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mo de alhelíes y claveles, de uno de los restoranes más ele- gantes de Sevilla. —Bueno: ¿y adónde vamos a- hora, niños? | —A la Puerta de Jerez, ¿qué menos?— contestó Rafael a la -|pregeunta que acababa de hacer Paquito el Sochantre—. Desde allí si os parece —añadió,— ve- remos bajar la Cofradía de las Cigarreras; sentiría en el alma no ver al a hermosísima Virgen de la Victoria. —'!Vamos allá, hombre, no fal taba más!— dijo Augusto Mar- “cel cogiéndose del brazo de To- Podé! —!Hombre, bonito bastón! !Va ya bastón! !Y está tiznao er bas- tón Los vendedores, ncansables,, iban y venían dando la lata a los espectadores. De vez en vez, por entre el río de personas que invadian la calle pasahan los vendedores de globos, llenos de gas, El manojo de globos rojar, verdes, azules, amarillos, volaba sobre las cabezas de la mu'ti- tud sujeto por los finos hilillos que el vendedor ataba a uno Je sus dedos para que '1 rauda y aérea mercancía nn se le esca- lleresca de los señores mayores que trasciende a otra época y que tanto suele halagar a las jovencitas, por lo respetusoa. La muchacha le contestaba a- mablemente y seguía atenta el desfile de las cofradías. Rafael ¡Obseryó que no la preocupaba la gente, ni parecía cuidarse, lo más mínimo de averiguar el e- fecto que causaba su hermosu- ra entre los hombres que junto a ella y en torno de la tribuna, lá contemplaban admirados: to da su alma estaba conventrada reverente y piadosa en los mis- terios del Calvario que provoca- ban al vivo las divinas figuras es? Nazarenos? Mira que cosa Me Viernes 2 de Diciembre de 1949. —!Qué profunda y acendrada más monísima de criatura, con!|religiosidad se desprendía de su túncia y su capirote y todo...'Jas palabras, del acento, del ges !Si apenas puede andar! Ange- lito! —Te advierto que con seguri- dad le recibirán de Hermano en la Cofradía, inmediatamente des pués de bautizarle. >) —¿S. P. Q. R.? ¿¿Me explicas eso, Rafael? ¿Qué quieren de- cir esas letras que lleva este es- tandarte del cuerpo de nazare- nos? - * ; pS —Eso quiere Jecír” literalmen- te en latín. Senatus populusque romanus.,. El lema del Imperio de los Césares, bajo el águila de to, de la actitud de María Luisa * Alvarez! Entre cien hombres, a-' caso noventa y nueve hubiesen * pasado de largo junto a ella sin comprender la inefable emoción religiosa que vibraba en su al- ma, vehemente y apasionada, - * penitente y mística; pero aquel “uno” entre ciento, que podía compenetrarse estrechamente con ella, aquel -“uno” compren». sivo e inteligente que debía co- mulgar en sus mismas ideas y sentimientos, era precisamente Rafael Torres-Arias, místico, lí- ? rres-Arias. — Cualquiera se re-|pase. HEN Y en este preciso momento, al cielo muy azul, el soy huy acal de Montafiée, de la Roldana, de|Roma. rico y romántico también. Ver- ir a yolver la antes citada esqui-!riciante y la luna muy clara. Sol na, ocurrió lo que estaba dán- [único de Jueves. Santo 'de dora- dole 'el corazón a Rafaél que te- das y fragantes sontisas, de be- nía que ocurrir desde que-em-|sos puros y confoftadores, esmal pezó la Semana Mayor; y fué tando las Cruces de la Pasión que entre los silbidos del hura-'y rielando en Jos róstros de las cán que barría el suelo y se lle- vaba lejos los acentos musicales y el latir de los corazones y las plegarias penitenciales de los enfundados nazarenos, estrellán dose contra las cantoneras de los edificios, se dieron los ami- gos de manos a boca con la a- pocalíptica aparición de la fa- milia Carabanchel en masa. D. Bernabé con el abrigo enredado entre las piernas, sin casi poder andar, persiguiendo como un lo co su bombín que ¿ra dando tumbos como una pelota por frente al Banco de España, "oña Vírgenes de donde brotaban ha- los de la luz eterno... No había hecho Rafael otra” cosa más que levantarse (serían las diez, poco más o menos) cuando al ir a dar un beso a los buenos días a la Condesa, le es-: petó la señóra*uña noticia; * —¿No sabes? Te guardo una sorpresa. + -*. S +ES . —No, ya estoy enterado. Me la econtré anoche frente .al Ban co de España. * * “ *” a —¿Cómo? ¿A quién? —A Caminito Rubio. .—Era de suponer; per no es Cese, muy sens: e al ridículo, |de Caminito «de quien te hablo, imrábalo airada, verde, biliiosa. [sino de María Luisa Alvarez, q' ...el aire le ceñía al cuerpo lajha llegado hace un rato con su ropa denunciando la incorrec- padre, Ahora >stá descansando ción de línea con que el tejido adpioso desfiguraba su, en un tiempo, escultórica figura. Las greñas por la cara, la pluma que le adornaba el sombrero enhies Van toda la noche de viaje. —¿Pero está .. aquí? —Aquí en casa, claro. Les in- vitamos todos los años y nunca ¡habíamos podido conseguir que ta como el rabo de un gato en'viniera. Al fin hemos cumplido el paroxismo del furor, doña Ce- le se hubiera comido a su espo- so por dejarse arrebatar el som- brero; y a los del pueblo por a- parecer tan a desatiempo Igual- mente fachosos el resto de-la fa milia, menos Caminito, que, aun en plena tempestad, conser vaba la armonía y la gracia de sus líneas al menos así se lo pareció a Rafael a quien, sin po' derlo remediar, se le fueron los| ojos tras ella... Pasó Javier, de largo, sn saludar, y se destoca- ron como Dios les dio a enten- der Pancratio y los otros. Rafael no saludó. Sin embargo, espera- ba una respuesta a la muda fra! se que decían sus ojos: pero.Ca- minito pasó de largo también, pasó sin dignarse mirarlo. si quiera Torres Arias sintió rabia, asco, penas¿y. no podrá él olvidar a al quelta'mújer? Y no'sedío. cuén ta de que, al volver la /esquina, Caminito, que se había quedado la última intencionalmente, vol víase a mirarle desafiando el vendaval, con una mirada larga e implorante: precisamente la mirada que descomponía a Ra- fael con sus inefables quemadu- ras, z Siguió a este miércoles inver- nizo y helado,-un jueves prima-¡do se levantaban de la mesa, a-j veral y clásicg con el raso del el gusto. : —Pues no sabe usted lo que signa a dejarse perder un paso tan hermoso. —Te advierto, chico, que la escultura es de Montañés y da gusto verla desfilar por la calle de San Fernando, !Estupenda vista! > Y al a Puerta de Jeerze se en-| caminaron, ¿qué menos? Ir a semejante sitio se decía de pron to, pero constaba un poco más de llevar a efecto, por ser las Abriéndose paso entre la mu- chedumbre, consiguieron situar- se bien en la calle de San Fe:- nando y ver el desfile de la Co- fradía de las Cigarreras, con el pendón de Castilla, los trompe- tas de los húsares y las colas de los nazarenos guiando entre Alonso Cano, Juan de Mena, Juan de Astorga...Sorprendido Rafael se dijo que también él había juzgado mal a María Lui- sa al creerla una niña como to- das las que hasta entonves ha- bía tratd, incluida Caminito: el mar-humano la maghífica [muy buenas, muy bien educadi- Virgen de Montañés. Eh tas, muy puestas en el mundo, da y en las modas, con un cerebro y Al fín se metieron en la Plaza 'dee mosquito, un poco frivolas... ide'San Francisco, policromo y lindas mariposuelas que creían calles de la populosa' ciudad de'magnificente escenario del dra- ¿firmemente haber nacido para Guadalquivir un hervidero hu-|ma de la Pasión, respetando allaelgrar con su belleza el hogar mano por el cual no había me- [dio de adelantar como no fuese a codazos y empujones. Era pa- sada la hora clásica de las vis- sitas a los Sagrarios. Gente de toda condición transitaba sin descanso, tocada con lo mejorci to del arca y eran de ver cursi- lerías que movían a risa, y ele- gancias de buen tomo; unifor- mes de gala y levitas correctas, trajes humildes de artesanos y”; despedían un fuerte olor a bolas de alcanfor y revuelos de cres- pones de seda de los trajecitos primaverales de las muchachas; el mantón de flecos y la cristera reluciente y, dominándolo todo como nota genuinamente clási-| ca, las españolísimas blondas me alegro, tía. Es una chiquillajde la airosa mantilla, cayendo: encantadora. —Viene para chillarla, la cria tura, una preciosidad: Conque pente” múy élegants párá el al- muerzo y a ver si Javier y tú la -obsequias todo lo posible. - Caramba tía, pues no sabe usted:io que lo siento...dijo Ra fael honda y sinceramente con- riado.' cs de —¿Eh? —Porque tengo desde hace tres dias compromiso de-almor- zar con Augusto Marcel, Paqui- to el Sochantre y el tenor que ha de cantar con ellos el Misierere este noché....... —El caso es que Javier tampo Co está decidido a almorzar en cása; tiene también un medio compromiso con unos extranje- TOS... [¡Búeno: venid a la comida, ¿eh? Sin falta. Sin, falta,..y encantado, pa- labra. ; HER Aimotzó con poco apetito y no mejor humor... Aquella arars trada mujer. que le traía sin sueño!; y entre que se tomaron el café y se fumaron un habano eran, lasc uatro de la tarde cuan ,¡dornada zon un maravilluso ra- eS FORÁN AMATEUR EN GIA Putting the big cats through their paces deman: en artqísticos pliegues desde las alturas de la peineta para pren- derse en el pecho con un clavel reventón. que casi siempre sue- le ser color sangre de toro. El ba rullo tomaba proporciones alar- mantes cuando se pasaba por entraba, salía, se mezclab1..... atropellaba a los turistas de los pueblos que, rendidos por tantí- simo ir y venir, porque es cosa que todo lo quieren oler, palpar y gustar, y después de todo pa- ra eso han venido, las más de las veces en pie, porque el bol- sillo no presta para otro medio de locomociín, acababan por sentarse en los escalones del templo...y 'por quitarse las bo- tas para descansar una: mijita el pie! Y mezeclado ala chilla- diza del gentío, se oyen los pre- gones de los vendedores, los pre gones típicos, que ponen en es- ta sinfonía bellas notas de co- lor y sabor. —-El libro del “programa” con' la lista de todas las cofra- días! id —'!Hay bocadiyos! —!Armendraos de canela! —'!Retratos de la Virgen de la ¡Esperanza y er Señó der Gran ds professional skill and judgment, acquiréd only «with years of experience. One. mistake might well be fatal! For the same sound reason, «settling an estate is likewise río jób for an amateur. The responsibilities in- volved are too great to. entrust to an untrained, inexperienced Executor because here, too; mistakes could be fatal — financially, Efficient executorship requires the specialized skills and colleo= tive judgment of many men . .. men who are thoroughly familiar with tax laws, real estate values, investments, property manage- ment and probate procedure. 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He ahí una cuña entre la masa humana, [muchacha que parecía salirse cuando empezó a salir de la ca-|del montón, Una que no toma- lle de las Sierpes una cruz de|ba asiento en la plaza de San ébano y plata llevada sólemne- |Francisco para ser mercancia mente por un nazareno descalzo [expuesta en el escaparate_de la Rafael al seguir la silueta del vanidad en la caseta de la feria penitente con la mirada vino a|de las humanas tonterías, sino —!QUé paso de Virgen más estupendo! He Visto catorce o quince; siempre el último me ' daderamente, ni buscado con un candil pudo encontrar la mucha cha mejor compañero que él, en parece el mejor y luego viene|esta tarde de memoranzas. tan otro que le deja tamañito, —¿Oyes? Están cantando a la Virgen una saeta... Escucha. Y en el silencia repentino que enmudeció a la muchedumbre, resonó como una vibración más del dolor infinito que rezumaba la tragedia del Gólgota, esa sen cilla expresión conmovedor de la fe y el entusiasmo populares: En la caye e la Amargura Cristo a su Madre encontrtó. INo se pudieron hablá de sentimiento y doló! —¿Qué Virgen es'esa, Rafael? . —La de la Amargura de San Juan de la Palma. Aun cuando siempre sale el domingo, apla- hondas y de sensaciones tan in- tensas, Y allí estaba, en efecto, Rafael, bebiendo con fruición las palabras de María Luisa y. encantándose en la “contempla: ción de sus bellísimas facciones que bajo 2! imperio de la emo- ción de angustia y de amargúsa que le producia la vista de la madre llena de PDulores, era €- . lla misma cor: ja escultura vi- vienete y real de uaa nueva do- lorosa. Pero he aquí, que cuan- do más intensamente se saciaba en la contemplación de esta her mosura que encendía en su al- ma las ansias más puras y niás 1o0bles que había en su “yo”, vió que la expresión de María dor causa de la lluvia. Luisa cambiaba de súbito para chocar con la figura desmédrada enteca y repulsiva de Celedonia jue desentrafñilando el oculto y Kio sentido. de aquel maravillo- Rubio (alias Carabanchel Bajo) |só espectáculo —regía evocación que miraba ahincadamente -ajdel dolor humano elevado a lo un sitio que debía estar a la es- [divino, -conmemoración 'de la palda de Rafael. ¿Qué miraba |tragedia de Gólgota— lo vivía Celedonio con aquella luz incon|paso tras paso, como lo viveron fundible de lasciva, de malos las santas mujeres que siguie- deseos, de ansias villanas y ba-|ron a Cristo en su pasión. junas,.? Lentamente, y con no | Todo esto vio en ún momento poco esfuerzo, Rafael logró vol- [Rafael L antes de que pudiese verse en escorzo. A su lado de-|darse cuenta del impulso que le recho había varios .palcos ocu-|hizo despedirse de Augusto Mar pados, naturalmente, por gente [cel y de Paquito, y arremeter bien vestida. Uno de estos pal-lcontra el gloque. de la gente, cos. era el de la familia Caraban ¡hasta entrar en el palco de la chel: la mamá, pomposa, olim-¡Audiencia, se encontraba al la- pica, de negro, con una teja e-|do de María Luisa Alvarez des- irente a una iglesia, La gente 'norme y una mantilal soberbia. |pués de haber.estrechado la dies ¡Urbana la hubiera llamado “sa-|tra al magistrado. co de viento” El papá tenía el Co mucha -galanura v corte- flato, producto de los achucho-.| six, el viejo cabllero que autes- nes y prisas de su mujer, que le| dia a Maria Luisa, empeñós2 en obligaron a acelerar la comida |ceder su asiento al-muchacho, y a hacer una mala digestión; |al cual sin duda debió creer no- Juanito, muy bien vestido den-|vio de la joven, aunque para tro de un terno impecable, pero | creerlo no -tenía en realidad nin durmiéndose, ¡porque no le de-|gún dato, como no fuese el tu- cian nada ni el misterio sagrado |teo... y la propia presencia del de la Pasin, ni las marvillas de |:inoza en el palco de la magistra los imagineros —Cristos y Vir-|tura, ea como fuese, el señor se genes de ensueño—, ni-hasta el |colotó -más -atrás dejando en aspecto artistico que ofrecía ¡a|buenas manos al a hija de su hermosa plaza en su orgía de amigo, y Rafael correctamente luces, colores, oró, flores, músi-|ataviado con su terno de vestir cas y mujeres bonitas. Ni lo M-[de un azul marino casi negro rico, ni lo romántico, ni lo místi-[con levísimas rayitas grises, se co y elegíaco de la fiseta le cau [encontró en la delantera de la saban impresin...Llanitos y Ca-|tribuna junto a María Luisa, minito, vestidas por una buena |Precisamente “muy” junto a e- modista y con mantillas negras, |llx, porque había mucha gente muy saladísimamente prendi- [en el palco,-y el escaso lugar no das;Llanitos echaba el anzuelo; permitía dejar distancia entre Camino permanecía glacial, los asientos. Pero en honor de hermética, indiferentes, con el ¡la verdad sea dicho, esta circuns alma distante... Rafael, desvió |tancia no le pesó nada a Rafael, los ojos, Hacíale dafio verla; no|como-le supo:a mieles de poder- quería mirarla... se se dar el postinazo ante toda Se- Pero no er aal palco de su fa» [villa «de -conversar Intimamente milia donde miraba tan entona|con aquella tontería de criatura do Celedonio Rubio, sino a otro|Era aun: demasiado joven para muy grande, bajo y único, que|no sentirse halagado por esta era el de la Audiencia, Era esta |tan disculpable vanidad. Y qui- tribuna de colocada ante la fa-|zá también un inconsciente de- chada de la Territorial, fronterl-[3e0 'de darle dentera-a Caminito za a las del Ayuntamiento, la cual ocupan los magistrados, los jueces y sus familias. Rafael pensó que era lógico q' el señor Alvarez hubiera sido: in vitado por sus compañeros de Se villa al palco de la magistratu- ra. Eso le dio la clave de-la pre sencia de María Luisa Alvarez en la susodicha. tribuna. ¿Con-q' le hizo adoptar su clásico talan- te de galán de película. El caso fue que sin darse cuen ta una ni otro, su aspecto era el de dos enamorados embaídos y tan hundidos en sí mismos que nas se preocupaban de la o- pinión dela gente: > y —!Qué sorpiesa más de mi “gusto, María Luisa— había di- —¿De quién es? —De Luisa de Roldana. —Es maravillosa. Parece... sí; eso es, da la impresión de estar viva. Es una mujer que anda vacilante, como después de reci- bir ur golpe que da ha dejado aturdida y deshecha y le ves el ansía de encontrar lo que busca guiada por el estupendo S..Ju de Hita del Castillo. Todas las demás Vírgenes que he visto, me parecen... —vas ar eirte qui- zá de mi apreción. NO... —Demasiado jóvenes, No cs posible que a su años, y bajo el dolor, conservase la Virgen San tísima ese aspecto aniñado: ¿No te parecee? —Sí, también creo como tú, que de todas nuestras Dolorosas esta de la Amargura es la más 1uUMana- «o. ' —¿Y no la ves cómo sufre, có mo se angustia, cómo está verda deramente lena de amargura? ¡Qué cosa más sublime, Rafafl! ¿Otra gunta...:.? . : Como ya no tenían ná q' jacerle, lo escupen y lo abofotean; y lo coronan de espinas; y la sangre le chorrea por esa. cara. divina. ...—¿Qué cofradía es esa otra?.. ... ¿A ver?..No sé. mientras no vea el paso.” No, no te muevas. María Luisa,.. ¡Ah, síl Es la de la Quinta Angustial María Luisa, al borde ya de la contención emitiva, se Yéco- gió. en sí misma para mejor sa» borear la belleza y la verdad del paso de “Misterio” más her- moso de todo «el Jueves Santo, En lo alto de la Cruz, desencla- vado ya de ella por los “Varones el Cristo parece que desciende en realidad entre el ondear de las toallas que agita el viento. Cuando el paso anda, el cuerpu del Señor se mueve, como en an sia de descansar entre los brazos de su Madre adolorida. San Jun y las Marías adelantan la sagra da sábana con gesto anhelante, nventras sobre los brazos de la Cruz se cimbrean los Santos Va- rones como si estuvietan vivos, ocupados en la piadosa tarea de verificar el descendimiento de Cristo. Y al poner sus ojos en la Virgen angustiud, desesperada. trágica, !'Madre llena de dolor!, la muchacha: se compenetró tan | este año su salida para hoy, era a ella a quien tan encandi- [cho Rafael por todo comentario, | por completo con esta tremenda lado miraba -el mozo escuchis- mizado de Celedonio? !Bestia, nimal! Rafael no admitía que el escuálido mozo pudiera poner sus ojos en la hermosa mucha- al ocupar el asiento que el vie- Jo.magistrado dejó vacante. —¿No sabías que veníamos papá y yo.a ver las cofradías? -——Supe que venías cuando ya amargura que crispaba las fac- ciones e la Madre de Dios. Y ¡Un momento después, dos-lágri- mas sinceras e impulsivas, que hacían brotar la fe y la piedad cha, por aquello de que “no selestabás en Sevilla: me lo dijo |de aquel corazón desbordante Je hizo la miel para la boca del: asno”; pero hubo de compren- der que no ya Celedonio sino hasta un ciego se vería forzado a “mirar” a aquella estupenda hermosúra envuelta denosamen- “[te en el fino Chantilly de una riquísima mantilla prendida con dos rosas blancas sobre el pe- cho; dos rosas que resaltaban su impoluta blancura sobre el azul delicado de un precioso traje cu ya firma parieciense no puso en duda Rafael ni durante un se- gundo. Empinándose en la punta de los pies, Rafael la miró también un poco en éxtasis. !Señor, qué cosa más repreciosísima de cria- +|tura! María Luisa no conocía a nadie; solamente hablaba de vez en cuando con un grave se- tía Luz-estamañana, y por cier- to que sentí muchísimo estar desde hace algunos dias compro metido a almorzar con unos á- migos, porque hubiera sido mi gusto estar contigo. Y qué; ¿co- mo te va resultando esto, niña? -——Indescriptible, Rafael. Etoy fuera de mi. ¿Tú te has dado cuenta de cómo está esta plaza Este gentío me-produce el efec- to de una paleta en la cual se hubiesen volvado los más bri- llantes colores, ¿Y perfumes? Toda nuestra primavera andalu- za ha derramado aquí sus esen- cias. ¿No hueles a azahares, a arrayán, a capullos de rosa y a claveles dobles? !Qué lástima que yo no sea pintor! Te asegu- guro que si pintara la plaza de San Francisco con los ojos con fior que estaba sentado a su la-|que la veo en este momento, el do, un magistrado respetable y ¡Cuadro sería para mí una pri- viejo, que la atendía galante- ¡mera medalla. Pero.. ¿eso qué mente, con esa galantería caba-: ternura ante el espectáculo de un dolor de mujer y de madre comprendido por otra mujer, fue ron a caer como dos gotas de ro cío sobre la rosa que prendía la mantilla de María Luisa, sobre su pecho. No se abachornó de sus lágrimas ni trató de discul- parlas achacándolas a exceso de debilidad, sino que volvién- dose hacia aquel eterno poeta y empedernido romántico que era Rafael Torres- Arias, comentó sencillament2: —Es que para mí, es!o no es una mascarad, ni un desfil» de obras de arte... fes la Pasión del Señor vivida paso a paso con El y con la Virgen, como se vivió en el Gólgota hace diecinueve siglos! Yo no estoy aquí como en un teatro, sino como en una iglesia; yo quisiera estar de rodillas y besar el suelo por don de pasa esa Virgen dolorida de la Quinta Angustia... | pasar en transición violenta e inexplicable, del dolor al terror y de la angustia a la repulsión. Rafael siguió la dirección de la mirada de los magníficos o- Jos árabes y se encontró, con la ¡esmirriada. personeja de Cara: banbhel bajo, encendido en sus anhelos inconfesables, cosa baja y ruin, que instintivamente hi- rió a Maria Luisa como una o- fensa. ¿Qué fuf£ la que ocurrió entonces con la rapidez de un re lámpago? Ella, volviose lenta- mente hacia Rafael, arrimándo se a él con mirada y ademán q' demandaban . amparo. Y enton- ces él se sintió caballero. Todo cuanto de hidalgo y de noble había en su persona, que eca mucho, se alzó en ofrenda hucla María Luisa. en una mirada e- locuente que ella recibió con parpadeo de gratitud. Hasta a: quí todo es natural y lógico. Lo verdaderamente inexplicable y extraño es lo que Aconteció ac- to seguido: que Rafael, obsesio- nado por la visón y el recuerdo de Caminito, Rafael que sincera mente se creía perdido y loca- mente enamorado de ella, Rafa- el, que creía que era ella su “ú- nico camino”, tuvo en aquel mo mento histórico un deslumbra- miento semejante al de un re- 1ámpago..., un aintuición.... la sensación definida de que iba. caminando por una ruta falsa, Y a la luz de ese relámpago, Ra- fael vio que había “o'tro cami- no” Y comprendió, con un estre- mecimiento singular de dicha y de asombro, que “su camino” María Luisa Alvarez. Tan honda alegria y tan ín- ensa gratitud sinti. que, de es. tar en otro sitio, menos rodeado de gente, tal vez cometiera Ja imprudencia de significar sus sentimientos con alguna acción impulsiva, tan propia de su ca- 1ácter apasionado y vehementi- simo, Menos mz! qeu la cir.:una- tancia de estar en público puso dique a sus entusiasmos; pero María Luisa no supo hasta: mu- cho tiempo después, lo cerca q' había estado del Amor; con le- tra mayúscula, en aquella no- che perfumada de la dulce pri- mavera; noche evocadora de su- blimes misterios, noche blanca y resplandeciente de eucarqsti. ca claridad en el cielo y en la tierra, noche de oracin y pasión, en la cual se percibían - entre tonadas populares, salmos reli- giosos y sones de músicas, esos conmovedores aleteos de'trage- dia y de drama que anondan a la humanidad haciendo palpitar juntos al dolor y !la vida....* el dolor sin' nombre que a través de los siglos estremece al mun. do hast: las entrañas y la vida rozagante puesta de manifiesto en el perfume de las flores, en los efluvios de la primavera, en el gorjeo de los pájaros ex- citados por las músicas y el vo- coro... + .