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St.) (Continúa de la semana pasada) Era pues necesario obtener su adhesión al Plan de Gua- dalupe, ya que con las dotes geniales de organizador que te- nía, su núcleo revolucionario iba creciendo cada día, toman- do pueblos y derrotando tropas federales sin cesar; pero las dificultades para comunicarse con él fuer;on alargando los días del reconocimiento del Plan de Guadalupe y entretanto Huerta envió grandes contingentes de tropas en contra de Don Venustiano, obligándolo a salir del territorio de Coahui- la e irse en larga y angustiosa peregrinación hasta Sonora, a donde llegó hecho una ruina, pudiendo estrecharle la ma- no al Gral. Obregón en el pueblo de San Blas, el catorce de septiembre de 1913. A poco de esto y ya en Hermosillo, principió a organizar a los de fuera del Estado, porque los de Sonora no necesita- ban nada de eso, ya que perfectamente organizados estaban y triunfantes además. Su primera medida fué tratar de que Villa reconociera el Plan de Guadalupe para controlarlo, pues llegaban noticias terribles de sus movimientos, sembrando te- rror por los pueblos donde pasaba; a la vez que se sabía que sus fuerzas iban en asombroso crecimiento. En ese estado las cosas, Villa llego al sur de Palomas, a un pequeño poblado que se llama San Antonio y entonces se dió prisa Don Venustiano en enviarle una comisión para lograr de él reconociera el Plan de Guadalupe; y por lo tan- to, que se sometiera al mando de la Primera Jefatura que encarnaba el Sr. Carranza. Esa comisión quedó integrada por Juan Sánchez Azcona y Alfredo Breceda, el primero era secretario particular de Maytorena y el segundo de Don Ve- nustiano. Roberto Pesqueira llevó a los comisionados en automó- vil hasta Columbus, población del Estado de Nuevo México, fronteriza con nuestra patria y allí los dejó. Entonces ellos alquilaron un pequeño coche de caballos y atravesaron la lí- nea divisoria, siendo a poco recibidos por los habitantes de la Hacienda ganadera de Palomas en donde les indicaron que a dos jornadas de distancia se encontraba acampado Villa. El camino era mayo, más bien dicho pésimo, y el pobre “bogue” de los comisionados iba dando tumbos rumbo al sur, y los que en él iban llevaban la incertidumbre de cómo los recibiría Villa, de quien los periódicos americanos decían ho- || rrores pagados con el oro de Huerta que lo repartía a manos llenas para que los periodistas yanquis, dejaran volar su tru- culenta fantasía, desprestigiando á todos los” que tomaban parte en la revolución, pero principalmente a Villa que iba agigantándose cada día y era la más seria amenaza de su poder. Al final de la primera jornada llegaron a una escueta ranchería en donde mal durmieron y en donde fué preciso cambiar bestias de tiro para su “bogue” porque las que lle- vaban, aunque acostumbradas a aquellos terrenos y a aquel clima, estaban rendidas de fatiga. Muy temprano los ran- cheros los despertaron y les ayudaron solícitos a arreglar las cabalgaduras y el coche, dándoles un guía que los condu- jera al pueblo de San Antonio, que era donde se decía que estaba acuartelado Villa, mientras recibía un cargamento de armas y municiones que había mandado comprar a Estados Unidos y esperaba, precisamente por la vía de Columbus. Se pusieron en marcha antes de salir el sol, siempre preocu- pados por el incierto recibimiento que les haría Villa. Breceda no lo conocía; pero Juan Sánchez Azcona sí, ya que desde Ciudad Juárez antes de la caída de esta pobla- ción en poder de Madero, lo veía con frecuencia, tomándole tal estimación, que siguiendo los deseos de su hijo Juan, ha- bía filiado a éste en las tropas que comandaba Villa. Más tar- de, triunfante la revolución y Madero en el poder, Juan Sán- chez Azcona, que era el Secretario particular del Presidente mártir, cuando trajeron preso a Villa por pretendidas insu- bordinaciones a Huerta, quien lo iba a fusilar, lo alentaba en la prisión por conducto de su hijo Juan, quien diariamente lo iba a ver. , Sabido es que Madero no tenía ningunos deseos de tener preso a Villa, porque sabía perfectamente que éste le tenía entrañable y verdadero afecto; pero era preciso cubrir las fórmulas y simular que se le seguía un proceso para no dis- gustar a Victoriano Huerta, quien tenía el mando supremo de las tropas del Gobierno en la campaña contra Orozco. De allí las facilidades que se le daban a Villa en Santiago, que era donde estaba preso, las comodidades de que lo rodeaban y posteriormente su fuga, cuyos verdaderos detalles, ignora- dos hasta ahora y que pronto publicaré, prueban que la es- timación de Madero y Villa era mutua. El Presidente sabía todo el valor que como revoluucionario tenía el preso y no ignoraba que en un momento dado podía ciegamente contar con él. Naturalmente que el conducto de las expresiones de su simpatía era su secretario particular Juanito Sánchez Azco- na y que éste se valía de su hijo Juan, porque hubiera sido demasiado ostensible que el primero se presentara en la pri- sión militar de Santiago a visitar al procesado. Con estos an- tecedentes el temor de la entrevista con Villa se reducía al mínimum; porque aunque Breceda no lo conocía, Sánchez Azcona lo tranquilizaba contándole algunos de esos detalles. Sin embargo no iban del todo confiados, porque los hombres cuando se elevan en poder y fuerza, suelen olvidar los servi- cios prestados y la amistad que parecía perfecta. Cuántos hay y ha habido que marcados por el transitorio poder, se olvidan de sus amigos y se rodean de mentecatos que los loan y los alaban, volviéndolos feroces con los que verdaderamente los estimaron y sirvieron. Podría suceder eso en el caso de Villa, y de allí que Breceda y Sánchez Azcona no iban confiados del todo, (Pasa a la página 4) PAGINA TRES Se ha Perdido el Gran Legon Como el Gran Legón durmió en una silla de brazos, al despertar vió diez chicas ansiosas de darle abrazos. Había meseros, meseras; y de dichas señoritas, todas eran primorosas y bastante jovencitas. El Gran Legón dijo serio: ¡Tráiganme pronto jerez, la cuestión de los abrazos la trataremos después. A corriendas los meseros le llenaron un vasote, se lo empujó el Gran Legón y dijo: ¡siga el borlote! Habló una de las damas que gobernaba la casa y le dijo: —¡Gran Señor: decida lo que nos pasa! El Ingeniero se fue con esos calvos de testa, diciendo que a su persona se le hiciera grande fiesta. Para eso, hemos pensado que este día sea padrino de un niño que yo tengo y que sólo es mi sobrino.. ¡Dígnese usted aceptar, que yo seré la madrina y daré orden que se haga lo mejor en la cocina! Aquí vendrá el capellán, una magnífica orquesta, y se hará en honor de usted la más jubilosa fiesta. —Pues señorita Conchita: acenpto con condición de que no falte el jeréz en tan solemne ocasión. —Pues compadrito, perdone que lo empiezo a compadrear, hay tres barriles llenitos: ¡Y se pueden acabar! ¡Ay comadrita Cholita, me canso de ser padrino, con música, con muchachas y tán delicioso vino! ¿Por qué Está Usted Enfermo? DR. D. R. BETTNER, N. D. se habla español. Visite la Clínica en EL LADO NORTE: 1137 West McDowell Rd. Phoenix, Arizona de 9a.m.a6b p.m. Jueves por la tarde Cerrado. TELEFONO AL 2-0541 Martes y Viernes por la noche: de 7 hasta las 9 p. m. Domingo: de 2 a 3 p. m. Y se celebró la fiesta, por mejor dicho fiestón, en el que todos rindieron homenaje el Gran Legón. —Pues qué no le dá verguenza que los hombres de talante, lleven su polla del brazo y usted, nomás de volante Hubo por lo menos cien señoritas muy preciosas: gueras, morenas, gorditas, delgadas, todas graciosas. Aquí hay muchachas relindas que le ofrecen su cariño, aprovéchese compadre, no se me haga tan niño. El Gran Legón había dicho: que él era solterito, y sabían que dos millones se cargaba el angelito. Hay está Clarita López, Ricarda Vélez, la Mecha y su chulísima prima; ¡tíreles usted la flecha! Se le acercaban al pecho y le retorcían los ojos, y con sonrisas de miel le ofrecían sus labios rojos. —Comadrita, se me hace que aún están muy tiernitas, ¡esas criaturas empachan como las empanaditas! El Gran Legón se mordía los dedos hasta sangrar, nada de lo que veía se lo pudo figurar. Esas preciosas trigueñas con el pelito enchinado y los cachetes de fresa: ¡son vaquillas de cuidado! Todas las ofrecían su mano, él, no sabiendo qué hacer, pidió consejo al jerez y la tomó por beber. Mí padre me lo decía: hijo: toma bien en cuenta, que las de la frente china: ¡son del ganado de tienta! Al siguiente día, ¡qué cruda! la cabeza cual marmita se le quería reventar, y todo era: ¡comadrita! Ahora traen las cabezas todititas enchinadas, parecen platos de uvas, frescas y recién cortadas. Deme un poco de jerez, unos buenos chilaquiles con cebollita picada, y salsa de perejiles. Y me gustan, no lo niego, les puedo hacer el tenorio, pero sin más compromiso, y mucho menos casorio. —Compadre, no se haga pollo, ya su cresta está maciza, la Florinda tiene quince y de tan linda electriza. —¡Ande, ande, compadrito: usted, no debe quejarse, que las más lindas muchachas lo quieren para casarse! —Comadrita: yo no quiero mole de tales cazuelas, porque por lo menos dicen: ¡uy, a la vejez viruelas! —Comadrita, no me hable de tan brillante lucero, yo sé, que si le atorara, me mandaba al agujero. —Pos cuál es su real edad, dígame sus años netos? —Comadre, llego a cuarenta con usted no habrá secretos. Comadre: la procesión ya dió vuelta a la esquina, para mí la florencita es muy peligrosa espina! —;¡Cuarenta, pues no se aplome, éntrele a la real canela, —¡no! ¡ya está bueno de hilaza por lo que queda de tela! Figúrese, yo cinchado por esa linda muchacha, me dirá: viejote rucio, ¡aquí respinga o se agacha! (Pasa a la página 4) UN TESTIMONIO DE SALUD Este es un testimonio a to- da la Colonia Mexicana, de lo que este grande Doctor ha hecho en mis enferme- dades. Tenía 20 años enfer- ma de tairro y estando ope- rada 2 veces. Esos 20 años : padecí y perdí la voz, casi ¡. no podía hablar y tenía una : complicación en las piernas y los pies. Eran unas dolen- : cias que no quería llorar 3ino gritar del dolor que sen- : tía. Algunos de mis vecinos son testigos; pero viendo un día el Periódico “El Sol” me enteré de este Doctor y lo fuí a ver ya sin esperanzas. Pero qué sorpresa, ano el a de S 7 primer día que me dió el primer tratamiento, otro día me sentí como nueva de mis pies y piernas y hasta hoy estoy afpradeción primero a Dios y después a este Doctor tan ama- ble y a sus tratamientos. Así que: queridos amigos, si ustedes tienen algo semejante vayan, yo les aseguro que se aliviarán y no sufran más; yo les recomiendo que vayan sin demora, y es tan considerado este doctor! Su nombre es D. R. BETTNER. SABINA OSORIO. 954 W. Mohave. Teléfono AL 2-7286 Phoenix, Ariz. ¡NATENCION!! JOVENES, SEÑORITAS: ¿ESTAN USTEDES PROXIMOS A CONTRAER MATRIMONIO? Ordenen sus Participaciones Matrimoniales en: “EL SOL” 62 al Sur de la Calle Tercera (Entre Washington y Jefferson) - Phoenix, Arizona En donde además encuentran ustedes, una gran variedad de: e Azahares O Coronas e Velos e Rosarios O Libros de Oir Misa.