El Sol Newspaper, May 14, 1943, Page 4

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Página 4 BISEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE Viernes, 14 de Mayo de 1943 Al Niño Puede — | Enseñarle a Vivir No sólo de pan... Un día, cuando sólo tenía yo doce años me dejaron en casa pa- ra que le preparase al almuerzo a mi padre. Perdí tanto tiempo en preliminares y trabajos de pu- _ro adorno que, a mi juicio, ha- brbían de agradarle a papá, que me sorprendió casi la hora del almuerzo sin haber adelantado gran cosas en los preparativos propiamente culinarios. Tuve que darme grandísima prisa. Las flo- res embellecían la mesa con gra cioso primor; pero, en cambio, por la cocina andaba todo punto menos que en los mismísimos co- mienzos. Y quiso mi mala súerte qY mi pa-¡ dre llegase cabalmente en el pre- ciso momento en que la prisa y los nervios, en malvada compli- cidad, me hacían derramar el sal món y los guisantes por el suelo de la cocina. Nada faltó para que me desmayase. ¡Tan humillado sentí mi orgullo de novel cocine- ra! Mi padre se dió cuenta de la si tuación con una sola mirada. No te preocupes, hija, exclamó. Ya lo limpiaremos . Verás cómo se encuentra algo de comer por ahí . . Has hecho algo que vale más que cocinar. Esos lindos no- meolvides son más importantes que- la comida. Preparamos unos emparedados y nos los momimos en la mesa que lucía el ostentoso adorno flo- ral. Y aquellas palabras suyas tan oportunas, de elogio y consuelo, me enseñaron que el hacer siem- pre algo más y mejor, por cariño o por cortesía, de lo que se es- pera de nosótros, bien vale lo que cuesta . . . aunque sea una catástrofe cocineril como .aqué- lla. Dorotea May Anderson ¡Señor juez, yo . . ! Mi marido, como abogado al fin, quiso aplicar los procedimien tos de curia a la solución armo- niosa de los mil conflictos que surgían entre' nuestros hijos. Y, en verdad, que tuvo éxito feli- císimo. Reunió a los muchachos, les explicó lo que se hace en los tri- bunales, cómo uno de los liti- gantes presenta la demanda, cómo el otro replica con su contra-de- manda, ambas por escrito, y có- mo, por-último, sé celebra la vis ta. Y les hizo prometer que zan- jarían sus querellas de ese modo. A los chicos les gustó mucho la proposición. Rara era la tarde en qué el padre, al volver de su bu- fete, no oía las consabidas pa- labras: Papá, tengo una demanda para esta noche. Y mi marido, erigiéndose en tribunal, escucha- ba la lectura de ambos alegatos, «el de la acusación y el de la de- fensa, interrogaba a los compa- recientes, y dictaba, al fin la sen tencia. Los resultados fueron sorpren dentes. El interés que los niños ponían en preperar sus respecti- vos escritos y acopiar razones y pruebas para obtener un fallo favorable, relegaba a muy leja- no término el verdadero motivo de la supuesta desavenencia. Y en eso estaba justamente el mérito y el valor inapreciable del proce- dimiento; en que cuando uno y otro tenían que consignar por es- crito la causa de su enojo y de sus agravios, encontraban que era tan baladí, tan insignifican- te, que no daba ni para Hienar a derechas un par de renglones, y se sentían avergonzados de elevar a su padre una queja por tal na- dería, Catalina Seabury. ¡No lo diga: escríbalo! Eramos tres chiquillos. Nos llevábamos un año. Teníamos un genio belicoso. Mamá nos repetía sin cesar: ¡No os ocostéis nunca airados! Y para conseguirlo, hizo col- gar un pizarrón en el pasillo y nos animó a que escribiésemos en él lo que no nos atreviéramos decirnos de palabra. ¿Qué Andre- sito había tenido trifulca con Ra- monín? Pues abroquelados en su amor propio infantil, ninguno de los dos quería dar una satisfac- ción al adversario. Pero, escu- rriéndose con disimulo, uno de ellos se acercaba al pizarrón y escribía con letra Vergonzante: ¡Pordóname! Quedábamos tranquilos después de escribir una disculpa o borrar a teimpo, arrepentidos, algún ex abrbupto que nos dictó la cólera. ¡Perdóname por no haber sabido dominarme, Andresito! y otras frases semejantes ponían de ma- nifiesto sobre el negro encerado, nuestro cariño de hermanos, la firmeza del vínculo familiar y el mutuo respeto. Sargento Raymond Forer. La prueba del agua Estaba una vecina de visita en casa. Fué en ocasión tan poco propicia cuando tuvo Paquito la desdicháda ocurrencia de verter su tintero. Allí de sus gritos, apu Poetas TUERCELE EL CUELLO AL CISNE... Tuxceue el cuello al cisne de engafioso plumaje que da su nota blanca al azul de la fuente; él pasea su gracia no más, pero no siente ¡ €l alma de las cosas ni la voz del paisaje, Huye de toda forma y de todo lenguaje que no vayan acordes con el ritmo latente dela vida profunda . .. y adora intensamente la vida, y que la vida comprenda tu homenaje, Mira al sapiente buho cómo tiende las alas desde el Olimpo, deja el regazo de Palas y posa en aquel árbol el vuelo taciturno +. . El no tiene la gracia del cisne, mas su inquieta , Pupila, que se clava en la sombra, interpreta el misterioso libro del silencio nocturno, Enrique González Martínez Con este soneto del poeta mexi- cano Enrique González Martínez, inicia la Antología su serie de com- posiciones poéticas. NUEVA YORK.—Los poe- tas contemporáneos de Centro y Sud América están digna- mente representados en una obra recientemente publicada bajo el título “Antología de la . Poesía Contemporánea Lati- noamericana.” Esta antología, compilada en un . volumen por Dudicy Fitts, crítico literario, contiene trozos escogidos de las obrcs de 25 autorz3 del Nuevo Continente. Las notas bio- gráficas sobre cada poeia—un breve análisis de su obra en general —han sido escritas yor H. R. Hays. Nueva antología poética Contiene selecciones de en la materia. Las poesías origina- les en español, portugués o francés, aparecen en la página opuesta a la versión inglesa, dando de este modo la oportunidad de poder comparar las dos versiones. 3 conocido escritor norteamericano, ha selecionado y traducido las poe- | sías de autores brasileños. | ad latinoamericanos Dudley El prefacio “El objeto de la presente antolo- ' gía es ofrecer al público un estudio comprensivo de la poesía latinoa- mericana desde la muerte de Rubéz. | Darío en 1916,” expresa el señor Fitts en su prefacio. “El punto «de partida no ha sido fijado arbitraria- mente.” Si bien es verdad que aun se hace sentir bastante la influencia de Darío, gran parte de la poesía que se ha escrito en las repúblicas al sur del Río Grande durante el úl- timo cuarto de siglo ha denotado una fuerte reacción contra dicha in- fluencia—reacción que fué prefigu- rada en el soneto de Enrique Gon- zález Martínez que sirve de epí- grafe a este volumen. A “El-nuevo verso posee más vigor y se distingue por su mayor carác- ter intelectual: su símbolo es la “sabia lechuza” en contraposición al gracioso, pero vago y hasta cierto punto decadente “cisne” que era predilecto de Darío y de sus pre- cursores entre los simbolistas fran- ceses. Los temas indígenas y los ritmos nacionales—indígenas, afro- antillanos o gauchos—le han dado vigor transformándola en algo que es típicamente americano y propio de nuestros tiempos . Jamás ha lle- ado a perder las tonalidades pro- undas que había heredado de sus antepasados europeos, pero sin em- bargo nos habla con un tono de voz ue le es característico. Al cabo Todas las traducciones se deben a personas de reconocida autoridad le larga ausencia ha vuelto la poe- sía a su pueblo.” ros y lamentaciones: ¡Mira, ma- má! . . ¿Qué hago ahora? . .. úVen . . . corre .. ayúdame! .. ¿Dónde hay un trapo? . . ¡Que limpien en seguida el suelo! ¡Mi- ra cómo he puesto la chaqueta! Y por ese estilo continuó Pa- quito quejándose, gritando, rene- gándo de su triste suerte. La se- ñora que estaba de visita no pu- do resistir más: afqueó las cejas un par de veces, puso los ojos en blanco otras tantas, frunció los la bios, exhaló un suspiro harto sig- ificativo, y se despidió fríamen- te. Mamá se armó de paciencia, acudió a remeidar los estragos, y, por fin, le enderezó al des- orbitado Paquetito este breve dis curso: Bueno, hijo mío, ya está arreglado lo de la tinta; pero hay otra cosa de la que quiero ha- blarte. Y le explicó que no se de- be armar tanto extrépito por una falta cualquiera, sino remediar sus consecuencias con el menor ruido posible. Y pronto te daré ocasión concluyó, de probar que Prueba fehaciente de la amistad entre — >— México y los Estados Unidos es la : -—— Ausencia de fortificaciones en la frontera . En medio de un LARET ? camino que xico y de los Estados Unidos, no estaba enhiesto de barrica- das militares, parapetos, ni erizado de fuertes fronterizos. En vez de todas estas construc- ciones militares, encontraron un camino llano; y para encontrarse no tuvieron más que cruzar el Puente Internacional que una las riberas del Río Bravo, sin que para ello in- tervinieran las bayonetas. Aunque ambos son los comandantes en jefe de las fuerzas armadas de sus res- ¡SUPERIOR TAMALE TEXAS. — El|pectivas repúblicas, ninguno de +vieron que reco- rrer para visitarse oficial- mente los presidentes de Mé- Hutton en el Philadelphia Inquirer. mundo de odios. ..< ellos vestía de 'orme; simple- mente se trataba de una: visita oficial entre dos buenos vecinos, y, con ese mismo espíritu con que se juntan los que conviven con pared /|en que los presidentes de ambas Y 1 > 1 México hasta el Océano Pacífico, y no existen fortificaciones ni defensa alguna, habiendo permanecido asi por casi un siglo. En la frontera del norte de los Estado Unidos ocurre lo mismo. La línea fronteriza de los Estados Unidos y del Canadá se extiende 6.440 kilómetros, del Atlántico ai Pacífico, y tampoco ha estado forti- ficada ni defendida durante más de cien aifos. Tanto el Presidente Roosevelt como el Presidente Avila Camacho hicieyon mención oficial, en sus dis- cursos pronunciados en Monterrey, de esta situación que existe en el hemisferio, tan pacífica y democrá- tica. “Un Puente Natural” “La Geografía ha hecho de los «Estados Unidos y México un puente natural de conciliación entre las culturas latina y sajona de este continente”—dijo el Presidente de México en su discurso, “Si hay un lugar en que la tesis de la buena amistad puede probar su eficacia, onde se unen estos dos El Presidente de México también especificó claramente que su patria se siente libre para colaborar con su vecino del norte sin temores de hegemonía. Por su parte, el Presidente Roose- velt hizo mención de la última vez repúblicas se habían reunido. Es- to ocurrió el 16 de octubre de 1909,;cuando el entonces Presidente William Howard Taft y Don Porfi- fio Díaz se encontraron en El Paso, Texas. En aquella ocasión, los dos jefes del ejecutivo de sus respecti- vos países so reunieron primero en has comprendido mi consejo. La semana siguiente empezaron a pintar el comedor. Tuvimos que bajar la mesa al sótano. Llgó a hora de a cena. Está- bamos todos de punta en banco Al ir a sentarme, advertí un mo- hín de sorpresa y contraiedad en el rostro de Paqrito. No era para menos. ¿Deberíase aquella sensa- ción de frío y humedad a la pre- sencia de agua en la silla? Incli- namos las cabezas, como de cos- tumbre, para dar gracias a Dios antes de comer. Al levantarlos de nuevo, los ojos de Paquito se en- contraron con los de su méámá. Sonrió él: había comprendido. Con melosa voz y tono muy cor- tés dijo: ¿Me dan su permiso? Y se rite- ró. Seguimos comiendo tranquila- mente. Paquito había salido airo so de la prueba: Margarita J. Honnes El cachorrillo que me dió una lección. Para verguenza mía debo con- fesar que hasta los trece años fuí muy desartrada. Daba grima yer mi cuarto. Un día cierta amiga me ofre- ció un cachorrillo. Mamá no me consintió aceptar el regalo. De- cía que estaba harto embargada por los quehaceres de la casa, para ocuparse del animalito, La contrariedad que eso me causó no tuvo límites. Aquella misma noche encontré debajo del embozo de mi cama, clavado a la almohada con un alfiler, un pa- pelito que decía: He estado aquí hoy a verte. Y, la verdad, me a- terra pensar que me cuides tan poco y tan mal como cuidas tu magnífica ropa. Firmaba: El Ca- chorrillo. La mañana siguiente dejé mi cuarto muy ordenado y un pape- lito en la puerta del armario con estas palabras: Mi querido Ca- chorrillo: Me apena mucho saber | que no te gustó mi cuarto, por O AS “PRINCESS RED FEATHER'S Hierbas Indias PARA TODAS LAS ENFERMEDADES 2121 E. Washington St. Arizona Phoenix, |to Bustamante, la sentida y ¡litó durante 14 años conse- CARTA POSTUMA Leida en la velación del fallecido socio de la Sociedad Porfirio Diaz No. 1 de Tem- pe, Arizona. Respetables deudos, dignos oficiales de la Sucursal No. 1., estimados consocios: Con la mayor devoción, con todo fervor, cumplo la delicada misión que me fue encomendada para venir a levantar frente a los restos mortales del consocio Ruper reverente ofrenda que le consagra. su sociedad, el gru po fraternalista donde él mi- cutivos, dando un alto ejem- plo de fraternalista, de esas virtudes que es necesario im ponernos cuando queremos cumplir con el sagrado man- damiento que nos previene: “Amarnos mutaumente los unos a los otros.” El verdadero amor sólo prevalece donde se conjura del todo el odio, la envidia, la vanidad, Llenar el cáliz del corazón con las penas de nuestros semejantes, llorar con los que lloran, estar pron tos y solícitos a poner el hom- bro y alivianar el peso de la cruz de nuestros hermanos, eso es la fraternidad, esa es la banedra que lleva en alto la Sociedad Porfirio Diaz y, a sostener ese programa, a guiar esa luminosa ruta quel nos señala la divina estrella ¡ de la fraternidad, a ¡eso de-' diró su vida nuestro digno ' consocio Ruperto Bustaman te. Fue un acabado modelo de persoverancia, de conse- cuencia, de bondad y de no- bleza. Su partida nuestros espiritus y causa profundo dolor en nuestras almas. El consocio Bustamante ha dejado estas horas negras de! la vida para comparecer' an-¡ te el trono de Dios, donde to- do es vida eterna y paz, des- lo desordenado. Si me quieres ha- cer el favor de volver hoy, y ma- ñana, y pasado mañana, tal vez quedes convencido de que ya soy ordenada y cuidadosa. Y así se fueron cruzando bille- titos entre el Cachorrillo y yo todos los días. Por fin, mis pa- dres tuvieron la seguridad de que yo_había alquirido el hábito de cuidar de mi ropa y arreglar mi cuarto. Un día, cuando iba yo a salir para la escuela, me dijo mi madre, con una chispita de malí- cia en log ojos, que haría bien en darme una vuelta por la sala a decirle hasta luego a un cacho- rrillo que había dormido allí. Ethel Ann Beckstorm AN Se Da Recompenza SE PERDIO una perrita rhiquita con la cola cortada, de pelo blanco y rizado con manchas negras en las ore- jas en el lomo y en la cola. Es gordita. Se llama 'MICK- EY”. Se perdió en la calle Madison al Este y Calle Ter cera. Llamen a Marie D. Met Chell — Teléfono 4-6971. Se le dará recompenza a quién la encuentre. 600D YEAR SHOÉ SHOP 15 S. Ist. Ave. Phoenix, Hacemos toda clase de ra- paraciones de calzado Operarios competentes | SLNE REL DNIADADASDA enluta |. | dre celestial que es nuestro H No LES ADOLFO, MIRA LO QUE ME MORON LAS. NACIONES UNIDAS TE PREO " ENSENÑARE YO. ENSEÑASTE DEMASIADO, ADOLFO : CUPES canso eterno para los que cru zaron la senda de la vida «umpliendo con los santos mandamientos del Señor, pa ra los que hicieron caridad y procticaron buenas obras. Mas la norma de la vida, es decir, el resumen de los mandamientos divinos es: Amar a Dios, y a nuestros semejantes como a nosotros mismos, Ningún tributo y prenda de amor es más gran de ante Dios como la prácti- ca del mutualismo, por la her mandad nos reconocemos en el campo de la fraternidad, ella marca la más excela nota de amor a Dios, reco- nociendo que somos verdade ros hermanos, porque todos somos hijos de un mismo pa Dios. Es por esto, que debemos ad- mitir que quienes mueren en | las filas del mutalismo, sin-; tiendo este afecto como un| ideal y la más cara prenda ' de amor, son venturosos, por | que mueren en Dios, en la| observancia de sus .manda- ¡ mientos. * Consocio Ruperto Busta-| mante: Aquí estamos rindien do homenaje y respeto a es-! vida en que nos acompañas, descansa en paz y ruega al Ser Supremo bendiga nues- tras labores fraternales y for talezca nuestras filas pará se guir por el camino de frater nilismo que te ha converti- do en ADALID, en uno de esos sembradores de amor que dejan en los corazones imperecedora memoria y eter no afecto. Las flores de nuestros re- cuerdos para tu memoria, siempre estarán frescas en nuestros corazones y, nues- tras fuerzas, nuestra volun- tad, siempre estarán tam- bién alerta y obligadas a ser vir a tu digna esposa, pues reconocemos que es nuestro deber velar por ella. Hermanos: recoged vues- tro espíritu y orad, pidiendo al ser Supremo que mande toda resignación a los deu- dos de nuestros hermanos, pedidle que reciba con su in- ” finita misericordio el alma de un fraternalista, y pedidle también que ilumne nuestros | pasos, que guie nuestros ac- tos y nos dé su gracia para poder imitar en cuanto poda mos la vida y ejemplo de Ru tos últimos momentos de la perto Bustamante. INEA RIADA STANDS) ROSITA'S 4 PLACE 64 South 3rd St. El Jacalito exclusivo para antojitos Netamente Mexicanos Enchiladas, Tacos, Tostadas, Tamales y toda clase de platillos mexicanos, ricos, sabrozos y esquicitos. Limpieza e higiene DR. A. 6. DEL son nuestro tema OA AS O iS SS AS VALLE LUGO 16 North 1st. Street PHOENIx, Toda Clase de verduras y “SUPERIOR en la mesa. 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El mandatario norteamericanó expresó también la esperanza de ue algún día no lejano “cada presi- ciones que prev: en entre México dente: mexicano y estadounidense los Estados Unidos, así como con|se visitarís mutuamente tal como las otras repúblicas americanas.|se visitan los vecinos entre sí—así La línea divisoria entre los dos[como los vecinos charlan sobre la aíses tiene una extensión de unos|situación y acaban por conocerse | 2576 kilómetros, desde el Golfe delmejor.” BARBERIA PARIS Trabajo de primera, higiene y cortesia Salvador Fernandez, Mgr. Operarios: Jesus Corres y Luis Salazar 224 East Jefferson Phoenix, Arizona Teléfono 3-6360 Hemos instalado en este lugar una fábrica de TOR- TILLAS, las servimos calientes a toda hora, Los domingos cerramos nuestro establecimiento a la una de la tarde Esquina de TONTO » Ave. Segunda Teléfoma ¡435649 El nuevo despacho como siempre: A — Tortillas y masa de la me- jor calidad, fabricantes de las famosas salsas: PICO y PICA y PICO de GALLO. 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