El Sol Newspaper, November 7, 1958, Page 3

Viernes 7 de Noviembre de 1958. | ART LI ozono ooo ezo eo eee tee arizona STATE FAIR : OCT.31 NOV. 11 RAR RA Toro trozo ooo orozco zone zero ezo tez zoe MORTENSEN - KINGSLEY LA AGENCIA DE FUNERALES PREFERIDA DE LOS MEXICANOS Se atiende con respetuosa actividad. Teléfono: 4-3119 Phoenix, 1020 West Washington St. Arizona. SR RR IS MEMBER FEDERAL DEPOSIT INSURANCE CORPORATION II dee RI OD OS tos A- ... La Cerveza mas Grandiosa de América con VERDADERO sabor a Pilsner! j Arizona Brewing Company, Inc., Phoenix, Arizona ERRE O TA TARTA TO A Tn Tn A oe detenerte ¡ $ ARIZONA Public Service En Observancia del DIA DE LOS VETERANOS permaneciendo cerrada el Martes 11 de Noviembre En dias de fiesta o fines de semana, para servicios de emergencia, consulte su libro de teléfonos. Zed Klum INVITACIONES PARA MATRIMONIO, sólo en “EL SOL” - 62 Sur Calle Tercera “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE La Cabeza de Pancho Villa Por el Ingeniero E LIAS L. TORRES, (primer gestor para la rendición del guerrillero del norte) (Este magnífico libro que trata de la vida, muerte y hazañas de Pancho Villa, está de venta en “EL SOL”, 62 $S. 3rd. St.) (Continúa de la tado, sin saberse a punto fijo en donde; cosa que les corro- boró un hermano del Gober- nador que se hallaba presente y que charló con los america- nos sobre el particular. Así las cosas, el grupo de mineros tomó el tren para Cu- sihuiriáchic en la mañana del 10 de enero de 1916, en un carro especial, agregado al tren ordinario. Iban allí Chas A. Pringle, Geo W. Nexman, Maurice Anderson, Herman Hass, William J. Wallace, Ri- ¡chard Henry Simmons, Ma- nuel Bonifacio Romero, Wi- lliam O. Pierce, Ernest Rob- inson, Thos Johnson, Charles R. Watson, Richard Hatton, John Pope Coy, Avery Couch, Thos M. Evans y Thomas N. Holmes. No llevaban escolta alguna porque el general Ja- cinto B. Treviño, que era el Jefe del Cuerpo del Ejército del Noroeste, no pudo propor- cionárselas, aunque la solici- taron, porque tenía sus fuer- zas distribuidas en los centros poblados del Estado y no qui- so distraerlos, Villa tenía un odio feroz contra los americanos en ge- neral, porque cuando invadió Sonora había obtenido las se- guridades completas, por el Cónsul Carothers, de que no se permitiría a Don Venustia- no trasladar fuerzas por te- rritorio americano para auxi- liar al general Calles que de- fendía Agua Prieta; pero no bien había empezado el ata- que contra esta ciudad fronte- riza cuando llegaron refuer- zos en gran número por tre- nes americanos y echaron por tierra todos sus planes. Desde entonces juró que invadiría los Estados Unidos y se ven- garía en las personas de los americanos cuantas veces pu- diera. De manera que cuando, de- rrotado por completo, volvió a Chihuahua a iniciar el sis- tema de guerrillas, se dió con frecuencia el caso de que al detener trenes lo primero que se investigara era si iban a- mericanos en él para ajusti- ciarlos. En esas circunstan- cias los mineros de la Cusi Mining Co. emprendían el via- je en la mañana del diez de enero como llevo escrito. Por otra parte Villa tenía un ser- vicio de espionaje verdadera- mente asombroso, de manera que es muy posible que haya sabido la partida de Chihua- hua con rumbo a Cusihuiria- chic de los mineros america- nos, lo que comprobó un de- talle de que más adelante ha- blaré. Llegó el tren a Santa Isa- bel y se detuvo ahí el tiempo reglamentario para proseguir su marcha; pero allí hubo un incidente notado por los ame- ricanos, según declaración posterior de Thos V. Holmes, ratificado por el conductor del tren J. Guadalupe Carmona: cuando el tren se detuvo lle- garon dos hombres a caballo, armados, y le preguntaron al maquinista dónde venían los americanos; luego que se les informó, se dirigieron al ca- rro especial y vieron a éstos a través de las ventanillas, pa- ra cerciorarse de que allí iban y en seguida se fueron al ga- lope. Esto aumentó la nerviosi- dad de los americanos que i- ban sumamente desconfiados desde que salieron de Chihua- semana pasada) > hua, como se supo posterior- mente por una carta dirigida, el día anterior por M. Pearce a su hermano, que vivía en Laymond, California, de cuya carta existen una copia foto- gráfica en los archivos del Departamento de Estado A- mericano, de la cual yo tengo otra que dice, en la parte con- ducente, en inglés, lo siguien- te: “Watson ha arreglado un carro especial que nos lleve hoy en la mañana y yo he de- cidido ir. Son cerca de veinte americanos en la expedición. Algunos de ellos están un po- co nerviosos porque se rumo- ra que no todo está quieto en el camino. Watson vió al Co- mandante en Jefe de las fuer- zas aquí y le ofreció pagarle las tropas que acompañaran el tren; pero se le aseguró que los soldados de Carranza tie- nen el contro de la vía de a- quí a Cusihuiriáchic y que va a enviar más por este camino hoy en la noche o mañana temprano, de manera que es- pero poder trabajar por algún tiempo sin interrupción. El señor Carranza es más de te- merse que el propio Villa; por- que éste al menos tenía la e- nergía suficiente para hacer cumplir sus Órdenes, cosa que no puede decirse de Carran- za. Carranza teme a Villa más que a cualquiera otra cosa y si él puede causar:ios, a noso- tros los ame:icanos, algún perjuicio y hacer creer que fué Villa, estoy seguro de que lo hará”. Hace luego algunas recomendaciones con relación a su esposa, Elisa McFerran y a su hija, Sara, que tenía seis años, para el caso de que mu- riese (el hombre presentía su próximo fin), que no son del caso en este artículo. El tren llegó a la una y cuarto de la tarde a la esta- [ción de Santa Isabel, saliendo de allí minutos después, pero a ocho kilómetros de ese lu- hua), estaba descarrilado un qué pasaba y en el acto, de u- no y otro lado del tren, cayó una granizada de balas sobre el convoy y se escucharon centenares de gritos de ¡Viva Como nadie “contestaba el fuego, cesó éste y entonces los asaltantes que no eran otros que trescientos villistas al mando del general Pablo Ló- pez, se posesionaron de las puertas de los carros y despo- jaron a todos los pasajeros de cuanto traían. Pasaron luego al carro de los mineros, algu- nos de los cuales habían sido heridos en las descargas y les ordenaron que bajaran. Esta circunstancia fué a- provechada por Watson, Hat- ton y Holmes para correr en dirección al río que estaba cerca del lugar del asalto; pe- ro los soldados villistas les hi- cieron fuego. Holmes, en la precipitación de la carrera se tropezó con los matorrales y cayó, creyendo los que sobre él disparaban que había sido muerto: pero él se arrastró hasta el río, en cuyo borde había caído y se fué por el agua, corriente abajo, unos 2 kilómetros y se oculto, salván- dose asi. Watson y Hatton, (Pasa a la página 4) Por ROSARIO SANSORES En nosotros laten siempre dos fuerzas contrarias. Diríase que un extraño desdoblamiento nos sustraernos a ciertos arrebatos que nos orillas a cometer injus- ticias, de las cuales nos arre- pentimos más tarde. Todos ienemos horas en que como en los versos del poeta so- mos plácidos y días en que so- mos sórdidos “como a entraña oscura de oscuro pedernal”. La noche nos sorprende con sus profusas lámparas en rúti- las monedas tasando el bien y el mal. Y hay también días en que so- mos fértiles como en abril el campo que tiembla de pasión.... No sabremos jamás explicar- nos, estas cosas ni encontrarle la lógica a esta contradicción constante que se opera en noso- tros. A veces nos sentimos genero- sos y lo damos todo también sin reparar en nada. Y a veces cerramos las manos y el corazón a la piedad y nos sentimos duros, egoístas y ma- los. (Pasa a la página 4) gar (kilómetro 68 a Chihua- A tren remolcado por la máqui- || na 57. El conductor, Guadalu- 7 pe Cardona, se bajó para ver|, sin su => ¡| rápido funcionamiento. Service” hoy mismo. También encontrará usted un gran surtido de calentones e- léctricos portátiles en su tien- ¡ da favorita de implementos eléctricos. hace ser buenos a ratos, y a ra-, tos también malos. No podemos | El no va al cuarto de baño .... CALENTON Eléctrico Portátil! El agua está caliente en el baño, pero el ba- ño no está! Tortura que congela ... de baño como hielo, en una mañana congelada! 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