Diario las Américas Newspaper, March 3, 1957, Page 2

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ESTAMPAS DE MEXICO TONANTZINTLA Lugar de los Deseos Cumplidos Por MARIA BLANCO Redactora de la Agencia Periodistica Hispano Americana MEXICO, D. F. — (APHA) — Tonantzintla, pueblecito cercano a la Angelopolis, es sin duda al- guna uno de los lugares mas ac- cesibles para el turismo. Porque los extranjeros que vienen a la capital azteca pueden viajar con facilidad a poblaciones cercanas como Cuernavaca, Toluca, Pachu- ca, San Juan Teotihuacdn, Pue- bla. De esta ultima, y apenas en veinte minutos de automévil, es facil Hegar hasta Tonantzintla, cuyos habitantes, casi todos de- dicados a la agricultura, cele- bran numerosas festividades asf religiosas como paganas. En este hermoso valle de To- nantzintla se levantan de cuan- do en cuando breves monticulos cuyas cimas casi siempre estan coroneadas por una iglesia. Es mas, hasta podria decirse que el propio villorrio se une por una cadena de pequefias iglesitas a Cholula, el lugar conocido par- ticularmente porque cuenta nada menos que con trescientos sesen- ta y cinco templos, uno. para cada dia, & excepcién de los ahos bisiestos, como el de 1956, RESPONSABILIDAD EN LA PREVENCION DE LA DELINCUENCIA JUVENIL Uno de los grandes problemas de la era moderna lo constituye, sin duda alguna, la formacién y educacién de los nifios. Ese, que en décadas préxima pasadas, siempre resulté delicado asunto que requirid atencioén esmerada de los padres y los maestros, se ha venido agudizando en los Ultimos tiempos, con la aparicién y la alarmante procrea- cién de la delincuencia juvenil. Algunos estudiosos de los problemas sociales atribuyen el fendmeno a cuestiones relacionadas con la “‘inadapta- cién de los caracteres”. Otros afirman que la delincuencia juvenil es secuela del abandono de los padres en la orienta- cién de sus hijos; de los hogares destruidos por las desave- nencias y las incomprensiones y la carencia de un sistema diddcticé encaminado a forjar la nocién del bien y del mal en la conciencia —modelable arcilla— de los educandos, No pretendemos sentar catedra de entendidos en la cuestién, al escribir esta cuartilla. Sdédlo queremos hacer patente el modesto criterio de que la ola alarmante de con- travenciones y delitos, cometidos en los ultimos tiempos por la gente joven, apenas alguno de ellos en los umbrales de la adolescencia, constituye un peligro para la sociedad y el hogar, que todos y cada uno de nosotros debemos combatir, esforzdndonos por erradicarlo definitivamente de la vida cotidiana. Responsabilidad primerisima en esa lucha, toca a los padres y a los maestros. EI cardcter del nifio se forma en el hogar y se robustece en la escuela. Inculcar en los ni- fios la nocién del bien, de la generosidad, y sefalarles los peligros morales y materiales de esas desviaciones incalifi- cables, resulta tarea primordial de padres y maestros. El fantasma de la delincuencia juveniles una amenaza que nos alcanzaa todos. De ahi que todos debemos empefiarnos en contribuir a su desaparicién, poniendo en la brega los mejores entusiasmos y la accién mds desinteresada y ge ana cia & ce ae ain a nerosa. * que se haya escogido uno de {hibpbbpb bbb bbb bDbbbbbbbbbbbbibbibbibbbbbbbbbbibpbibtt esos monticulos para levantar el TODOS TENEMOS HAMBRE — ‘iti: Si‘ némico de América Latina. Hace ya varios afos que funciona este centro de ciencia Bien sabes que todos tenemos hambre: hambre de pan, We tiene a sus pies el blanco hambre de amor, hambre de conocimiento, hambre de paz... Este mundo es un mundo de hambrientos. E| hambre de pan, melodramatica, soflamera, ostento- caserio del poblado que le da su nombre Tonantzintla. $a, es la que mds nos conmueve, pero no es la mds digna de conmovernos. Los multiples motivos que su- giere una visita a la colonial Puebla, que encierra bellos teso- ros artisticos y sobre todo arqui- éQué me dices del hambre de amor? (Qué me dices _tecténicos, como su catedral, que de aquel que quiere que lo quieran y pasa por la vida vien- cuenta con amplios, limpios y do en todas partes mujeres hermosas sin que ninguna le confortables hoteles, que puede dé una migaja de carifo? ofrecer al visitante hermosos pa- éPues y el hambre de conocimiento? El hambre del pobre espiritu que ansia saber y choca brutalmente contra el zdécalo de granito de la Esfinge. éY el hambre de paz que atormenta al peregrino in- seos y que presenta objetos de variadas industrias, ofrece por quieto, obligado a desgarrarse los pies y el corazén’en los caminos? El valle es uno de los mas no- tables, encerrados entre las sie- rras poblanas, mientras el po- niente es contemplado-a través de los siglos y los siglos por el majestuoso Popocatepetl y por el niveo Iztacihuatl. La caracteristi- ca especial de la regién es su luz y atmésfera despejada casi otra parte una intensa vida cul- tural cuya Universidad es ejem- plo de severidad y disciplina. Mas, nuestro propésito no es re- ferirnos ahora a Puebla, sino a Todos tenemos hambre, sf; ytodos, por lo tanto, pode- ete ae a ee mos hacer caridad. oe 3 de invierno, lo mds frecuente y Aprende a seni oh ep i end athe te habla... en famitier, casi al alcence ‘de le el concepto de que, fuera del hambre de pan, todas se €S- mano, son las estrellas fugaces, conden. ‘ cuyo numero es increible. jCuanto mds inmensas, mds escondidas! : : Cada estrella fugaz del cielo de AMADO NERVO . Tonanzintla, dice la leyenda, Li bp bbbbbbirpbibbbbbbbbbrbbbbhbbibbbrppbibbhbbpbbey Sy vite a iseronas cers al MIL MONED AS DE ORO turista comin y corriente ten- dria el atractivo de contemplar desde alli, como punto estratégi- co, todo el valle y las montafias, Un hombre rico quiso repartir mil monedas de oro a . los villorrios diseminados en los pobres, pero, como no sabia a cudles pobres debia dare “ aquellas amplias latitudes y tal las fue en busca de un sacerdote y le dijo: vez obtener de empleados de la —Deseo dar mil monedas de oro a los pobres, mas no _institucién algunas elementales sé a quienes. Tomad el dinero y distribuidlo como querdis, iformaciones sobre la marcha : Att * celeste aunque fuerza es:conside- | sacerdote respondié: a Yar que en sus edificios estan —Es mucho dinero y yo tampoco sé a quiénes darlo, _eoncentrados al estudio del uni- porque acaso a unos daria demasiado y a otros muy poco. verso unos cuantos mexicanos Decidme a cudles pobres es preciso dar yuestro dinero, y _distinguidos. qué cantidad a cada uno. Pero quien va a Puebla bien El rico concluyé: podria regresar a México toman- —Si no sabéis a quién dar este dinero, Dios lo sabrét do el camino a Tonantzintla con dadlo al primero que Ilegue. Jo cual tendria la oportunidad de En la misma parroquia vivia un hombre muy pobre, Map Beil ae ni Fic que tenia muchos hijos y que estaba enfermo y no podia ge a dé fhedic siglo cae trabajar. Este pobre leyé un dia en lo salmos: “Yo fui Después, tendra que pasar el joven y he llegado a viejo y no he visto nunca a un justo turista por Cholula para tomar desamparado y a sus hijos reducidos a mendigar’’. la carretera Puebla-México. Pero Pensé el pobre: el alto en Cholula, con intencio- —jAy de mi! Estoy abandonado de Dios, y, sin embar- . 2¢8 de ver todos sus templos, Ile- lo, no he hecho mal a nadie. Iré en busca del sacerdote y 8 oe tag Bastara, sin le preguntaré cémo es posible se encuentre una mentira se- ees a a “dia foes mejante en las escrituras. los domingos —, el turista puede Y salid en busca del sacerdote, y al presentarse, el sa- —_adquirir a precios increiblemen- eerdote se dijo: te bajos, sarapes u otros objetos, —Este pobre es el primero que llega: le daré las mil monedas del rico. ; canastos con fuertes y bien com- binados colores en sus adornos y muchos recuerdos tipicos del lu- L. TOLSTO! gar. CUBA. — JUSTO DE LARA 1956 MI AMIGO BORBONET Por HUMBERTO MEDRANO (N. de la R: El Premio Justo de Lara ha sido estable- cido por “El Encanto” en el ao 1934 para honrar la memoria del insigne escritor y periodista que inmor- talizé este pseudénimo a lo largo de una intensa y ejemplar carrera literaria. Formaron parte del Jurado los doctores Blanca Dopico, Ofelia Pérez Daple, Augusto Fernandez Conde, Rail Roa y Manuel Alvarez Morales.) Yo conozco al comandante Enrique Borbonet. Es mi amigo. Estas lineas las escribo para él. No tienen mas propésito —lo creo suficiente—, que hacerle llegar hasta su celda una palabra amiga. No creo que sea muy provechoso- declararse amigo de-un conspirador vencido y sentenciado. Pero en la vida no todas las actitudes pueden ser colocadas bajo el sérdido microscopio del provecho. Y la amistad de Enrique y mia, nacié hace muchos afios antes de esta conspiracién y no veo por qué deba ser alterada por un suceso, cualesquiera que sean su naturaleza y resultado. Maximo si del suceso ha salido perjudicado el amigo de siempre.. Conoci a Borbonet hace tiempo, cuando civiles y mi- litares confraternizaban en las competencias de tiro. Todos los domingos nos reuniamos en la magnifica galeria de Columbia. Alli, sin grados ni atributos de profesién u oficio, un grupo de companeros estremeciamos la manana con cerradas descargas sobre blancos inanimados. Eran cuatro o cinco horas maravillosas en que no cesaba el tiroteo. De vez en cuando se turbaba la paz del estruendo con un chiste, una interjeccién o un par de cervezas a lo sumo... De aquella terrible balacera siempre quedaba en el campo un muerto: el tiempo. Y en el corazén algo mas vivo cada vez: la camaraderia. Alli aprendi a estimar a Enrique Borbonet. Lo recuer+ do entonces: un muchachoén alegre, sencillo, pecoso, extro- vertido. Era temible con el 38. Ganaba sin jactancia y perdia sin disculpas. Sabia asumir la responsabilidad del triunfo o la derrota. En el campo de tiro y fuera de él, siempre fue correcto, disciplinado, respetuoso. Cuando alternabamos las lineas de fuego, nos senté bamos a conversar. Se formaba el grupo y se hablaba de todo menos de politica. Estaban prohibidos los discursos y el mal humor. Se contaban anécdotas y de vez en cuando surgia el comentario punzante sobre alguno de los pre- sentes. Nadie se ofendia. Se respondia con agudeza pero sin actitud. Borbonet contaba en ocasiones sus apuros y conflictos de cuando era cadete. Ern el acto salia el chiste disparado sobre su cabeza. Era entonces cuando la risa -estrepitosa de Borbonet apagaba el fragor de los disparos. Si, Borbonet era teniente y sabia reir y bromear. Y todos nos reiamos. Y nos tratébamos con franqueza. Y no habia rencores, ni suspicacias, ni tenientes, ni comandantes, ni doctores, ni periodistas. Tan sdlo amigos, entre los cuales unos vestian camisa de campafa y otros usaban camisa deportiva. Pero nadie notaba la diferencia. No existia. ‘Mas tarde vinieron acontecimientos que nos disgrega- ron. Borbonet siguié en el Ejército. Otros se vieron obliga- dos a abandonarlo. Algunos han muerto. El coseché triun- fos merecidos. No nos vimos mas. Pero yo segui recordandolo, como a tantos otros come paneros del tiro. Y segui profesandole amistad. Una vea lei sobre sus hazanas de paracaidista. Me -alegré mucho y no me sorprendié. Sabia que era valiente y arriesgado. , Y un dia, como de una definitiva y espectacular cae ' briola en su paracaidas, cayé de pronto Borbonet sobre la rispida e hirviente actualidad. Estaba detenido por “cons pirar para la rebelién”, junto con otros compafieros de su misma hechura. Se mencionaba su nombre mezclado con actividades subversivas. Se le hacia un Consejo de Guerra. ' Lo acusaba el fiscal. Y él, con voz firme, se declaraba culpable de “haber conspirado por el bien de Cuba y para | evitar que los civiles vean al Ejército como enemigos y como hermanos”. Y lo condenaban a seis afios de prisién y lo separaban del Ejército. Y una vez mas, habia asumido la plena responsabilidad de sus actos... j Esa cosa indesviable que es el destino de cada cual, ' ha colocado a Enrique Creso Borbonet, en el arduo camino de los que hacen historia. Un tribunal militar lo ha juzgado. Yo no puedo juzgarlo porque soy su amigo. Esa historia es la que juzgara en definitiva a este muchacho valeroso y simpatico, que un dfa cambié su risa despreocupada y estentérea por un riesgo tremendo en el que se ha jugado su libertad y su carrera. Sus mas encarnizados adversarios tendran que re | conocer la serenidad y la entereza con que ha dado la cara | Enrique Borbonet; no sé cuantos amigos te reconoceran | ahora ni cuantos te negaran. Yo no te niego. Fuf tu amigo y lo sigo siendo en ésta tu hora de infortunio. Hace mas de cuatro afios que no nos vemos. Hoy que estas preso. te ratifico esa amistad. Te la estoy enviando en estas lineas modestas y sinceras. Trataré de verte y ayudar con ello a que te sientas menos solo. Asi podremos conversar un rato y, soslayando el pre ! sente y la politica, recordar aquella buena época de laa” competencias de tiro, donde los que vestiamos camisas de pei tac los que usaban camisas deportivas, no se miraban | con recelo. : PAG. 2 HEMISFERIO DOMINGO, 3 DE MARZO DE 1957

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