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PAGINA SEIS 30 Años Después del Delahuertismo Habla Sobre él Dn. A. de la Huerta (Viene de la la. Pág.) Esto es bien sabido y no nece- sita aclararse... Ante mi nega- tiva se pensó en la candidatura de Plutarco y yo también esta- ba conforme con ella, como consta a mis amigos y a mis enemigos. Pero determinadas cir- cunstancias, de carácter interna- cional, me obligaron a cambiar de actitud, en defensa de los in- tereses de México. Por elemen- tal patriotismo debíamos opo- nernos a ello y eso fué lo que hicimos; y lo volveríamos a ha- cer. Lo demás quedó al azar de las armas... y si ese movimien- to fracasó fué precisamente por- que tuvo un brote espontáneo, de protesta inmediata, sin pla- nes militares de previa organi- zación. LOS TRES ERAN INTIMOS AMIGOS Mucho se habló entonces, y también después, de que el triunvirato sonorense: De la Huerta-Obregón-Calles, habíase roto por desaveniencias persona- les, por disgustos y ambiciones. —Fuimos íntimos amigos y nos llevábamos como hermanos —dijo De la Huerta con sereni- dad evocadora. —La última vez que hablé con Obregón fué en agosto de 1923. Entre Calles y yo no mediaron diferencias. Yo me distancié de ellos por dis- crepar de sus puntos de vista en política internacional, nada más. Las declaraciones de Ca- lles solidarizándose con la acti- tud de Obregón, nos colocaron frente a frente, muy a pesar mío. Años después supe que las declaraciones firmadas por Ca- les fueron dictadas por Obre- gón, para cómprometerlo de su lado y que aceptara las obliga- ciones internacionales a que yo me opuse. Esta amistad de tantos años y que hizo crisis en aquella épo- ca de trágicos acentos y perfi- les sombríos, constituyó una “fuerza definitiva en el país, y en' 1920 tuvo su culminación cuando derribó al régimen del Presidente Carranza. Nadie, en- tonces, hubiera sospechado que el afecto fraternal del triunvi- rato sonorense llegara a conmo- ver a la República, en 1923, con estremecimientos del más agudo dramatismo, en el escenario de la lucha armada. Pasó el tiem- po, De la Huerta y Calles vivie- ron en el exilio y dos décadas después volvieron a encontrar- se, en los salones del Palacio Nacional. —Fué en una entrevista a la que nos invitó el Presidente Avi- la Camacho —señaló don Adol- fo. —Plutarco y yo hablamos de cosas sin importancia; de todo y de nada. Y meses antes de morir, una tarde me habló por teléfono y charlamos unos minu- tos como viejos amigos, sin ren- cores, al margen del pasado. HA ESCRITO YA SUS MEMORIAS La participación directa de don Adolfo de la Huerta en la vida pública nacional, desde 1910, ha sido consignada celo- samente para puntualziar situa- ciones, hechos, actitudes, conse- cuencias: —Tengo escritas mis memo- rias, y de ellas existen tres co- pias en poder de amigos de to- da mi confianza, aquí y en el extranjero. Todos mis actos, du- rante mi vida política y revolu- cionaria, los he ajustado siem- pre y los seguiré ajustando a la ética más pura y al más rigu- roso “ patriotismo. Esto quedará demostrado en mis memorias, que han de publicarse cuando yo muera; y también en un li- bro que pronto aparecerá y que dos estimabilisimos amigos míos han escrito para contribuír a que se haga la luz en muchas co- sas. Entonces se verán con cla- ridad y con pruebas fehacientes las deformaciones de la verdad, la inconsistencia de los cargos que se me han hecho y que han sido tomados de versiones ten- +denciosas, primero durante la lucha electoral y después en los días del movimiento armado de 1923, calumnias que se lanzaron en mi contra con la intención de desprestigiarme y despresti- giar también la causa que yo encabezaba. A los setenta y dos años de edad —nació el 26 de mayo de 1881— el abanderado civil de la rebelión militar en que murie- ron más generales, tiene extra- ordinaria fortaleza espiritual y física, y asombra la reciedum- bre de su acento, su porte im- ponente y señorial, con energía atemperada por las vicisitudes de su existencia. Pausadamente, con ejemplar sencillez, pesando sus palabras, De la Huerta habló de lo que fué el delahuertismo en 1923: —Ese movimiento respondió a un sentimiento nacional. No fué preparado por mí y brotó simul- táneamente en casi toda la Re- blica: era una protesta espontá- nea, provocada por los errores del Gobierno. No descartó la po- sibilidad de que pueda haber es- tado equivocado en mis aprecia- ciones; pero me inclina a creer que mucha justificación había en el fondo de nuestra actitud, el hecho de que casi la totalidad de los más puros revoluciona- rios de 1910 estuvieron unifica- dos en torno a mí en aquella lucha nacionalista. —Con. sólo nombrar a cada una de aquellas recias persona- lidades se aprecian los altos re- lieves y la sinceridad que carac- terizaron esa explosión motiva- da por el descontento del pue- blo —agregó don Adolfo. —Y voy a citar nada más a algu- nos de los muertos, cuya .me- moria es sagrada para mí: Sal- vador Alvarado, Antonio 1. Vi- lMarreal, Manuel M. Diéguez, Ma- nuel Chao, Fermín Carpio, Ma- nuel García Vigil, Fructuoso Méndez, Fortunato Maycotte, Carlos y Alejandro Green, Fer- nando Segovia, Francisco Coss, Marcial Cavazos, Isaías Castro, Enrique Estrada, Juan G. Ca- bral, que desde Sudamérica me expresó su simpatía; Rafael Buelna, Francisco de Santiago, Gonzalo Montoya, Cesáreo Cas- gas, Rómulo y Francisco Figue- roa, Lázaro Alanís, Crisóforo Ocampo, José Rentería Luviano, Fernando Reyes, José Morán y ¡una pléyade de prohombres, precursores e iniciadores de la Revolución en 1910 y'que con su muerte dejaron muy rarifica- do el ambiente revolucionario! En la entrevista surgieron o- tros hombres de los que caye- ron hace treinta años, en los días de aquella guerra civil. Y De la huerta se apresuró a de- cir: —Si hay satisfacción al recor- dar a los inolvidables compañe- ros de lucha que estuvieron con- migo en 1923, no por mí sino por defender los intereses de la patria, hay, en cambio, pena y tristeza al evocar aquellos días por los desmanes y atentados de jefes secundarios que, fuera del control de la Suprema Jefatura del movimiento, llevaron a ¡cabo venganzas personales o fueron instrumentos de éstas en algu- nas regiones del país, como en el Estado de Yucatán; yo los he reprobrado en centenares de de- claraciones públicas, con prue- bas fehacientes de mis esfuer- zos por salvar a las victimas de aquellos enconados antagonis- mos de provincia. ES RICO EN SU POBREZA El hombre que ocupó la más alta magistratura de México, y que antes fué gobernador de So- nora y después secretario de Ha- cienda, vive ahora, modesta y decorosamente, en una casa al- quilada. Quien tuvo en sus ma- nos millones de pesos, no suyos sino de la nación, pasó por las alturas del poder sin marchar- se, y salió con las manos lim- pias. ¡Limpias de sangre y de dinero! —Mi mayor riqueza —dice con legítimo orgullo don Adolfo de la Huerta, ex Presidente de la República— es mi conciencia tranquila. He servido a mi pa- tria en lo que he podido. Creo haber cumplido mi deber como ciudadano, con lealtad y en to- das las circunstancias. Serena- mente espero el fallo de la his- toria... Con Cianuro en una Copa de... (Viene de la la. Pág.) por la habitación, según dijo la policía, y adquirió un automóvil Rolls-Royce, de 18,000 dólares, que se proponía ir a traer de In- glaterra. Harlow, que gusta de recitar poesía, llevaba consigo un ejem- plar del “Nuevo Volumen de Ox- ford de Poesía Inglesa”, cuando compareció en la Comisaría Central de Policía. Una muchacha morena, amiga de Wepman, fué la que puso a la policía sobre la pista. La jo- ven, cuyo nombre no se facilitó, estaba profundamente preocupa- da después de que Wepman le habló de su “complicidad en es- te asunto”. La muchacha con- sultó con un médico sobre su caso y el facultativo le aconse- jó que revelase el caso a las au- toridades. tro, Nicolás Flores, Otilio Ville- | “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEP£NDIENTE EL COLLAR DE MARIA FELIX (Viene de la la. Pág.) María. Pero María tenía que mar- char a Europa. Y Jorge hipotecó su rancho “Diana” y el resto de sus bienes. Terminó el pleito. Se fué la Doña con el collar en sus lágrimas de despedida... Dicen que el collar tiene una leyenda. Se ha dicho que siem- pre proporcionó desgracia a sus poseedores ... Todo lo contrario de la casa en que Jorge y Ma- ría vivieron en espera de que estuviera acabada la de Coati- pato... Es así como se habla de la se- gunda leyenda... Esta casa de las calles de Berlín, propiedad de don Felipe Iturbe Idaroff y de doña Constanza lliesca de Iturbe, fué regalo de bodas. Don Felipe Iturbe, nacido en la “Ca- sa de los Azulejos” (Sanborn's), la recibió de sus padres. En ella vivió veinticinco años. Veinticin- co años de lujo y esplendor. La casa fué escenario de recepcio- nes grandiosas y ambiente por el que desfilaron importantísi- mos personajes extranjeros, ami- gos de la familia. Siempre radicó el amor en ella. Todos los que la habitaron fueron felices en su matrimonio. Los Iturbe, los Al- mada. Era fama, asimismo, que : visitarla, era anuncio de amor feliz. Y por ella desfilaron, en fiestas y recepciones el Rey Ca- rol de Rumania y su Madame +: Lepescu, los nietos de Rockefel- ler, los Vanderbilt, los Rotschild, Reyes del amor y de la fortuna. Jorge y María vivieron felices en ella. Hasta que el collar lle- gó a nublar la dicha. ¿El collar de leyenda negra? El collar que Jorge quiso comprar para Ma- ría. Y fué en esta casa, entre jornadas de amor y días de idi- lio, donde se forjó tal propósito de la pareja, de amueblar fas- tuosamente Coatipoato: alhajas y muebles, aretes de perlas, ani- llo de brillante, monedas de oro antiguas: españolas, mexicanas, pinturas... Pinturas de María, a la que Diego Rivera pintó transparente, como a una Rei- na... Dos y medio millones de¡La casa de la felicidad y el co- pesos!... llar de la tragedia. Un collar Esta es la doble historia de|que anudó en el cuello de María amor de una casa y un collar.|las tocas de una viuda... Cómo Fueron Ajusticiados ... (Viene de la la. Pág.) sioneros todos los días, mientras se hallaron en capilla, estrechó la mano de Hall quien le dijo: “Muchas gracias”. Los condenados a muerte con- tinuaron hablando entre sí aun después que se selló la puerta de la: cámara letal, a las 0.04 horas del viernes. Las tabletas de cianuro se sol- taron 30 segundos después, y el gas letal se elevó en una espesa nube blanca. Hall respiró fuertemente, pero la señora Heady dió la impre- sión de que contenía el aliento durante un instante. Siguió res- Ppirando durante más de dos mi- nutos después que los movimien- tos respiratorios de Hall habían cesado. Uno de los médicos de la pri- sión, el doctor G. Donald Shull, dijo que la señora Heady había seguido respirando durante más tiempo que ningún otro reo que él hubiese visto. La muerte sobrevino 12 minu- tos después de la medianoche, en el caso de Hall, y 14 minutos y 10 segundos después de las 12, en el caso de la señora Heady. Considerando que era una no- che de ejecución, la cárcel esta- ba extraordinariamente tranqui- la. LOS TESTIGOS NO ENTRARON Los testigos esperaron fuera de la oficina del alcaide, en el pa- tio de la prisión, hasta que la pareja de condenados a muerte fué llevada al recinto de la muerte a las 23.32 horas, del jueves, y conducida en 'automó- vil hasta la cámara letal, a unos cuantos centenares de metros de distancia. En el patio de la prisión se hallaba un arbolito de Navi- dad, como parte de las decora- ciones anuales que colocan los presos. Se oyeron algunos gritos de las crujías cercanas, mientras los testigos se dirigían en proce- sión hacia la cámara letal. “Alá van”, gritó alguien. “Que les den duro”, gritó otro preso. Cuando los prisioneros llega- ron a la cámara de la muerte, murmuraron algunas plegarias en compañía de sus consejeros Viernes 19 de Enero de 1954 Piden $50,000 de Rescate... (Viene de la la. Pág.) pero que no había ocurrido nin- guna otra comunicación del o con el que haya escrito aquella. , Ross McDowell, el padre de la niña, fue consultado oportuna- mente, y luego había puesto el anuncio Harold Sanders, procu- rador del Condado de Corwn en Nueva York, el cual decía así: “K. Estoy en posibilidad de ob- tener los $50,000”. El anuncio salió en el periódico que el se- cuestrador indicaba. Se dice que “K” es una de las iniciales de un amigo de la mu- chacha. Pero la policía dice no creer que éste tenga nada que ver con la desaparición de Ma- rion. espirituales, el reverendo Geor- ge L. Evans, pastor episcopal de Kansas City, y el reverendo Ro- bert H. Bull IL Evans declaró que los asesinos se habían “reconciliado en for- ma absoluta y completa con Dios”, al final. CINCO CENTAVOS COSTO EL. GAS Una mezcla de dos substancias químicas, relativamente comu- nes, cuyo valor es de menos de cinco centavos de dólar, puso punto final a la existencia de los secuestradores y asesinos del niño Bobb Greenlease. El sensacional caso que por espacio de tres meses atrajo la atención pública de Estados Uni- dos, concluyó judicialmente, a la hora en que el alcaide del presidio del Estado de Missouri, Ralph Edison, tiró de una ma- nija para provocar la reacción de cianuro de potasio y ácido sulfúrico que casi instantánea- mente dió la muerte a Carl Aus- tin Hall y a Bonnie Brown Hea- dy, exactamente 82 días después de que cometieron su delito. La Heady secuestró a Bobby, de seis años ,de la escuela da- tólica donde cursaba estudios primarios, haciéndose pasar co- mo tía del niño. La criatura fué entregada a Hall, quien después de darle muerte, estableció con- tacto con sus padres y cobró el rescate de 600,000 dólares. Sólo cerca de la mitad del di- nero se recuperó, después de la detención de los secuestradores asesinos. El paradero del resto de la suma entregada, es toda- vía un misterio. Winston Churchill Pide un Pronto... (Sigue de la la. Pág.) tantas pruebas y de tanta con- fusión. Confío en que marcha- rán con la conciencia a que su propia fuerza les da derecho, por una senda que los lleve sin desvíos hacia la expansión del bienestar y que calme los temo- res de la población y de todo el mundo”. Sir Winston reveló que en la conferencia de Bermuda expresó al Presidente de los Estados Unidos su creencia de que la proposición de «crear un banco atómico “ponía fin a un largo impasse y podría dar la oportu- nidad de establecer contacto con los soviets en el más alto ni- vel”. La declaración del primer mi- nistro muestra que no ha aban- donado las esperanzas de con- certar una reunión con el pre- mier soviético Georgi Malenkov. GARANTIAS A RUSIA Sir Winston dijo que esperaba que la próxima conferencia de los ministros del Exterior de los cuatro grandes en Berlín, servi- rá para dar a Rusia garantías de seguridad que ayuden a aca- bar con la guerra fría. Reveló también que en Ber- muda se había hecho eco de la advertencia de los Estados Uni- dos a Francia sobre las conse- cuencias que tendría la falta de ratificación del tratado creando la comunidad defensiva euro- pea. Sir Winston dijo que en la conferencai de Bermuda había señalado que “la unión soviéti- ca tiene derecho a seguridades contra la agresión de lo que su- frió a manos de Hitler. “Creo que tuve éxito al sub- rayar a mis colegas en Bermu- da (el Presidente Eisenhower y el premier Joseph Laniel), la jus- ticia y las ventajas de ese cur- so, aunque sea muy grande el podería de Rusia”. En mayo pasado el primer mi- nistro propuso que se suscribie- ra con Rusia un pacto tipo Lo- carno, garantizando su seguri-| dad, como un medio de acabar con la firme oposición soviéti- ca a la comunidad defensiva eu- |ropea. tiendo seguro rica, Veintisiete mil cien toneladas de fierro! Pero este inmenso portaviones es liviano si lo comparamos con los “dreadnaughts rascacielos” los EE. UU. Su Marina está all minuto, haciendo su trabajo para defen- derlo a usted y a sus seres queridos. Pero acuérdese, la defensa es también su trabajo! Y uno de los mejores modos de hacer su trabajo, es comprar bonos de defensa. Usted estará ayudándole a su país y a la misma vez estará invir- ue hacen a la Marina de a más [eo del mundo. trabajando cada su dinero en el negocio más del mundo. Porque los bonos de la defensa son tan seguros como Amé- AHORRE COMPRANDO BONOS DE LA DEFENSA DE EE. UU,