerdo con lo que gene- ralmente se tiene como cosa 16- gica y normal, aquel matrimo- nio debié haber terminado en desastre, esto es; pronto y mal. Mas, ocurrié todo lo contrario: la vida conyugal del poeta resul- t6 todo un éxito, tan rotundo como romantico. Poe idolatraba @ su esposa-nifia, y en su amor imperecedero por Virginia se ins- piré para escribir sus versos, los mas ricos y delicados que se ha- . yan escrito jamas en lengua in- glesa. Edgar Allen Poe escribié no- velas y compuso versos Ilamados a ser la gloria y honor de la li- teratura y considerados como le- gitimos tesoros de la lengua, no obtante lo cual, jamas pudo ven- der una sola de sus inmortales obras maestras por una cantidad que le permitiera adquirir el sus- tento diario. Por ejemplo, el que se ha hecho inmortal: aa en la Vida y Obra de Edgar A. Poe Por DALE CARNEGIE © “Y aun el Cuervo, inmovil, calla, quieto se halla, mudo se halla. En tu busto, oh, Plas palida que en mi puerta fija estas; Y en sus ojos, torvo abismo, suena, suena el Diablo mismo, Y mi lumbre arroja al suelo su ancha sompra pertinaz. Y mi alma, de esa sombra que alli- tiembla pertinaz, No ha de alzarse, jnunca mas! Entre escribir, corregir y vol- ver a escribirlo de nuevo, tardé diez afios en poner punto final a “El Cuervo” y, sin embargo, sé- lo le dieron por el poema, diez délares, es decir, uno por cada aho que habia costado al autor escribirlo: A John Barrymore, en Holly- wood, solian pagarle algo mas que eso por un minuto de ac- tuacién para la pantalla. A lo que se ve, rinde mas y mejor el cinematografo -que la poesia. Como queda dicho, a Poe le pagaron diez ddélares por “El Cuervo”; pero a la vuelta de los aos, el manuscrito llegé a venderse por varios centenares de miles de la misma moneda. iEn raz6n de qué nuestros ge- nios han de padecer hambre en la vida si luego, después de muer- tos, los originales de sus obras se venden a precios fabulosos? Rio arriba del Gran Concour- se, estado de New York, se al- za la choza donde vivieron el ° poeta y su amada Virginia. Cuan- do Poe volvié a visitar el lugar, hace de ello cerca de cien afos, \ se encontré con que la modes- tisima vivienda se estaba cayen- do a pedazos. Actualmente, el sitio se halla circundado de ca- sas de departamentos; pero por aquella época estaba a pleno cam- po, en medio de florideos manza- nares, y cuando la primavera co- menzaba a asomar por el sur, perfumabase el aire con fragan- cias de lilas y cerezos, en tanto miles de abejas zumbaban rumo- rosas en busca de los virgenes capullos. Lugar de belleza y en- suenho era aquel rincoén donde el poeta vivia su amor. Alquilaba Poe aquella choza por tres délares al-«mes, pero ca- recia hasta de dicha misera can- tidad. La mas de las veces, no tenia con qué pagar el alquiler. . Su esposa cayo victima de la tuberculosis y no habia en la casa Jo suficiente para alimentarla co- mo requeria su estado. En ocasio- nes, pasaban dias sin probar bo- cado. Al. florecer las amapolas, arrancaba los brotes para co- merlos hervidos. Asi que los vecinos llegaron a enterarse de la extrema miseria en que vivia la enamorada pare- ja, comenzaron a llegarles cestas cargadas de comestibles. Triste cuadro era aquel, pero el poeta tenia el supremo don de saber cantar y su mujer el de saber amar, y es asi como eran dicho- sos en medio de su franciscana pobreza. En aquella humilde choza ex- piré Virginia hace muchos afios y muchos meses antes de morir, se pas6é postrada en un colchén de paja, sin cobijas suficientes para defenderse del frio. Cada vez que la enferma sentia las ex- tremidades ateridas, su madre le frotaba las. manos, en tanto el esposo hacia lo mismo con los: pies. Poe solia echar sobre el ti- ritante cuerpo de la amada el viejo capote militar que habia usado en West Point y por las noches, se ingeniaba para con- seguir que el gato durmiera a los pies de su esposa. Al morir Virginia no tenia el poeta dinero para costear el en- tierro y de no haber sido por la generosidad de un vecino, el cuerpo de la pobre mujer hubie- ra ido a parar a la fosa comin, Hace afios, el gobierno del es- tado de Nueva York adquirié en propiedad aquella choza para ha- cer en ella un santuario. Para mi, la humilde vivienda sigue siendo un lugar de ensuefio, envuelta en recuerdos melancélicos y tristes, y cada vez que por alli paso, me cuesta mucho alejarme del lugar. Virginia fallecié en un mes de enero. Pasaron los dias, retore no la primavera, volvieron a aso- mar los palidos reflejos sobre ' los manzanos en flor y a titie “lar las estrellas sobre el limpir do firmamento de occidente. . . | y Poe seguia sofiando con su ido. Jatrada Virginia, enfermo de in- finita nostalgia por su ausencia eterna. En aquella nostalgia sin remedio se inspir6é para escri-e bir el mas hermoso y sentido tributo que esposo alguno haya rendido a su mujer: “Pues la luna ascendente, dub cemente, - traeme ensuefios de Annabel { Lee; | como estrellas tranquilas las pw pilas | Me sonrien de Annabel Lee. Y reposa en la noche embe- Necida con mi siempre querida, con- mi vida: con mi esposa radiante Annabel Lee; . en la tumba, ante el mar, de Annabel Lee. i EL ROJO DE PICASSO - Entre los muchos beneficios - que el sacrificio de Hungria ha reportado a Occidente, estan no solo el haber demostrado la im- posibilidad de la convivencia y el haber probado una vez mas Ja realidad terrorista del mar- xismo, incapacitado para asimi- lar pacificamente pueblos y hom- bres, sino, ademas, el haber sa- cudido y hecho reaccionar de momento a ese grupo de intelec- tuales y comsagrados que, celo- sos de su fama mas que de la verdad y arrastrados por la moda como barquichuelos en mar pro- celoso, habian vividu hasta la fecha en intrascendente equili- brio de cuerda floja, coquetean- do con tirios y troyanos, aten- tos sdlo a medir la grandeza por el numero de aplausos y a pa- sar la vida cOmoda y sin compli- caciones. Gracias a Hungrfa, en efecot, hemos presenciado ultimamente Ja desbandada que -entre artis- tas y pemsadores simpatizantes del comunismo, ha comenzado a registrarse. Jean Patil Sartre, el primero, se ha separado del Ins- tituto Francosoviético y ha lan- zado una requisitoria a Mosct por los crimenes de Budapest, que tiene mas de vportunismo que de sustancia. Le ha seguido el Premio Nobel y catélico Fran- cois Mauriac, cuya presencia en los érganos culturales de expan- HEMISFERIO — Por Mario Ancona Ponce sidn soviética nunca hemos lo- grado entender, asi como nume- rosos intelectuales de todas par- tes, horrorizados de ver las garras del oso ensangrentadas y conver- tidos, por la instanténea repulsa popular al genocidio rojo, en ins- tantaneos y tonantes antimar- xistas, -El nico que hasta la fecha no ha salido corriendo es Picasso. Firme em su complicidad con el Kremlin y aferrado a su cuota del Partido Comunista Francés como a las barbas del angel de la fama, ha resistido cuantas su- gerencias se le han hecho en tal sentido, la Ultima de las cuales es una carta de James Lord que publica la prensa francesa, en la que el escritor norteamerica- no hace historia de la actuacion politica del pintor espafiol y, de- jando traslucir el poco aprecio que de fas convicciones parecen tener tales artistas, le dice signi- ficativamente entre otras cosas: “Este. gesto te costaria, todo lo mas, el fastidio de reconocer que te habias equivocado. Pero a otros ha costa la vida. No sabemos, leyendo tales ar- gumentos, hasta qué punto sera ° sincero y definitivo el rompi- miento de semejantes intelectua- les con el comunismo. Pues a lo mejor, pasada la crisis, bastar&é con unos cuantos elogios adqui- rir uma o dos ediciones, encar | gar un mural o prodigar unos aplausos al otro lado del telon de acero, para que los hoy his- triénicos fiscales del pincel, la pluma, el pentagrama o el cin- cel canten la palinodia, conven- cidos de que, a fin de cuentas, nunca escasearan los sempiter- nos “snobs” dispuestos a ver en su falta de convicciones y en su egoista devocion al proteico dios de la popularidad, senales eviden- tes de genialidad, rasgos de bri- ante inteligencia y chispazos propios de un corazén grande y noble. j Lastima que semejantes talene tos, renunciando a la misién rec- tora que les corresponde al came biar el deber por el aplauso, ! se malgasten en vidas que, por falta de caracter, transcurren en constantes fugas y negaciones. Ofrecen, sin embargo, la venta- ja de que, si en épocas de crisis pueden ser victimas de la inde- cisién, siempre estaran de parte del vencedor, prestos a encume brar sus hazafias y glorificar sus musculos. Sus errores suelen ser, por tanto, mas hijos de la obsesion de popularidad que de Ja perversion. Picasso, en cambio parece ser de los que no retroce- den en la negacién, aun cuan- do para seguir pintando palomas de la paz, el rojo de su paleta sea la sangre martir e inocente de Hungria. _ DOMINGO, 9 DE JUNIO DE 1957 _: .