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PAGINA CUATRO SETI SIS TIT A TA GT ESCUCHEN: “SERENATA NOCTURNAL” Con: Humberto Uribe TODOS LOS DOMINGOS 10:00 P. M. 12 p. m KRIZ -- 1230 kc. Grand Hotel para Mexicano-Norteamericanos UN HOGAR PARA USTED Y SU FAMILIA Cuando Venga a Phoenix, haga su casa en el "GRAND HOTEL” encontrará cuartos con buenas camas a precio muy razonable 502 EAST WASH. — AL 2-0041 — Phoenix Article in Reader's Digest Reveals Jittery Pre-Menstrual Tension Is So Often a Needless Misery! Do you suffer terrible nervous ten- sion — feel Ear irritable, de- pressed — just bel ore your period Each mont! Ye. A startling article in READER'S DIGEST reveals a pre-menstrual torment is e erousarids Bave already dlscov ¡0USsan: ve y '- ered how to avoid such suffering. should you? 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Ecritos al aproximarse el primer cente- nario de la derrota de Alejan- dro Crabb y secuaces el 6 de abril de 1857, en el entonces pueblo de Caborca, hoy heró- ica Ciudad de Caborca. Por Eduardo W. VILLA Oriundo de la Ciudad de Mé- xico donde nació el año de 1804. Su niñez transcurría cuando el Padre de la Patria lanzaba el grito de Independencia en Do- lores; cuando el generalísimo Morelos asombraba con sus tri- unfos militares; cuando Mina, con exaltado espíritu democrá- tico empuñaba las armas contra España a favor de nuestra cau- sa por la libertad. Quizá para su carácter enérgico y valiente los fragores de aquellas campa- filas templaron su ánimo para darse de alta cuando todavía e- ra un efebo, afiliándose al E- jército Trigarante el 29 de sep- tiembre de 1821 como soldado raso. En 1825 era ya un sargento Cuando la ridícula intentona de don Isidro Barradas por re- conquistar para la Madre Es- paña, su hija predilecta, la Nue- va España, el joven, objeto de este esbozo biográfico, concurre a la memorable jornada de Tam- pico en 1828. Su esclarecida ac- tuación le hizo cambiar galones de sargento por subteniente, y poco después a teniente del E- jército Mexicano. Por los años de 1837-1838, vi- no a Sinaloa bajo las órdenes del General don Teófilo Romero; juntamente con él, batió a las huestes de don José Urrea, quien se había pronunciado en Arizpe el 27 de diciembre de 1837 con- tra el gobierno constutuído. La victoria fue completa. Y Urrea con el resto de su destrozada co- lumna se vió precisado a refu- giarse en Durango para pasar luego a Tamaulipas. El tenien- te Girón fue ascendido por mé- ritos en campaña al grado de capitán, a la vez le era exten- dido su nombramiento como Se- cretario de la Comandancia Ge- neral del vecino Estado. Comisionado poco después pa- ra sofocar otros brotes rebeldes en Sonora, en aquella turbulen- ta época de nuestra historia, permaneció allí poco años con asiento en Hermosillo, según se confirma por el periódico oficial “El Voto de Sonora” en su al- cance No. 5. Durante su permanencia allí contrajo matrimonio con agra- ciada damita de la hoy Villa de Seris, Josefina Peralta, en su primer enlace. Por el año de 1856 en su ca- lidad de leal miembro del Ejér- cito Federal, se batió contra el entonces Inspector de las Guar- dias Presidenciales de la Fron- tera, don Ignacio Pesqueira, que se había rebelado contra don Manuel María Gándara. Esta vez aunque ya ostentaba el grado de Teniente Coronel, nuestro bio grafiado, fue derrotado en bue- na lid. Pero el mismo Pesquei- ra, triunfante ya, le rehabilitó en sus grados y llegó a ser el IATENCION!! Jovenes, Señoritas: ¿ESTAN USTEDES, PROXIMOS A CONTRAER MATRIMONIO? Ordenen sus Participaciones Matrimoniales en: “EL SOL” 62 Sur Calle Tercera (Entre Washington y Jefferson) Phoenix, Arizona En donde además encuentran ustedes, una gran variedad de: e Azahares O Coronas O Velos O Rosarios e Libros de Oir Misa. - 2 VEVEVEJZ EEE EE EE E EVE EN ENEE hombre de sus confianzas. Al a- fio siguiente apareció la inva- sión filibustera encabezada por Crabb; el nuevo gobernante lo comisiona para que salga a je- faturar la campaña. Fueron tan rudamente escarmentados los filibusteros que en el término de tres semanas el ex-distrito de Altar estaba libre de aquella amenaza de fascinerosos. El ca- becilla y sus parciales en nú- mero de cincuenta y nueve, se desploman ante el paredón de las ejecuciones el 6 de abril de ese año de 1857 en Caborca. Por tan significativo hecho de ar- mas obtuvo su ascenso a coro- nel del Ejército Federal Mexica- no, signado por el C. Presidente de la República. (1). Casado con Josefina Peralta, como quedó indicado, nacieron de esta unión matrimonial Juan, Jesús y Onofre Girón. Todos re- sidieron en Hermosillo, excepto Juan que emigró a Tucson, A- rizona, donde murió célibe y a avanzada edad. Jesús contrajo matrimonio con María Molina y procrearon a María, Carmela, Artemisa, Her- minia, Margarita y José María Girón. Onofre unió sus destinos a E- loísa Molina (hermana de la anterior) y producto de este en- lace fueron: Gustavo, Josefita, Concepción, Ernestina, Eloísa, Dolores y Fernando Girón. En segundas nupcias contraí- das por el coronel Girón con Rosa Leal, nacieron: Fidencio y Soledad. Esta última murió ha- ce poco en Huépac, Sonora, cé- libe. Fidencio procreó a Marina (2), Guadalupe (3), José María (4), Fidencio jr., Manuel y Ra- fael (5), Rosa e Isabel. Don Fernando Girón, nieto de nuestro biografiado, falleció ha- ce pocos años en esta ciudad de Hermosillo donde ejerció brillan- temente la abogacía y fue tam- bién magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado. Viven en esta propia ciudad, dos nietas del aguerrido militar: Concepción (célibe) y Dolores Girón de Salazar, con residencia en Niños Héroes No. 97 Ponien- te. Viven numerosos biznietos, entre los que podríamos citar a Jorge Orozco y Girón, actual di- rector del diario “El Imparcial” y a Ernesto Salazar Girón, di- rector de la Escuela Prepara- torio de la Universidad de So- nora, ex director general de E- ducación Pública. Don José María Girón falleció en el puerto de Mazatlán, Sina- loa el año de 1883, cuando iba en camino hacia la capital de la nación, en la época en que la fiebre amarilla asolaba la costa occidental de México, e hizo numerosas víctimas como la celebérrima diva mexicana, Angela Peralta. 1). El despacho del coronel del Ejército Mexicano obra en po- der de la respetable señora Mercedes G. Vda. de Girón, con residencia en la Colonia Centenario de esta ciudad de Hermosillo. 2). Marina Girón casó con An- tonio Molina en primeras nup- cias. En segundas nupcias con el profesor normalista Manuel Correa con residencia en Có- corit. 3). Guadalupe contrajo matri- monio con Ignacio F. Loaiza, ex_diputado local, sesidente en Cananea. 4). José María Girón por mu- chos años residente en Huepac Sonora., vive en la actualidad en Villa de Seris. 5). Manuel murió trágicamente en un encuentro con los indios yaquis en 1912, y Rafael se a- filió a las huestes revolucio- narias de 1913 y adquirió va- rios grados militares. Falleció en Los Angeles, California. Hermosillo, Son., Febrero 13 de 1957. En estado de ebriedad acometió a su mujer por una simple re- clamación.— ¿Al niño lo a- rrojaron al canal o se cayó de los brazos?.— Tremendos gol- pes dió el energúmeno. PARRAL, Chih., Méx.— Des- pués de más de 24 horas de en- cierro, acosado tal vez por el re- mordimiento, el filicida Heliodo- ro Hinojos Corral acabó por con- fesar hoy su crimen sin nombre: el asesinato de su pequeño hi- jo y la brutal golpiza a su mu- jer que la ha tenido al borde del sepulcro. Primero habló ante la poli- cía “El Gatillo” —sujeto que to- dos dicen ha sido siempre pen- denciero y vicioso—, y aunque repitió la mayor parte de su confesión ante el Agente del Mi- nisterio Público, hubo un pun- to muy importante en el cual se rectificó tal vez para que el castigo le sea más benigno, pe- ro que la lógica parece desmen- tirlo. ESTANDO EBRIO SE VOLVIO UN ENERGUMENO Hinojos al dar.sus generales, asegutó tener 26 años, ser ca- sado, tablajero :(vendía birria en la calle Jesús García) y ser originario de Santa Bárbara, y con domicilio en la casa núme- ro 8 de la calle del Cobre, donde ocurrió la intensa tragedia. Luego refiere que el domingo pasado como a las 22 horas, em- pezó a embriagarse en la taber- na el “Waikiki” y que a las 24 horas se trasladó a la zona de tolerancia donde siguió de juer- ga. A la madrugada regresó a su casa y tal vez hizo mucho rui- do que se despertó su esposa —quien dormía con el niño—, y Dolores le reclamó por ir borra- cho. Se provocó la natural dis- cusión y su mujer le dijo con energía: —'No te puedo aguantar más; eres muy borracho, eres inaguan table”... y se salió de la casa llevándose al niño. Yo la seguí hasta la calle Bartolomé de Me- dina y ahí seguimos discutien- do hasta llegar a forcejearla; y entonces fué cuando se le cayó el niño de los brazos; yo sólo le pegué con el puño cerrado, pues estaba muy enojado.... Así, con cierto laconismo, Hi- nojos hace su confesión, y tie- ne el cinismo de decir que des- pués de la golpiza se retiró a dormir tranquilamente a su ca- sa, como si nada hubiera ocu- rrido y exhibiendo sus negras entrañas, pues bien está que de- jara abandonada a su mujer que le había hecho encolerizar— CONFESO SU CRIMEN UN REPUGNANTE SUJETO QUE MATO A SU PROPIO HIJITO aún suponiendo que así fuera—, pero no ignorar al inocente que había caído al canal y quedaba ahí sin vida que era algo de su propia carne y para quien todo padre que se precia de tal ex presa no solo cariño, sino una compasión dolorosa y sin lími tes en un caso semejante. Hi nojos se había convertido en e- sos momentos, por efectos de alcohol y quizá también de al guna droga, en una verdadera hiena humana. Mejor se jus- tifica el calificativo, si tomamos en cuenta —de acuerdo con la versión que nos dió el Coman- dante de Policia— que en su pri- mera confesión en su encierro, el desalmado había declarado: —“Discutíamos sobre quien de- bía quedarse con nuestro hijo si nos separábamos, y yo le dije, ¡entonces con ninguno, y lo a- rrojé al canal!” Ante la confesión plena del acusado, solo nos falta saber el rigor con que proceda el Fiscal cuando llegue el momento de ¡pedir el castigo correspondiente contra Hinojos. SIGUE INCONSCIENTE LA INFORTUNADA DOLORES En el Hospital de Jesús seguía gravísima la señora Dolores Sá- enz, quien lleva ya más de 24 horas en estado de semi-incons- ciencia, y dicen que esta maña- na en un ligero alivio sólo pro- nunciaba el nombre de su hijito, como si le obsesionara aún la terrible escena que vivió. El certificado médico dice que la señora Sáenz presenta “una equímosis papebral derecha con endemo bastante marcado, sobre el arco sigomático del mismo la- do. Golpes contusos sobre la re- gión occipital y parietal de am- bos lados que interesaron el cuero cabelludo”. “El estado de semi-inconscien- cia se debe a la conmoción ce- rebral y a una probable fractura del cráneo. Son de las heridas de las que sí ponen en peligro la vida y tardan en sanar más de quince días”. Aunque Hinojos asegura que sólo usó de los puños, lo más probable es que el energúmeno, tal vez ya tirada, le dió punta- piés en la cabeza, pues sólo así se explica la tremenda fuerza”. Por lo que hace al niño Ma- nuel, dice el certificado de au- topsia expedido por el nuevo médico legista, doctor Navarro, que “al respegar el cuero cabe- lludo se encontró derrame cere- brosanguinolento y salida de ma sa encefálica. Fractura circular que parte de la región gronta- (Pasa a la Página 6) Viernes 1 de Marzo de 1957. HAZAÑAS DE PANCHO VILLA (Viene de la página 3) Y, séanos permitido enfocar un aspecto delicado de la vida y milagros de Pancho Villa. Nos referimos a sus amo- res y amoríos. Nadie ignora que son numerosas las mujeres que se disputan el título de viudas del gran aventurero. Lejos de nuestro ánimo tomar vela en este entierro. El hecho es que Pancho Villa, no fue un casto José, ni nada le obligaba a serlo. Sabemos que aspiró a casarse como Dios manda, en Chihuahua, con la hija del carnicero Sabás. Con ello es muy posible que hubiese regularizado del todo sus apremios se- xuales. No pudo ser. Antes y después de su loable intento de regeneración, se le atribuyen infinitos lances amatorios, mu- chos de los cuales contribuyeron a aumentar el censo de- mográfico. La cosa no tiene nada de extraño. Un número inmenso de mujeres sienten la tendencia de admirar a quienes destacan del vulgo, en alguna forma. Los divos del teatro, los conspicuos del cine, los hombres célebres de todas clases y colores, despiertan apetencias desaforadas en mujeres que abofetearían al hombre de la calle que las dirigiese un piropo. En algunos casos, el fenómeno excede las dimensiones del capricho, y desemboca en adoración, Y cuando el astro es un hombretón tan robusto como la reen- carnación de Doroteo Arango, no mal parecido, valiente has- ta la temeridad por mucho que digan sus detractores, no de- be sorprender a nadie que su prestigio y su aureola fascina- sen a cientos de hembras, muchas de las cuales, le consagra- ron su corazón, q otras, más expeditivas, le dedicaron beso. Iv Imaginémos un lugarcillo cualquiera del extenso perí- metro que abarcaron las correrías de Pancho. Allí viven una vida tediosa doña Remedios; Chuchita la hija del pregonero. Encarnación la viuda de Escalante y Maritoña, que teje sarapes. Doña Remedios es una excelente mujer, en todos sentidos. Por su carácter y por su cuerpo escultural. No obs- tante, es una “quedada”. Se aproxima a los treinta y sigue desconociendo muchas cosas que la hubiera gustado conocer. Chuchita, no llega a los diez y ocho y es linda como un pajarillo. Tiene novio y éste la besa de vez en cuando. Pero ni su novio ni los besos que la da, colman los interrogantes que su tierna imaginación se plantea. Encarnación, la viuda, perdió a su marido siendo muy joven. Murió, precisamente, al lado de Villa. Echa muy de menos a su hombre, lo necesita y no estima improcedente que el causante de su viudez la indemnice en todos sentidos. Maritoña, la que teje en su telar indio, no habla casi nunca, pero sueña mucho. En sus tejidos campea siempre el mismo tipo, con ancho sombrero y pistoleras, Y suspira por un milagro que le confiera tamaño natural y fogosidad so- brenatural. Y los pensamientos de las cuatro convergen so- bre un mismo tipo de hombre: el temerario Francisco Villa, que, según se asegura, es tan ardientes en amor como feroz en la contienda. —;¡Que viene Parcho Villa! El grito horrísono atruena una mañana la aldea. Diríase 'legado el fin del mundo. Pánico, chillidos, correteos, estam- dida furiosa de reses humanas.... Pero las cuatro mujeres, no se amilanan, no huyen, se sienten felices. Doña Remedios, romántica, lectora de novelas de amor, aburrida del olvido en que se tienen sus encantos, abriga la asperanza de que el que se acerca se fije en ella. Intuye, a su nanera lo que será su abrazo de león en celo, y se estremece de placer, sólo de pensarlo. No la importa morir después. Por lo menos no la enterrarían con su tesoro inútil. Chuchita, saborea la posibilidad de un devaneo del gi- gante, que la permita conocer lo que es un hombre de ver- dad y no el mocosuelo que la arrulla, antes de que el ma- trimonio la vede ciertos experimentos. Ella dirá siempre que sucumbió a la fuerza. Pero no será verdad. Encarnación, la viuda, será dichosa cobrándose el perí- odo de abstinencia forzada cuya responsabilidad incumbe al Centauro que está en camino. Y este arreglo de cuentas no dejaría de tener su atractivo. Ella lo cree así. Maritoña, teje y teje, Y la proximidad de un ejemplar materializado de los sarapes que teje y de los sueños con que los adorna, pone en su carne un estremecimiento místi- co. Para ella no cuenta el imperativo sexual. Revive atavis- mos de raza que la invitan a ser inmolada, virgen, en el altar de un dios, que se lave los pies con su sangre.... Y bien, lector. No es fantasía, ni simulación, ni maledi- cencia. Todos los centros de población, adonde, llegaba Pan- cho como un tornado, daban asilo a muchas Remedios, Chu- chitas, Encarnaciones y Maritoñas, con variedad de nom- bres, edades, apetencias y condiciones sociales, movidas por el deseo de que el Gigante las poseyese. Y sería pedir peras al olmo, exigir que un macho cien por cien, fuerte, impetuoso, y apasionado, mantuviera ante ellas, un hieratismo helado. Y de esta multitud de siervas rendidas a su poderío, acari- ciadas por él, debieron salir posiblemente, las esposas que más tarde iban a disputarse la exclusiva. Ellas vinieron a ser los picachos sobresalientes en la orografía amorosa del errabundo luchador. En consecuencia, podemos dar por seguro que el cla- mor de “¡Que viene Villa!”, si bien erizaba de miedo los ca- bellos de muchas gentes, era un jubiloso toque de diana, para otras. Sobre todo las mujeres. EPISODIO QUINTO EL INDIO MUERTO l —“¿Cuál es el mejor indio?” —-“El indio muerto”. Este desprecio a las razas aborígenes estuvo muy en boga durante las últimas décadas de la dictadura porfirista. El que otrora fué militar pundonoroso y liberal sin mácula, llegó al extremo de vilipendiar a los indios, tuétano de la vida nacional, olvidando que si los indios que lucharon contra los franceses en Puebla, hubiesen estado muertos, no hubie- sen podido morir otra vez en defensa de los ideales que ex- altaron la figura del general olvidadizo. (Continuará la semana próxima)