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PAGINA CUATRO La Cabeza de Pancho Villa... (Viene de la página 3) ti mando a otros a combatir- te a ver si ya estás para eso que tú dices”... Poco después corría el chi- quillo con unos cuantos com- pañeros, perseguidos de cerca por otros, armados de varas de membrillo, para azotar a 152 que pudieran darles alcan- ce. En eso tropieza el caballo de Pancho (el chico) y rue- da a cinco metros de distan. cia descalabrándose. Tras él se precipitan los perseguido- res y cuando ya le habían pro- pinado dos o tres varazos lle- IR IÓN IS ORAR Ro rre o ooo ren». MAQUINAS SINGER DE —COMPRE EN McDOWELL— MAQUINA SINGER DE COSER nuevas, tan bajo como $89.50 o: $5 por mes. MAQUINAS SINGER DE COSER usadas, tan poco como $29.50 MAQUINA SINGER para rentar.......$5 por mes. Revisión general a su máquina .Solo:.---$3.95 Llame por teléfono a Edward Durazzo, representante ¿ mexicano autorizado por la Singer, con fianza, para Ud. SINGER SEWING MACHINE CO. 1609 ESTE McDOWELL RD. o zen zo a zo zoo qn zon ozono zoo ozezrrozozo qozr ooo zoo ga Villa y lo levanta, dicién- dole: —-““¡Agarraron los pelones a Pancho Villa!”.... lo subió a su caballo y a galope tendido lo llevó a la enfermería de la hacienda para que lo venda- ran, curándolo primero. Todos estos detalles de su vida privada, tan ingenuos, tan sencillos, contrastaban a veces con la inaudita cruel- dad que desarrollaba en su vi- da de guerrillero y es que en ésta iba, con frecuencia, de por medio, su propia existen- cia, de por medio, su propia COSER | : ¿ TEL. AL 8-3751 “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE a a existencia y entre suprimir y que lo suprimieran, optaba siempre por lo primero. Cierto es que ejecutó a veces actos de monstruosa crueldad; pero hasta para analizar éstos y valorizarlos hay que tener en cuenta las circunstancias y el momento de ellas. Todo mun- do tiende a salvarse primero aunque perezcan los demás y a ese principio de animalidad, desarrollado en todos los se- res de la creación; y más in- tensamente en el hombre, que tiene a veces noción más cla- ra del peligro o perniciosa i- maginación para tratar de ha- llarlo donde no existe, se de- be a que haya manchado los indiscutibles servicios que prestó a la revolución, con sangre de inocentes: Su precepto de justicia era a la vez que chusco, terrible: “Fusilenlo provisionalmente, “áhi después se hará la ave. riguación”.... LA VENGANZA DE VILLA Noche de serenata.... el pe- queño jardín de Gómez Pala- cio estaba henchido de gente que paseaba por sus aceras, escuetamente alumbradas por focos de luz eléctrica. En el centro, el kiosco, donde una orgesta del poblado desgra- Inaba en el aire la música más EA E GNANABAGAS EENENNENE x06 NEBERRE x GRABAR AS ¡NATENCION!! Escuchen “Cantares al AMANECER” con Efren ValenZuela LUN JOVENES, SEÑORITAS: ¿ESTAN USTEDES PROXIMOS A CONTRAER MATRIMONIO? Ordenen sus Participaciones Matrimoniales en: 2 “EL SOL” 62 al Sur de la Calle Tercera (Entre Washington y Jefferson) Phoenix, Arizona En donde además encuentran ustedes, una gran variedad de: e Azahares e Coronas e Velos O Rosarios Libros de Oir Misa. ES a SABADO de 500 27:00 A.M. KPOK 1440 Kilociclos YO TENERERERO ERE R EEREEREREREMEENERERE E NENENERERENETO NENERE RE RE RECARGAR EANERR popular de aquellos días. En las calles anexas, había multitud de vendedores de co- mestibles, de dulces, de fru- tas, iluminando sus puestos con mecheros de petróleo o velas, enrolladas en cartuchos de papel de china de colores, que les servían de parabrisas; todos ellos pregonando a gri- tos su mercancía y la bondad de ellos. Las muchachas casaderas, en grupos, más o menos ale- gres, dando vueltas en sentido contrario de los hombres, to- cadas con rebozos finos de se- da, o con chalinas deshiladas a mano y traídas de tierra a- dentro, de aquella maravillosa ciudad de Aguascalientes, en donde las muchachas dejaban su vida en los bastidores cua- drangulares haciendo maravi- llas con la aguja. En la orilla de la acera, ce- naban pollo frito y enchiladas picantes, en torno de amplias mesas que lucían vasijas lle- nas de comistrajos, en el cen- tro, un grupo de hombres, dos de los cuales, yantando en si_ lencio, demostraban por su indumentaria, ser forasteros. Los demás los veían curiosa- mente cómo engullian sendos trozos de pollo, con gran ape- tito, indicio de que traían un hambre retrasada. Después de algunas dosis de sotol y algunas cervezas se inició la conversación, que pronto fué animándose con los dos forasteros que no dejaban de cenar. —¿Qué vienen ustedes de muy lejos? —-De muy lejos, contestaba uno, dándole una mordida a una pierna de pollo que cho- rreaba salsa verde. —¿Qué es cierto que ya se murió Villa, ese amigo que tantos males causaba? —in- quirió otro comensal. —Debe haber muerto ya, contestaba otro. A nosotros no nos ha molestado en el ca» mino, ni nada supimos de él... y cogía con los dedos una en- chilada colorada, rellena de chorizo frito y lechuga. Le dió una mordida y preguntó a su vez: —Pero, ¿aquí nada saben de él? —Que va.... contesta otro parroquiano. Si acaso vive, buen cuidado tiene de no acer- carse por acá, porque saldría muy mal librado.... —Seguramente, agrega 0- tro, porque auque hay muy pocos soldados ahora, están aquí muy cerca Lerdo y To- rreón, donde si hay fuerzas “como diablo” y en un san- tiamén lo harían cisco. —Y, ¿por qué hay aquí tan MENE NENERERE AE EE MENA ENETEEE e Mí pocos soldados? —pregunta u- no de los forasteros. —Porque no se necesitan contesta alguien; y hace mu- cho tiempo que ni noticias se tienen del bandolero ése; de manera que bien pueden dar- se ustedes cuenta de ello, des- de el momento en que ya to- das las tiendas están abiertas de nuevo, repletas de mercan. cías, las casas habitadas como antes, el mercado muy concu- rrido y hasta esta serenata es la mejor prueba de la confian- za que hay de que ya no vive ese amigo— o cuando menos que no ha de venir... —Ya ha de estar en los Es- tados Unidos, agregó otro, con tanto dinero que se llevó de Torreón y Chihuahua.... —Dicen, contesta uno de los forasteros, limpiándose la boca con el dorso de la mano izquierda y eructando estrepi- tosamente, que no le gustan los gringos, y que iría a todas partes, menos a los Estados Unidos. —¿Con que no le gustan los gringos?, dice otro comensal picarescamente; pero las grin- gas, ¿qué tal? —Todos soltaron la carca- jada por la ocurrencia; los fo- rasteros se despidieron des- pués de esto y se perdieron entre los concurrentes a la se- renata. La orqueta tocó la última pieza de la audición al filo de las diez de la noche y poco a poco la plaza fué quedando desierta, los vendedores le- vantaron sus puestos, las tien- das cerraron sus puertas, las luces se fueron apagando en las cantinas y la ciudad se durmió tranquila, con esa san- ta quietud de la provincia, cuando hay confianza absolu- ta, cuando no existe el más ligero temor a la furia de la guerra. Poco después de las tres de la mañana una avalancha de hombres a caballo invadió la población, disparando tiros y abriendo las puertas de las tiendas a culatazos y golpes. Las gentes despertaron asus- tadas, y brien pronto se die- ron cuenta del terrible peligro que las amenazaba, cuando o. yeron el grito crispador de ¡Viva Villaaa....! Después, todos los horrores de los terribles alzados: muer- tos, heridos, saqueos, desen- frenada embriaguez, mujeres que piden auxilio al ser arre- batadas en las grupas de los caballos, niños gritando, per- didos por las calles y un coro infernal de ladridos de perros, espantados, también, por la furia invasora... Gómez Palacio, presentaba al despuntar la aurora, el as- pecto de un hombre a quien se despierta a golpes, mos- trando en su mirar el pasmo, el asombro de tan rudo sacu- dimiento. La ciudad se había acostado tranquila con la se- guridad de que el guerrero du- rangueño se había muerto, o estaba muy lejos de esos lu- gares, cuando, como precur- sores de la aurora, los alados corceles villistas hicieron tre- pidar las calles con sus cascos triunfadores. Poco después Villa, instala- do en una de las casas princi- pales, abandonada por sus dueños, ordenó un cateo a de- terminados lugares; y entre los prisioneros traídos a su presencia, venía un hombre como de sesenta años de edad, alto, fuerte, de larga barba, ojos azules, de enérgico mirar y con una intensa palidez en la cara, que le daba el aspecto de enfermo. Villa clavó en él su mirada de tigre, y con la mano en el puño de la pistola, presto a sacarla, dejó caer es. tas frases, como la explosión de una cólera detenida: —Por fin, lo tengo en mis manos, miserable. Tanto tiem- po de andar en su busca, has- ta que al cabo ya cayó. Ahora Viernes 19 de Diciembre de 1958. A arreglaremos aquella vieja cuentecita que tenemos pen- diente... y dirigiéndose a los custodios que le traían, agre- gó: todos los demás quedan libres. A este es el único a quien detienen; pero tan bien cuidado que cada uno de uste- des me responde de él con la vida... El prisionero inclinó la ca- beza silenciosamente; ni un gesto ni una frase de protesta, ningún movimiento que de- mostrara otra cosa que la in- tensa resignación de que esta- ba poseído. Automáticamente se puso en marcha, cuando se lo ordenaron, entre una doble fila de soldados, hacia el inte- rior del amplio caserón que servía de Cuartel General. La entrada daba a un patio enor- me, cuyas cuadradas losas, de- jaban asomar, hilos de zacate verdoso y escueto, que demos- traba a las claras, el abando= no de aquella casa. ¿Quién era ese hombre, a- prehendido y cuidado con tan- to lujo de fuerza? ¿Quién era, que había provocado toda la cólera del revolucionario? Era yo muy niño, dijo Vi- lla, paseándose nerviosamente a lo largo de la sala, cuando tropezó mi familia, desgracia- damente, con ese hombre. Vi- víamos en San Juan del Río, Estado de Durango, y mi her- mano mayor, proveía el soste- nimiento de mi madre enfer- ma y de nosotros, trayendo (Pasa a la Página 5) RSS RIO Leon M. RI AS donde estaba). — Consulte pre está listo para servirle Tel. Consultorio: AL 3-3806 5 EL DOCTOR Herbert MEDICO — CIRUJANO -—— PARTERO está ahora en su nuevo consultorio situado en 19 al Norte de la Calle 4 La misma calle en donde estaba. Antes era número 15, Ahora, recuérdelo bien, es número 19. (En seguida de al Dr. Herbert, quien siem- amablemente. Tel. Residencia: AL 2-2605 : | IIA DLL tn rezo ze eee ere de El Tónico del Día minas y 10 minerales SALUD Y QUE LE noz zo nr oz e zzz zz zzz zorro 2992 Ro qoszo zo zoezos: P. 0. Box 1448 - Vita-Nalez ' - El Mejor Tónico para dar Vida y Salud! Compre usted VITA-NALEZ el compendio de 11 vita- en una sola cápsula, EL TONICO MARAVILLOSO QUE VUELVE LA DA NUEVA VIDA. LO ENCUENTRA EN: “EL SOL”, 62 Sur de la Calle Tercera También puede pedirlo por correo a: “EL SOL” $ E j Phoenix, Arizona Con solo $6.50 obtiene 100 cápsulas de este maravilloso tónico, el Rey de los tónicos que le dará salud y vigor. 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