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yqa8 Viernes 13 de- Enero de Jaro ms ra Rafael No por la muchacha, desde el día aquel que estuvi- que está bien aducada y es |mos en la jira en Las Cuevas, muy mona, sino por la familia, que tú recordarás la agarrada pa tampoco no es que sea ma-|que tuvo con el animalucho de “EL 80L” SEMANAMIO PUPULAR INDEPENDIENTA —— A AAA ra de paz. Al menos, él ha visto otro camino y tiene la esperan- za de llegar a su vayis de amor Fero ella... !ella: !Oh, noche. A o — _—— tú la distancia que hay de ellos, puesta a casarte —aun cuando a tí... yo esté en el mundo— con el —Entonces eres. un ser cobar-|primer Juan ucas que se pre- de, que por cobardía llega has-|senet a tiro, con tal de que tus Hay ahora un momento verda deramente solemne, como si los fandanguilleros diesen a su fiesta un tono litúrgico y ritual. Carlos, con el índice de la mano derecha, enhiesto y ordenador, cual maestro de ceremonias, di- ce a su coro de bajos constitui- do por los señoritos de Alosno, sus hermanos, sus primos, sus amigos... E —!Un “cané que tos meta- mos”! Entonces, acabada la frase, el coro familiar originalísimo, con los indices enhiestos y 1e- vando el compés al unísono, en tona la copla final, solemne y grave, que turba, estremece y apasiona. ¡Catalina María Márquez! ¿Cómo has tenido valor de casarte con Juan ucas estando en el mundo yo? ¡Catalina María Márquez...! ¡Cómo llenan el aire los aplau sos de los concurrentes! Rafael y Caminito, se han mirado ins- tintivamente... !Cómo tiemblan los ojos de lá moza! !Y cómo miran los de él! Parece que can tan también la misma copla con infinito acento de reproche, con palabras 'bentidas y vibran- tes de dolorida queja. Y aplau- den, aplauden. xXx Entre todas lás votes mascu- linas que tomabán parte en la interpretación al intervenir el coro, sobresalía, con su timbre puro y armonioso, la de Rafael Torres-Arias, verdadetó don de la Providencia que, de no haber etnido el muchacho medios e inteligencia para abrirse cami no en el múndo profesional, “le hubiera bastado para ganarse la vida y acaso tambiéñ pára triunfar en las palenques del Arte. Al pronunciar la sentimental tra del popular fandanguillo alosnero otra vez, instintivamen te, Caminito y él se miraron y, en los ojos de ella, una voz do- liente parecía Cantar con infi- nito reproche las mismas pala- bras amargas de la copla. Fue rápido, como todos los movi- mientos impulsivos, en los cua- les ni la razón ni la voluntad toman parte, A=1, antes de que ni uno ni otra pudieran darse cuenta, estaban juntos, en el ángulo más resatado del patio perfumado por una diamela, donde trenzaban .con palabras apasionadas y vehementes sus celos, sus cu'*as, su amor de siempre. Caminito se torno impetuosa y apremiante: es que “urt, sien te ve, que ese amor se le esca- pa, que ya no es suyo, que cau- tivo aún como un pájaro apresa do, va a volar con un estuerzo decisivo, de in memeñto a otre 1Y hay que vec la amargura sin nombte que es para una mu jer enamorada, eso de ver que -1 amor alza .. vuele y se va! ¿uumo has :oniio valor d- casafet con Juan Lucas c'ando en 21 mundo yo? ¿Cómo tendrás valor de irte hacia otros amores —!amor ín- Y menso! — mientras yo viva? !Y te,veo ir! Lo presiento, me lo dice el corazón a pesar de la fe licidad de esta noche, la pri- mera de nuestro amor, la prl- mera en que con palabras explí citas hemos hablado los dos de “nuestro amor”. Nuestro: de Jos dos.,.. Amor, amor de siempre, amor de fuego, que el mismo Yuego cofñsúme, amor fundido en el corazón del poeta con o- tro amor de luz —evidente com- patibilidad de dos amores; — y' habrá dé quedar triunfante y los rescoldós del y esta vez no con los ojos sino con palabras rezum- bantes de una pasión que vibra en toda ella, mujer espoleada por e! ansia de defender »:l 1- s.ro de su querencia. Y Rafal siente ira, vena, coraje inc2.150, al tenér que cuntestar. +» —De todo lo que está pasan- do, ¿tienes tú Ja culpa, —No, Rafael —Sí. Eres un Juguete de tusjrres padres... Mejor diré de tu fami- lia; porque ese Celedonio os maáneja a todos, a ti la primera. ——Crees todos los chismes que corren por el pueblo. > —De más sabes tú que los desprecio. Si por la gente fuera, hace mucho tiempo que no te miraría. Es que me han herido mucho los tuyos; en mi amor propio, en mi dignidad, en mis "sentimientos... Y por si eso fue- se poco-aúu, en mis intereses, —!No hablemos de eso, Ra- fael! '!No lo mezclemos con huestfo táfiño! —togó blanca y trémula Caminito Rubio.—Si yo éonozco a los míos; sl yo sé có- mo son, sí yo mido mejor que ta el extremo de ser cómplice de un despojo. —!Rafael! ! —-Sí, lo sé todo! —Entonces debes saber de q' manera protesté siendo una po- bre niña; cómo les dije que era de' justiciab ustar el propietario del hallazgo y devolverlo inme- diatamente. —Y como nadie te: hizo: caso, has callado ; y has sido encu- brídora, y... > ='!Calla! ¿Qué podía hacer 'yo? Piensa que són miis padres ¿Has visto tú a algún hijo que denuncie a sus padres? En mi caso, tú, ¿qué hubieras hecho? Durante un momento cañó Rafael, impirs:onado por la do- lorida «llesesj erzción que se les prendía de ias palabras, del a- cento, de toda la actitud de la muchacha. —Y «son tan viles, que hasta el medio que les ofrecía la Pro- videncia para reparar en silen- cio y sin escándalo el hurto Cu- metido, han rechazado. Casán- dote, tú, conmigo, 'la devolución hubiese tenido lugar sin que nadie lo advirtiera, pero me o- dian, decdidamente me odian; y ahora que conozco lo que a- conteció años atrás, me doy Shenta, me explico ese odio q antes me pareció irrazonado. Es el odio inevitable del que come te una mala acicón hacia su víc tima. Toda sú conciencia sé al- za lena de remordiimentos cuando me ven. !Soy pará ellos una acusación viviente! Y, sin embargo, puede que ahora, sí yo dijera algo en serio sobre nuestro matrimonio me acepta- sen más o menos a regañadien- tes... —No te aceptarian. —En ese caso no deberían sor prenderse si yo hago valer mis derechos a la herencia del mar- qués don Nuño. El color de Caminito ya no era pálido. Habiase tornado te- rroso, como el de un difunto; y sus ojos enormes, abiertos trágicamente, amenazaban con salirse de las órbitas. 'El escán dalo, la deshonra, la publici- dad, quizá la ruina! Y todo es- to habría de venir de la mano de él; de la máno de Rafael To rres-Arias a quién presisamen- señores podras lo decidan! Tu amor...!ja, ja ja! !Cómo le hacía daño a Cami- nito- aquella risa dura y amar- ga de Rafael! —!Tu amor, cobarde y tímida amadora, incapaz de imponer tu derecho a la felicidad sobre las tiranías familiares! No; no me pidas nada por ese cariño q' no puedes ni debes invocar, puesto que no has sabido defen derlo. Tampoco es necesario q' et rebajes a pedirme, no. Mi a- mor es más fuerte y más gene- roso que eu tuyo; mi amor, has ta en el momento en que el des engaño y la frialdad le empu- jan hacia otra mujer; está lle- no de ternura y de abnegaciór. para ti, que fuiste la primera en mi corazón cuando mi cora- zón aún no sabía amar; cuando aprendió a querer, bajo la cari-;| cia exquisita de tus ojos... “co- mo soles, como estrellas, como almas”... !Cuánto te he queri- do, Caminito; qué intensamen- te! Nningun hombre podrá see rerte nunca como yo te quise... ly qué tristeza infinita la de decir “te quise”... En la penunbra de la noche que empezaba a envolverles bajo su manto de estrellas, lace rante y dolorido, arafió el alma emocionadísima del joven el áspero sollozo de Camiñito, des- trozada por el dolor. —Pero mi amor — prosiguió Rafael— al irse, quiere dejarte su recuerdo, un recuerdo de ab- negación y de ternura, porque mi cariño, frente a las acometi- das de tu gente, fue siempre ;eso: ternura para amarte y ab- negación para aceptar el sacri- ficio de verse ofendido en lo más delicado de su esencia con las groseras imprecaciones de los tuyos...! Yo te quería por dinero! Vaya. ¿No sería muy emocionante, de muchísimo e- fecto, el que la gente se diese cuenta ahora de que el pordio- sero es rico... y precisamente los que le tachaban de tal eran los mismos que estaban disfru- tando su fortuna?. Caminito estaba realmente a- terrada; ya no encontraba ni siquiera palabras para implorar Unicamente sus entrecortados sollozos y el temblor convulso de sus manos, con las que se a- negra y trágica, en que 2 la, pero tú ya ves, que él es de|Carabanchel Bajo, no he dejado el amor! Camiri'o se dice que,clase y si algun día quiere, pue'yo de observarlo.: y lo he visto nw ha vivido nunca minutos más horribles. !Oh, cobarde, cobarde,! ¿Qué le darán los suyos en compen- “sación de la dicha que pierde? ] KE ! Alta noche,... a comitiva re- “grsa satisfecha a Guadaveloz. Hay una hermosa luna llena q' viste de plata los terrenos; ya lo anunció doña Timotea la tarde pasada, —Aunque regreséis tarde, no hay cuidado. Hay luna. 'Luna llena en Géminis! —Oiga usté, Alomar: ¿por q' saldrá siempre la luna por esos pueblos tan raros? CAPITULO XIII En busca del amor Cuando voy a la casa de mi chiquilla, se me hace cuesta abajo la cuesta arriba, Y cuando salgo, se me hace cuesta arriba la cuesta abajo. —Pero ¿qué me dices Urbana —Po ná señorita doña-Domin ga, que endeje que gorvió de Se villa dimpués de los días San- tos y la Feria, que está él mu requebrajao y mu alicaío, y que entier don José Zorilla, que es- tuvo un ratito a ver a don Ra- miro, le dijo, dice: “A ti te veo mal niño; y lo que te conven- dría es mudá de aires...” Misté que causalidá, doña Dominga. !tJustamente este verano que no ha querío dirse algún tempo con su tío el Conde a San Sebas tián, como tititos los años!! —Pero bueno, ¿qué es lo que tiene ese muchacho? —¿Qué muchacho? —dice do ña Josefa, asomando por el foro —Rafaelito Torres -Artas, hi-/ ja, que, según dice- Urbana, se va a pasar una temporada a Be- nimel, a casa de nuestro parien te, el Magistrado. —Yo lo he sabilo esta maña- na, no vayan ustdes a figurarse porque la que toca al niño es que de poco tiempo a esta par- te se ha guerto mu solapón y mu sobre sí; que antes siempre estaba con Urbana pa acá y Urbana pa allá, que no respira- ba sin yo saberlo; pero endeje que semezció esa confisc; niña de Carabanchel, qu es cosita te en este momento— !ironías/|oretaba las sienes, daban fe de|que la tenga atravesá en el ga- de la vida!,— amaba con un a- mor desesperado, rayano en la locura, como jamás le amó. —!Tú no harás eso!— bulbu- cló con voz tonca, asiéndose im plorante, con sus manecitas he ladas que parecían dos garras, a las manos inertes de Rafael. —Te lo pido, yo, Rafael,..¿Quie- res que me arrodille? Te lo pi- do por lo que más has querido. 'Te lo pido por nuestro cariño! —!Por nuestro cariño! Si di- jeras por el mío, que ha sido paciente, constante, sufrido, leal, lleno de valentía y. de ab- negación... Pero ¿el tuyo? 'Nue va Catalina María Márquez dis Statement of Condition: December 31, 1905 Unearned Discount. Letters of Credit... si 37,870,441.89 ME aoncoraronaos dedeannacanercincaceciidase, Cápital Fundo $ “700;000:01 Common Stock............ > Súrplus ...... osrrróoa aorarasssas 4,500,000.0 Undivided Profita........ 1,545,377.13 Reserves .......... ammuseriocoa 1,325,000:00 — 11,320,377.13 Total VLialdlibén. ..o..icccacinccinerror-:9239,784/887:62 TE 76,504,184.00 :16,832,231.32 104,721,363.05 1,627,221.28 662,736.021 936,148.94 _ 947,251.96 433,220.29 ,178,100.88 su agonía. No en balde, Rafael habíala amado; todo su ser se removió de compasión al verla inerme, indefensa, vencida... co mc una cosita insignificante q' él podía deshacer y hundir en el dolor con. una compe:a faci- lidad. —Pero descuida, que no lo ha ré, No por ellos, que no lo mere cen, sino porque estás tú en medio. —!Oh, Rafael...Rafaet: fiote, titito se lo echa*el arma mía por al esparda, Conque es- ta mañana, cuando le llevé el desayuno a la terraza me dijo, dice: “Si bajas al pueblo, yéga- te en ca las señoritas de Guz- mán el bueno y disles que si quien arguna cosa pa la señori ta María Luisa, que la tengan aprepará, que al escurecé pasa ré yo por su casa, que mañana me vi a Benimel,” De moo y ma nera, señoritas e mi arma, que de ostentar un título que mar- qués. —Po misté, ció: doña Jo- sefa: lo tra:a boquiabierto la ni fa, que yo sé el veranito que se ha pasao esa criatura, porque es decí que estaba más enamo- rao que Gerineldo. Pero a la cuenta, er día que estuvieron en el Alosno, se esbarataron las cosas, porque gorvió él a Las Gallombas mu disgustao y aqu lla noche tuvo un cólico, digo yo que del soponico que toma ría al reñí con eya, y ende en- tonces, conforme antes estaba siempre andando pa Guadaveló que paecía el movimiento conti nuo, se sentó más sentao que una partía de bautismo, y es co sita que no ha guerto a poné los pies en er pueblo. Yo, no es que lo sepa por él, que él a mi no me ha contao ná, pero como una ha sío cocinero antes que fraile... —Claro, que eso se compren- —Y de comé, menos que un gorrión; que se está queando co mo un don Espartofilando del Bosque, porque al menos, aunq” tuvía su pena, no debía dejá de comé, ¿no les parece a ustés? Lo que yo le decía ayer a la ve- ra de la noria, que eso es que no sale de allí de tanto que le gusta está a la sombra de los nogales: por lom enos tuvías la enfermedad del milano: las a las caídas y el pico:sano; porq' en no comiendo un hombre, apa ga y vámonos. Los hombres son mu flojísimos, con tantísima a- pariencia como tien. Po sí; yo creo que han quedao mal. —Mucho que me alegraría, —Es que no le pega ni con ce rote. —Como que no es Ce su iguá ¿Ande va a ponerse? —Pero ahora verás, si se va fuera, vuelve más curado que si no le hubiera querido nunca Yo creo que el mal sea tan hor do...Cosas de muchachos. “Y ah« ra, en eBnimel, y al lado de m ahijada que... !eso sí que es une rosita de mayo!, ya verás com« se cura de su mal de amores, que ojitos que no ven corazón que no quiebran —dijo doña Jo sefa. —Y un muchacho omo él, tan reguapísimo, y tan simpáti co,! Mujeres que quisiera — a- ñadió doña Dominga. —Yo que yo le digo: “Pavao: tengamos, que confesores no nos han de faltar.* Conque si ustés no me manda ná, me vo: a di yendo a ve s) caja en las Atarazanas er camión. de Beni to. que me ha di.ho que teni. cue di a la 2s:t:ión por un va ¡2gón de guano y que me yevarls «jasta allí, y así . me ajorro as Con las manos juntas, sendos|me eché er mantón y cogí el ca¡la mitá der va.niño lagrimones surcando les desco-|nasto y aquí me tiene ustés por loridas metillas; heuchidas de |atún y a ver ar duque. He: com |ritu Rafael qu> pa e por aquí agonía y gratitud a un tiempo|prao mantequilla y café, que los ojos de tragedia, era Caminijme se están acabando, y dese-|puruetito para ja niña. Poca co- guía me he venío a darles a sus|sa en un rincó1 de la maleta te Rubio la imagen acabada de una Dolorosa de No acertaba a decir “gracias ., Montañés. | mercé el recaito. —Pues no sabes lo que nos pero en toda ella vibraba esta alegramos. Urbana. L don Vicen palabra .reconocida y humilde. te también se alegrará de tener —¿Qué te creías? ¿Que todos|le unos días en su casa, porg' éramos iguales? no es porque estés tú delante y !Qué inmensa arrogancia, qué|una quiera lavarte la cara,, pero noble altivez palpitaba en estas|es que es un hiño con muchíisi- palabras de Rafael! !Y como sejmo ángel. A Dominga se lo he sintió con ellas azotada y hu-|dicho yo muchísimas veces. millada Cafhninito! Un hombre| —Verdad. > que le echaba a la cara una for] —Oye. ¿Y cómo está eso del tuna, como se le echa a un pe- [noviazgo con Caminito? rro hambriento una piltrafa! —No me miente usté a Cami- 'Tomad, Carabancheles! Para|nito Rubio, señorita de mi arma que sepáis que el dinero supo-|que estoy en que de esa desga- ne para mí tan poco que casi [na y de ese mal humor, y de les nada. Toma, Caminito; para ese no pegar un ojo en titita que sepas que »: pordiosero q''la noche y alevantarse al rom- buscaba en ti tu fortuna, te la'per el día, y dirse a corr.é por deja, en recuerdo, dor no causarfesos campos, y ponerse a jablá te un daño. Y ahora, rescatado|solo, qu los pro o lo cuentan el ámor, era ya Rafael dueño de|que lo han visto, nadie tie la elegir su camino... curpa más que esa confiscá ni- La gente que había tomado [ña que Dios confunda. Don Ra- parte en la excursión se había|mrio está jecho un monogorfie- puesto en movimiento para mar|ro... !ya estés ven!, don Ramito charse. Deshecha, destrozada, que no vive en este mundo co- Caminito Rubio, se levantó pro-|mo aquel que dice, porque es 9' curando serenarse. Aun hubo [siempre está con la cabeza en un momento de íntima emoción |sus reye y sus reinas, y su His- caando, al verla vacilar, Rafael [toria de España, .que agora ha acudió a prestarle el apoyo de |acabao con doña Burraca y ha su brazo. Al ligero contacto, to- [|esconmenzao con uno que le da la pasión que dormía lenta-|dicen el Ci, uno que era muy mente en el corazón del poeta, |animá....Ya ustés ven si sería se alzó súbita y briosa, bestia que los moros rezaban el —!Camino! xxx Y nada más. El amor agoni- sembrado de flores olorosas.... agonía más regrandísima la de este pena de amor! zo al desgarramiento que le re- tuerce el alma, y piensa en Ma ría Luisa como en una estrella quiencantipace en cuantito que lo veían, de veni, como que jas- ta empués de muerto ganó una za... Caminito quisiera morirse|batalla de mieo que le tenían; y que la enterrasen bajo la lu-|po pa que don Ramiro se haiga a, en aquel desierto montaraz |puesto furioso, ustés carculen. Como que le ha dicho que si se !Ay, Virgencita del Rocío, y qué|casa can eya no es hombre y q' lo que toca a él, no le de¿a ná y jace testamento pa bien de su Rafael,” ceñudo, cejijunto, amo|arma. Y eso que don Ramiro es hinado, se aranca con un esfuer¡muy cicatera de palabras que [pasado enfermedad, grande o monja en arvicnto. —Acá no lo hablamos, y la verdad, no nos pareció bien pa - Pues nada, le dices al señ> antes de irse + le daremos un cahe: Una nluisa «le crespón y d»5 pares de medias que se de j5 olvidadas cuan:lo se fué, —Bueno, po yo se lo diré. Con que quéense ustés con Dios y jasta otra ratito. xXXX Tres días más tarde, en el Ca sino, Rafael Torres- Arias es el tema de un charla íntima entre el doctor don José Zorilla y el nunca bien ponderado” Pancra- cio uque. Es en plena siesta, se deja sentir un calor horrible, a pesar de que las ventanas abiertas establecen una coriente de aire; ponen las persianas caídas con sus tonalidades verdes, esta dis creta penumbra que aleja el martirio del resol -—tortura pa- ra los ojos, — y que parece ani mar a las confidenciss, El úni- ico mozo que sirve a tales horas permanece amodorrado en un rincón y hay que llamarle dos o tres veces para que vuelva en sí cuando le necesitan. Esta tar de duerme tranquilamente. co- mo un bienaventurado. En el aCsino no hay nadie más que Pancracio y don José Zorilla,. en frascados en su conversación an te sus vasos, ya vacios de man- tecado. —¿Dices que se fue ayer? —Ayer, sí señor. Yo fuí a drs pedirle a 1 estación. —Pues me alegro, porque si dura más tiempo aquí, a ese muchacho le pasa algo... o ha- ce alguna gorda. Yo fuí quien le puso en la cabeza la idea de marcharse, porque, la verdad, lo quiero como si fuera cosa mía...!!como que le di el primer beso, señor! Y desde que le re- cibí al venir al mundo, no ha | vhica, qu no le haya asistido yo po luego que es muy simpático y muy buen chico. Bueno: pues | ldeshecho, lo que se llama hecho polvo, más cada día, Hasta que me dije: este niño coge una neurastemia, como dos y dos son cuatro. Pues nada, hay que sacarlo de Guadaveloz, y que vea otras caras, y respire otros aires, y se trate con gente que no le recuerde a cada instante la causa y origen de su pesa- dumbre. —Estuvo usted muy acertado amigo; dio usted en el clavo, porqu yo que conozco bien el paño le aseguro a usted que Ra fael estaba pasando “las mourás' ¡Caramba! Esta interjección súbita y re- pentina de Pancraci> uque, a- compañada de un respingo muy significativo, propio de u- na persona que ha visto algo a- normal o desagradable, hicieron volverse también rápidamenete al doctor y mir: en la misma dirección que vían los ojos de Pancracio, :nivrtras maqui- nalmenie pregum: ba: —¿Qué es eso?- y Pancraci3 se repuso no mer,8 * ¡rápidamente gue se había alte- rado; y con tua scnrisa tranqui lizadora, dijo: —Nada: el gato ese negro del conserje,..el tuerto, que ha sal- tado encima de aquella mesa q' está junto al diván y no sé co- mo no ha hecho cisco la botella del agua. Son unos animales imposibles. Si no fuese por la falta que hacen?... ¿Decía usted don José? Pancracio tenía enfrente un grande espejo del cual no apar- taba los ojos, en tanto que es- cuchaba a Zorilla, como si estu viese contemplando en su clara una alguna escena muy intere- sante. . —Hombre, no decía náda, pe- ro si quieres que continuemos la conversación, por mí no hay inconveniente. Me interesa ese asunto del noviazgo de Rafael, y lamento mucho el terreno en que se ha colocado, respecto a él, la familia de don Bernabé Rubio. Na se merece eso el mu- 2hacho: es un perfecto caball>- ro, desciende de una familia inmejorable, tiene una carrera que hará valer, porque es inte- ligente y trabajador. No se, n- me explico qué es lo. que amere esa gente para la muchacha, porque aquí para inter nos, y” ahora no nos oye nadie... Pancracio uque dirigió una :á pida mirada al espejo frontero y sonrió, socarrón. —.. Caminito no es 13 Venus de Milo, precisamente. Un tipi- to regular, unas facicones regu- lares... Del montón, hijo, del montón. Lo único que le vale un poco son los ojos, pero quíta le eso y resulta una personita insignificante. A mí, dame una muchacha como Lola Peña. ho- nita,. sin ser hermosa, desd2 ¡cs pies hasta la cabeza; o como 3e1 niña del Magistrado que ha ido a ver ahora Rafael.. menu do remierndo va a ponerlo al ro- to de su corazón, el muy bribon- zuelo! Eso son mujeres, Luego, está tán engreída la criatura con los dineros. del papá y con los aires de la Habana de la ma má... Vamos, yo no sé ese mu- chacho ha estado pensando pa- ra enamorarse de esa manera. —¿Enamorarsel don José? ¿Y usted cree de verdad que Rafa- el ha estado alguna vez enamo rado de Caminito? —Hombre, por las musstras. —Mire usted, don José. Rafa- el es, antes que nada, un sofa- dor, un poeta, un imaginativo. Necesitaba, como aquellos caba zlleros de la Edad Media que se iban a guerrear, un ídolo, un ideal, un estímulo... Y precisa- mente en aquella época de fer- vor romántico e idealista, cuan do Rafael deseaba la musa ins- piradora de sus poemas, enton- ces fue cuando se tropezó en * las reuniones de los Condes con esa niña que era para él casi una desconocida; esto ya era un .aliciénte...lo desconocido es siempre un estímúlo para las naturalezas investigadoras. Pri- emro debió sentirse solicitada su atención y luego estimulada su ansia de encarnar el ideal soñado. Y conforme hábía de ha ber sido otra, fue Caminito: no precisamente porque fuera Ca- minito y realizara sus sueños y fuera “su típo”, sino porque se la” puso delante la Providen- cia en el momento en que la necesitaba, De manera que, en realidad y en mi concepto, Ra- fael no estuvo nunca enamora- do de Caminito Rubio;'todo fué un espejismo, una sugestión de su imaginación caprichosa y exaltada por la sed de amor. continuará la semana entrante