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Página Cuatro. —_— ce “EL SOL' 6 '', SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE Viernes 27 de Octubre de 1950. EL GOLGOTA” Y Paulo, después de este dis- humana, voz de mujer, pero tan una violeta silvestre nacida en escoltarle y obedecerle., Esta es curso histórico, tomó aliento y dijo con voz hueca y burlona: —!A la salud del dictador Sila! Antipatro bebió sin hablar; in dudablemente alguna idea pre- ocupaba al afeminado hijo -de Herodes. > —'!Por los sagrados bosques del divino Julio, volvió a decir Paulo acercándose un plato de conserva, que a no verte a mi lado, a no saber que mi cavallo cordobés. rumiaba su piensa en|¡ la F cuacras del palas 3-de Jo: c+ a no estar ple1ament» von- vencido que el Jordán se arras- tra en su lecho de arena a pocos; pasos de nosotros, crería, al as-' prirar -los gratos perfumes que me embriagan, que me halla- ba en el aromático y fascinador , baño de una patricia romana. “En este momento, el silencio- so Antipatro, sin que su alegre y hablador compañero lo obser- vara, apoyó el dedo índice de su mano derecha sobre una de las molduras de su cama, y la aguda cibración de un timbre de acero se extendió por los ám bitos de la sala. 'Ah! dijo Paulo girando los o-| jos en torno de sí, como si bus- cara quel aco de metal que re- sonaba en sus oídos. Ese tim- bre me anuncia una nueva sor- presa; pero te advierto, querido anfitrión, queun romano del tiempo de Augusto no se admira tan fácilmente cuando los hu- mos del Sorrento y el Falerno;, comienzan a embriagarle la ca- beza. —No trato de sorprenderte, só lo quiero cumplir mi palabra, le respondió el hijo de Herodes; ¿te acuerdas que te he ofrecido que volverías a oír a Enoe como una encantadora realidad? —Es cierto. -——Pues bien, escucha y juzga. En este momento se comenza- ron a oír las dulces y melodio- sas notas de un salterio.... Su poética y sentida cadencia, sus melodiosos acordes, se ex- tendieron con adormecedora va- guedad por los ámbitos de la ha bitación. Diríase que aquel melancólico instrumento, herido por la mano de un ángel, derramaba desde los cielos torentes de armonía sobre los dos amigos. Paulo suspendió el manjar q' iba a llevarse a la boca. Estaba extasiado. Aquelol era un sueño, un can- to de Homero puesto en acción ante sus ojos, una poesía de Vir gilio, recitado por un coro de diosas. El salterio suspendió un ins- tante sus notas, que inmediata» mente volvieron a oirse; pero es ta vez acompañadas de una voz EE cólica como el gemido que arran! Efraím. Yo soy el ruiseñor del bosque (umbrío que a la pálida luz de las estre- (as exhala el pecho mío dulcísimas querellas. Yo soy el colorín q' vió su nido ¡del río santo en la feroz ribera; mi canto es un gemido, mi amor una quimera. | Soy la pobre tórtola q' erarnte en las rocas del Líbano se anida ¿Por qué.queréis que cante, si tengo el alma herida? Dejad q' de su amor el pecho (mío, viva muriendo en soledad di- (chosa, sin sol y sin rocío; no le pidáis perfume a la rosa. 1 El canto y la música cesaron; los ecos del salterio y los gemi- ¡dos armoniosos de la voz de la; mujer se perdieron cómo los sue ños impalpables de una alma enamorada, dejando solamente en pos de sí un dulce recuerdo vago, melancólico, indefinible, | como el ruido de un beso de des ¡ pedida enviado en alas del cé- firo al objeto de nuestro amor. CAPITULO V En el que dos ambiciosos for- man castillos en el aire alrede- dor de algunas botellas —¿Quién es esa mujer que canta como una: bacante de los bosques de Baya heridas por las flechas de dios ciego? exclamó ; Paulo en un arranque de entu- siasmo mariscal, tan pronto co- mo el eco dé la última nota se hubo perdido en el espacio. —Esa mujer, le despondió su, amigo, es Enoe, mi esclava fa- vorita, la solitaria guardiana de esta casa, refugio en mis ratos de hastío, consuelo de la eterna melancolía que me devora, nido, en fin, de un principe _desgra- ciado. —! Tu melancolía!.. 'Tú... el bebedor incansable, digno rival de Marco Antonio que encareció los vinos de Egipto en los ban- quetes de Cleopatra! —La sonrisa de los labios no tienen nada que ver con las a- barguras del corazón. El vino embriaga y adormese las penas. —Tienes razón, bebamos; el mofletudo Baco embellece el pre sente y bora el pasado; pero ha blemos de Enoe, me interesa tu tada a Judá antes de abrir su mana cariñosa, y estoy seguro | matar por ahorrarme un suspiro de dolor. —¿Tu hermana preguntó con alguna duda Paulo. —!Mi hermana, Atme, mi her- mana! Te juro por la memoria de mi desraciada madre que no profanaré esa bella sensitiva sin antes darle el nombre de esposa. Y Antipatro, al invocar el nom! bre de su madre se estremeció, visiblemente. —¿Qué tenéis? le preuntó At- me. «Nada amio mío cuando re- cuerdo a mi madre, veo sanre ante mis ojos... pero hablemos de otra cosa. ¿Te gusta el oro? A Paulo le admiró esta pregun ta; pero dió esta respuesta: —La vida es cara en Roma, y “la paz empobrece al soldado, —Pues bien, yo puedo enrique certe. —Ofrecimiento es ese que me admira. Sepamos lo que me cues ta»la fortuna que me ofreces. —Júrame ante que, si no a- ceptas, mis condiciones, morirá contio el secreto de mis planes. —Lo juro por mi espada dee soldado. 4 | ! —Ahora cambiemos los puña- les y las copas, y escucha, pues desde este momento Paulo Atme el atrevido, será el hermano de Antipatro. Los dos amios descolaron a un tiempo sus daas del tahalí y las tocaron; después, llenando las copas, se las ofrecieron mu- tuamente. j —Que el sombrío Molok... que el terrible Ariman turbe los sue 'ños y empozofie la sanre del pri- ¿mero que quebrante esta santa l alianza que nos une, exclamó le hijo de Herodes, apurando la copa que le había presentado - el romano. —Que el sombrío Molok... que el terrible Ariman turbe los sue ños y emponzoñe la sanre del primero que quebrante la santa alianza que nos une, repitió Pau lo imitando a su compañero.,, —Muy en breve el sol bañará con sus rayos matutinos los al- tos minaretes de la ciudad y los ámbitos del palacio de Jericó. Entonces las trompetas de los leionarios anunciarán a los dor- midos habitantes con sus len- uas de metal la partida del rey mi padre. Tú, Paulo, al frente de tu “manípulo' debes escoltarle hasta Roma. ¿Sabes a qué va ¡esclava; cuéntame su historia. |mi padre a la ciudad del César? —Enoe no tiene historia; es| —No a fe mía. Me mandaron ps == => of bills due t If you are f. this kind, c thrifty perso! anemergency: Es the mostcarefully-managed budget can bog down under an avalanche Trying to decide which creditor can be paid offt—and which can be put off—is a discouraging process. outstanding bills. Then you will have only one obligation to meet each month—the small payment on your personal loan. When you need extra money to take care of oa financial emergency. aced wich a situation of ome in and apply for a nal loan to pay off all your —or to take advantage of an opportunity —let an easy-to-make, casy- to-pay-personal loan solve your probleza, se con una conspiración. ¡te será difácil sobornar algunos ' melodiosa, tal dulce, tan melan los márgenes del Nilo y trasplanimi consigna. —Pues bien, Paulo, mi padre ceca el céfiro a las arpas aéreas perfumado broce; yo la compré|jva a Roma, porque mis herma- ¿uspendidas «de las dolientes ra- a unos árabes y la tengo en esta|nos le acusan ante el Senado co mas de un sauce del bosque. de'casa, tratándola como a una her|mo asesino ded nuestra madre; pero con esa acusación han fir- Aquella voz contó lo siguiente|que esa pobre niña se dejaría|mado sentencia de muerte. Herodes no matará nunca a ¡sus hijos: es padre. —No le conoces: su muerte es segura y la mía no está muy le- jana; pero yo no soy de los que se rinden sin luchar, y una vez apagada en mi corazón la voz de la naturaleza, la lucha será terrible, y necesito de tí, Paulo. Habla ,contestó el romano, vien do con disusto que aquella ce- na que había empezado con tan buen auspi cio, iba a terminar- —Terminados en Roma sus gestiones, mi padre tornará a Ju dá escoltado por los soldados pretorianos. Si al pisar las ribe- ras de Palestina mi padre deja de existir, la corona será mía y tuyos veinte talentos hebreos Un talento hebreo equivale a mil quinientos ochenta y tres du ros de nuestra moneda. El soldado de Auusto se que- dó un momento pensativo, y lueo dijo: —Si yo no formo parte de la comitiva de rereso, no puedo servirte. —Formarás parte, —¿Sabes de antemano las ór- “denes del César mi dueño? —No, pero puede combinarse que rereses a Judá con mi pa- dre. Explícate mejor. —Escucha. Los soldados ro- manosaborrecen la - paz: morir en el campo de batalla es la muerte mejor y más loriosa para los hijos del Tíber. Roma cuen- ta un crecido número de leiona- rios, que cansados de la inac- ción que les enerva, se hallan dispuestos a desnudar sus espa- dasa la voz del primero que les lofrezca un puñado de oro; tú de- bes ser ese hombre. Si el César, no te nombra jefe de la escolta, puedes sin embargo introducirte entrel as filas, comprando a uno de los centuriones, y ocupar su puesto; durante la travesía no soldados, y una vez que pises la tiera de Judá, no ha de faltarte un pretexto para que uno de los tuyos repulte su espada en el pe cho de Herodes. Yo, mientras tan to, en Jerusalén reuniré mis par ciales, y cuando tú llegues a sus murallas, para tí el oro, para mi la corona. —Tu plan es arriesgado: ¿te olvidas que el César Augusto es el único que puede concederte la PAN DR. W. R. KING ESPECIALISTA de los Ojos, Oidos, Nariz y de la Garganta Se Adaptan Anteojos LAIRD BUILDING 3 East 5th. Street Tempe, Arizona Teléfono - 302 Pueden Pagar en Abonos Se Habla Español l Órarmuw Para SENADOR DEL ESTADO — Experiencia — Honradez — ; — Prosperidad — OSA Z=RAAS corona de Judá? —Al César se le compra: mi padre lo hizo así; yo puedo ha- cerlo también. + —En este juego arriesgas la cabeza. —La muerte de Herodes debe atribuirse a la casualidad, o mo tivada por su carácter irascible. —Jero en Jerusalén quedan trés hijos de Herodes, tres her- manos tuyos. —Has tú lo primero y déjame a mi cargo lo demás. Paulo se quedó pensativo al- gunos momentos. —¿Vacilas? le pregunto. An- tipatro. —Siempre he despreciaio la vida. —Entonces no comprendo tu indecisión, veinte talentos he- breos smon una fortuna; veo q' prefieres vivir pobre toda tu vi- da a trueque de correr un riesgo de poca monta, —La cantidad que me ofreces se me iría de las manos como un puñado de humo: no conoces la sed insaciable de oro de mis compatriotas: nada les basta cuando se trata de poner precio a sus vidas; si yo ¿uera el jeie encargado de la escolta, el asun to podía llevarse a cabo con más economías. —Fija tú mismo la cantidad, respondió con laconizmo el hijo de Herodes. —Dí más bien las candiciones A los hombres de Mi te..upie no les basta el oro. —Enionces explicate sin ro deos, y no olvides que amvos he mos jurado guardar. el secreto en caso de no convenirnos. Si la conspiración te da a ti pro fruto una corna, yo en ese caso rec.amy el gobierno de una de lás tribus de Israel. Antipatro se mordió los labios pero no dijo ni una palabra. Paulo continuó con pausada y tría gravedad. —Tú serás rey, yo gobernador En cuanto a la suma que debo percibir, se aumentará en dos talentos más, que son los que deben distribuirse entre 10s s64 dados de los apostadores de Pa- lestina para que secunden el mo vimiento. Esta vez Antipatro fué el que se quedó pensativo por algunos segundos, pero luego, comi si hu biese formado una resolución repentina, dijo sin vacilar. —Acepto. ituro rey de Jerusalén, y —Pues bebamos por el buen resultado de nuestra empresa. Llenaron las dos copas y Pau- ¡lo volvió a decir: —Por la prosperidad del fu- por Ll fortuna del próximo gobernado. “de Galilea. Después de apurar lass copas, Antipatro saltó de su lecho, y encaminándose a uno d los ex tremos de la pieza, sacó de una especie de armario, embutido en. la pared muy disimuladamente, una bolsa de cuero bastante a- bultada, un tintero de barro y dos pedazos de papiro, objetos que colocó sobre la mesa sin des plegar los labios. —En esta bolsa hallarás 200 minas hebreas. (La mna hebrea vale a 31 pesos duros de nues- tra moneda), ¿Tienes bastante para las primeras distribuciones de Roma? —Creo que sí, pero... —Te comprendo. En estos pa- piros podemos extender las obli gaciones: tú guardas uno, yo el otro. Y Antipatro extendió el papiro y majó la pluma en el tintero. —Veo que llevas el trato con toda la legalidad de un patrono; eso me gusta. Los dos amigos extendiero:. una obligación de lo que cad: uno debía hacer y percibri en le conjuración que se urdía entre el rey de la Ciudad Santa. Terminada esta operación, ca da uno guardó cuidadosamente el trozo de papiro que le cure: pondía. Ambos estaban comprometi dos; tal vez los dos habían fir mado su sentencia de, muerte. El resto de ia cena que hab: sido interrumpida para tratar du lo que saben nuestros lec.ore fué silenciosa. Los dos amigos comieron pocu pero hicieron frecuentes liba ciones, tal vez para desvanece con los vapores del vino las i deas que se agolpaban en la: mentes. Antipatro pensaba en la coro- na, que según su ambición, cal- culaba dicha descansar antes de poco en sus sienes. Paulo recordaba la frase fa- talista de los romanos del tiem- po de Augusto: 'no te sientes en ninguna mesa que los convida- dos sean menos que las Gracias o más que las Musas.” El penetrante sonido de un | timbre que se extendió por la: sala, sacó de profunda medita- ción a los dos amigos, —¿Qué significa ese sonido? preguntó Paulo. —Que Enoe nos avisa que el lucero de la mañana ha apare- cido en Oriente. —Entonces es preciso que nos separemos. —Sí, antes de mucho las trom petas convocarán a la Comutia: —Salgamos, pues, y Júpiter. nos dé buena suerte en la eni- presa. —Así lo espero, Valor y con- fianza. —Pues no olvides que ambas cosas necesitamos. —Lo tendré presente. Los dos amigos se estrecharon las manos con cordialidad y 1ue- go tomaron las precauciones ne cesarias, y se encaminaron al Palacio, pero por distinto cami- no. Poco después la puerta secre- ta del camarín de Herodes se abrió para dar paso al esclavo Cingo, el cual se encaminó al lecho de su señor. El Idumeo no dormía. —¿Y bien Cingo? Herodes a su esclavo. —No te habías engañado, se- for; Paulo y tu hijo han pasado la noche juntos. —¿En dónde? preguntó con in diferencia Herodes. —En casa de Enoe su esclava, Ya lo sabes, Desde ahora tu obligación es ser la sombra de ese romano ambicioso; en cuan: to a mi hijo, le dt ¿Qué hora es? —La aurora despuñtita muy luego en Oriente. —Avisa a Ptolomeo y dispon- lo todo para la marcha. lu vie- nes conmigo. Cingo saludó y volvió a sale del camarín por donde había em trado. Herodes volvió a dejaré caer sobre un mullido lecho co. mo si nadie le hubiera interrum pido. preguntó CAPITULO VI CLEOPATRA Y LOS 'TRIUNVIROS Antes de penetrar en laorgu- losa ciudad del Capitoiio, antes de recorre las calles de Roma, de esa reina del mundo, de ese arsenal inmenso de la gloria y del arte, antes de colocarnos de- lante de la figura impotente de Octavio Augusto el emperador Pasa a la página 5. 19 Lets Not Give Arizond Buck to the Bootleggers! “LOCAL OBHION” IS PROHIBITION — AND PROHIBITION OPENS THE DOOR TO BOOTLEGGERS AND RACKETEERS.. No hagan equivocaciones acerca de lo Publicado — Un voto dado a favor de la “LOCAL OPTION”, es un voto a favor de la Pro hibición. Y los que sostienen las leyes en Arizona, pagarán a pre- cio fabuloso si los “bootleggers” con su licor envenenado e ilegal, vuelven otra vez. Todo ciudadano con edad suficiente para recordar la PROHI- IBCION NACIONAL, recordará demasiado la ley de los gangsters, la corrupción de las agencias de la fuerza de la ley y la invasión de nuestros derechos que acompañaron la trágica experiencia co- nocida por la enmieda 18. Dispongámonos a no llevar el Estado de Arizona a este bajo nivel de vicio por segunda vez. Cuando lleguen hasta las ánforas de votación en Noviembre, su voto ayudará a decidir si Arizona deberá tener control sobre la venta legal de licores incluyendo la cerveza y el vino — mediante firmas competentes de negocios las que pagan impuestos — o si es que quieren ustedes la venta ile- lgal mediante bootleggers y charlatanes. (This message, in the John C. McPhee, Execu Jr.; GILA, Ray G. Lan: ; | VOTEN EN CONTRA DE LA ““LOCAL OPTION”. Vote.307 NO! LOCAL OPTION 15 PROHIBITION. gham; GRAHAM, Stuart M. Bail: Gordon; NAVAJO, Frank Munroe; PIMA, Roy Drachm: " YUMA, Harold C. rests of all Arizona, is sponsored by Arizona United Against Prohibition. Offices: Hotel Adams, Phoenix, Arizona, e Secretary, Executive Committee: APACHE, Lynn Lockhart; COCHISE, Ben J. Williams; COCONINO, Paul Pertuit, ; GREENLEE, Ed Danenhaver; MARICOPA, Dr. J. N. Harber? MOHAVE, Frank X. INAL, Frank A SANTA CRUZ, H. 6. Chernin; YAVAPAS, Fred Crowells