Diario las Américas Newspaper, October 28, 1956, Page 18

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A int NN it sce } { Me parece que Ja gente est& ya bastante desorientada y com- fundida con tanta historia de platillos voladores, de monstruos siderales y de cosas por el esti- lo, con el resultado de que algu- nos no creen nada, otros estan asustados, y la mayoria, sin po- der analizar las cosas, decidié tomar a broma todo esto de Mar- te y los marcianos. También yo me reia. Pero ahora, por mi ex- periencia del jueves pasado no me atrevo a tomar la cosa a bro- ma. Fue el jueves por Ja tarde. Cuando llegué a casa, un poco después de las seis, mi hijo ma- yor, que es ua muchacho, me di- jo que un senor me estaba es- perando en el porche de atras. —iQuién es? — Je pregunté. —No sé. No le conozco. Un tipo medio raro. Debe ser mar- ejano. —Y volvié a sumergir su atencién en la lectura de una de esas publicaciones infantiles Yienas de colorines y de fanta- sias que relatan historietas ab- surdas, como si me hubiera di- cho una cosa natural. Como vivo lejos, mas alla de Las Cumbres, las visitas en mi casa son muy poco frecuentes. Pero ésta, que me anunciaba el chico, parecia mas extrana aun. Desde luego, podia ser un co- brador; un cliente de la oficina que queria tratar algun asunto urgente. Podia ser también. . . —Buenas tardes, — dije. El hombre se puso de pie. Nor- mal la estatura; una guayabera clara y facciones sin rasgo eX- cepcional alguno. Sélo me pare- cid, por un momento, que el ros- tro y las manos tenjan una pali- dez muy acentuada; pero mi mu- jer quiso colocar en casa esas Juces fluorescente, que ya esta- ban encendidas, y atribui el fe- nomeno a la iluminacion. —Buenas tardes. Perdone que, Je moleste; pero no he visto por aqui minguna otra casa... . No sé si usted podria proporcionar- me un poco de gasolina. El acento catalan de mi visi- tante era muy marcado y creo que me sonrei algo al advertir- lo y recordar lo que mi hijo me habia dicho. —jGasolina. ... ? No creo que tenga mas que la del tan- que. Lo siento mucho, pero. . . EQué cantidad necesita usted?. .. zTiene por aqui su auto... .? Tal vez podria cederle un galén, © algo asi... . La peticién me sorprendié al- go, porque no habia visto ca- rro alguno cerca de mi casa; pe- ro em seguida pensé que pudo haberse quedado parado por fal- ta de combustible mas alla de la curva de la caretera. El des- vanecimiento del misterio me de- silusionéd un pocd y traté de re cordar donde tendria ese peque- fio trozo de manguera destinado a trasegar la gasolina, con el que siempre tropezamos y que nunca sabemos donde esta cuan- do hace falta. —Muy poca. Necesito muy po- ca. Una media botella nada mas. . Es suficiente. © —jEs para el catburador, en- tonces? En ese caso... - El hombre me detuvo com un gesto cuando iba a dirigirme al garage. —No sé si debo decirle. ... No es para el carburador, preci samente. También necesitaria al- gunos fdsforos. Me senti alarmado con un te- mor vago y difuso y me detuve frente a una serie de sospechas que no podia concretarse. Un loco. . .. un incendiario. ... Un asesino quiza, que pretendia porrar las huellas de algun cri- men. . . . Va uno tanto al cine y pasan tantas cosas ultimamen- te, que no puede sorprender a nadie que la imaginacién me mortificdra. Pero adverti en mi visitante un gesto desolado por mi vacilacién, y me tranquilicé. — Gasolina y fésforos. ... ? iQuiere usted decirme para qué? ~—Perdone, senor. Me doy cuenta de sus dudas y compren- do su intranquilidad muy bier. Pero es que... estoy... esta-_ mos en dificaltades aqui cerca. E) rotor se ha enfriado y es pre- ciso calentarlo para que arran- que de nuevo. Por eso le digo, que, con un poco de gasolina. ... —iE! rotor... .? El carbure- dor, querré usted decir. Pero, BO! 3 iNo sabe usted que... . ? —Le ruego que me disculpe. No quisiera causarle ninguna preocupacion, ni molestias. Por eso no le he dicho que. . . . Pero se ‘trata del rotor; del rotor dinamico, que por una equivoca- cién del conductor se ha en- friado mucho. Nunca habia pa- sado esto, y si usted no nos ayuda, tal vez alguien Iegue a descubrir la presencia de nues- tro aparato’ y crearse una alar- ma injustificada. Lo que desea- mos es poder marchar pronto. . . Recuerdo bien que en ese mo- mento no traté de decir algo y que no puede. La garaganta se me secé de un modo tan brusco como inexplicable y el terror me doblé Jas rodillas. Tuve que sentarme, aunque mi visitante habia continuado en pie. Fue él quien siguid hablando con su voz gutural y acento catalan mien- tras yo pensaba en mis hijos, en mi familia, en lo hermosa que es Ja vida y en que estaba delante de un chiflado, 0 de... . lo que me habia dicho mi muchacho. También tuve unos instantes pa- ra implorar al Creador que mi mujer no regresara com las ni- fias y el pequefo hasta que todo pasara. ... si pasaba. CUENTO trariamente con unas rayas de colores que pintan en los ma- pas y a las que les dan tanta importancia que, a veces, hasta se matan por cambiarlas o por- que no se cambien, cosa para nosotros incomprensible. Tal vez se molestarian también si alguien se expresara mal de América, por ejemplo. Pero si oyen decir eosas del mundo; de la tierra, se’ quedan indiferentes. Son mu- chos siglos de insolidaridad y, claro, no estan preparados toda- via para conceptos que les pa- recen extranos, aunque son ele- mentales. Espero, .sin embargo, que pronto aprenderan con nues- tra ayuda. —jDe dénde es usted? De qué sitio?—pregunté un poco irrita- do por aquel tomo de sermon. —Yo soy. Pero el nombre no le diraé nada. Ningun nombre dice nada si la imaginacion, o la memoria, no le dan un conteni- do. El mio, tampoco. Es una ci- fra nada mas. Es un numero de llamada, como si dijéramos el de un teléfono. Debe comprender... —Si. jEso es... en Marte... .? —Creo que asi le Ilaman uste- des. Para nosotros es. . Arkadius, —Es un nombre bastante bo- nito. Suena bien. Y significa tie- rra feliz. ,No es eso? Mitoldgi- camente, .. —Bueno. :¥ a qué quieren ve- nir, si esto esta tan malo? —Me satisface que siga usted sintiéndose algo solidario de los demas individuos que comparten RENATO OZORES * Autor con usted este planeta. Queremos venir, porque aqui hay cosas uti- les y aprovechables que ustedes MARCIANO —Me parece que no tengo mas remedio que decirle la verdad. Nos quedamos detenidos ahi cerca, en un campo. vacio. El mecanico, como le dije, cometid un pequefo error. Nuestro apara- to, al descender, tropez6 con una roca; hubo una sacudida algo vio- lenta, y el termostato se desni- vel6é. Cuando los indices oscila- ron, el conductor pensé que la temperatura era demasiado alta para aqui y por no proyocar un incendio, la hizo descender. Pero no tuvo en cuenta que los mar- cadores. . . . .los termémetros, no estaban bien regulados debi- do a la colisién, y el rotor se apagé. Y como es un modelo F.7 es preciso calentarlo ahora. Si no, nuestro combustible no pue- de actuar en los tubos por falta de evaporacion. Por eso..... Poco a poco, empecé a sentir- me mas calmado. Ya pude tra- gar saliva y respirar el aire que necesitaba. Pero, sobre todo, fue el gesto amistoso de mi visitan- te, su actitud cordial, lo que me tranquilizé hasta considerar co- mo algo ldgico lo que estaba escuchando. Por eso me atrevi a hacer varias preguntas. —Tal vez no entiendo bien todo eso que used me dice. Si tuviera la bondad de aclararme algunas cosas... . {De qué apa- rato me habla? ;Donde esta? ;De donde vienen ustedes? ,Cuantos BONS. ahs, Mi visitante se senté y se echd hacia atras en la silla con evi- dente aire satisfecho. —Me alegra mucho que se~ sienta usted dispuesto a enterar- se de las cosas. Temi que usted se asustara; que no pudiera com- prender. . , . Ahora, todo sera facil. = Facil . 2 —jPor qué no? Todo lo que ocurre, tiene siempre una expli- eacion. Y usted puede compren- derla. Parece bastante inteligen- te para ser de aqui. Mi patriotismo se sintié vio- Jentamente herido con la groseria y me dispuse a protestar con un largo alegato en defensa de lo pamameno, pero no tuve tiempo. E) visitante siguid hablando. —Perdone. . . . No quise de- cirle aqui, precisamente, de su pais, sino de aqui, de la tierra; del mundo, como le Ilaman us- tedes vanidosamente a este pe- dacito de material a esta par- ticula que flota en el espacio, y cuyas dimensiones son ridiculas. No. No se sienta lastitnado, aun- que yo sé que no va a molestar- se por ésto. Ustedes se ofenden unicamente si se dice algo des- pectivo de porciones geografi- cas mas pequeiias, divididas arbi- Por Renato Ozores —Creo que si. Desde luego, no- sotros nos sentimos alli muy sa- tisfechos. Lo de Marte suena bien también. ;Quién lo inven- t6? Y ya que usted ha mencio- nado algo de la Mitologia, re- cuerde el significado de. ... Marte... . + —jEs que vienen Uds. en plan de guerra? ,No cree usted que ya tenemos bastante con las ame- nazas que hemos fabricado aqui nosotros mismos?. . . —Veo que ya habla usted con Ja amplitud debida al referise a nosotros, porque ahi incluye se- guramente a todos los habitantes de la tierra. ‘ —jPor qué no van a la luna? — insisti —. —La luna... .Qué tonteria. A ‘Ja luna la han puesto imposible los poetas de ustedes con tantas odas y tantas baladas, hinchan- dola de literatura. ~A qué va- mos a ir alla? La luna es un ca- daver, desolado y frio, para el que no se encuentra sepultura. Podiamos haberlo destruido ya, reduciéndolo a polvo cdsmico; pero a nosotros mo nos estorba y a ustedes les-gusta mucho. Les hace falta, ademas, para~al- gunos escritores, para las mareas y para justificar algunos tipos de locura. —Veo que saben mucho de nosotros. ;Desde cuando andan por aqui? ,Qué quieren y qué buscan? —jPor qué hace tantas pre- guntas a la vez? Trate de ser ordenado y voy a contestarle. Sabemos, en efecto, varias co- sas. Pero. no todas las que nos interesan. Por eso seguimos vi- niemdo, recogiendo datos, obser- vando. Empezamos a venir hace algunos anos; después que ter- minaron la guerra pasada. Era un pleito feo en el que no que- riamos intervenir. Ahora preten- demos, simplemente, mandar aqui algunas unidades. .. . —jAqui, a Panama? ' —Tal vez... . A cualquier parte. . . Las condiciones de to- dos los paises; de eso que uste- _ des llaman paises, son mas 0 me- nos iguales, porque las gentes de ustedes tienen todas los mismos defectos. Por un lado, hombres descontentos, enfermos, tristes, pobres. . . . prisioneros, carce- les. . . hospitales. . . manicomios, cementerios. . . y hombres tam- _ bién, Erupos pequefios, que lo tienen todo. Poder. riquezas. ... Pero tampoco son felices. Viven inquietos, preocupados por in- trigas constantes, en zozobra per-: ~ manente, . © aburridos, sin saber qué hacer con lo que tie- nen, En todas partes, le digo, es lo mismo. desperdician, © que empleam mal. —Van a venir a robar, en otras palabras. —Nada de eso. Vamos a ve- nir como refugiados, si usted quiere y ademas _ procurando adoptar un aspecto que no les llame mucho la atencion para ir pasando desapercibidos al prin- cipio. —jCémo refugiados? ;Pero,. . cual es el motivo? jPara que? no me lo ha dicho. —Es que usted me interrum- pié lamandonos ladrones. Uste- des se creen duenios de todas las cosas que tiene la tierra, inclu- so de las que no ham descubier- to todavia o no saben utilizar, y eso les ha despertado el egois- mo y otras muchas pasiones ba- jas. Pero, no son duefos de na- da, no lo crea. Usufructuarios nada mas, y por bien poco tiem- po. Ustedes se mueren, se con- vierten en basura pronto y to- do se acabé. Todo queda aqui para otros, que no pueden apren- der nada con la experiencia aje- na, y vuelven a incurrir en los mismos errores. ,No comprende que es verdad ésto que le digo? —iY ustedes. .. ? {Son per- fectos. .. .? No se mueren tam- poco? —Ya_ esta usted” atropellando las preguntas. No somos perfec- tos. . . todavia; pero tratamos de serlo, a diferencia de ustedes. En cuanto a eso de la muerte. . . No. No nos morimos, al menos, en la forma que pasa aqui. —iNo se gastan... .? ,No se deterioran. . .? ~No envejecen. .? —Si. Naturalmente. Pero para eso estan. . . .lds repuestos. Al- go parecido a lo que ustedes ha- cen con los automdéviles y demas artefactos mecanicos. ;Podria us- ted decirme que se muere un automdévil? —Desde luego. .. . en cierto modo. . .. Hay un momento en que... —Hay un momento en que la reparacién les parece imutil © muy costosa; pero todas Jas par- tes de una maquina se pueden ir reponiendo, a medida que se des- gasten, sin que deje de ser Ja misma. —Si, pero eso... —Eso es precisamente lo que hace ja naturaleza con ustedes. Todas las células del organismo se renuevan cada cierto tiempo y eso no significa que la per- sona no sea la misma. Lo que ocurre es que ustedes, apenas ahora empiezan a vislumbrar um poco las posibilidades que ofre- ce eso que llaman injertos de érganos y de tejidos. Pero es dificil- que leguen muy lejos... —Ustedes son aparatos n. mas, por lo que entiendo. No. De ningun modo. Se vivos. jNo lo ve? —Pero.. .jcuanto tiempo ven... . .? Quiero decir. . .jeu to tiempo duran? —Eso del tiempo, no lo * tenderia usted como nosotro: Tememos medidas muy distin‘ Los individuos de la tierra han hecho unos -lios terrih por andar jugando con una rie de conceptos equivoca¢ Nosotros utilizamos lo que driamos llamar. . . ciclos, —Y eso, equivale, mas o | POs, ihe —Pues un ciclo no equiv: en realidad, a una medida. , . da por ustedes, a base de r¢ ciones de la tierra, de la tr lacién eliptica. No estoy m preparado para hacerle e! cal Jo, porque para poder hablar ¢ usted estoy usando la caps 149. Es la del idioma que es mos empleando, pero no la ¢ debia elegir para una conver eién de alta matematica. Si | biera sabido que le intere ban estas cosas... . . —éCapsula? Entonces, ustec No entiendo. . . .;Quiere ex earme eso? iUstedes, no habla —Hablar. . . no. Nos comu camos; eso ‘si; pero hablar, co! hacen ustedes, no hablamos. | hace falta para mada y seria p judicial. Eso de hablar es u etapa superada hace muchos clos, porque para hablar hs falta tener ideas que expres ideas propias. Y como las ide son algo personal y_ subjeti terminan siendo diferentes y | tagonicas y dando lugar a to las perturbaciones que uste sufren. Aparte de que las dist tas ideas dan lugar a los idiom Ya lo ve Ud... Aqui en la tie tantas lenguas, dialectos y n dismos. Tantas ideas encont das... No pueden entender La conversacion se interru pid con la llegada de mi mu: que entraba a servirnos unos sos de-cerveza y unos patacon —Buenas tardes. . . Me dijo muchacho que estabas. aqui ¢ un senor, y les traigo. . . Puesto de pie, hice las pres: taciones ‘en la forma mejor q se me ocurrid. —Aqui. . . mi esposa. . , senor. . . Llorens, de Barcelona: un amigo. —Mucho gusto. —Encantado de conocerla, fora. Al retirarse mi mujer, obs vé con curiosidad lo que ha mi visitante. Debié adivinar pensamiento y se sonrié. —No se sorprenda de que le acepte nada. Otro de los gr: des defectos que ustedes pa cen es que comen con la mis} boca que hablan. El 6érgand -expresién de lo que ustedes | man el pensamiento, a pesar que Ja palabra mas bien sir para disfrazarlo u_ocultarlo, un organo sensual, voraz, q gusta de todos los placere Por eso la verdad padece tar aqui, en la tierra. Para pod conseguir todo aquello que boca codicia, tienen que men casi constantemente. Es lame¢ table. Tantos idiomas, tant ideas. . . y tantas mentiras. ;( mo van a poder entenderse? una lastima, porque tienen us des cosas estupendas. —Ustedes, alla. . .;no come —No. Recuerde que le di que no hablabamos; es decir, q no mentiamos. No necesitam comer; pero nos alimentam que no es lo mismo. Comer, un placer, un vicio, para n chos, mientras que alimentar es una mecesidad. Hay diver: comprimidos. . . . —iCapsulas también? ;Cor lo del idioma. . . ? Expliquer eso, por favor. % —iLo del idioma. . .? Es'm facil, y lo comprendera enseg da. En sucesivas incursiones la tierra, hemos ido recogien por medio de una especie de. receptores de radio. . .millon de palabras que son reflejo emociones, pensamientos y es dos de 4nimo de ustedes. To eso se analiza, se clasifica, condensa en Jaboratorios es ciales y en talleres adecuados, Ta sintesis son unas cdépsul un tanto semejantes a las q ustedes usan en Ja televisién, |

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