El Sol Newspaper, March 8, 1957, Page 3

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| - HAZAÑAS DE PANCHO VILLA: Viernes 8 de Marzo de 1957. Por JOSE M. FRANCES Interesante libro del que es autor José M. Frances, _Que trata de la vida y aventuras del famoso guerri- llero Pancho Villa, el Centauro del Norte, y que se vende en “EL SOL” 62 Sur Calle Tercera, Phoenix. (Continúa de la semana pasada) En tiempos en que la industria se hallaba en embrión, la República debía vivir de los productos del suelo y como casi toda la población campesina 'es de ascendencia india, la per- secución sistemática del indio por sus explotadores fué una de las causas motrices de cuanto hizo y deshizo el levantisco e indomable caudillo del Norte. Por otra parte cuando muere se descompone y se con- vierte en abono que, a su vez, fecunda nuevas vidas. Tantc y tanto se mató al indio, ya de palabra, ya de hecho, que se llegó a crear un estado de cosas favorable a una revolución. Ir La política del “indio muerto”, al exasperar los senti: mientos primarios de un hombre como Pancho Villa, incor- poró a éste a las filas de la revolución. Y si, una vez mez- clado en la bola, cometió tropelías y vertió más sangre de le cuenta, nadie sino los que desde tiempo inmemorial Veníar subestimando a los parias de la tierra, tuvieron la culpa de ello. El estupro, que convirtió en asesino a Doroteo, Arango, como vimos en su lugar correspondiente, formaba ya parte de tan reprobable conducta. Para el blanco, todo ser de piel obscura, es un esclavo. Todo es lícito para quien ejerce so- bre él autoridad, sea jerárquica, sea de dinero. No negaremos que algunas de las atrocidades que se imputan al turbulento Pancho, fueron ciertas y perjudicaron a la revolución. Sin embargo, muchos de sus golpes de au- dacia y sus corazonadas de guerrillero, ejercieron influen- cia decisiva en el cambio trascendental que se operó en Mé- xico a partir de 1910. Pero no todo hombre blanco es malo por el simple he- cho de su tez. Pancho Villa, el adalid de los oprimidos “prie- titos”, confió en un hombre blanco y puede decirse que por su intervención, la banda de Villa sentó los cimientos de la que iba a ser la aguerrida e invencible División del Norte. Este hombre, preclaro, llamado a ser mártir de sus ideales, se llamaba don Abraman González. Apóstol de las ideas nuevas, profesor y hombre acomodado, apreció mejor que otro observador alguno lo que en Francisco Villa exis- tía de aprovechable para la causa de la libertad. Siendo don Abraham de una honradez acrosolada y dotado de los más puros sentimientos, no vaciló en ponerse al habla con el te- mible merodeador. Lo conocía de antes, y mientras muchos mercachifles, prestamistas o adulteradores de leche, se hu- bieran negado a estrecharle la mano, por aquello de la “de- cencia”, él se la estrechó. Pancho Villa no olvidaba nunca un agravio, pero tampoco alvidaba una, atención, Y el profesor de la ciudad llegó a entrevistarse con el jabalí de la serranía, y un grupo de sus lugartenientes. La conferencia tuvo lugar en una gruta, cercana a la capital del Estado de Chihuahua. - TI —Muchachos, vamos a tener luna nueva. Vais a veniros conmigo. 5 —Tabien, jefe. ¿Enande vamos? —Yo lo sé, y debe bastaros. Hay riesgo. El que se raje, que se. quede. Ninguno de los veintitantos jefes de grupo es cobarde, ni quiere parecerlo. Irán con su caudillo adonde sea. Cuando se disponen a partir, llega un jinete. Lo recono- cen como uno de la banda. —¿Quiúbole, Facundo? —pregunta Pancho, arrugando el entrecejo. —Hubo tiros en Puebla, jefe —explica el hombre, con la respiración entrecortada—. Parece ser, que un tal Aqui- les Serdán y sus hermanas fueron balaceados en su casa, por la tropa. Por lo visto le iban a don Francisco, y el gobierno no perdona eso.. A continuación el recién llegado hide saber que las no- ticias proceden de buena fuente, Y que hay “relajo” en Sina- loa, en Jalisco, en Yucatán y en Chihuahua. Lós Maderistas se mueven duro... Me gusta eso.... Allá vamos, ia t E —¡A Chihuahua! —repiten como un eco tres o cuatro voces de los ahí presentes. —No a la capital, sino a media legua de allí. Nos esperar —Eso es muy arriesgado, jefe —se atreve a decir un mocetón de los que escuchan. A Pancho le centellean los ojos. —Tal vez, será mejor que te quedes. —Y echa mano a la pistola, no con ánimos de disparar, sino de amedrentarlo. El otro, lívido reacciona. —Tabién mi jefe. Iremos ande asté diga. Pancho enfunda, riéndose. Con todo, el muchachón ha corrido un peligro como no lo correrá en Chihuahua. La expedición se pone en camino. El coloso del Norte, lleva ya días dando vueltas en su magín a un proyecto que ha de trazar mudanzas trascen- dentales en su vida aventurera. Ya hemos dicho antes de a- hora, que él siempre aspiró a ser algo más que un simple sal- teador como tantos ha habiflo. La descomposición del porfi- rismo, la agitación creciente, la hombría del señor Madero, al pretender postularse para la presidencia, todo eso junto le está vertiendo pólvora en la sangre, Por iristinto profetiza luchas encarnizadas, y tremendas batallas en las montañas y las llanuras. ¿Por qué no dar un matiz nuevo a sus violen- cias y a sus correrías? El es del pueblo, se debe al pueblo, Y no bregará nun- ca al lado de los que se regocijan con el “indio' muerto”. El, por el contrario, movilizará muchos indios llenos de vida y de empuje y arrollará con ellos a los “científicos” a los pa- niaguados. Estas reflexiones se hace, camino de Chihuahua, ampa- (Pasa a la página 4) “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE PAGINA TRES Yo Mate a la Monna Lisa - Por Hugo Unzanga: Ville- gas, tal como pudo relatar- lo a Mario Moya Valencia. —“Salí de La Paz rumbo a Europa sin un destino fijo. Mis 34 años que me impedían tener las ilusiones del joven. que hace su primer viaje ultramarino, pero tampoco era —ni soy— suficien- temente viejo para realizar una tournée de filósofo. Lo cierto es que un buen día de 1956 me en- contré en un vagón de ferroca- rril, rumbo al puerto del Callao, fuera de mi pobre país (Boli- via) asfixiado por un estrecho círculo de tierra y montañas. Me impulsaba a emprender e- se viaje un pensamiento ciego, mezcla de aventura y del deseo de huir de mi mismo. Algunos problemas sentimentales y otros económicos me habían orrillado de pronto a olvidarme de toda responsabilidad, a lanzarme a conquistar el Viejo Mundo. En el dormitorio general del barco de la Italian Line que a- bordé en el puerto del Callao, viví durante un mes con cerca de 20 hombres, casi todos repa- triados europeos, sin cambiar pa labras con ninguno. Mi diversión era respirar el aire salino en la cubierta de tercera clase y a- bismarme en mis pensamientos. Veía pasar por encima del bar- co algunos pájaros costeros con alegres graznidos: ellos al me- nos llevaban una trayectoria. Yo solo sabía que habría de de- sembarcar en Génova unos días después. Tenía cerca de 200 dó- lares en el bolsillo, mi pasapor- te, varios retratos, un par de trajes y mucha incertidumbre. En Panamá pensé desembar- car y regresar a Bolivia, pero había un rescoldo de amor pro- pio en mi alma dolorida que me impidió. Sabía que no conocía a nadie en Europa, que no ten- dría manera de trabajar y ape- nas de regresarme; que no con- taba con ningún plan turístico ni nada que se le pareciera; pero esa fuerza de lastre de mis des- ilusiones y el temor de encon- trarme conmigo mismo si re- gresaba, me hicieron” seguir. A- pretando las manos sobre el ba- randal, vi perderse en el hori- zonte de un ocaso las últimas luces americanas”... 000 “Roma, Florencia, Venecia, y Nápoles, Padua y Pisa desfilaron ante mis ojos, como mágicas a- pariciones. Por los transportes y en los hoteles más modestos re- corrí casi toda Italia envenenán- dome-con la ignorancia de mí mismo. No me importaba el ma- fñana, ni nada que se relaciona- +a con mi patria o con mi suer- te: El “Coméndattore” Uzanga visitaba Europa y eso era todo. Aquella rcompenetración - del mundo exterior me despertó un sentimiento. Nunca he sido un intelectual, pero sí tengo una cultura mediana y pude aprove- char integralmente los me ote: | de arte y belleza que me ofre- cieron las ciudades y museos i- talianos. En unos momentos me conver- tí, en ferviente partidario del Re- nacimiento y de sus grandes ge- nios como Rafael Miguel Angel, Leonardo, Fray Angélico Botti- celi.... Viví esos días en pleno “cuatro cientos”. Un día, sin saber por qué, me sentí impulsado a salir de Ita- lia y decidiendo ahorrar los muy escasos dólares que me queda- ban en la bolsa me uní a una pareja de turistas españoles que regresaban en su propio auto a Barcelona y que me dejaron en Niza, desde donde tomé un tren a París. En la Ciudad Lux viví nueva- mente la fiebre del conocimien- to. Habitaba en un hotelucho que está en pleno Odeón, a un costado de la escuela de Medi- cina. Todo mi dinero lo había cambiado en francos y los gas- taba íntegramente en mal co- mer y en recorrer la hermosa vi- lla, cuyo espíritu universal y des- preocupado era lo que más ne- cesitaba para vivir mi lucha in- terior. Mil veces anduve las estrechas y dominantes callejuelas de Montmatre o los espaciosos mue- lles del Sena, cruzando el puen- te hasta la Cité y embelesándo me con los muros de Notre Da me, el Obelisco, la Concordia, el Louvre. ¡Ah, el Louvre! ¡Cuán- tas veces recorrí sus espaciosos salones admirando telas, estl- tuas y gobelinos'! Miraba a Monna Lisa extasia- do, y si frente a las maravillas del Palacio Pitti casi me olvi- daba de mí mismo, admirando el prodigio neonardino del Lou- | vre lograba una abstracción su- mamente completa. Al fin llegaban los momentos en que volvía a la :realidad y abandonaba el museo como vo- lando sobre las alfombras, en un estado de levitación inexpli- cable. Pero esa realidad era bien du- ra. Ya sin un céntimo tuve que abandonar el hotel, vender en el Mercado de las Pulgas de el Clinancourt la mejor ropa y al- gunos objetos personales y de- dicarme a dormir en los quicios de los monumentos, bajo un puente, en la escalera de un e- dificio o dentro- de las iglesias. Comía un pan y bebía agua de la fuente del Odeón. La lucha diaria me había a- gotado y ya no era ni la som- bra de aquel turista pobretón; pero orgulloso, a quien el bam- binp llamó “Comendattore” en los muelles de Génova. Volvía a ser Hugo. El mismo de siempre, |solo que ahora librado en gran ¡parte de mis cargas morales, po- rque al fin me había encontra- do mirándome en el espejo lím- pido de los ojos de la Gioconda. Ahora podía. intentar regre- sar a Bolivia a terminar mi cu- ración espiritual. La noche de Navidad, durante la cual me re- cogió de una acera un grupo de jóvenes del Ejército de Salva- ción, hice el propósito de mar- charme. Aquellas buenas gentes me creyeron borracho porque de- liraba en plena conciencia lla- mando a voces a un tal Hugo Unzaga en un idioma que pare- cía italitano.... Los tres días siguientes de- sayuné en el centro masculino del Ejército de Salvación, agra- decido previamente biblia en mano, el pan cotidiano. Pero des- pués salí nuevamente a recorrer calles sin un itinerario fijo, men- dingando comidh en los restau- rantes, sentándome a conversar junto a un pintor de las altu- ras del Sagrado Corazón para que me obsequiara de sus man- zanas. Entonces leí la noticia en un periódico: El Presidente de Bo- livia, mi país, se había puesto en huelga como protesta del Go- bierno contra cierta actitud de algunos núcleos sociales. Lancé “una carcajada melancólica; mi- entras un boliviano moría de pu- ra hambre en París, otro no co- mía ni un mendrugo de pan por razones de estado... Mas que nunca pensé en regresar a mi patria, pero mi único capital e- ran doscientos francos encontra- dos en un bolsillo de mi raída chaqueta. Los guardé como un tesoro y, luego, a la altura de la iglesia blanca contemplé Pa- rís y fragué un plan para volver a pisar tierras bolivianas. Tengo que ser deportado, me dije, y prometerme demasiado debo co- meter algún delito, hacer una mala acción.... ¿Qué será bueno? Me devané la mente. Pensé 3 ESC UCHEN a L AMANECER” con Efren Valenzuela LUNES a SABADO de- 5:00 a 7:00 A.M. KPOK 1440 Kilociclos 2 CNN para conseguirlo sin com-, en jalarle los bigotes a un cir- cunspecto agente de policía, pe- ro abandoné la idea por iluso- ria: en París los policías ya no usan bigote. Luego pensé otras muchas soluciones, ingenuas, de- sechándolas todas. No, nada servía. Necesitaba encontrar algo con lo que no tan sólo ofendiera a un parisiense sino a París entero: que fuera una ofensa no a un francés, sino a todo Francia y que al mismo tiempo no constituyera un cri- men ni un delito grave.-Algo su- ficientemente poderoso para que me encerraran en la cárcel y me dieran de comer tres veces al día (entonces sólo desayunaba como he, dicho) y. después de purgada una leve condena me deportaran a Bolivia. Allí vería la forma de conseguir dinero pa- ra pagar los gastos de deporta- ción y evitar nuevamente ser en- carcelado. Mi orgullo me impe- día dirigirme directamente a mis pocos familiares o amigos para pedirles ayuda. Yo saldría de Pa- rís por mis propios méritos ya que no podía hacerlo por mis propios fondos, a pesar de haber buscado inútilmente un empleo de traductor. Pensé en qué sería.lo más no- table de París, la cosa o la idea que fuese más celosamente res- petada y a Ya cual ofender o provocar para lograr mis propó- sitos. Dos días más estuve cavi- lando en ello. Pasaron por mi mente la Torre Eiffel, el Presi- dente de la República, una an- ciana vendedora de—flores, las vidrieras de un café existencia- lista, la tumba de Napoleón, los rieles del Metro, la bandera que flotaba sobre el Eliseo. Sacha Guitry y Mauricio Chevalier... Nada. Algunas ideas eran ab- surdas y'otras irrealizables. De pronto lo ví todo claro. Re- cordé que en 1911 Vicente Pe- rurgia, un extranjero como yo, conmocionó a París robándose la hermosa Monna Lisa de Leo- nardo, la que yo tanto admirara en el Louvre y que durante dos años estuvo perdida en medio de una expectación general. Maduré mi plan. Con los dos- cientos francos que me restaban entraría al Louvre y penetraría hasta el salón Carré, donde se exhibe la Monna Lisa entre o- tros prodigios de la pintura ita- liana. Y cuando hubiera más gente, estuviese cerca 'un guar- dia y que no existiera posibili- dad alguna de escapar, rompe- ría de un puñetazo el vidrio del cuadro haciendo el intento de robarme la valiosa joya, dando oportunidad a que me detuvieran antes de consumar mi propósito. SE REALIZA EL ATENTADO La mañana del día 30 de di- ciembre, mientras la ciudad Lux preparábase a celebrar el paso del tiempo y el advenimiento de (Pasa a la página 4) o AAA MA $ > RAR os y j BL ... La Cerveza mas Grandiosa de América con VERDADERO sabor a Pilsner! Arizona Brewing Company, Inc., Phoenix, Arizona A A A O El banco nacional ' más grande en Arizona rro Ragsdale-Rodríguez CASA FUNERARIA Facilidades de” Pago, Precios Módicos. Velaciones Toda la Noche si así lo Desean. 1100 E. CALLE JEFFERSON x Tel. Oficina: Tel. Casa: AL 2-3471 AL 3-2786 ... 4 J

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