El Sol Newspaper, September 6, 1957, Page 6

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PAGINA SEIS UN ASESINATO CASI PERFECTO: Horrible Asesinato de Una Mujer Versión de LUZ MA. F. VDA. DE ROFFIEL La nena tenía únicamente seis semanas de edad y había sido un día muy duro para ella, Aquel viernes de principios de di- ciembre, sus papás la habían llevado junto con sus hermanos mayores, a una feria situada cerca de Hollywood, Florida, y aun cuando habían regresado temprano a casa, el paseo ha- bía excitado y puesto muy nerviosa a la pequeña. Cerca de la 1:30 de la mañana, la niña comenzó a llorar, y cuando Buford Colvin se convenció de que su esposa no se levantaría a verla, se levató a calmarla. Fue entonces cuan- do descubrió que Ruby no se encontraba en la cama. Tan pronto como logró dormir a la bebita, Colvin buscó a su esposa inútilmente ya que ella no se encontraba en la ca- sa. Quizá debería haber averiguado inmediatamente dónde se encontraba la madre de la chiquita, pero tenía demasiada con- fianza en la esposa, deseosa siempre de diversiones y con la que había estado casado por espacio de once años. Más tarde insistió en afirmar que Ruby había sido siem- pre una buena madre y esposa y que no se trataba de una al- cohólica, pero no era la primera vez que tomaba estas clan- destinas “vacaciones”. En ocasiones anteriores, había regre- sado al cabo de uno o dos días, sin dar mayores explicaciones y siempre dispuesta a reasumir su rol de señora de casa, así que no fue sino hasta el martes, que Buford Colvin se sintió lo suficientemente alarmado como para acudir a la policía. Eso ocurrió el 9 de diciembre, no teniendo la menor idea que el día 7, la policía había encontrado a Ruby Colvin entre un grupo de palmeras, poco más allá de la carretera Tr, cer- ca de Honey Hill Drive, al norte de Miami. Pero la policía tampoco sabía de quién se trataba. La hermosa Ruby Colvin fue encontrada por un mucha- cho de 16 años de edad, vestida únicamente con un par de za- patos de punta abierta, lo cual hizo difícil su identificación. Además, su bien formada figura había sido desfigurada por innumerables quemadas de cigarro, su pelo castaño estaba ehamuscado, y aun los sensitivos párpados, presentaban hue- Nas de quemaduras. Las manos las tenía atadas detrás de la cabeza y una cruda mordaza le había sido puesta en la boca y amarrado bajo los oídos. Su cara tenía el tinte violáceo producido por la soocación, como si hubiera sido estrangulada. Pero lo más espantoso era una vara de palmera introducida varias pulga- das en su suave piel, Las marcas de dientes que bien podían haber sido producidas por un animal o una persona, añadían un toque más de sadismo a la lúgubre escena. Aun cuando la policía no contaba con ningún dato de identificación, no había permanecido ociosa durante los dos días que precedieron a la denuncia de Colvin respecto a la desaparición de su esposa. Edwin Lee Mason y el investiga- dor del Departamento de Homicidios, E. F. Lasseter, habían realizado la investigación preliminar, siendo ayudados en su tarea por John Tyler, jefe de la Oficina de Investigación Cri- minal, juntamente con John Berdeaux, de la misma organi- zación. Habían encontrado un automóvil estacionado cerca de la carretera, el cual según información obtenida, fué robado frente a una fuente de sodas contigua al Circle Bar, situado en la Séptima Avenida en Hollywood. Investigando entre los concurrentes del bar, los detecti- ves encontraron varias personas que habían visto a una mu- chacha cuya descripción correspondía a la de la occisa, salir en compañía de un marinero aquella noche atal. Y una vez que Colvin eectuó la identiicación positiva de la desaparecida, se sintieron seguros de estar sobre la verdadera pista. Tan pronto como verificaron la versión del marinero, la SARGENT MARKET 10145. 17th AVE. - PHOENIX, ARIZ. entregas gratis a domicilio ERRATA . 59 COSTAL “DE Frijol ===. Mantec Pollos "==. PURO PUERCO Eo DE LB. GRADO “ a Pequeños (TOCINO) REBANADO. ar 450 oo lolo zolo e azo zo ooo doctor azote zo rzezo zoo o ooo zo alo elo zo czoaze PRECIOS BUENOS PARA EL VIERNES, SABADO Y DOMINGO — SEPT. 6 - 7 - 8 HORAS DE LA TIENDA: Desde las 7 A. M. Hasta las 10 P. M. ABIERTO LOS DOMINGOS. —Abierto los 7 Días de la Semana.— 2 350 “EL soL”, Porqué son tan Buenos los Pitchers de Ahora Por PAT ROBINSON NUEVA YORK.—Hubo una é- poca en que solo un muchacho de facultades fenomenales po- día ir directamente desde su e- quipo escolar hasta un equipo de liga mayor y dar resultados in- mediatos, como lo hizo Ted Ly- ons con los Medias Blancas. Pero en la actualidad, mucha- chos que apenas han salido del cascarón pueden pasar de un e- quipo de Secundaria a las ligas mayores y obtener éxito. Ejem- plo: Von McDaniel, de los Car- denales, que hace muy poco to- davía era un pitcher de escuela secundaria, y que desde que se unió a los Cardenales ha pitche- ado ya un juego de un solo hit entre otras varias victorias. En la Liga Americana hay di- versos grandes pitchers jóvenes, y en la Liga Nacional hay por lo menos 20 de ellos, cuyo pro- medio de edad no pasa de 20 a- fos. ¿Cómo se ha logrado esta sú- bita incursión de estrellas he- chas a la medida en los últimos dos años? Walt Alston, el afor- tunado piloto de los Dodgers de Brooklyn, que cuenta con cua- tro o cinco grandes pitchers jó- venes dentro de de su propio per- sonal, da dos razones para el rá- pido desarrollo de los mucha- chos de hoy. “Una razón —declara Walt—, es que los muchachos ahora son más corpulentos y más fuertes de lo que eran hace 30 años. No es cosa rara tropezarse con mu- chachos que tienen 17 o 18 años de edad, que miden en calcetines y que pesan más de noventa ki- los. “Parece que madurarán en to- dos log aspectos más pronto de lo qué” maduraban los mucha- chos en mi época. “Y, además: cuentan con la ventaja de que los enseñan me- jor”. Alston señala todas las peque- ñas ligas, las ligas “Babe Ruth” y los equipos de la Legión A- mericana como maravillosas in- cubadoras de jugadores de liga El Sr. Antonio... (Viene de la la. Página) Detenidos bajo el cargo de ro- bo menor, quedaron los siguien- tes muchachos: Frank Kelley, de 18 años, de 2115 al Oeste de Vista; tres ju- veniles: Murle Williams, de 17 años, de 1841 Oeste de Caminito; James N. Marler, de 17 años, de 2535 W. Augusta, y Kenny Bou- cher, de 17 años, de 2927 Law- rence Lane. Estos últimos fueron entregados a las autoridades del Departamento Juvenil. —_—__———_—_——— mayor. “Todos esos chiquillos están muy bien enseñados —dice Als- ton—. Muchos de ellos tienen de coaches a antiguas estrellas de liga Mayor o de liga menor. Y prácticamente todas las univer- sidades tienen maestros profesio- nales y hasta muchos alumnos de escuelas secundarias reciben excelente entrenamiento”. Puede que sea verdad, como alegan los pitchers de hoy, que la pelota más elástica y la más estrecha zona del strike hacen para ellos la. vida mucho más difícil de lo que la tenían sus antecesores. Pero si se echa una ojeada a los gallineros de hoy, se verá que son los bateadores y no los pitchers los que van a necesitar compasión en los años por venir. Como explicó Alston, los jóve- nes poseen todas las curvas que se describen en los libros. Algu- nos llegan ya con la bola de nu- dillos bien practicada, y lo que es más sorprendente, poseen un extraordinario cambio de veloci- dad. Y —digámoslo en voz ba- ja— unos cuantos hasta son ya maestros de la ¡legal pelota en- salivada. Y aun podemos decir, con Phil Rizzuto, el ex shortstop del e- quipo de los Yanquis de Nueva York.: “Los chicos de ahora lan- zan tabletas de aspirina lo que es un estupendo tributo de velo- cidad de los pitchers novatos. Jóvenes como Don Drysdale y Sandy Koufax,'de los Dodgers, Moe Drabowksy y Dick Drott, de los Cachorros, Jim Bunning, de los Tigres y otros más de la legión de muchachos adelanta- dos, realmente saben donde co- locar la pelota y la colocan allí. e 5 es aquí donde la historia toma características fantásticas. Los investigadores hablaron del problema que los ocupa- ba con el oficial Clapsad, cuyo pensamiento automáticamen- te se dirigió a un individuo estacionado temporalmente en la unidad, de la cual él era ayudante en jefe. Se trataba de un marinero que poco antes de ocurrida la trágica muerte de Ruby, había sido acusado de pegarle a una mujer en la cabeza con un ladrillo, encontrándose actualmen- te libre bajo fianza. Así que sacándolo de su litera, se llevaron a Wilbur J. White Jr., a la oficina del capitán prevoste, para interrogarlo. White confesó desde luego, contando su historia con tal calma como si no le atañera a él directamente, siendo todo tan fantástico que parecía increíble. Wilbur White Jr. procedía de una familia de militares. Su padre era un oficial del Ejército. En su pueblo natal de Coupeville, Washington, sus pai- sanos no tuvieron reparo en manifestar que se trataba de un investigación se dirigió a la base marina situada en Miami, y | buen muchacho que había observado siempre una conducta ejemplar, sin dificultades con la ley, ni siquiera por exceso de velocidad. Y sin embargo, ahora se enfrentaba a una situa- ción tremenda provocada por el horrendo crimen que había cometido. Manifestó haber encontrado a la señora Colvin (no supo su nombre hasta no habérselo comunicado la policía) en el Circle Bar. Tomaron varias cervezas juntos y después se fue- ron en un automóvil que él robó de la acera de enfrente. - Se dirigieron a un solitario lugar adonde pudieran estar completamente solos. White dijo que le pidió a Ruby se qui- tara la ropa, a lo cual no opuso ella la menor objeción. Poco después —continuó narrando el asesino— quiso ella salir a caminar cerca de donde se encontraba estacionado el auto- móvil, a lo que White se opuso. Cuando ella rehusó obedecer- lo, le amarró las manos tras la cabeza y en un arranque de ira la estranguló con un cinturón proveniente de su vestido. White dijo a la policía que después de haber matado a la mujer se sentó al lado de ella por un rato, prendió varios ci- garros introduciendo la punta encendida en varias partes de su cuerpo, Pero de acuerdo con la autopsia practicada a Ru- by Colvin, ésta fue torturada antes de morir, siendo la causa de su muerte la estrangulación y hemorragias internas, lo cual huce suponer que las mutilaciones sufridas fueron causa de acelerar su trágico fin. El pacífico marinero no dió mayor razón para justificar su brutal comportamiento cuando golpeó a la otra mujer, un mes antes. Esta historia de tortura, mutilación y crimen, fue des- crita por el “sheriff” J. B. Sonny Henerson, como la más sá- dica de la cual él haya tenido conocimiento. En cuanto a Whtie, respondiendo a las preguntas que le fueron hechas por un reportero de Miami, dijo: —Sería una tontería decir que siento haberla matado, porque en realidad no sé por qué la maté. Sé que no había razón para ello, simplemente tenía que suceder y eso es todo. Quizá algún día los siquíatras estarán en posibilidad de explicar el porqué del imprevisto cambio en su carácter que repentinamente lo transformó de un muchacho bueno y apa- cible, en un depravado criminal. Y mientras esto sucede, White se encuentra pagando una condena de prisión de por vida, al haber sido convicto de ase- sinato en primer grado. SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE RECUERDOS DE LA REVOLUCION: UN HECHO DE ARMAS SIN UN SOLO DISPARO, VERIFICADO Por MAURICE LA TOUR La revuelta que empezara en el año de 1926, tocaba a su fin. Las pláticas entre los contendien- tes marchaban ya a los últimos compases. Quedaban por pacifi- car algunos lugares en que, por falta de comunicaciones, seguí- anse ensangrentando con la san- gre de hermanos. Los periódicos de toda la Re- pública daban la noticia con ti- tulares grandes, haciendo que en todos los espíritus de México sin- tieran la satisfacción que trae la paz consigo. En Ixtlán del Río, Nayarit, se había congregado una gran can- tidad de gente, para celebrar el fin de las hostilidades. Según la palabra del sacerdot= que los capitaneaba, aquello iba a ser una gran manifestación de júbi- lo, sacándose para el efecto las imágenes del templo y los estan- dartes. El sacerdote aquel, si mal no recuerdo, se llamaba Alejo y de sus apellidos, no tengo ni la me- nor noticia. Aquella manifestación proyec- tada, había encendido los áni- mos de los habitantes. El fervor religioso se había propalado co- mo un gran incendio y de todos dos los pueblos aledaños a Ix- tlán, habían bajado hombres, mujeres y niños. En el cuartel general del Ejér- cito se recibió la noticia de la tal manifestación. El comandan- te del sector se apresuró a dar las órdenes pertinentes para evi- tarla. El, a pesar de haber leído en Jos diarios metropolitanos la noticia de cesación del fuego, no tenía órdenes oficiales. Tal mani.- festación se oponía a uno de los artículos de nuestra Constitución y tenía que evitarla a toda costa. Buscó entre su personal, quién podría ser el indicado para Ille- var a cabo esa misión. Debía re- unir determinadas cualidades para su exacto cumplimiento. El teniente coronel de caballe- ría Manuel Díaz, fué el que le pareció idóneo. Lo conocía. de largo tiempo atrás. El jefe en cuestión era poseedor de un ca- rácter enérgico y sagaz, combi- nado con una tranquilidad pas- mosa en los casos difíciles. Su entusiasmo por esa clase de li- des era notoria. Contaba 32 años de edad. Le dió las instrucciones. Tenía que evitar que se efectuara la manifestación. Tenía que:persua- dir a aquellos hombres que la violación a la Constitución era un delito. Además, las autorida- des militares aún no tenían noti- cias oficialmente de que había terminado el conflicto armado. Al teniente coronel se le daba un regimiento para cumplir con la orden. Si era preciso, haría uso de las armas. —Si me permite, mi general, creo que con seis hombres se puede llevar a cabo esa misión. Dijo el teniente coronel después de haber escuchado a su supe- rior con atención. —¡Con sólo seis hombres! ¡Creo mi teniente coronel, que no se .ha dado usted cuenta de la cantidad de hombres concentra- dos en Ixtlán! Llévese el regi- miento. Lo va a necesitar. —Si llevo el regimiento, mi general, con seguridad los del pueblo van a tomarlo como un acto hostil, y todo lo que usted quiere que se evite, tendrá ese resultado. —¿Solamente seis hombres le ¡bastan, mi teniente coronel? — volvió a preguntar el comandan- te en duda. —Sí. Seis hombres me son su- ficientes. —Está bien. Lo dejo a su crite- rio. Recuerde, que si se ve en aprietos, no dude usted de avi- sarme, yo le apoyaré con toda la gente que sea notorio. El teniente coronel salió con rumbo a Ixtlán del Río. Su mi- sión era muy delicada, y muy peligrosa, pero confiaba en Ile- varla a buen término. Llegó ya entrada la mañana. Como se había propuesto el pa- dre Alejo, ya se habían sacado del templo los estandartes y las imágenes que iban a figurar en la procesión. El júbilo de todas las gentes era notorio. Como a eso de las nueve de la mañana se organizó la manifes- tación. El teniente coronel se a- postó en una de las esquinas por donde debían de pasar los mani- festantes. Vió a su alrededor. Preparó todo el plan que las cir- cunstancias le exigían. Dar un paso en falso, fracasar al primer intento, significaba la muerte de todos ellos. Los que lo acompa- fñiaban eran tres oficiales y tres de tropa. Esperaron. No había más re- Viernes 6 de Septiembre de 1957. medio que esperar. Los nervios de aquellos hombres se templa- ron. La nerviosidad era extrema- da. Siete hombres no significa- ban nada contra un multitud en- ardecida. Las armas que ellos portaban, seguramente que se podrían considerar, llegado el momento, como cosas inútiles. La manifestación se movió, lenta, muy lenta. Los cohetes sil- baban en el aire, para estallar luego, sumando su estruendo con la algaraza de los manifestantes. A la cabeza de la manifesta- ción iba el padre Alejo investido con todos los ornamentos de la ocasión. Parecía un general triunfante. De pronto, seis hombres se in- tenpusieron en el camino. Toma- ron al sacerdote entre sus bra- zos y lo condujeron a donde uno de los de tropa ya había abierto una casa. El movimiento fué ve- loz y preciso. Los soldados no ha- bían hecho un movimiento de más. El cura fué arrebatado en las mismas caras de los mani- festantes sin que ellos hicieran un amago por deternerlos. Cuan do los que iban por adelante se dieron cuenta de la maniobra, ya el sacerdote había desapare- cido. El teniente coronel era el que había encabezado la hazaña. El sacerdote pálido y asustado, no había opuesto ninguna resisten cia. Encañonado por las armas de los oficiales, el teniente coronel le.explicó al sacerdote lo que se pretendía de él. Tenía que ha blar a todos los allí congregados para que se retiraran, sin hacer escándalos a sus respectivos do- micilios. El padre Alejo se repuso. Su voz se volvió tranquila y reposa da. Pedía explicaciones por lo que había hecho el militar. Se le explicó. La manifestación viola ba uno de los artículos de la Car- ta Magna. Se estaba convirtiendo en reo de un delito. Comprendió el cura. Sabía en; tender la cosas. Pidió hablar á la multitud. El teniente coronel, tranquilo le dijo: —Hábleles. Eso es lo que le he pedido, pero tenga cuidado de lo que dice. Si usted trata de so- liviantar al pueblo, usted será el primero que caiga.... Mientras, afuera, la muche- dumbre había reaccionado al sor- presivo ataque. Las voces iracun- das de los que en esos momen- tos tomaron el capitanato, pro- ferían toda clase de amenazas. De las amenazas pasaron a los hechos. Las armas surgieron co- mo por arte de magia. Lo previs- to por el teniente coronel, se es- taba efectúando. Cuando aquella multitud se decidió ir al ataque, salió al balcón su caudillo. En toda la calle se hizo el silencio. Un silencio que aplastaba. Habló el padre Alejo. Su voz tenía un ligero temblor, pero no era muy notorio. Su voz fué es- cucháda por todos los que allí estaban y pocos quedaron sin en- terarse. Todo lo que había dicho el te- niente coronel fué repetido por el sacerdote. Aquellas palabras que justificaban una acción, y hacía comprender a todos que se habrá cometido un error. Un e- ror de tiempo Para hacer esa cla- se de manifestaciones, había que esperar. Las autoridades mi.- litares aún no tenían conoci- miento oficial de que la contien- da cristera había terminado. Lo obedecieron. Aquella gente sencilla, no tenía resabios ni ma- los pensamientos. Antes de una hora, el pueblo había vuelto a su normalidad. Las horas siguientes fueron para los militares de gran zozo- bra. Temían que aquella calma aparente fuera rota. Esa rotura Cambiarán de... (Viene de la la. Página) del Partido Comunista de Ale- mania Occidental “Neues Detus- chland”, dice que la posesión por parte de los soviéticos del pro- yectil balístico intercontinental, abre la guerra al territorio de los Estados Unidos. El diario dice que ya no es posible una guerra barato logra- da por los norteamericanos con soldados extranjeros en territo- rio extranjero. “La estrategia completa de la OTAN se derrumbará en caso de una guerra alrededor de su ori- ginador”. Predice el diario, que los so- viéticos tendrán una influencia de sobriedad sobre los dirigentes norteamericanos que acostum- bran hablar de la destrucción de Rusia en una guerra. ESTAMBUL.— Un informe oc- cidental autorizado reveló que Siria está pasando armas de con- trabando a los elementos subver- sivos de Jordania y el Líbano. “Tenemos pruebas definitivas de ésto”, manifestó el informante en Estambul. Le declaración fue hecha en los momentos en que el Subse- cretario de Estado norteamerica- no Loy Henderson, se prepara pa- ra abondonar Angorá con destino a Beirut para conferenciar con los funcionarios libaneses sobre la crisis de Siria. La acusación del contrabando de armas hace más urgente aún la misión de Henderson a Levan- te. El informante que tiene ac- ceso a los últimos informes del Servicio de Inteligencia, mani- festó que los sirios se concretan a agitar elementos insatisfechos del ejército jordano. El rey Hussein ha acusado tam bién a Siria de fomentar el frus- trado complot izquierdista fra- guado en su contra, la primavera pasada. BUENOS AIRES, Argentina.— Una bomba de alto poder explo- sivo estalló en un comercio de la Avenida Santa Fé en el aris- tocrático barrio del norte, cau- sando algunos daños materiales. Frente al mismo comercio se encontró otro proyectil antes de que estallara y se hizo estallar en las proximidades de la Facul- tad de Derecho. Levantamientos ... (Viene de la la. Página) rio que le presentó el INS, el Presidente de la China Naciona- lista sostuvo que los levanta- mientos que se efectúan contra los comunistas en la China con- tinental “son, en rigor, de ma- yor magnitud que la revolución de Hungría”. Chiang advirtió también que los jefes soviéticos no vacilarán en iniciar una guerra nuclear si se convencen de que esa “es la única forma de conservar su tam baleante imperio”. Dicen que... (Viene de la la. Página) desertar de sus filas en la Sierra Maestra de la Provincia de O- riente, convencidos de que su re- belión nada logra y que es pre- ferible rendirse sin riesgos y go- zar de las comodidades y tran- quilidad que ahora no tienen. les costaría la vida. Ya no pasó nada. La paz era un hecho. El jefe, los oficiales y los de tropa regresaron a su ma- triz. Cumplida la orden. Aquel teniente coronel con su actitud, con su serenidad y fir- meza para el cumplimiento del deber, evitó que una manifesta- ción de regocijo se trocara en dolor y muerte. LA VOZ DEL MAGO SEPTIEN... (Viene de la página 2) ñales, como por ejemplo Del Baker cuando manejó al Detroit, Charlie Dressen que fue manager del Brooklyn y Washing- ton, pero el mejor de todos fue aquel coach de los Yanquis Art Fletcher. “Fletcher era en verdad bueno para robar señales” —de- cía el coach Ryba—. “Cuando yo jugaba con el Boston, me dí cuenta de que Fletcher había interceptado una seña que le permitía saber cuándo iba a lanzar mi bola rápida o una cur- va O la manera de cómo se tiene la boca o se flexionan los músculos para .enviar determinada clase de lanzamiento. Yo sabía que Fletcher lo sabía, pero no podía hacer nada en con- tra, sobre todo mi bola de tirabuzón. Un día los Yanquis pu- sieron corredores en segunda y primera sin out, así es que enseñé a Fletcher mi bola de tirabuzón mejor que nunca pa- ra estar seguro de que le echara una mejor ojeada. Entonces mandé mi bola rápida para ponchar dos bateadores porque esperaban tirabuzón. Pero es que trabajé mucho en privado para poder engañar a Fletcher. Cambié completamente mi sistema de pitchear”.

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