El Sol Newspaper, May 10, 1957, Page 2

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Ed “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE Datos Biograficos de PEDRO INFANTE Hoy, ya un poco calmadas las mentes, aunque doloridas las al- mas por la pérdida tan irrepara- ble del amigo y del más genuino representante de nuestra mexi- canidad y de nuestro sexo, vie- nen a nuestra mente las escenas inolvidables de Pedro, así, sen- cillamente como le llamábanos .... Pedro a secas, porque él fué siempre un hombre senci!lo, co- mo su nombre, como su condi- ción, como su carácter. Se lla- maba Pedro Infante Cruz y ja- más quiso cambiarse por uno de teatro, por uno más artístico, como le aconsejaban algunos. —Yo me llamo Pedro Infante Cruz y así me llamaré en el ci- ne y fuera de él, hasta que me muera!.... —había dicho en va- rias ocasiones. No consideraba a su nombre vulgar, sino al con- trario, fácil y sencillo, como fue- ron los personajes que represen- tó en el cine y en la gran come- dia humana entre la cual vivía. Pero remontémonos a aquel 18 de noviembre de 1917... El mundo se debatía en la gran contienda mundial. La mu- erte, el hambre y la desolación invadían a una Europa devasta- da por los odios; de véz en cuan- do, aquel conflicto repercutía en nuestro continente, doña Cuca, “Mamá Cuca” como la llamaron ellos, tenía miedo de que su hi- jo, (Pedro) naciera en esas con- diciones, en mitad de un mundo envuelto en llamas y en muerte, en incertidumbre y en un futuro envuelto en gases y en tragedia... Ya habían nacido muchos de sus hijos, entre e!los, Angel, ma- yor que Pedro, que correteaba su niñez por los patios familiares de Mazatlán. Angel sentía a veces la nostalgia del mar, el atrac- tivo hacia los grandes horizon- tes y doña Cuca, Mamá Cuca, te- nía miedo de que un día, Angel endilgara al nuevo vástago para lanzarse a la aventura. Pero al fin, Pedro nació en ese ambiente guerrero y de abierta incertidumbre, y el retoño, su- mado a los demás, pasó a formar una rama más de ese árbol pro- lífico, unido y limpio que cons- tituía el hogar formado por don Delfino Infante y doña María del Refugio Cruz de Infante. Pronto el chiquillo, bautizado sencillamente Pedro, sin ese re- buscamiento actual de nombres exóticos y no cristianos, comen- zó a corretear con la otra chi- quillada hogareña, que más tar- de iba a verse aumentada con la aparición de nuevos vástagos, hombres y mujeres, de cuyos pri- meros quedan Angel el mayor y José Delfino, el menor de la di- nastía sina oense, Cuando los vaivenes de la vi- da empujaron la cabeza de la casa, don Delfino, hacia El Gua- múchil, en el mismo estado de Sinaloa, Pedro estaba muy chi- qui'llo, si acaso, daba sus prime- ros pasos, por cuya razón, mu- chas de las familias de El Gua- múchil, tuvieron siempre a Pe- dro como paisano, nativo de ese lugar de Sinaloa. Pero corrieron los años, la fa- milia Infante, además de doña Cuca y don De'fino, estaba com- puesta de quince hijos, quince hombrecitos y mujeres que pe- leaban, lloraban, correteaban y reían.... De esos quince vástagos, nue- ve se hicieron hombres y muje- res, chicas casaderas, solteras, casadas y hasta viudas; “ellos, los tres varonens, fueron más tarde Angel Infante, también actor y cancionero charro, Pe- dro, cuya fama como actor y cantante, hoy todos lloramos y padecemos, José Delfino, “Pepe” como le llamamos, que luchó a brazo partido en los medios pu- gilísticos y que a la fecha, for- ma la cabeza de un grupo de conocidos pulsadores, con actua- ciones en teatros y centros de re- unión. De las mujeres, viven Ma- ¡ ría, Carmen, Concepción, Soco- rro (viuda cuando apenas ini- 'ciaba su vida matrimonial) jo- ven aun y soñadora, Consuelo y Refugio, una de ellas, soltera que siempre fué compañía de sus ¡padres. Pero volviendo a Pedro, deje- mos que el recuerdo de sus au- taconfesiones, nos leve de la mano y sigamos sus primeros pasos infantiles. El ahora llorado actor, siem- pre fué un rapaz inquieto, tra- vieso, alegre y vivaz. Inventaba juegos y travesuras y hacía víc- tima de sus blancas picardías a hermanas y vecinos. La vida era muy dura para don Delfino, que no podía mantener debidamente a la numerosa prole; muchos de los hermanos de Pedro y sus mismos padres, pensaban que a éste, no le importaban las estre- checes familiares, porque con su carácter alegre y dicharachero, «lo remendaba todo. Pero nada más lejos que todo Cuando por las noches el du- ro, el insoportable calor sinalo- ense sumía en un trasudante so- por a sus padres y hermanos, él, Pedro, dejaba dormir a su mente infantil y desechaba juegos y travesuras, y canciones y ale- RR II II III IIS Columbus was lucky - how about you? 'OLUMBUS was brave, skillful and patient. Also, very lucky. He put to sea on borrowed money, trying for a western route to India, and stumbled across the New World. Most people never look for that kind of luck—and they're right. To really reach your goal in life—financial independence, let's say, or a home of your own—it takes careful planning and systematic saving. Today, 8 million Americans have found a much surer, easier route to their goals than Columbus ever dreamed of —saving for the future through the Payroll Savings Plan. y Decide now to make your dreams come true—through the Payroll Savings Plan When you sign up for Payroll Savings, you ask your pay office to save out part of your check each payday. This money's auto- matically invested for you in interest-earn- ing U. S. Series E Savings Bonds. If you sign for just $3.75 a week, in 9 years, 8 months, you'll have $2,137.30! No wonder 8 million Americans are using Payroll Savings! Why not join them—today? 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Al fin un día, Pedro dejó a un lado su aparente apatía, habló con su padre y le dijo que iba a ponerse a trabajar para ganar- se unos dineros. Once años tenía Pedro, cuan- do empezó a trabajar de man- dadero en la casa Melcher, de El Guamúchil, casa que era de compra-venta de maquinaria a- grícola. Pedro cargó los costales de abono de aquel entonces, y los arados y los engranajes de los tractores y las rejas y las palas y los bieldos. El muchacho era trabajador, después ya no sólo hacía man- dados sino que despachaba y es- taba en la casa de los Melcher. A poco, lo nombraban, como de- cía sonriente y sarcástico Pedro Infante: “gato mayor”, “general de los mandaderos”. LA EBANISTERIA Pedro Infante ganaba quince pesos al mes, había comenzado como mandadero, ganando tres a la semana, ahora el aumento era de quince mensuales, poca cosa, pero les servía de algo a él y a los suyos. Al fin, viendo que Mamá Cu- ca pasaba mucho trabajo con la economía familiar, decidió a- prender un oficio y se fué a una ebanistería, propiedad del viejo maestro sinaloense don Jeróni- mo Bustillos. (Este simpático viejo, visitaba a Pedro en su ca- sa, en donde era objeto de múl- tiples atenciones) Pedro lo esti- maba en verdad y siempre se sintió orgulloso de que el an- ciano ebanista hubiese sido su maestro y quien le diera un o- ficio! Pero volviendo a su aprendi- zaje de la ebanistería, diremos que Pedro entró a la ebanistería a aprender el oficio, allí el ma- estro Bustillos le enseñó a tomar la garlopa y el serrote. Durante cinco años fué apren- diz de don Jerónimo, a quien también hacía mandados, ir a comprar la cola, entregar las si- llas, llevar la madera, etc, hasta que fue creciendo Pedro en u- nión de J. de Jesús Bustillos, hi- jo del maestro ebanista. Los dos muchachos se hicieron oficiales, Pedro comenzó a ga- nar tres pesos diarios, con lo que ya pudo ayudar más y mejor a doña Cuca, su señora madre. Un día, Pedro y Jesús hicieron una guitarra; no eran todavía ebanistas competentes, pero en- tre ambos, hicieron esa guitarra, a la que el sábado siguiente al de su terminación, le pusieron el cordaje y la maquinaria. A Pedro le gustaba mucho la canción y la alegría, a Chucho Bustillos también, y así, los dos, se acompañaban alternativa- mente con la guitarra y canta- ban y se reunían con los mu- chachos del barrio y de su cono- cencia, para cantar y conversar, para llevar esos escarceos de se- renata al pie de la ventana de una chica prendida con sus ga- las domingueras. Sabido es que en la provincia, el maestro peluquero es con fre- cuencia músico y poeta, y hacia una de esas peluquerías se fué Pedro para aprender a pulsar la guitarra y poder acompañarse en. sus canciones. También de a- “Mí aprendió el oficio de Fígaro, que a la fecha practicaba en la peluquería que tenía en su ca- sa de la carretera México-Tolu- ca, en donde se daba gusto y broma pelando a sus sobrinos y a sus familiares, jardineros y sirvientes y hasta a uno que otro amigo que, como nosotros, éra- mos de confianza. Estos azares del destino, le im- pidieron' dedicarse al estudio es- colar, como todos los niños de su edad. Por entregarse de lleno al Viernes 10 de Mayo de 1957. trabajo y a la ayuda de la eco- nomía familiar, se olvidó de que era niño y se convirtió prematu- ramente en hombre. Esto no quiere decir que no haya ido a la escuela jamás, ni que hubiese sido un analfabeto como sus detractores le decían, tampoco un “Totonaca”, como se regocijaba María Félix cuando le decía así. Cierto es que Pedro no cursó hasta el sexto año de primaria, pero de eso, a que ja- más hubiese ido a la escuela, estaba muy distante; y fué una lástima, porsue su carácter des- pierto, su agilidad mental, su facilidad para entender las co- sas (al ocurrir su muerte estu- diaba francés, para ir a Francia a filmar al lado de Martine Ca- rol) le hacían un hombre inte- ligente. LA GRAN CIUDAD Entre la peluquería, la eba- nistería y el canto, Pedro pron- to optaba por lo último; nunca tuvo una voz potente, ni esten- tórea como la de muchos can- tante que gritan y aturden con esos vozarrones de cantina, no, su voz fue dulce, acariciante, con un dejo de melancolía y de no resultar la cosa un tanto fe- minoide, diríamos que tenía el arrullo de Olas A'tas y embru- jo de la sierra bravía de la tie- rra del venado y de la “goma”. Pronto Pedro, acompañándose de su guitarra, cantaba en fies- tas y reuniones y en las sere- natas acostumbradas de la tie- rra cálida y sincera, aquellas in- | ¡ ños, es decir, hasta 1937.... olvidables melodías, como he- chas especialmente para la oca- sión y para el lugar: “El Sauce y la Palma”, “Albur de Amor”, “El Sinaloense” y “La Piedra”. Sobre esta clase de música y canciones, Pedro nos decía en- golando la voz y sonriendo al mismo tiempo: —Esas canciones las compu- sieron los ángeles para alegrar a Dios.... y a las mujeres mi que- rido compadre!.... Y así, inducido por los e'ogios a su voz, que era queja y susu- rro, melodiose lamento y román- tico arrullo, Pedro decidió probar suerte, llegarse hasta la gran ciudad, hasta la capital de Mé- xico y probar fortuna, ya abier- tamente en el terreno artístico, en la canción. —¿Y si no triunfas....? —¿Y si no gustas por allá....? —¿Si te consideran muy ran- chero....? Todas estas preguntas y sen- tencias, no atemorizaron a Pe- dro. Si no ganaba dinero en la canción, si era muy difícil el escalamiento del mondo muro del arte, tenía un paracaídas, tenía un oficio: la ebanistería y si no, pues también a la “pelu- queada” podía hacerle para sub- sistir. Sin embargo, antes de decidir- se, Pedro se ganó unos centavos con la música; había en “El Guamúchil” una 'orquesta, y en ella tocaba don Delfino, su pa- dre. Pedro había aprendido tam- bién a tocar la batería y como baterista debutó en la “Royal”. Su padre siempre fué su amigo, pero Pedro fué hombre de mu- chas ambiciones y un día formó él mismo su orquesta a la que bautizó, con ese gracejo, con esa picardía muy suya, como “La Rabia”. Y con los integrantes de la or- questa “La Rabia”, trabajó en los cabarets y centros nocturnos de El Guamúchil, en esos tiem- pos del 1933, cuando se cobra- ban diez centavos por cada tipo que bailaba. En el día, solía tocar en la or- questa de su padre y por las no- ches, en “La Rabia” en donde era el fundador y director. En- tonces se marchó a Guasave, allí le ofrecieron un puesto en una orquesta postinera, la mejor del lugar y Pedro se marchó para allá con todo y “tribu”. Tampoco duró mucho allí, pues el muchacho tocaba bien, a pesar de que se defendía can- tando, trabajaba en la ebanis- tería y en la peluquería, pues siempre tuvo el afán de sostener a los suyos lo mejor posible. En 1937, Pedro Infante se fué a Culiacán, la capital del Esta- do, en donde los dueños de un sa'ón de baile y el director de la orquesta “Culiche” se interesa- ron por él. Allí Pedro tocaba y cantaba en la orquesta, le paga- ban bien, puesto que se trataba de un conjunto elegante, la me- jor orquesta de Culiacán y era llevada a fiestas de quince años y a actos oficiales. La orquesta se llamaba '“Or- questa Estrella” y en ella traba- jó Pedro por espacio de dos a- Allí se apoderó nuevamente de él, la inquietud de los grandes horizontes. A Pedro en ese en- tonces y después, parecía no im- portarle tanto la fama como el dinero, pues dinero era lo que más necesitaba para sufragar sus gastos familiares, pues ya casi toda la carga de los suyos, gravitaba sobre sus espaldas. Al fin, un día de ese mismo año de 1937, Pedro se encontró en un restaurante con un viejo amigo suyo, un profesor de es- cue'a y éste le aconsejó que, si había gustado y triunfado en Culiacán, que era conveniente que probara suerte en la ciudad de México. Pedro externó sus temores.... Y un día, después de que las palabras convincentes del profe- sor, habían repiqueteado en su mente, hasta llegar a atormen- tarlo, consideró que si echaba los dados al aire, la cosa tendría que venir por sí sola. Una mañana, pues, se levantó temprano, arregló su insignifi- cante bagaje y después de reci- bir la bendición de su madre, de doña Refugio, quien siempre fué su bandera y su adoración, partió para México. SU ODISEA La odisea de Pedro Infante en la capital fué tremenda. El gran monstruo que devora a los cor- tos de espíritu y que vence a los más pintados, comenzó a dar zarpazos al cuerpo y al alma del (Pasa a la Página 5) RR RIRS BONN O ENFERMEDADES: ESTOMAGO ULCERAS VESICULA BILIAR - HIGADO Por continuar sufriendo de los molestos síntomas de ía, Eructos, Acedias, Gas, Agruras, Acido; Vómito; Latido? Cuando las famosas taurar su salud y felicidad! todo el sistem pueden ayudarle a res.. 'erbas sanando 1: En cr probo ais ra 1-3 as nando así alivio rápido sin doloroso mio Y con nuestro tratamiento natural de yerbas, Las yerbas naturales del Dr. Bettner, purif restauran la función normal del estómago, hígado y el o, gas y bajando la presión de sangre. N importa cuál sea su mal, hay un remedio Derbolario para EXAMINACION DE RAYOS X, A MUY BAJO COSTO, SI ES NECESARIO. 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