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EL TEATRO DE Escribe Jorge Guillén, en el prélogo a las “Obras Completas de Garcia Lorca, que la editora M. Aguilar publicara en Madrid en 1955: “jPensar que Garcia Lorea aparece en el. extranjero ignorante, en su mayoria, de Es- pana, como un fendmeno aisla- do, brote repentino después, asi como suena, de Cervantes y Cal- derén! Tengamos presente la fe- eha inicial y la fecha final que acota la vida de nuestro amigo: 1898-1936. ;Qué admiracién y qué pena nos remueve al reavivar en el recuerdo aquellos anos tan fe- cundos para la cultura espanola! Bien podemos denominarlos la Edad de Oro Liberal, designacion con que Juan Marichal limita el periodo, demasiado amplio, que Azorin considera como el Segun- do Siglo de Oro”. Este periodo que se inicia y se acaba con la vida de Lorca; es- ta eclosién literaria daria su ma- yor representante en Lorca, y hasta en sus fechas que le deli- mitan parece ya proféticamente decir quien iba a ser su mayor genio. Pero no hemos sido nosotros, los espafioles, como suele suce- dernos, los descubridores de Lor- ea, poeta y dramaturgo. Un tan- to del Siglo de Oro espafiol lo revaloriz6, el reflejo e influen- cia que ejercié en el extranje- ro y en especial en Francia, que nos devolvié a nuestros pro- pios escritores ya consagrados. Evoco al llegar a este punto el similar suceso de) estudio de Jos caracteres anatdmicos y psi- quicos de las personas. Si lee- mos cualquier tratado espanol sobre la materia, aprenderemos que los primeros constitucionalis- tas fueron Viola, Pende, Sigaud © una sarta de extranjeros, con sus variadas teorias, pero si al contrario recuurrimos al libro aleman de Kretschmer. quizé el mejor decumentado, vemos que LORCA el primer estudio formal de las personalidades es el de Miguel de Cervantes: Don Quijote, fisi- eo asténico y psicologia intro- vertida e idem, y Sancho, fisico picnico, de psicologia ex- trovertida y materialista. Lo espafol, siempre ha suce- dido, se comprende mejor fuera de sus limites geograficos, qui- z& captado por Lopez _ Ibor cuando escribe su obra El com-_ plejo de inferioridad del espanol,_ Y a Lorca también nos lo en- sehlaron a comprender fuera de Espafia. Antes de marchar a Nue- va York, en 1929, y de hablar en sus Universidades, aparte de conversaciones de café y tertu- lias literarias al aire libre, en Espana sélo habia_cosechado el estreno de Mariana Pineda, en el 27 y la publicacién del Ro-. mancero gitano, después de in- cesante busqueda de editor, que encuentra por fin en la Revista. de Occidente, en 1928. Luego, a 33 * PRIMERO EN LA NACION dividendo al 9h al afio Franquicia Federal Num 1 * MAS GRANDE EN EL SUD Recursos de mas de $185 millones » CONVENIENTE 4 oficinas para servirle EN BL CENTRO—100 N.&. 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Porque uno de los gran- des aciertos de la dramaturgia lorquiana ha sido la conjuga- cion de los dos Siglos de Oro li- terarios espafoles. Si el primero lo podemos considerar como el Siglo de Oro popular, o victo- ria de lo popular en la tematica literaria, con sus maximas repre- sentaciones en Don Quijote, Lo- pe de Vega y El burlador de Sevilla, el segundo, o Siglo de Oro intelectual, eclosién de los intelectuales en ta literatura his- panica, con Gavinet, Costa, Una- muno y Ortega, a pesar de que-. rer tender a lo popular, se que- da en intelectual solamente. El arte popular es realidad, es reflejo del medio ambiente y plasmacién de las apetencias y lenguaje de] pueblo, que es el que hace el idioma, el que varia los vocablos y la gramatica de la lengua. El arte intelectual, si existe ese arte verdadero, no es un re- flejo, es una eritica. A fuerza de diferenciarse, de llenarse de ciencia y conocimientos, muere la creacion, y queda la critica, el ensayo, lo diddctico. El intelec- tual puro no sera nunca un es- critor de imaginacion. Hara la muerte de la mentira, que dije- ra Oscar Wilde: “Los antiguos na- rraban mentiras deliciosas como si fuesen cosas ciertas, mientras les modernos, intrascendentales hechos_ ciertos,. afirmando son mentira”. Es la muerte del pue- blo y su mentalidad, en una ci- vilizaci6n superintelectualizada. No solamente e] intelectual es un critico, sino que es, ante to- do, un amante de Ja verdad. Cri- tica por dolor, por sentimenta- lidad. Ataca la mentira porque molesta. La expone crudamente. Es, ante todo, un ser quijotesco, que quiere la elevacién humana, a un término de Justicia y Li- bertad. Por eso, en una nacién como la espafiola, donde la hipo- cresia, mas que la envidia, que dijera Unamuno, tiene su cuna, esta sinceridad molesta y se reacciona contra el intelectual. Lorea, escritor influenciado por el Siglo de Oro de la litera- tura intelectual espafiola, ha be. bido copiosamente en todas las fuentes. Su teatro tiene un arran- que completamente parecido al gran teatro de Valle-Inclan. Pe ro mientras Valle-Inclan es pu ro intelectual, Lorca pertenece tanto a esta época como al Sigle de Oro de la literatura popula espanola. Sus personajes son de) pueblo y sentidos por el pueblo Porque otra de las diferencia- ciones entre estos dos estilos es sentir al popular y leer al inte lectual. Los esperpentos, de Va- lle-Inclan, se saborean leyéndo- los. Lorca es para escucharlo, es- tremecido y trémulo, en un “ca- tro de Tespis” o en la Corrala, de Lope, o junte al Sacromonte. El intelectual nunca nos haee ser protagonistas de lo que es- eribe. | En Lorca se publican estos dos grandes estilos, o maneras de sentir Ja literatura, con la grandeza del tema. Lo absolute y eterno matizado clasicamente como en la tragedia griega. Obra para ser escrita por Esquile y ser premiada en las Olimpiadas Si Lorea se salva, a pesar de excesivo cuidado de sus contem poraneos en que su gloria no sea tan grande, y pasard ya eterna mente como quiz nuestro mejoi dramaturgo (no importa que Lo pe de Vega haya escrito ciento: de obras, con sdélo el Quijote Cervantes es el mejor novelists del mundo), es por su teatro ple no de vida. Porque su teatro ha vuelto al tema eterno, al tema de las pasiones, al tema de le inconsciente y de las venganzas y euménides griegas, esos te mas eternos de los que la raza humana, por bombas atémicas y robots que existan, no puede desprenderse. Y esos temas uni versales, que hacen vibrar a le mas profundo del pueblo de una manera intelectual, cosa que na die consiguié, aunque lo inten. tase Valle-Inclan, es lo que nos ha colocado a Lorca entre los genios hispanicos. En este con junto de pasiones, Yerma o Ia esterilidad, Bodas de Sangre o el crimen, La Casa de Bernarda Alba o Ja virginidad, Mariana Pi- neda o la libertad, Dofia Rosita o la soltera, Lorca romancea unos ensayos psicolégicos, para que salga teatro de carne y hue- 80. Luego vendré su poesia. Pero como siempre, diremos, a pesar del Romancero gitano, Poema del cante jondo, Lianto por Igna- cio Sanchez Mejias, sus mejo- res poemas, el Garcia Lorca tea- tral, ha hecho que olvidemos el portentoso poeta que llevaba dentro. Otro mérito mas de su teatro, cuando ha podido con- seguir que posterg4ramos seme- jante obra poética. (Tomado de Ja Revista ALNB, PAG. 9