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Págión 4. No Blanca —!Jesús! —Y ahora, vamos a hablar tú y yo, pero muy clarito y muy serio. —¡Tú y yo, no debíamos ha- blar ya ni una palabra más, 3i- llo masculino abiertamente sub. no romper nuestro compromiso en este mismo momento y cada cual que acampe por su lado co-| mo Dios le dé a entender! —'Mira qué rica! Menuda ale gría le iba a dar a mi madre. —¿No crees que tiene razón? ¿Qué no tengo derecho a estro. pearte la carrera ni a estorbarte' un casamiento brillante? —Quizá sea así como ella lo pinta, porque eso lo dice ella, ¿no? Pero por encima de tedo eso hay dos otros derechos y 0- tras conveniencias. No-quiere repetir más el disco porque de-' bes sabértelo de memoria y yo no soy de los hombres que mu-' dan de pensar fácilmente. Ade- más cala cuál tenemos nuestro he “EL SOL” SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENT a a a a ,tá seguro de su honradez, pur- que tiene motivos para estarlo. lPues mientras él lo sepa y lo crea...¿qué le importa a los de- más? El nombre de Rafaél Ma- ría Beltrán la amparaá y nadie Iserá osado a tirarle nunca en —¿Entonces podemos dar por terminado el incidente que ha ocasionado mi madre? ¿Puedo hablar con ella? ¿Decirle? :—Rafaél María: piensa cómo hablarás a tu madre... —Descuida. ¿Qué decides? - —— 1. Aa nocido al mozo mucho mejor que su madre y sabía que no se! le dominaba fácilmente. Aparte de lo que va llevaba ella aplas tándole e ama, todo este esta. do de cosas entre madre e hijo, con sus posibes y desagradables Viernes 3 de Junio de 1949. está, porque no es tonta la se. la suntuos:da1-Jlena de una fora, de que cuanto más altu l afectada s-ncillez de su me.avi ponga a la nuera raás rernonita lloso traje de novia, la mucha. a su hijo. !'Que no se diga que cha del templo cogida ahora del el marquée de Val de Ebo se na brazo de su marido. !Su marido! casado con una cualquiera; !No!!Qué efecto más extraño le pro- ¡tiesas! .. Bueno, pues nos vere. 'mos las cartas. Eso es. Pasea como una fiera enjau- ¡lada por el estrecho recinto del 'lindo cuartito con todo su orgu ¡levado ante esta dominación ¿que quiere imponerle su madre —!Y tú habrás sido suficien- temente cándida para tragarte ese cuento de mi carrera y de mi casamiento! Como si lo vie- ra. Y le habrás prometido..¿Qué le has prometido?- 'Dilo! , —Nada. No he lelgado a pro- ¡meterle nada; pero estaba decí. dida, dehpués de reflexionar, a “decirte que dejásemos nuestro noviazgo. !'No me vería consola da jabás, ¿lo oyes bien?, jamás de ser un obstáculo en tu carre ra! Bastante <s que te cases con migo, pobre y desacreditada —Desacreditada po: mi cau. sa, no lo olvides. —Desacreditada porque la gen punto de vista en esos asuntos te es muy animal y my maia. personales y tú comprenderás ¡Mala suerte que tuvimos. !Las que el de mi madre — con [veces que habrán vuelto a casa una gereración por en-medio— a las cuatro de la mañana las no puede ser el mismo que el mío. ¿Qué es lo que te ha pro- puesto, +amos aver? —Que me vaya a su 1ado (0- mo señcrita de comn«f —de- clara 1] fin, Mercedes, con un coste de cansancio. Rafaél María abri los ojos asombre dos. —¿De veras? ¿ Y ella no pien za Pu la violencia que gara ti y para mí suponddría semejante iviwción? ¿Y la geate? —Iila dice que la gente, es- tardo yo bajo su salvaguarda, a+ hablaría. —No hablaría poco. 'Menudo, bum,bum! Lo primero que di. rían “Para que María Valtierra. que nunca ha querido señoritas de compañía por su casa, car- gue con el santo y la limosna. es que en efeto-existe deuda Inias de Lórrga, rodando por esus garitos galar+es con unos y con otros..... mientras le ha- cían creer a au madre que esta. ban en cualquier casa de con- | fianza, bailando entre gente ¡“bien”! Pues si hoy la gente |“bien”, donde menos está en su casa! 'Si ya no sabemos quién es persona decente y quién no lo les! ISi se ven unas cosas...! Pu- ro lo hemos pagado nosstros. Es decir, lo vas a pagar tú... pal —El hombre siempre paga. Y pago a gusto; porque al menos me lelvo a una mujer decente al matrimonio. Y si no que me lo pregunten a mí Porque aque- lla noche hubieran podido pa- sar... muchas cosas si tu no hu- bieras sido la mujercita que eres. Porque yo no soy santo; sólo soy un hombre como todos moral que pagar y han podido» los demás. Eso que te -conste-— cara ni la más leve insinuación porque ya se cuidará ella por la parte que le toca de llevar ese nombre ,con toda- la” dígni- dad y el honor que merece. !No faltaba más! —Gracias, Rafaél María — murmura conmovida.— Me vuel lves el alma al cuerpo con lo q' acabas de decirme. —Pero, ¿es posible que tú cre :yeras que yo tenía otro concep. to de t¿? No seas chiquilla. Va mos a casarnos sin querernos *porque yo sé que tú no me quie- res... (Mercedes enrojece hasta el blanco de los ojos. !Si él supie-| ra...! Si supiera que en abierta contradicción con su sentido co- mún que le está aconsejando terminar las-relaciones, el amor lrecién nacido aboga por él, por este Rafaél María, generosa y ¡bueno... y tan querido yo). —..que no puedes quererme (prosigue) después de llevar en lel alma el recuerdo imborrable ¡de aquel pobre muchacho asesi. nado POT..... De repente, Mercedes siente el impulso de decirle toda la ver- dad a Rafaél María; pero un instinto secreto, el sexto sentido acaso, la “aconseja callar. Para el hombre de lucha que es Ra- faél María, el dárselo todo he- cho hubiese sido una insigne torpeza. No, no: hay que callar, [hay que depjarle a él ¡levar la iniciativa. Mercedes comprende que no debe enseñar sus cartas en este juego de amor. —... yyo tampoco estoy enamo rado de ti. No quiero que te ha gas ilusiones con respecto a es- to. Yo soy moderno, muy ,espe- cial. Yo no creo de modo román.| Ítico en el amor. Es más; siem- pre he deseado para mi matri- “monio, más que un amor apa. sionado de esos que nos pintan las novelas, un afecto amistoso, basado en la mutua compren- sión y en la mutua estimación. Y a eso sí que podemos llegar tú y yo. Por lo menos yo me siento capaz de llegar...¿Tú no? —¿Por qué no? —Además, la vida a que nos obligará mi carrera se presta admirablemente a mantener ese No me has contestado. consecuencias para ella, lo aca- —Vuelve mañana. Consultaré |bó de anonadar. Y Rafaél Ma- con la almohada. ría la vió tan entregada, tan dé —¿Donde nos veremos? bil, tan hecha polvo, que se in- —En el Retiro, a las once, jun dignó contra todos. to al estanque. —!Esto va a acabarse! La in- —Como quieras, mujer. ¡certidumbre es el peor tormen- XxX E to. Ahora mismo me dices que La tarde y la primera parte [estás conforme y me voy a ver de la noche fueron horibles. Los un cura para que me diga los lo es; eso ya lo sabe y de ello' está convencida la marquesa; pero se le puede ocurrir auna sel ñora de Lóriga hacer correr el chisme y remover la historia de la aventura y eso si que no. Hay ques alir al encuentro de esas hablillas antes que naz- ¡can y como ella sabe que es una figura dentro del mundillo ' aristocrático, como no :ignora la reutación, honorabilidad y consejos del sentido común eran|appeles que hacen faita...—sal- contradictorios. Se volvía loca pensando. Tuvo que tomarse una aspirina porque la cabeza la martilleaba como si tuviese fiebre. Y al fin se lo contó a su madre y a su hermana. La ma- dre no quiso aconsejar ni toma: cartas en el asunto; pero Flora, más joven, más sensible a las injusticias, se sublevó: —¿Cómo? ¿Renunciar tú a Rafaél María sólo porque a su 'Mira tú qué bien! Mañana mis ¡mo le dices que se vaya de pa- Seo, Mercedes se encaminó a la ca ma y se durmió bajo el insis- tente machaqueo de aquella pregunta odiosa: —¿Qué haré, Señor? ¿Cuáles serán mi deber y mi convenien. cia? CAPITULO VII Se despertó como si tuvies ela cabeza vacía. Se puso el termó- metro y vió que tenía décimas. Le dolía la cabeza, sentía esca- lofríos, quebrantamiento de to- das las articulaciones... No se encontró con ánimos de ir al Retiro. Después de todo, ¿a qué había de ir si no sabía qué contestarle a Rafaél María? En todo su vida se había sentido más indecisa y desorientada. Padecía la terrible tortura de sus vacilaciones diciéndose, des hecha, que estaba como en un bosque espero y oscuro, en una noche cerrada sin que ni una luz le indicase una senda para salir de aquel laberinto. —!Cállate, Flora, que me vol- véis loca entre todos! —había na cuando entró a despedirse de ella para irse al almacén. —'No seas idiota! !Cuántas quisieran la suerte que te ha salido a tí, tonta! Levántate, madre se le antoja sacrificarte ; tó. principalía que la rodean, se de- —Estás loco... —quiso protes-¡Cide a amparar a la mujer de tar ella. lsu hijo, a envolvedla por decirlo —A tí es a quien entre mi ma|así en este manto salvaguarda- dre y la tuya, y tu hermana, y dor para ponerla a buen recau- tus! escrúpulos, y tus tonterías, |do d eciertas suspicacias. Y asa van a llevara a la jaula. Y sifbe ella que será eficaz el reme- no te decides, te veo mal. ydio. —Haz lo que quieras, Rafaél* Y así ha sido. Los últimos María...Yo, ya no puedo más. dias del noviazgo de su hijo se El, pareció enternecerse ante han desarrollado con idéntica esta paladina confesión de su normalidad con que hace un impotencia. Ya sabía que estaba momento ha tenido lugar la ce- harta de sufrir la poorecilla. ¡remonia de su boda. La señora, —No es menester que lo digas Muy amablemente, muy diferen con ese aire de mártir, que, des|te, ha hecho la petición oficial pués de todo, el noventa y nue-¿de mano y ha deaglado a la ve por ciento de los que se ca. [muchacha una pulsera de mu. san no lo hacen más enamora- Cho valor y de un gusto liscreto dos ni con más ilusión que no-,Después se la ha consultado di- sotros. Yo espero que podremos rectamente sobre mil pormenor. ser felices. les concernientes a la ceremonia —!Y yo le pido a Dios que lo al banquete, a la instalación en Roma... Todo esto, con un ca riño sin extremos ni exageracic nes que precisamente por lo natural y sencillo convence seamos! —¿Por qué no hemos de serlo, bobita — murmuró, Rafaél Ma. ría, cariñosamente. a dicho un rato antes asu herma-; Y ella, queriendo hacerse el ánimo y acallar sus temores, afirmó: —Eso digo yo..¿por qué no he- ¿mos de serlo? xXx La ceremonia concuiye. Cabe el altar, donde un derroche de flores perfuma la imagen de la Virgen, el traje y el velo blanco de la desposada semeja un mon tó nde nieve en las alturas. El órgano deja escapar sus últimos arpegios y el sacerdote que aca ba de celebrar la misa de vela- ¡ciones se arródilla para rezar las postreras avemarías. La igle ¡sia está lelna de un público ele gante: mantillas de blonda Isombreros caros, perfumes dis. cretos,trajes impecables de los hombres La comitiva pasa a la sacris- tía a firmar el acta civil y Mer- conforma a esa infeliz y taparle Y si me hubieras puestu el ja- afiecto tranquilo. Es una vida la boca con un mendrugo”. No: no lo intentes. Ahora te digo q' bón, hubiera resbalado. Una acrispación de alegría mi madre y yo vamos a tenerla. [aclara el nublado semblante de —'!Rafaél! por Dios, que va aj¡Mercedes. Era un clavo hundi. creerse que yo la he descubier. do en la parte más sensible de to y si nos casamos me hará la |su alma orgulolsa, el pensamien vida imposible.' to de que su marido la mirase —¿Y a tí, qué? Nosotros en con menosprecio al compararla Roma y ella en Madrid. !'Vamos|con las otras mujeres de, su (furioso) — ¿Es que mí madre |mundo. Aquéllo de poder decir llevarla. Con encontrarte ama-!la madejo de los “pero”, que se ha creído que tengo yo ochú para él mismo: “He tenido que ble y afectuosa cuando entre enliban saliendo. Así, la dieron años para manejarme como un¡cargar con una desgraciada que monigote? Pues ahora verermos|ha andado en lenguas...¿eomo quién puede más. 'Y venir a ha¡será en el fondo esta mucha- ción sumas, me considero satis- facultades. Se estaba bien en el ¿fecho. Y yo te juzgo capaz de to. do eso. —Creo que sí. cer todo ese trabajito de zapa¡cha?” !Eso de no ir al matrimo- a espaldas mías! !Claro, como q' nio con la reputación limpia y el primer día se va de las poré clar! Y ahora él la dice que es- llena de obligaciones sociales durante la cual, con frecuencia estaremos separados. No será una vida íntima la nuestra, Mercedes; pero a mí, tal como he entendido el matrimonio, me sobra con verte llevar mi casa con el decoro y la elegancia con que una verdadera señora debe 'ella;con vivir, en fin, en un am ¡biente de educación y de corec. ponte muy guapa y vcte al Re. ¡cedes, aturdida, pone por prime tiro; y a quien le pese que se Ia vez su nombre de casada al fastidie. Haz tu cuenta, boba... pie de unos renglones, donde ¡e ¿Es que por casualidad los de-'indica un señor vestido de nc- más, los que ahora te exigen ¡£ro que le alarga su estilográfi- que renuncies a todas tus ven- ¡Ca con una sonrisa untuosa. tajas han hecho algo por tí? Después, firma Rafaél María l Tenía razón Flora, tenta ra. [0n Un trazo firme y viril: recto zó... pero... Vuelta a hilvanac |Cof0 Su carácter y enérgco y cla ro, como lo ha sido el rotundu “si” que por tres veces ha teni. do que repetir en respuesta a las tres preguntas de ritual. Todo se está desenvoiviendo refugio de la camita blanda, |correctamente como en cual. mirando el panorama de su pro¡quier casamiento normal. Allí pio porvenir como quien mira ¡está la marquesa viuda, que ha el desárrollo de una película en sida la madrina, y otro señorón la que uno no es “una”, sino Ide la parentela que ha sido el una extraña..... !Qué claras se! padrino; y los testigos entre los resuelven todos los inconve- que Mercedes ve a tres anti- nientes...! Pero... !'qué distinto |guos amigos de la familia. Pues las diez, sin levantarse, en una lenercia absoluta de todas su | Is Your Rent Money Buying a Home ve Sombra, Ele 7 BUYIKO A MOME DOESN'T PRESENT THE 11% "NCIAL PROBLEM MANY PEOPLE THINK IT DOES as twenty years to pay In fact, under liberal Valley Bank-FHA terms you can buy or build a home with a rela- tively small cash outlay. You may take as long for your home in easy-to- handle, monthly instalments which, frequently, are less than is spent for rent. Suppose you want to buy or build a new home that is FHA- appraised at $6,000. Monthly payments of in just twenty years. Each monthly pa, the loan principal, as well Your down payment would be only $600. $52.86 would clear the entire indebtedness yment would help reduce as keep the interest, taxes and fire insurance paid up to date. And the low, simple interest rate— just 414% a year plus 4% FHA insurance—can never be in- ereased during the entire life of the loan. 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Desde el momento en que Mercedes no sorbos un tozón de caié con le-laceptó la proposición de la mar [che y marcharse al Retiro incons quesa; desde el punto y hora en ceintemente, aun contra la vo-que decidió contrariarla casán- luntad que tiraba de ella hacia atrás, como si obedeciese a una fuerza mayor que la empujase fatalmente hacia delante. Esé “delante” era Rafaél María, q' estaba desesperado aguardándo- la, junto al estanque, pálido. y serio más que nunca. Y al ver. le, Mercedes, reaccionó. Le que- ría. Y el amor le llevaba hacia él por un instinto natural y hu mano, dejando a una orilla co. mo cosas sin valor todas las de- más consideraciones. Una mirada bastó solamente a Mercedes para convencerse de que Rafaél María acababa de librar una batalla con su mdre. Eso era lo que sentía ella; que la madre y el hijo se enzar- Izaran en desavenencias y que ello fuere irremisiblemente la pagana de esta desunión.¿Para quién el rencor, sino para la ex traña que de repente se intro. ducía entre elos. Siempre estu. vieron de acuerdo en todo, has- ta que ella —la intrusa— apa- reció en el horizonte de sus dos vidas. Mercedes sabia que la marquesa no la perdonaría nun ca la getitud de su hijo; pero se -entía impotente para hacer compr. 3 der a Rafaél Maria quo debía darle gusto a su madre,, dose con el hijo, la guerra es- taba declarada entre las dos. Podían la educación y el orgullo' disimularla ante los extraños, pero existe latente, sorda, ame- nazadora. Mercedes sabe que la madre de su marido no le perdo nará jamás el haberse inter - puesto como un obstáculo entre la compénetración de los dos, madre e hijo; el haber ¿ido un escollo en su carrera (eso aun tiene que lelgar, pero Mercedes, pesimista, cree que lilegará pa- ra desgracia de ella) y el ha- ¡berle malogrado a Rafaél María una boda inconveniente y mag- ,nífica. Mas en honor de la ver. dad y en reconocimiento a la justicia, hay que confesar que la ¡marquesa es una mujer que sabe perder; Se jugó una par- tida arriesgad. María Teresa ya se lo dijo: “Mira, que si se «les- cubre tu visita a Mercedes, si se entera Rafaél María que has |querido sobornarla, va a ser ¡Peor. Tú no sabes como se ha desplegado mi hermano.” Y la ha perdido. Ahora “nobleza obli ga”, que que saber perdre. Y sobre todo, hay que salvar el honor del nombre procurando poner a esta muchacha que les lega sin desearla todo lo más naa sin contar con que ella había co alta posible, convencida como la gente. En María Teresa, este cariño ha sido realmente sentido. Er su madre, no; pero tan bien si. mulado que tan sólo Rafaél Ma “ría —que la conoce bien— sabe la que atenerse. Después de to. ldo —dícese Mercedes— ella nc puede aspirar a más que a este simulación. Comprende que se suegra no puede quererla y neo la pide imposibles. En cuante ha haber choques, no lo cree. La marquesa es harto gran da ma para evitarlos y ella tiene sobrada educación para rehuir. llos. Eso sin contar con que la distancia a que han de vivir una de otra es también una fir me fianza de paz. Si la señora de Lóriga se ha enterado del próximo matrimonio de Merce- des Sandoval y este la ha contra riado, no ha tenido ocasión de demostrarlo, pues apenas deja. ¡da caer en terreno que a ella lle ha parecido apio la semillita de un descrédito para la mu- chacha,María Teresa y la mar-¡ quesa, suavemente, sin restric. iciones, han desvirtuado con un ¡gesto oportuno y elegante la re. ¡ciénnacido insidia. Sea como ¡sea, el tacto de las dos mujere3 han llevado las cosas al extre- mo deseado y, contra lo que Mer cedes y Flora esperaban y te- mían, la boda del marqués de Vall de Ebo no ha causado 'sor- presa ni ha suscitado. comenta. rios desagradables. Hábilmente se ha explicado por la madre y la hermana que era un amor antiguo de Rafaél María y que ahora, al ver a la familia de la muchacha en decadencia, , ha tenido el nobleg esto decasarse con ella. Para todo el mundo ha ¡sido, pues, un mbatrimonio de amor. La pulvereda que temían duce la frase! !Yqué repentina |sensación de propiedad la em- barga al mirar al guapo mozo q la lleva del brazo, sonriente! !Y qué apasionamiento con. mueve las fibras más reconoci- das de su corazón al darse cuen ta de que para siempre estará bajo su amparo y su protección.. como aquella noche en la isla! Inconsicentemente, le aprieta el brazo y él vuelve a rmira.!t, interrogante: y —¿Para aigo, querida? — pregunta solícito. —No, nada. po Los fotógrafos de la prerga ocósanles a 1 bajar de las: esca. linatas. Mercedes se siente .re- tratada en mil posturas. £ tas. Rafaél María sonríe con Úúr- gullo al verla objeto, de: talbs alabanzas, porque, !hay que' ver cómo se desplega la gente yue acude a curiosear en echarla pi- rapos! Suben al coche, “su co- che”. El lacayo amontona con cuidado, casi con reverencia, los encajes antiguos y legítimos de Brujas que adornan el velo de la desposada. (gala de la casa de Vallde Ebo, que la munifi- cencla de su suegra le ha: rega- lado) para que Rafaél María pueda sentarse a su lado; y caundo el vehículo arranca, Jo primero que escucha de hoca de su marido es un cumplimiento que le brota impulsivo y natu. ral al mirarla: —!Qué bonita estás hoy, mu- chacha! Enrojece hasta el cuello, sor- prendida. «—Pero debo estar muy pálida —objeta, —Ahora, no— sonrle él: aho. ra se te ha subido el pavo... y aun estás más guapa. —No me digas más tonterías, hombre, haz el favor—ruega. —'!Mientras que no sea más que decirlas! — se echa a reír él.... —Pero me parece que no sólo las diré sino que las haré. —Estás muy contento. —Claro. ¿Tú no? Hay como una ansiedad en el fondo de sus ojos que se incli. nan a buscar los de ella. —Yo, también. ¿Qué más pue do pedirle al destino? Me lle- vo un hombre que no me me- rezco. > —¿Te gusto un poco? —Horrores... —concede ella, sonriendo, siguiendo la broma, pero poniendo en realidad too su corazón en la respuesta. —!Pues tú a mí!... Yo no sé qué es, palabra; pero cada día que pasa te encuentro una per. fección más. Al principio no lo notaba, y ahora... —Rafaél María, por Dios, no me tomes el pelo tan pronto..... —¿Tu ves? Ese es el mal que tenemos; que no te creas nada de lo que te digo. Bueno: ya hu- blaremos Por lo pronto queda. mos en que yo tengo una mu- jercita muy guapa; que me la quitarían a puñadas más de cuadtro moscones de esos que no se ha levantado. En la gue-'vienen en los coches detrás de rra se han visto cosas tan extra- vagantes, que fste casamizn lto— después de todo razona- ble— no puede extrañar a nadie | Mercedes sabre qu» tlene que agradecer todo sto a la diploma cia d su suegra y ai cariño de su cuñada. Así, ha llegado has- ta el momento de recibir el beso del as dos mujeres en la sacris. ; ¡tía* después de firfmar el acta ¡del matrimonio civil. Luego, se; ha visto felictada por una serie» interminable de personas que ostentan nombres rimbomban.. | tes; ha sorprendido miradas de envidia en muchas jovencitas que no pueden menos de con- templar nostálgicas a Rafaél María, más elegante y más suelto de modales” que nunca en esta mañana de su boda. Ríe, contesta con ingenio a las felicitaciones y las bromas; es. tá lleno de una alegría tam. bién normal, como su boda..... Y Mercedes se pregunta si en e- fecto este muchacho, que ha pa» dido casarse con una mujer de su mundo, está contento haber. lo hecho con ella; si no le pro- duce una íntima desilusión el hecho de haberse casado “por necesiadd” en lugar de” hacerlo por amor. —!Bah!— dícese al fin, Merce des, mientras estrecha manos y agradece enhorabuenas.— Des. pués de todo, qué más da eso?. El hecho es que nos hemos ca- sado y que hemos de procurar ser felices. Entre un murraullo de enco. miásticas adinizaciones que des pierta su belleza realizada por ¡nosotros y que ella... —Y que ella, si sigues así, va a bajar del coche tan sofoca da que la gente creerá alguna tontería. —Todo lo más que pueden Creer es que te he hesado y eso, ya ves, no es cosa muy grave..... Rafaé] María, se ha acercado a su mujer q sus labios se tien den hacia los rojos labios tem- lorosos de su esposa. Hasta en esto parece normal la boda de Rafaél María Beltrán; pero ello, suavemente, sin impaciencia; - turbada, le detiene: —Por Dios, ten conocimento. El se aparta con esfuerzo y se distrae mirando por la ventani. lla. Un momento más y el ca. rruaje para a la puerta del viejo palacio de los Vall de Ebo, en una plaza tranquila del viejo Madrid. Continuará le semana entrante ARTO SACA, Se Pintan Carros. Buen Trabajo y a Precio Razo- mable - Servicio de Guardefan. SE APILAN Y SE LES COMPO- NEN DIENTES A ZERRUCHOS También ponemos DIENTES NUEVOS a los Zerruchos 417 So. Calle '3ra. Tel 4-441