El Sol Newspaper, September 9, 1949, Page 4

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4. A A AA A a PP cia el mismo sitio. —-'Caminito!.. ¿Quieres traer- me el azucarero?.. Allí, en la bandeja del servicio, haz e fa- vor. Caminito obedeció, sin saber que se prestaba a un piadoso manejo de su amiguita; pero, mientras con su andar garboso y gitano de andauza, hermana- do con la elástica elegancia de una Diana Cazadora —!cuidado si era un primor de chiquilla! —cruzaba el salón, la madre, caándose los impertinentes la ¡seguía con una mirada vigilan- ¡te, inquieta y colérica, como si —Nadie le ha mandado ena- —No, que se conocían de Mi- adivinara el fin de todo el teje- horarse, mira tú. Que se des- lán. ¡maneje que ya de antemano namore. >| —¿Si? Bueno, pues un piso deberían tener conchavado Lu- —lAy...! !Si eso pudiera seri con cuarto de baño y todo que cita y su señora hija. Piensa gimió cómicamente Juanito |es una delicia. Cuentan que vi- mal y acertarás. Pero esta vez achad clavando en Luz sus vea lo grande, se equivocaba la Carabanchela, s ojos ahuevados como dos 2| —Ya puede yivir con un suel-|puesto» que Camino no estaba olas con expresión patética ¡do que tiene— apuntó Fachada.[de acuerdo con la Luz. Apenas e carnero moribundo. —Claro; es gerente de la Em-¡llegó a punto a la mesa, apre- —Pues hijo, ¿sabes lo que te presa de la Luz y ésta tiene ade 'surose Lucita a tomarle el azu- go? —Que yo nada he pues- |más' la fábrica de harinas. Di-!carero y a servir por si misma de mi parte para que haya!cen que es ingeniero industrial a os dos caballeros. ogido este romanticismo —sal-|y asume los dos cargos en la | -—Ve a tomarle la taza a Ra- vivamente Camino, muy a- |Empresa: director gerente e in. faél, que ya debe haber tomado scada. geniero. su café — odenó Luz, muy sen- —¿No habrás dejado caer al-| —Tios con suerte— se lamen- cillamente sin conceder impor- ma vez sobre él, “sin darte |tó Vélez. tancia a la cosa, uenta” esos dos luceros de tus; —Pues sí; está coladito por tí,| Caminito sentía que se le su- ¡jos...? bandidos si ntrabuco ¡Camino—insistió Javier. bía a la cara un pavor atroz; 1 roban corazones, incendia-| los que abrasn con su fuego,¡ Y Camino pegó una rebotada, 'rarla. Pero ella misma se dió Asesinos...” — empezó a dew ¡alargó el hociquito tres centó- [cuenta en seguida de o ridículo levier Guadaveloz, con una se-¡metros y hundió los ojos en la de su actitud y con un temblor- Hiedad que hubiera bañado en'labor con el ceño fruncido, cillo de piernas que no pudo evi a de rosas a Doña Celedonia ' que soliviantó a Camino ¡indicación de su madre, Luz pla acometió de repente, acercose la oculta mordacidad burlo. Guadaveloz atravesó el salón ¡a Rafaél Torres. Arias. a que supo descubri: en el to- con dos tazas de café humeante | —¿Has terminado ya de to- 5 del mozo. E que ofreció con su sonrisa ange mar el café, Rafaél? —'!Huy... hijo! !Vaya unos ca-!lical aPaquito y a mister Da- ificativos de código penal! —.vys, poniéndolas sobre la mesa'mente, con un sobresalto. Era atajó rabiosilla la muchacha, —'antigua cubierta a guisa de ta='su aspecto el de un hombre al No, ni en broma. Desde el pri-'pete por un paño de Arras, fa- ¡Que acaban de despertar d2 un imer momento en que me hizo bricado en las postrimerías del sueño y se encuentra con el Ihonor de aceroarse a mí, he-he-'siglo XIV, entre un montón de sueño hecho realidad. cho todo lo posible para que no periódicos y revistas— El Deba=| —No, no me lo he tomx:io... ise insinue. Desaires no, porque|te, El Siglo, El Futuro, El Correo —balbuceó corrido. eso no está bien; pero, vaoms,'de Andalucía, A. B. C., Blanco y| —Claro; en poniéndote a to- que se lo he dado a entender... | Negro, Razón y Fe, La Hormiga ¡car te olvidas hastade comer, de cierta manera. de Oro.— y un rimero de libros cuanto más de tomarte una ta. —Sí,mujer. Descuida; ha sido'entre los que descollaban al za de café; ¿pero, qué haces una broma. Ya sabemos que e-|“Don Gonzalo González de a ¡criatura? ¿Vas a tomartelo aho res una niña muy modosita....y,Gonzalera”, del gran maestro ra? !Si debe estar frio! Trae; muy discreta, y que tienes un Pereda, “Los Hijos del Capitán en un momento se calienta en ideal —afirmó Vélez,— dirigien|Grant” de Julio Verne, traduci- la maquinilla. do con cierta intención una ra-¡dos al castellano por Don Ma-| —Ni que lo pienses; sobra co- pidisima mirada desde Camino nuel Aranda y San Juan en la mo éste. a Rafaél Torres- Arias, por en-|famosa edición muy siglo XIX| Y de un tirón se lo echó al cima del grupo de señores se-|de Trilla y Serra y la primoro- coleto sin dejar de mirar a Ca. —'!Anda y que le den con lija! ¡pensó que el mundo iba a mi. ' Un momento después a una tar y una estúpida emoción que' a. ¡sas manos de la muchacha Cru- zadas sobre el halda. Rafaél la veía agitarse y sufrir y gozar apasionadamente baja aquel en canto brujo de su mirada, vi - ¡brando toda ella a su sola prexi midad. “Y los ojos tercos, aque- lios ojos de luz de la mucha- cha, obstinados en negarle la limosna de una caricia! La magnífica voz de Rafaél Torres. Arias, voz de blandura aterciopelada y de matices apa sionados con sólo la cual —si la Naturaleza no hubiera derrocha do en él a manos. llenas de per- fecciones físicas en la viril her- mosura de sus facciones y en la gentileza arrogante de su fi gura,— hubiera podido hacer ¡verdaderos estragos en los co- razones femeninos, se deslizó como una caricia sobre la carita inclinada de la joven, estreme- ciéndola como si le hubiesen da do un latigazo en la médula, al repetir con un matiz de dul zura y de súplica exquisitas, la frase del poeta: 1 —“Clava en mí tus ojos que son dos caminos....(1). |. Y obediente, Caminito Rubio, alzó las cortnas de aquellos ojos que eran “como soles, como es- trellas, como almas”, para pren- derlos deslumbrados, rendidos, entregándose en la fisonomía grave, apasionada y un poco pálida por no sabemos que re- cóndita emoción, de Rafaél To- rres Arias. No sabemos igualmente de q” imprudencia histórica hubiera sido capaz la soliviantada doña “EL SOL” SEMANALIO PUPULAR INDEPENDIENTE A A A A 1 tados....(porque yo. me tinto las canas, que conste; no soy como algunas que lo hacen y luego lo niegan, como si acá no nos conociésemos todos), y mi reu- ma. Lo del pelo pintado iba para doña Celedonia que se puso ver- de de coraje. —Demanera, padre Cura, que tas vendidas para la rifa del :borriquito. Viernes de Septiembre de 1949. na cuando pienso lo que habéis hecho con esa criatura, porque tu marido y tú sois santos....... ¿verdad, señor Cura? Dios sabe si el pobre chico no hubiera ido aparar a un hospicio, o se hubiera hecho un oglfo sinver- guenza, sin nadie que le diera un buen consejo, porque lo que toca a Don Ramiro, en sacándo- ' ya tiene usted todas las papele-|le de sus pergaminos y sus li-| bracos es hombre al agua. !Per sona más egoista! De manera ya con mis años, mis pelos pin- como una cosita que me emocio | misiones, ni cruces... Y mientras doña «Bala se re- godeaba viendo que la aturdida vinatera no sabía ni qué res. ponder,la pobre doña Celedonia sentía unas gnas salvajes de ti- «se al cuello de la malinten- cionada viuda y apretarle cl gañote; pero no debían termi- nar aquí sus penas en esta me. morable noche... í —¿Qué labor es esa que ha- ces con tanto afán, niña, que —Pues Dios se lo pague a us-|es, que Rafaél no tiene más ha-¡[parece que lo has tomado a des ted, doña Bala. —Buen pagador es. Y a otra cosa. Luz. He leído en El Deba- beres que esa carrera que le es- tais dando de limosna y lo que él debe procurar, si tiene instin tajo? !Digo, ni levantar un se- gundo los párpados para dejar- me mirar “Jos magníficos ojos te el artículo de tu sobrino. Yo|to de conservación y. noción de|enemigos!” [no lo entiendo; pero es cosa que me suena, ¿eh? Vamos, que me parece estupendo, sencillamen- te. —Sí que lo está —afirmó la ¡Condesa, complacidísima; — y eso que yo'no rebía decirlo, por que soy parte tan interesada... lHay que mirar que Rafaéles pa- ra mí un hijo. —Como qué me ha dicho Pan cracio-que lo están reproducien- do todos los periódicos de Espa- ña— insitió Doña Bala, conscien te de que alabando a Rafaél ¡e clavab un par de bnderillas a a Carabanchela. —'!Como no! Lo he leído y lo he guardado, en una carpeta ¡ donde guardo todas las cosas que merecn la pena, Es hermo- 1 ] ¡cho, señora doña Luz, porque promete. la realidad, es acabarla más de vuestra generosidad en lugar de tumbarse a la bartola y pa- sar las horas muertas escribien do cursilerías, que maldito para lo que han de servirle... —Señora, por Dios...—suplicó el padre Cura, viendo a la Con- desa' palidecer ante este chapa rrón de ofensas con que preten día la Carabanchela despresti- glar a su sobrino. —'Vaya, hija, que tenía ma asiento de baba! —exclamó do. ¡ña Bala, mordaz,— !'Qué tran- quilita debe haberla dejado el ¡desahogo! Desembuche usted si es que le queda algo más no vaya a darle luego un vómi- to de vilis, —Mira, Celedonia: no sé per so, hermoso... Bien vale la pena dónde empezar a contestarte, _deh aber educado a ese mucha. | Porque la verdad es que te has salido de madre. ¿Donde has ¿qué digo promete?|visto tú que ningún hijo. reciba Celedonia, cansada de carras - da ya una cosecha abundante [limosna de sus padres? Lo que ipear y toser infructuosamente, asomasen por la puerta doña de compensaciones — afirmó El muchacho volvióse brusca- si en este preciso instante no el Párroco. da un padre, lo da por imperio- so mandato de las leyes, de la —Lo que toca yo, es que me, Conciencia y del cariño; no e “entusiasma como escribe. !Con;limosna, es obligación. Y Rafaél ¡Bala y Pancracio Luque, rién. o R 'esa delicadeza y esa elegancia | es nuestro hijo; nuestro hijo d: “dose y de bracete. Y decir Pan- «cracio era decir bulla y jaleo,¡tan castiza y esa fuerza de ex- ¡y decir doña Bala era decir la presión! Cuando describe, se di .|Gaceta, por lo cual fueron aco- ría mejor que pinta con la plu- [que haz el favor de no volver gidos con frases de bienvenidas ¡ma. Bien dicen que el estilo es efusivas que hubieron de poner¡el hombre, porque leyendo a Ra fin, rompiendo el encanto, al |faél se vislumbra en seguida “coloquio sin palabras” de Ra-|al artista — se entusiasmó do- rios que estaban en pie rodean|sa obra de Muñoz y Pabón, el do a mister Davys. * (insigne andalucista, “Temple —Pues, mira; a mí me parece de acero.” el inglés una persona muy bien| Mientras charlaba y reía con educada y muy fina — A e y el mister la contem- —A mí me hace muchísima dicho que era fina y rubia y ro Luz, suavemente. plaba embobado —ya le había gracia cuando quiere hablar en!sada y gentil como una lady de minito con una mirada honda y [luminosa que parecía poner un [brillo especial en sus grandes pupilas pardas Hasta ellos lle- garon los insistentes carraspeos de doña “:eedonia; pero ni uno ni otro parecieron darse por en. terados; dahan la sensación de faél y Caminito, con lo cual volvió a Celedonia por el mo- go por e momento, porque ya Rafaél no se quedó junto al piano, sino que siguió a Cami- nito hasta el coro y tomó asien- to tan frescamente en el sitio que le cedió su primo Javier Guadaveloz. Doña Celedonia pensó que se la llevaban los de monios, pero no se atrevió a ca rraspear ni a anzar miradas furibundas a Camino porque le tenía un miedo cerval a doña Bala,... y doña Bata acababa de sentarse como una reina en mento, el alma al cuerpo. Y di. | ¡ña Bala, gozando al ver al hoci co yel ceño de doña Celedonia. —¿Y donde me dejáis los ver- :sos? — dijo llena de satisfac- ¡ ión la excelente Condesa. —Yo no sé c(mo puede hacer que Icaigan bien esas cosas tan bo initas, esos pensamientos tan |protundos.... ¿Leyeron ustdes ¡los últimos publicados en Blan- Icoy Negro? Aquellos que dicen: “Los magníficos ojos enemigos” —Preciosos Luz! —'!Un encanto, señora Conde- sa! —Pues mira, Luz, yo que vos- otros no le consentiría-que per- acento! — se echó a reír Lolita! Peña. x —Pues dicen las de Guzmár el Bueno, que viven enfrente, no donde Rafaél Torres - Arias, |sin embargo, palabras atropella interrumpido en su “Minuetlo” das subían a los lahios de los por e! Conde, para presentarle dos, retenidos por una intensa ¡a mister Davys, continuaba en timidez. Mas conforme los ojos que se ha puesto un piso estu-¡pie, con el codo apoyado en la de Rafaél parecian absorber pendo. tapa, la taza del café intacta, la Camino, los de ésta permane- —¿Donde vive? ¡haciendo como que miraba un ¡cian bajos, recatados por los —Enla calle de Perdón, en la cuaderno de música y en reali-'párpados caídos a cuyos bordes casa de Paquito de Sochantre,¡dad lanzando furtivas miradas'se rizaban unas pestañas estu- del alquiler de la casa vino la hacia el corro de las muchachas 'pendas. Un temblorcillo de emo amistad de los dos. ¡Lucita, volvióse vivamente ha- ción atormentaba las primoro- Bring the future into focus witha Savings Account Th. good things in life aren't worlds away for the (person who has the “Savings Habit"—a habit, in- cidentally, that's not too hard to develop. 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Era una viuda pa, metida en los cincuenta, muy arrogante, noticiera, chis- mosa e imprudente; pero con un corazón de oro que se derre- tía como-la manteca ante las miserias del prójimo y estaba siempre pronto a remediar aje- de un general, alta, gruesa, gua! pp declaróllena de veneno y ¿pacho doña Celedo.1:4, incapaz de contenerse ni un mpor:ento más;— porque los versus no han de dar:> d-- comer a ¡!lefaél. 'Digo lós ve-sos! Han de ser muy buenos pare darle algo de nombre al que los escribe y, francamente, 4» mí no me gusta adular ni d2*r lo que no e: Con perdón de usteds, y cunste que no lo digo por usted “hor Cura, ni por Doña Bala, sino que estoy hablando en general, vamos; pero y) creo que los q' alaban los versos de Rafaél no nas necesidades, no importa A¡]e quieren bien; van a hacérse- costa de qué sacrificios de su CO 19 creer y eso le perjudicará, modidad y aun de su bolsillo, porque le hará abandonar los por lo cual venía a ser el alma ¡estudios serios de su carrera pa- de casi todas las empresas de|p., pasad el tiempo escribiendo caridad que organizaban las tonterías. buenas almas de Guadaveloz. | Muy natural, muy franca, muy espontánea, le cargaban los hu mos de aristocracia de doña Ce- ledonia. No podía verla y pro- curaba excitar sus celos, su sus- septibilidad y su envidia, dan- do en su presencia, con el ma- yor. candor, las noticias que sa- bía podían molestarla. Nadie más que ella, “que era muy larga”, había pescado al vuelo aquel extraño y apasiona do cambio de miradas que des ¡de hacía unos dias comenzaron a cruzarse entre Rafaél y Cami. nito; mientras vio que doña Ce ledonia no lo había advertido, doña Bala guardó la mayor dis creción; pero hacía ya dos no- ches que la despierta viuda ha- bía sorprendido ciretas toses y carraspeos inoportunos en la ía chendosa Carabanchela, indi cios de haber descubierto algo de lo anteriormente expuesto, entre su hija y el sobrino y pu- pilo de los condes. No bien hu- bo tomado su café, arreilanose con la mayor tranquilidad en su sillón. —¿Qué hay, doña Baila? — preguntó suavemente el señor Cura —¿Gué quiere ust2d que ba ya? Que me he pasan toda la sana tarde corriendo por los arrabales con el talonario de la rifa en ristre.... y que lo que no han podido hacer esas niñas bo- nitas... —dijo señalando con el ¡mayor descaro al corro d2 las [muc hachas, — lo he conseguido i —Pues hija, hasta ahora no deben ser tonterías lo que es- cribe, a juzgar por la acogida que tiene su firma — se ofen- dió la Condesa. —No lo tomes a mal, Luz; pe- ro bien sabes tú, igual que yo, que tu sobrino no es precisamer te un Zorrilla, ni un Campoa- mor, ni un Becquer....y si yo te ¡hablo así es porque quiero bien al muchacho. —!Qué duda cabe! — mur- 'muró con un mundo de ironía doña Bala clavando en Celedo- nia la mirada cortante como un puñal de sus ojos, un poco en- tornados, — !Vaya si lo quieres, arpía; como que si por ti fuera estaría en la boca de un cañón el pobrecito! —terminó para sus sayas la viuda. | —Naturalmente..¿por qué ha- 'bías de quererle mal, si eso es iuna paloma si nhiel? —defen. laió briosamente doña Luz.—En mi vida he visto criatura más dócil y más agradecida y más cariñosa que ese niño La prue- ba la tienes en que le quiere to- do el mundo: los altos y los ba- pes Pregunta en Guadaveloz. —Si lo sé de sobra, Luz, no te pongas así. Lo que yo quiero de cirte — y mis palabras no te sirven de ofensa— es que no debéis consentirlo que estropee él mismo su porvenir perdiendo el tiempo de la manera que lo está perdiendo... porque Rafaél es pobre..... eso no es ninguna cosa que no sepan perros y ga- tos en todo el contorno,.. pobre .nuestro corazón, igualito que ¡Javier y que Luz. De manera e: 2 mentar esa palabreja en lo que ¡te quede de vida, cuando pon- gas tu boca en Rafaél Torres - Arias. —Descuida, hija; no sabía y ibas a tomarlo así. —¿Pero te creerás tú que yo, porque soy como soy y me Car. go de razón siempre, no tengc sentimientos? ¿Cuál es la ma: dre que no salta como una leo. na cuando le tocan un hijo? Y ya te he dicho mil veces que yc tengo “tres” hijos. Y lo que toca a eso de que Rafaél es pobre... habría que discutirlo.. ;porqut aunque lo que heredó de sus padres fue una miseria, está ahí su tío don Ramiro, que tie- ne un buen pasar y todo ha de dejarselo a él... y estamos nos otros que tampoco pensamos ol- vidarle. Todo esto son contar con un hombre con la estampa de Rafaél, con su bondad y con su talento, su honradez y su ca- ballerosidad..... que son cosas que si se compraran, las com- prarían muchos nuevos ricos..... —'Anda, chúpate esa, Celedo- nia! — rezó pianísimo doña Ba- ¡la. —...y sus derechos al marque sado de Oralucesy hasta su misma carrera de abogado, que la acabará este año el pobrecito mio, no creo yo que pueda lla. mársele “pobre como una rata” porque todas estas cosas tienen un valor social y se cotizan en el mercado humano, quizá a más alto precio que el dinero que puedan llevar algunos ...... ricos. —Y si no, que se lo pregunten al duque de Mairena, que le hubiera casado a puñados con su hija si él se hubiera dejado querer, porque es cosita que el padre y la niía se lo comían con los ojos y este mes de octu- bre, cuando las cacerías. Y si no quieren usteds ése, tomen a la niña del banguero aquel de Madrid, que me pasmé de ver cómo estaba de coladita la cria tura. Sólo que el muchacho es muy joven; pero estoy en que ha deh acer un señor casamien to y más si toma la carrera di. 'plomática, como quiere su tio. ¡Y lo que toca atú, Luz, no de- bías perderle de vista. No con- sientas que se enamorisque de ninguna niña del pueblo, porq' es decir que no hay sino un tajo de “cúrsiles”, que figúrate tú el ridículo tan grande de una mujer así para un secreta rio de Embajada. papá político del marqués de Ordaluces: un buen señor gana dero que no mienta mas que los rebaños de borregos ode to- Tos..... ! y siquiera fuese en gran de escala! O' un vinatero (esto iba por don Bernabé), que no sabe hablar mas que de boyco- yes y de clases de caldos.... Na- da, ni pensarlo, El refrán ya Jo dice: “cada oveja con su pare. ja”., ¿no es verdad doña Cele- donia? “Nosotras, la aristocra- cia” (recalcó doña Bala con to- das las de Caín) no podemos pensar de otra manera; la única manera de salvar la. clase 2s seleccionar, no consentir intro. Así dijo Rafa$l Torres Arias, echando un poco de busto en es corzo hacia Caminito Rubio que tejía afanosamente un minús- culo abriguito color de rosa, Ha- cía media hora que estaban jun tos y aun no habían podido cum bigr una palabra arrastrados por la vorágine de la coaverza ción general salpicada de do. naires y ocurrencias, como no er1 menos de esperar andandc de por medio Pancracio Luque quien, secundado por Paco Vé- ¡lez y Javier Guadave.oz, la ha- bta tomado con el inofensiva Juanito Fachada. PS —-!Ay, Jesús! no te pongas empalagoso, Rafaél... Es un garbancito para los niños de la Conferencia. —Pero para decir eso no es menester que se te suba el pa- vo, ¿estamos? Toma un bom. “'bón, Tómalo, tonta, que son de la Mahonesa. Los trajo ayer mi primo. —!Ah! Javier ha estado en Madrid? —SÍ....Parece que tiene asun- tos por allí... —¿Conque asuntos, eh? Y a ti no se te ha perdido nada? —¿PorMadrid ? No, niña, ni por Madrid ni por ninguna par. te. Yo lo tengo todo... aquí. No necesito ir a buscarlo a ningún sitio. Y el muy tuno, mientras de- cía “aquí”, alargaba un bom- bón azul eléctrico a la mucha- cha....(los bombones encerrados en una bombonera del Imperio que había puesto Javier sobre el costurero, centro del corro) y la asía disimulada y ahinca. damente por los dedos ahuesa- dos y finos y de uñas bien cui. dadas. Caminito, con sus cios todo sombras y luz, en revoltijo desconcertante, quería y no que- ría mirar a Rafaél. To primero qu ehizo fue desprender sus de dos de los de él con un tiron- cito suave pero enérgico, y luer- go, empezó a deslior el talco a zul que envolvía el chocolate con un leve temblorcillo en las puntas de sus dedos, que aun Iconservaban el emocionante contacto del galán. Con las e- normes pupilas luminosas que por su color y su brillo semeja- ban de acero bruñido, Rafaél Torres - Arias seguía el traba- jo de aquellos dedos, dignos de una duquesa, sin perder el deta lle del temblorcillo acusador — !Santo Dios y qué apasionada debía de ser aquella criatura! —cuando se detuvo perplejo y asombrado en la contemplación de cierta sortija que adornaba la mano de Caminito Rubio. —'!Caramba, qué cosa más notable...! — exclamó Rafaél con cierta visible preocupación. —¿Qué es notable... ? — ex- trañose Caminito en voz alta. Pancracio Luque se apresuró a beter baza. —Toda tú eres notable, niña; pero me parece que por lo que toca ahora, Rafaél se refiere al sortijón ese que has dado en po- nerte en la mano derecha. ¿No ves, criatura, que es es muy grande para esa manita tan chica? —El sello padrá ser grande, pero el aro es justo, justito pa- ra mi dedo. Y extendió su bella manita morena donde, efectivamente, lucía una extraña, sortija, con un escudo de esmalte en el cual campeaba un blasón consisten- te en un castillo, un obo y un hombre sobre campo de gules. Rafaél volvió a coger la mano de Caminito y examinó deteni- damente el escudo. Esta vez-no tuvo lam enor intención de aca riciarla. Con una expresión pen; sativa, descifraba los minúscu- los pormenores del primoroso sellito de esmalte. Caminito, un poco despechada, se decía que hubiese deseado menor admira ción para su sortija y el inten- to de una nueva audacia acari. ciadora por parte de Rafaél. —Debe ser muy antigua. Es eso lo que te llama la atención, ¿verdad —insinuó brevemente. —Lo que me llama la aten- ción es el hecho incomprensivo de ver en tus manos —ignoro por qué misteriosa circunstan. cia,— un anillo con el escudo de mi familia — declaró seria- mente Rafaél. -—— Mira, Javier. 1] |

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