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Viernes 17 de Agosto de 1956. Semblanzas W “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE Sociales Don Vicente R. Canalez y su Joven Señora Elenita Villa de Canalez Un farmacéutico no puede ser co- merciante, ante los enfermos y, ante Dios, lleva en sí las mismas responsa: bilidades que un médico. Del escrú- pulo y honradez con que se preparen los medicamentos, depende la salva- ción o la pérdida de una vida. En el foro de los nuestros que descuellan en Phoenix, luchan- do limpia y encomiablemente, de cara al sol, entregados al trabajo íntegro y honesto, en el vivir de una vida digna que no desdora el nombre de la familia honrada en cuyo hogar los hijos encuentran un templo, para que oficie la mamá en todos los sa- grados deberes inherentes a la maternidad, en tanto que el je- fe de la casa preside con los nobles títulos de su honradez y de su dignidad cívica: el des- envolvimiento de la familia, la educación de los hijos, el' buen nombre *de la casa y el edifican- te ejemplo, molde que ha de forjar el temple y orientación de los retoños, ¡presentamos a don Vicente Canález, profesor en farmacia y gerente propietario de la famosa “Ramona”, la bo- tica mexicana situada en 325 al Este de la calle Washington. No hay duda de que para al- gunos, el Sr. Canález podrá car- gar con culpas veniables, como todos las tenemos, pero en la balanza «precisa de, la justicia, pesan más sus múltiples virtu- des cívicas y su noble corazón. Jamás hemos sabido que haga mal a persona alguna y menos que se complazca en causar da- ño a sus semejantes. Lucha para vivir y deja que otros actúen dentro del orden, como Dios se los permita; en una palabra, respeta el derecho ajeno y con ello, se ha conquistado la esti- mación de quienes le tratan y conocen. Hace 18 años que lo conoci- mos, primero trabajando en las filas del Club Latino Americano, después trabajando como jefe de los almacenes del “Highway De- partment”; dependencia del go- bierno del Estado, en cuyo em- pleo duró algunos años. Mas tarde al frente del departamen- to de prescripciones de la Botica Ramona, a la vez que en su ca- lidad de socio y, ahora desde hace más de diez años, lo vemos como ya hemos dicho, al frente de la farmacia mexicana cuyo nombre, no sabemos cuál Ramo- na lo haya inspirado a quienes fundaron esta casa comercial. El Sr. Canález, sin descuidar a su queridísima “Ramona”, es afecto a la política, pero la ejer- ce como función cívica y para esto, sin manifestar, impulsos de odio para sus adversarios. Hon- radamente ejerce sus derechos y deberes cívicos actuando con pro- fundo espíritu humano, en su corazón no cabe la rivalidad e- terna o la pasión ciega, porque no es soberbio, antes denota mo- destia hasta en el altísimo gra- do de humildad, siendo además, siempre sincero y valiente' de- fensor de la justicia, bajo las banderas de la democracia, del respeto a la ley y del amor al orden. Ya que aludimos a su ac- tuación política, es justo decir que el Sr. Canález es un gran político, sabe contender, no se precipita, le gusta oir .con toda paciencia sin denotar reacción alguna; sólo cuando ya le han soltado todas las cartas, entra con su suave y fina palabra con- vincente, no a pelear, sino a ga- nar adeptos para su grupo y, cuando no se regala con el pla- cer de atraerlos a su lado, siem- pre queda el Sr. Canález, son- riente, lleno de alegría, porque si no pudo ganarse un adepto más, sí se ganó un amigo. Ca- nález tiene don de gentes, sabe hacer amigos y además es bue- no, le creemos incapaz de aso- ciarse siquiera para ir a fines impropios de un buen ciudadano y de un verdadero creyente. Respecto a su profesión que no sólo es base orientadora pa- ra.sus hijos, sino también pe- destal que sostiene la semblanza de dignidad ante sus familiares y ante la comunidad citadina de esta metrópoli en donde ha le- vantado su casa y mantenido un negocio cuya «clientela es me- xicana en un 90 por ciento, in- vocamos a Grecia, templo de la inspiración y cuna del arte; ara en donde el espíritu humano guardará eternamente la llama que ilumina las metas de la cul- tura y las visiones del genio; allí (Pasa a la página 4) Pronto la Escuela del Inmaculado Corazón de María Abrirá sus Puertas El día lo. de Septiembre se abrirá la escuela del Inmacula- do Corazón de María situada en la esquina de la calle Washing- ton al Este y calle 10. El día 4 dará principio el registro. Todos los padres de familia deben es- tar pendientes de ir con tiempo a registrar a sus hijos. Desde las 9 de la mañana hasta las 12 del mediodía y desde la una de la tarde hasta las cinco; las Hermanitas de la Escuela esta- rán listas en la Bibioteca de la Escuela para llevar a cabo el registro. > Los buenos católicos deben te- ner en consideración y muy pre- sente que sus hijos asistan a la escuela católica para que reci- ban verdadera educación cris- tiana y una instrucción básica que les prepare para el futuro tanto en lo moral como en lo cul- tural a objeto de que puedan enfrentarse a la vida actual con esas armas de religiosidad que son las únicas que podrán lle- varles por el camino del bien, camino que en estos tiempos es tan difícil seguir debido precisa- mente a la falta de religión, de- bido a la falta de temor a Dios y al exceso de libertinaje que ha llegado a su máximo entre las juventudes descarriadas porque en ocasiones los padres no refle- xionan antes de mandar a sus hijos a las escuelas en cuál y en donde estarán mejor. Las Hermanitas del Inmacula- do Corazón de María están de- dicadas en cuerpo y alma a los niños y niñas que van a esa es- cuela, éllas no tienen ninguna otra ocupación ni obligación, so- lamente sus niños y, por eso es que cuando los graduados de la Escuela del Inmaculado Cora- zón de María entran a las escue- las Superiores son recibidos con beneplácito general, pues ade- más de ir bien ¡preparados en sus materias ñecesarias llevan como pasaporte la buena educa- ción, la religión bien cimentada y el recuerdo de las buenas Her- manitas que siempre les aconse- jan el bien, les enseñan el res- peto al derecho ajeno y el temor a Dios. Procuren visitar la es- cuela del Inmaculado “Corazón de María para que se den cuen- ta de cómo, desde que' se pisa el marco de la puerta, se siente un recogimiento espiritual y se antoja llegar hasta la Virgen y pedirle su Bendición. Manden a sus niños a la Es- cuela del Inmaculado Corazón de María, llévenlos a registrar con tiempo para que alcancen lugar. Las Hermanitas son muy amables y ellas se encargarán de darles a conocer las reglas de la escuela, El farmacéutico es un profesionis- ta que debe manejar con pericia y conciencia, los potenciales recursos de la naturaleza o los compuestos quími- cos puestos a su disponibilidad. Como escojemos a nuestro médico, debemos seleccionar nuestro boticario. Cuando un farmacéutico posee prendas personales de: PRUDENCIA, HONRADEZ y RELIGIOSIDAD, ofrece a la sociedad la garantía y confianza que deben ser fundamentales en el ejercicio de su noble profesión. humanidad está en sus manos!, 2S también el de ILa El código moral de la medicina, tan alto como el del sacerdocio, debe ser los profesores o doctora" dos en FARMACIA, cuyo ejercicio re- clama la más alta ética. Honradez, competencia y honestidad, son el tríp- tico con que Serapión preludia la pri- mera farmacopea del mundo. Nostalgias de Criollo Izquierda (de arriba para abajo) 1.—La elegante residen cia de la familia Canález. 2.—La LA HONORABLE FAMILIA CANALEZ, EN SU ELEGANTE RESIDENCIA: Sra. Canález diviértiéndose en la sala de recreo con su pequeña hijita María Elena. 3.—La Sra. Canález demostrando a su encantadora hija Geraldi- na uno de sus platillos predilectos. Derecha (de arriba para abajo) 1.—El Sr. Vicente Canález acompañado de su distin- guida esposa Elenita y de su fina familia. 2.—El Sr. Canález en su elegante biblioteca consultando en compañía de sus hijos, una enciclopedia. En Donde Esta el Amor, Alli Esta Dios (Finaliza, del número anterior) —Pues bien; estaba leyendo cómo pasó por el mundo Nuestro Señor.... Y llegué a cuando estu- vo en casa del fariseo y éste no salió a su encuentro.... Leía, pues querido amigo, esto, y luego pensé: “¿Cómo es posible no honrar de mejor modo a nues- tro Padre Jesús? Si, por ejem- plo, me decía yo, me ocurriese algo parecido, es posible que no supiera cómo honrarlo lo bas- tante; y, sin embargo, el fariseo no le recibe bien”. En esto pen- saba cuando me dormí. Y en el momento de dormirme oí llamar por mi nombre. Me levanto y la voz me parece murmurar: “Espérame que vendré mañana”. Y lo dijo dos veces seguidas... Pues bien, ¿lo creerás? Tengo esa idea metida en la cabeza, y aún cuando yo mismo me burlo de mi credulidad, sigo esperan- do a nuestro Padre. Stepanitch movió la cabeza sin responder, apuró su vaso y le dejó sobre del platillo; pero Martín lo llenó de nuevo. —Toma más —le dijo— y que te aproveche. Pienso que El, nu- estro Padre Jesús, cuando anda- ba ¡por el mundo, no rechazó a nadie, y buscaba, sobre todo, a los humildes a cuyas casas iba. Eligió sus discípulos entre los de nuestra clase, pescadores, ar- tesanos como nosotros. “El que se ensalce será humillado, y el que se humille será ensalzado.... Me llamais Señor —dijo— y yo os lavo los pies; el que quiera ser el primero, debe ser el ser- vidor de los demás.... Bienaven- turados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Stepanitch había olvidado su té. Era un anciano sensible; es- cuchaba, y las lágrimas corrían a lo largo de sus mejillas. —Vamos, bebe más —le dijo Martín. Pero Stepanitch hizo la señal de la cruz, dió las gracias, apar- tó el vaso y se levantó. —Te agradezco, Martín —le di- jo—, que me hayas tratado de este modo, satisfaciendo al mis- mo tiempo mi alma y mi cuer- po. —A tu disposición, y hasta o- tra vez. Ten presente que me alegra mucho que me vengas a ver —dijo Martín. Partió Stepanitch, el zapatero acabó de tomar el té que que- daba en su vaso y volvió a sen- tarse a trabajar junto a, la ven- tana. Cose, y mientras cose, mira por la ventana y espera a Cristo. Sólo piensa en El y repasa en su imaginación lo que El hizo y lo que El dijo. Pasaron dos soldados, con bo- tas de ordenanza el uno, y el otro con botas comunes; luego un noble con sus chanclos de goma, después un panadero con una cesta, He aquí qué, frente a la ven- tana, aparece una mujer con medias de lana y zapatos de campesina y se arrima a la pa- red. Martín, inclinándose, mira a través de los cristales y ve a una forastera con un niño en los brazos apoyada en el muro y volviendo la espalda al viento. Trataba de abrigar a su niño. sin lograrlo ¡porque nada tenía para envolverlo. Aquella mujer a pesar del frío que reinaba, llevaba un traje de verano en bastante mal estado. Se levantó, abrió la puerta, salió y gritó en la escalera: —¡Eh, buena mujer! ¡Eh, bue- na mujer! La forastera le oyó y se volvió hacia él. —¿Por qué te quedas a la in- temperie con tu hijo? Ven a mi cuarto y podrás cuidarle mejor .... ¡Por aquí, por aquí! La mujer, sorprendida, ve a un viejo con un mandil y unas gafas, haciéndole señas de que se aproxime y, obedece. Baja la escalera y penetra en la habitación. —Ven acá —dijo el anciano— y siéntate junto a la estufa. Ca- liéntate y da de mamar al pe- queño. —Es que yo no tengo leche — respondió la mujer—. Es más, desde esta mañana no he pro- bado alimento . Y, sin embargo, la mujer dió el pecho a su pequeñuelo. Martín volvió la cabeza, se a- cercó a la mesa, tomó pan, un tazón, abrió la estufa, en donde hervía la sopa, y sacó un cu- charón lleno de Kacha; pero co- mo los granos aún no se habían cocido lo necesario, vertió sola- mente la sopa en el tazón y co- (Pasa a la página 4) Esta vez y con palabras que mi llanto ha humedecido, a mi codiciada Muerte voy a cantar un corrido. ¿Es ¡negra como la pintan o blanca como la sueño? sólo, sé que hasta la fecha, es una niña sin dueño. Tengo la cruel certidumbre de no gozar al tenerla, 4 me conformaré con brizna de su luz, si puedo verla. En alas de la esperanza ha de venir, y la espero, sabiendo que para ella nunca seré forastero. ¡Oh Muerte, blanca doncella, vivo sólo en tí pensando, eres tú mi prometida y vivo en muerte soñando. Los que te pintan, abusan del negro, sin causa alguna, eres blanca ¡y transparente . como la luz de la luna. ¡Muerte, yo sé que tus manos, son- dos blancas azucenas, que acarician a los malos como a las almas más buenas. Debemos de ir a tí como a tálamo nupcial, porque tú eres un ángel que nos alivia del mal. Eres buena y plagentera, pues ya con salud perdida, nos ofreces en tus brazos lo que nos negó la vida. Si la vida es estallido de carcajada hecha trizas, tá eres blanco capullo desvanecido en sonrisas. Así te sueño, tendida cual alba que finje lecho, para que el grano germine en fuga del surco estrecho. Llévame por tu sendero cuando los cielos taladres.... ¡Iremos en pos del sueño letal de las lunas madres! ¡Eso de querer pintarme con la Muerte bendecida, es porque se me desdeña y no soporto la vida! ¡Qué triste, verdad de Dios, es esto de andar sufriendo, por la culpa de un amor que ya casi estoy perdiendo! Y ni modo de evitarlo, porque no hay cosa que hacer: ¡cuando no se tiene modo no se pretende mujer! De qué sirve que me quiera y de que la quiera yo. Es como el decir del ciego: “Veremos”... Y nunca vió... Ni un jacal donde llevarla ni un petate ni una nada... Ella misma me lo dice: ¡Qué vida tan arrastrada! Ella me quiere, palabra, me lo demuestra diciendo: —Nomás me dices nos vamos, y ya nos estamos yendo, El ombligo se me sume casi hasta topar con hueso, (Pasa a la página 4)