El Sol Newspaper, March 15, 1957, Page 3

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Viernes 15 de Marzo de 1957. HAZAÑAS DE PANCHO VILLA Por JOSE M. FRANCES Interesante libro del que es autor José M. Frances, que trata de la vida y aventuras del famoso guerri- Hero Pancho Villa, el Centauro del Norte, y que se vende en “EL SOL” 62 Sur Calle Tercera, Phoenix. (Continúa de la semana pasada) —¡Hay que acabar con Villa! —rugen los jefes y los oficiales. —¡Hay que acabar con Villa! —truenan los Estados Mayores. > Y el dictador valetudinario, que en el castillo de Cha- pultepec juega a la guerra pegando banderitas sobre un ma- pa; el que subestimó la peligrosidad de Madero, se mesa los bigotes de ira ante un adalid anónimo, salido del peonaje, de la indiada. —¡Que me traigan a ese alacrán! ¡muérto o vivo!.... ¡Me- jor muerto!.... Y se organiza, a todo tren, la columna del general Na- varro. Un millar de hombres, con caballería y artillería. Herrera y Villa se hallan ocupados en preparar la toma de Chihuahua. La empresa es delicada y de una enorme res- ponsabilidad. Pancho se somete a desgano a algtinas de las ideas de Cástulo Hererra, Entonces les llega un correo: —Mi general Herrera —anuncia—, está llegando una fuerza porfirista. Traen mucho parque, caballos y algunos cañones. Pancho-se regocija al oír la palabra “parque”, como un chiquillo al que le hablan de caramelos, ¡Ah, si é] tuviera siempre parque a mano! MN —Está bien, puede usted retirarse —ordena el general al mensajero. En el acto se entabla una discusión. —A mi entender, debemos esperar a esa formación, a pie firme y entonces, abrir el fuego. —Si mi generalito me dejase hacer —replica Villa ras- cándose la crin bajo el sombrero—, yo le traigo a esa tropa dentro de la bolsa. Cástulo, que conoce a Villa, toma su dicho como una balandronada. ' —¿Tú crees, Pancho? Piensa que son soldados de línea. No alguaciles de aldea —dice irónicamente. —Para mí, mejor. Son catrines de ciudad que no saben moverse en la sierra. Deje eso a mi cargo, general, se lo suplico. El tema se debate largo y tendido. Por fin Cástulo Hé- rrera cede. —Conforme, Te autorizo para obrar a tu guisa, pero piensa que si el golpe de mano te fracasara, y no quedases patas arriba en el campo, te tendría que fusilar; —No tenga cuidado. El durangueño, no pierda más tiempo en discutir. Monta a caballo y reúne a su gente. Ya no son los treinta o pocos más con que inauguró su etapa paramilitar. Pero no llegan ni con mucho a igualar las fuerzas de Navarro. Sitúa a sus hombres a lo largo de la ruta que necesaria- mente recorrerá la columna federal. Apostados en las altu- ras, inician un fuego certero de. fusilería, que significa una baja por disparo. Los villistas Son tiradores de la buena es- cuela de su jefe. Entre tanto, un puñado de voluntarios se deja ver en lo alto del Cerro del Tecolote. Su movilidad y griterío hacen creer en una fuerza numérica muy superior a la verdad. / Navarro traga el anzuelo y concentra su avance en a- quella dirección. Los villistas, colocan sus sombreros en las _ramas de los árboles y se retiran por una barranca, en un alarde de sinsombrerismo prematuro, peligroso bajo el sol de.la sierra. Todos los fuegos de la columna convergen sobre los inofensivos sombreros... Simultáneamente, rasga el aire una especie de rugido de fiera. Es Pancho Villa, que ordena el ataque. El grueso de su hueste parece surgir de la tigrra y cae con inusitado furor sobre la retaguardia de Navarro, ocupado.en bombar- dear :la “sombrerería” Seproduce una enorme confusión, seguida de la desbandada inevitable. La carnicería fué espantosa. El general gobiernista lo- gró huir por un milagro. El suelo quedó sembrado de cadá- veres, fusiles y parque, aquel parque que hacía relamer de gusto al vencedor. Ir El prestigio de Villa, se acrecenta desmesuradamente, con esta victoria, que tan maravillosamente encaja con sus dotes guerreras. Amigos y enemigos no tan sólo reconocen su mérito sino que lo exageran, haciendo con ello mucho mal al caudillo revolucionario. Y empiezan losrchoques y discrepan- cias entre el centauro y los militares de academia. Abraham González, enterado de lo que pasa no escucha las habladurías pero sí hace decir a Villa, que reorganice sus hombres y par- ta en dirección a Hidalgo del Parral. 5 Pancho Villa no opuso la menor objeción a lo que le ordenaba su jefe indiscutible. Para él, don Abraham era un semi diós, capaz de olvidar que era rico e ilustre, para fra- .ternizar con los paladines mugrosos y descalzos de la liber- tad. Por otra parte le fascinaba la erudición del caballero y, en su ingenuidad primitiva, soñaba en ser como él, orador y político. Así, como entrenamiento acaso, gusta de arengar a sus gentes con el lenguaje que ellos pueden enteñder. Con su ver- borrea inflamada, repleta de giros pintorescos, les dice cosas como éstas: “Y que naiden me ande tirando tiros porque sí, malgas- tando parque... por cada bala un porfiriano, ¿oyeron?”.... “Ahorita semos soldados y hay que saber obedecer.... Y recuerden que al que se haga el remolón, lo trueno”... “Que me deshagan una casa de ricos, enemigos, o me vuelen un puente, bien está.... Es la guerra.... Pero no acepto cue se me metan con los probes.... Al que lo agarre en eso, lo fusilo”.... ——o00——— Las nueve de la mañana. He aquí una aldea, frenética ante el consabido grito: - (Pasa a la página 4) “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE ) PAGINA TRES Las 2 Personalidades de Jose Maria Lozano . Por el Licenciado D. NEMESIO GARCIA NARANJO La Leyenda del Triángulo La obra parlamentaria de Lo- zano fue relativamente corta, pues en la recopilación deesus discursos que hizo el señor Sal- vador Sánchez Septien solo fi- guran dieciséis intervenciones desde el 22 de abril de 1911 has- ta el 22 de abril de 1913. Si se suman todas las palabras que pronunció en las legislaturas XXV y XXVI apenas si llegan a doce mil. Claro está qué esta labor resulta inmensa si se la compara con la de la mayoría de los diputados que nunca di- jeron “esta boca es mía”. Por o- tra parte, no hay que medir la cantidad verbosa sino apreciar la calidad que fué dé primera categoría. Más cortas aún fueron las ac- tuaciones de Olaguíbel y la mía. Mi parquedad se debió en la le- gislatura XXV a que actué como secretario del Congreso y tenía que atender la correspondencia de la Cámara y además prepa- rar el ordenamiento de las se- siones. En la legislatura XXVI fuí admitido en el mes de ocu bre, y unos cuantos días después tuve que dedicarme pbr comple- to al diario “La Tribuna” que requería de mí siete editoriales a la semana. Durante cerca de medio siglo, se han venido diciendo que los discursos del Cuadrilátero pre- pararon la caída del señor Ma- dero, y eso no pasa de ser una leyenda porque el Cuadrilátero no se constituyó sino después de la revolución militar de febrero de 1913. El dipuutado Querido Moheno, por iniciativa propia, desarrolló una campaña agresi- va contra el maderismo, desde septiembre de 1912 y persistió en esa actitud hostil hasta que se clausuró el primer período de sesiones; pero en aquel entonces el tribuno chiapaneco no tenía el menor vínculo con el triángu- lo. Lozano y Olagucbel fueron ajenos a aquella apasionada pe- lea, y si nada hicieron para sal- var al gobierno que se hundía, tampoco pusieron el menor em- peño en arrojarlo al precipicio. El 18 de febrero de, 1913 quedó el país en marros de militares, y como consecuencia lógica, el Congreso perdió el noventa por ciento de la importanciaque ha- bía tenido; pero fué entonces cuando Lozano pronunció sus mejores piezas parlamentarias, especialmente la última de la cual me ocuparé cuando me re- fiera al conflicto que surgió en- tre los generales Victoriano Hu- erta y Félix Díaz. Con dicho. discurso pasó a la Historia el diputado Lozano. Cuando volvió a reunir el Con- greso en septiembre de ese año, ya era Ministro de Comunicacio- nes y Obras Públicas. Pasó fu- gazmente por la Asamblea y lo extraordinario es que sin prepa- ración parlamentaria hablase desde el primer momento como un gran señor de la palabra. En los países de vida congresional los diputados permanecen en sus curules durante veinte, treinta y hasta cuarenta años. Eso fué lo que-pasó en Inglaterra con Walpole, con los dos Pitt, con Fox, con Gladstone y con Dis- raeli. Lo mismo sucedió en Fran- cia con Thiers, Guizot, Ferry, etc. La gimnasia diaria en va- rios períodos legislativos, les dió la maestría y los convirtió en hombres de Estado. En cambio, los oradores parlamentarios de nuestro país, por ser improvisa- dos y efímeros, se parecen a los grandes oradores. de la Revolu- ción Francesa. Al triunfar la Revolución Cons titucionalista en julio de 1914, José María Lozano consideró su vida pública como terminada y canceló para siempre sus ambi- ciones políticas. Algunos compa- fieros de destierro quisieron em- barcarlo en nuevas aventuras, pero él mantuvo firme su reso- lución de no volver a participar en las luchas enconadas por el poder. Los largos años que pasó le- jos de México fueron como un filtro de milagro que le dieron a su espíritu la serenidad y la transpariencia; y se transformó su oratoria: aquel verbo que ha- bía sido tumultoso y deskordan- te, comenzó a correr por cauces sosegados; ya no hubo trepida- ciones volcánicas sino afán de armonía y de paz: en vez de la catarata estruendosa, el cristal del lago que refleja el cielo. El tribuno que, como Sigfrido había atravesado heróicamente las selvas incendiadas, se en- contró por fin a la Walkyria dor- mida que no despierta con ala- ridos estridentes sino com Lesos de amor. La evolución de su ar- te se inició en la Habana en donde pronunció dos discursos hermosísimos en honor de Ama: do Nervo y de Quinito Valverde. En ambas piezas oratorias hay matices crepusculares y perfu- mes tenues de otoño que con- trastan vivamente con las fuer- tes tonalidades de las obras an- teriores de Lozano. El tribuno había conquistado una “nueva forma”; había—vuelto a nacer como manda la Sagrada Escritu- ra. El legislador infatigable se había ido para dejar en su lu- gar a un Lozano armonioso y casi místico. No se crea por eso que su es- píritu era un carácter apagado; ya no había inquietudes ni re- beliones en sus ideas, pero las seguía habiendo en su estilo; y a la inversa de Paul Verlaine, que hacía fríamente versos con- movidos, Lozano burilaba con ardor sus oraciones de paz. Y e- se ardor se revelaba en su voca- bulario caprichoso y en su sin- taxis delirante. Bajo el sayal del místico palpitaba' un corazón e- picúreo que encontraba placer en la selección de las palabras bellas y en la arquitectura ba- rroca de sus frases refinadas. El gran pensador Charles Mau rras ha hecho notar que Anato- le France, a pesar de sus des- plantes vanguardistas, fué el es- critor más conservador y ultra- montanu de su tiempo. El deli- cioso ironista de “La Isla de los Pingiiinos” predicaba la bondad de los cambios bruscos, de los avances radicales; pero nadie a- maba como él la quietud y la serenidad, ni se encontraba tan lejor de las 'estridencias revolu- cionarias. Con Lozano pasó en los últimos años, la paradoja o- puesta: llevaba etiqueta de con- servador, de ponderado y de e- cuánime y sin embargo; nadie como él tenía tanta rebeldía en el lenguaje, tanto escándalo en su prosodia ni tantas irreveren- cias en su estilo. Defendía la mansedumbre y la serenidad y las palabras brincaban de sus labios como saetas.de fuego; es- taba del lado del orden y de la quietud pero sus cláusulas tre- mantes parecían brotar de un cráter revolucionario. Acabó por sometérse humildemente a todos los convencionalismos políticos y sociales; pero nunca sessome- tió a los convencionalismos del Arte. En vista de lo fdo: na- die debe sorprenderse de que yo me permita decir que hubo dos personalidades en la obra de Salvador Díaz Mirón. Hay un a- bismo entre los cuartetos “A Gloria” y las composiciones la- pidarias de “Lascas”; y de la misma manera existe una gran distancia entre los discursos par- lamentarios que sacudieron a la XXVI legislatura y las oraciones con 3 ESC UCHEN “Cantares AL AMANECER” que Lozano elaboró cuidadosa-f mente en homenaje de don Ra- fael Reyes Spindola y don Jesús Urueta. Este doble aspecto no tiene nada de particular porque en la Historia del Arte abundan los ejemplos de creadores que no se conformaron con tener una sola personalidad. Ricardo Wag- ner triunfó con su ópera Rienzi pero quiso además revolucionar el teatro musical y produjo Tar- hausser, Lohengrin, Tristán e 1- sola y la Tetralogía que se es- pira en los motivos escandina- vos. También se puede decir que hubo dos Verdis: el de la Tra- viata y El Trovador y el de Ote- lo y Falstaff. Los críticos de pin- tura nos dicen que Rafael San- zio a pesar de no haber llegado a los cuarenta años, tuvo cua- tro maneras distintas de pintar. El ansia de nacer de nuevo para ser originales, empuja a los ar- tistas a continuas transforma- ciones. Imagínese por un momento que Dantón hubiera conseguido escapar de la furia persecutoria de Robespierre; y que en lugar de haber sido guillotinado a la edad de Cristo o él mismo lo hizo notax, frente al cadalso— hubiera sobrevivido a la tem- pestad revolucionaria.... ¿Cuál habría sido el desenvolvimien- to de su oratoria? Desde luego no.hubiera seguido pronuncian- do las arencas volcánicas que le valieron la inmortalidad, por la sencilla razón de que la Con- veción había desaparecido. ¿Se concibe al diputado borrascoso de Arcis vistiendo el hábito fran- ciscano y trabajando el idioma como un orfebre que burila los metales preciosos? Nada se pue- de afirmar sobre Dantón pero al- go muy parecido fué lo que le sucedió. a José María Lozano. Dijo una vez el argentino Car- los Octavio Bunge que la ora- toria es como un' arte de pintar telones, es decir, que los trazos gigantescos de un discurso tie- nen por objeto impresionar a los espectadores lejanos. Esta cla- sificación se acomoda perfecta- mente a los oraciones que pro- nunció Lozano.en el salón de ju- rados en el Congreso de la U- nión. Pero desde 1914 en adelan- te, el tribuno no volvió a pintar telones: en vez de tratar de con- mover a las multitudes numero- sas se préccupaba por los mati- ces suaves, por las tonalidades finas, por esas delicadezas que se pierden en la distancia. Es posible que los hombres de le- tras prefieran el orador depura- do y elegantísimo; pero el pue- blo —que es el que pronuncia el veredicto final— seguirá pre- firiendo al Lozano" de-los años mozos que dejaba correr, su ver- bo torrencial, sin pretender ca- nalizar sus elocuentes expresio- nes dentro de una forma estric- ta e impecable. (Pasa a la página 4) Efren Valenzuela LUNES a SABADO de 5:00 a 7:00 A.M. KPOK 1440 Kilociclos .... 21 ...La Cerveza mas Grandiosa de América con VERDADERO sabor a Pilsner! Arizona EeRDe Company, Inc., Phoenix, Arizona Haga este banco su banco VALLEY NATIONAL El banco nacional más grande en Arizona MEME III eee Ragsdale-Rodríguez CASA FUNERARIA Precios Módicos. Facilidades de Pago, . Velaciones Toda la Noche si así lo Desean. 1100 E. CALLE JEFFERSON Tel. Oficina: Tel. Casa: AL 2-3471 . AL 3-2786 ER WENN RN VERANO IAN

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