El Sol Newspaper, April 12, 1957, Page 3

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Viernes 12 de Abril de 1957. | - HAZAÑAS DE PANCHO VILLA - | Por JOSÉ M. FRANCES Interesante libro del que es autor José M. Frances, que trata de la vida y aventuras del famoso guerri- llero Pancho Villa, el Centauro del Norte, y que se vende en “EL SOL” 62 Sur Calle Tercera, Phoenix. (Continúa de la semana pasada) —Mi general Villa —protestó el rudo Rodolfo Fierro—. Olvida usted que las delaciones de egos tipos causaron la muerte de muchos patriotas. —¿Qué quieres que yo le haga, Fierrito? Soy blando pa” las faldas.... No puedo volverme atrás, ahorita... Se produjeron incidentes. Al tratar de que los expulsa- dos se acomodasen en tres vagones de ganado, se resistieron a subir. Y alegaron que no cabían todos. Hubo que pedir instrucciones al jefe. Este dijo, lisa y llanamente: : —Conforme, Que suban los que quepan. Los demás me los fusila usted. Con esta solución los vagones parecieron haberse vuelto de hule elástico. Se englobó a todos y sobró lugar. Villa fue a verlos y, como le pidieran comida, ordenó que se les trajera harina de maíz. A sus remilgos, Pancho, cosa rara en él, no se enfureció. Se limitó a decirles que el pueblo mexicano co- mía aquello y bien podían comerlo por una vez.... I Francisco Villa no dejaba de pensar en Chihuahua, la capital del Estado, donde vivó unos meses feliz, en calidad de honrado albañil y donde amó a Lupita Moreno.... Y como el que se prepara para darse un banquete in- giere mariscos como aperitivo, Pancho, para hacer boca, sos- tiene el encarnizado encuentro de Tierra Blanca. Se trata de un páramo, desierto, de tierra arenisca. Sa- lazar, jefe de los huertistas, provisto de cañones, se ríe de la amenaza que llega a sus oídos. —¿Villa? ¿Dijo usted Villa? Ja, ja, ja -...Ese forajido carrancista es bueno para la lucha de guerrillas en terreno abrupto, que se preste a emboscadas y golpes de mano. Pero aquí, en campo abierto, no me da cuidado... Cuando Pancho y sus gentes se lanzaron al ataque, los cañones rugieron. Pero quinientos hombres del Centauro cayexon como un aluvión sobre la ordenada tropa, lanzando gritos a lo comanche ysembrando la muerte a su paso. Mu- chos hombres perecieron de uno y otro bando, pero los vi- listas quedaron dueños del campo. Tierra Blanca se pudo ha- ber llamado Tierra Roja por la sangre allí vertida. El combate de Tierra Blanca es uno,de los más espan- tosos que se hayan librado en la América Latina. El botín fué extraordinariamente valioso. Mercado huyó de Chihua- hua a Ojinaga, viendo lo que se le venía encima. Y más que antes, la gente calificó a Villa del Papoleón Revolucionario. TI —¿Qué me dice usted? ¿Qué cayó Chihuahua? ¡Imposi- 3 Tenemos allí diez mil hombres. Mando eficaz y nu- merosa artillería. No crea usted esas patrañas.... Estas palabras se murmuraban en muchos lugares, ho- ras después de que el Centauro del Norte, entrara triunfal- mente en la capital del Estado, tras una de las luchas épicas a que estaba acostumbrado al mundo. La batalla duró vein- ticuatro horas consecutivas sin decrecer un momento en in- tensidad. Ya no eran aquellas viejas escaramuzas de la pri- mera época del guerrillero. Se trató de una lucha en toda regla, sujeta a las exigencias de la ciencia militar, donde se distinguieron jefes como Pánfilo Natera, los dos Rodríguez, Díaz Crider, Martiniano Servín y Margarito Gómez. Los ci- tados y con ellos hasta el último soldado se cubrieron de gloria. Pero lá del Gran-Pancho los opacó a todos. .. El peón de albañil de algunos años antes, al que se im- pidió a como diese lugar, rehacer una vida honrada y pací- fica, tomaba su desquite. Al lugar donde saliera a hurtadi- llas, indefenso y perseguido, entraba ahora, encabezando el ariete formidable de sus dorados y dispuesto a recordar a quienes para él fueron buenos, como a quienes distaron mu- cho de serlo. EPISODIO DECIMO PRIMERO PANCHO GOBERNADOR I Pancho Villa tuvo a veces ribetes de Quijote; otras se asemejó a Sancho. Como éste, era campésino, iletrado y cazurro. Y de manera análoga al inmortal escudero, Villa, que siempre fue escudero de sí mismo, llegó a ser gobernador. Su ínsula Barataria, fue la ciudad de Chihuahua. No en- tró en ella a remolque del capricho de ningún duque de buen humor. La ganó a pulso, y una vez allí, se dió cuenta de que si no era el amo, vocablo que no le agradaba, era quien ejercía la máxima autoridad. Y considerándose paladín y adepto del Constituciona- lismo, creyó del case instituir en la bella ciudad, recién con- quistada, un gobierno civil. Bello ejemplo para los infinitos espadones que en todas partes del mundo han solido ser los verdugos de toda reforma política que no sea cuartelera. Nos hallamos, pues, con un Villa distinto del que he- mos venido estudiando. Bárbaro y feroz muchas veces, y no siempre por culpa suya, el durangueño tenía buen fondo, de- mostrado en infinitas ocasiones. Pero las alimañas que le te- nían ojeriza, más cucos y atrabiliarios, supieron incrementar lo malo en detrimento de lo bueno. Fue, como Sancho, un gobernador de buena fe. Sus so- luciones fueron simplistas pero dictadas siempre por la in- tención de favorecer a los pobres que, en defintiva eran los suyos. Dictó bandos terminantes, imponiendo el abaratamiento de la vida. (1). Algunos han dado mucho que reir a los sa- biondos, por los términos en que estaban escritos. Impuso (Pasa a la página 4) “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE El columnista metropolitano Barrios Gómez publicó, en días pasados, la siguiente anécdota de la Revolución que asegura es verídica: —““Sor Teresa, tenga la cari- dad de hablarle a la Madre An- gélica. La espero en el locutorio. Una hermana de baja estatu- ra y delgada, salió del aposen- to de lá Madre Superiora con el recado, después de hacer una inclinación de cabeza. No habían pasado cinco minu- tos cuando se abrió la pesada puerta del locutorio y apareció en el umbral la figura alta, del- gada y de sobrehumana hermo- sura.de la Madre Angélica. —¿Me mandó llamar Vuestra Reverencia? —preguntó aquella mujer de extraordinaria belleza. —Sí, para decirle que saldrá mañana para Chihuahua, con el fin de fundar en aquella capital una casa más de nuestra orden. Tal es la voluntad expresa de nuestra muy Reverenda Madre ANECDOTARIO DE ¿£ LA REVOLUCION ina pot! (PREPARADO EN CAFETERA!) a9mifico en le rebajarán=15 centavos en cada bote. El Nuevo Café Instantáneo Hills Bros. es el primer café que huele y sabe a café puro, no ha perdido ese aroma delicioso ni-ese sabor embriagante y rico! El aroma y el sabor están encerrados dentro del frasco mediante una tapadera de aluminio que está dentro de la otra y guarda dentro intacto el sabor y deja el aire fuera... Es la tapa original Hills Bros: TASTE-LOK* Compre un frasco de Café Instantáneo Hills Bros. hoy mismo y ahorre 15c. Como decimos, recorte el cupón que está a la derecha de este anuncio y llévelo a la tienda de aba- rrotes que usted guste. Esta oferta termina en la me- dianoche del día 18 de Mayo de 1957. General —dijo la Superiora con aire de autoridad. Al escuchar esto, desaparecie- ron los tenues colores de las me- jillas de Sor Angélica, a tal gra- do, que la blancura de su rostro fue como la de los lirios del claustro. —Si ésta disposición es volun- tad de nuestra Madre, la obe- diencia me dará fuerzas para volver a aquella tierra de la que hace diez años huí para refu- giarme en la paz de estos claus- tros —repuso la monja con la firme voluntad de quien va a consumar un sacrificio más en su vida. —Madre —dijo entonces la Su- periora: “Era la una de la tarde de un día del mes de junio; las cam- panas de la Catedral daban la oración y de las torres de las iglesias de la ciudad de Pue- bla, se extendían por las calle- jas los toques lentos y devotos del Aangelus”. Un aire de paz rr e e e e 15* FREE COUPON 15* AS or make 1t | macup! | (0 HECHO EN UNA TAZA!) 15'menos|-- Aproveche su Parte == 1) menos! El Café Hills Bros. en las cajas rojas brillantes hacen BUEN CAFE FUERTE que nunca se hace amargo... solamente mejor! 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Coffee, Inc., 2 Harrison Street, San Francisco, California. rn Los Ojos del Gachupin vagaba por aquella ciudad co- lonial. Las hermosas fachadas, iluminadas por los rayos del sol, semejaban orfebrerías que ha- cian más espléndida aquella ciudad que para mí, después de haber visitado Roma, Florencia, Milán y Venecia, paréceme una de las más bellas del mundo”. En el locutorio del Convento de Santa Mónica, la Madre An- gélica comenzó así la historia de aquellos años azarosos que le habían producido el desengaño de todo lo terreno y la consa- gración a una vida de peniten- cia y oración: —“Por aquellos años de re- vueltas revoluconarias llegaron un día a mi pueblo las tropas villistas encabezadas por el ge- neral Fierro, aquel terrible ca- becilla que más tarde había de morir ignominiosamente en los vados de “La Tembladera”. “No sé si para mi mal o para mi bien, Fierro tuvo ocasión de verme al salir de la iglesia y THIS OFFER EXPIRES AT MIDNIGHT, MAY 18, 1957 Cash value 1/20 of 1 cont prendóse en seguida de mi ju- ventud. Aquella misma noche tuvo una entrevista con mi pa- dre, rico hacendado de la re- gión, y como resultado de aque- lla plática quedó prisionero el honrado viejo en los mismos cuarteles del guerrillero. El pre- cio de su libertad era yo y co- mo no pude resistir aquel inicuo encierro de mi amado padre, de- cidí correr la aventura de irme con las tropas villistas. “Serían muy largos de contar los azares que llevé entre la sol- dadesca; pero a pesar de mis diecinueve años, supe hacerme respetar y querer por las tro- pas. En las frías noches de la sierra, cuando acampaban los revolucionarios junto a la ho- guera y rodeada de aquellos hombres de salvajes instintos, yo cantaba para ellos acompa- ñada por las guitarras, las can- ciones de aquel tiempo. Y las to- nadas de “La Valentina” de la “Adelita” y de “Marieta”, pare- A | ] [] ] ] ] [] |] 1 1 ] ] Ú ] |] 1 I I l ] ) l- I l |] I ] 1 l ] ] |] 1 I [] [] ] ] ] I ] L 99 ANECDOTARIO DE LA REVOLUCION cían ablandar aquellos corazo- nes feroces. Una día las tropas villistas to- maron por asalto un pueblo del Estado de Durango y yo tuve que acompañar al genneral Fie- rro a una de las cantinas del lugar con el fin de celebrar el triunfo. Apenas nos habíamos sentado a una de las destartala- Gas mesas, cuando" se acercó a nosotros un español, dueño co- mo supe, del establecimiento. Aquel rudo montañiés tenía los ojos azules más hermosos que yo había visto, de un color y una transparencia que recordaban los azules mares cantábricos y los profundos cielos de Santander. Para daño de aquel ¡pobre hom- bre, dije en voz alta que sus ojos eran los más hermosos que poseía hombre alguno. / “El general Fierro no parecíi hacer mucho caso de lo que yo había dicho, pero al día siguien- te presentgse a la puerta de mi (Pasa a la página 4)

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