El Sol Newspaper, August 24, 1956, Page 2

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SPANISH PAN-AMERICAN WEEKLY NEWSPAPER Published every Friday by J. C. Franco. Entered as a second class matter March 20, 1940 at the Post Office at Phoenix, Arizona. under the Act of March 3, 1879. No nos hacemos responsables de las ideas entendidas por nuestros colaboradores. Para precio de anuncio diríjase a las Oficinas situadas en 62 So. 3rd. St. Teléfono ALpine 3-4948 Toda subscripción debe pagarse adelantada, y cuando el subscriptor desee que se cambie el envío del periódico a otra dirección, deberá notificarlo y acompañar la suma de 10 centavos. SUBSCRIPTION RATES Per Year: $3.00 Six Months: $2.00 Al out-of-town subscriptions must be paid in advance for at least a period of six months. AM payments must be made to the Editor. Post Address: P. O. Box harles ÑN. Ronan CANDIDATO DEMOCRATA PARA A ABOGADO DEL CONDADO Habilidad — Integridad — Justicia Ragsdale-Rodríguez CASA FUNERARIA Precios Módicos. Facilidades de Pago, Velaciones Toda la Noche si así lo Desean. 1100 E. CALLE JEFFERSON Tel, Oficina: Tel. Casa: AL 2-3471 AL 3-2786 “Cliff Harkins — DEMOCRATA — Su SUPERINTENDENTE DE INSTRUCCION PUBLICA. Mejores Escuelas para todos los discípulos. VOTE POR EL-HOMBRE QUE ESTA EN EL TRABAJO “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR” INDEPENDIENTE Anecdotario de la Revolución: Hazanas de Pancho Villa "El Globito de Broadway” (Continúa de la semana pasada.) Al jefe, por otra parte, le pa- recía que el americano era un sujeto singular. ¿No era cosa cu- riosa eso de que un hombre es- tuviese tan apasionado de una mujer, cuando había tantas y lindas chicas que podían -brin- darle los mismos y quizás más exquisitos placeres? ¿No era ab- surdo recordar a una pecamino- sa que le había arrojado de su lado como si fuese la cáscara de una naranja después de ha- berle exprimido todo el jugo? ¡Vaya que era cosa extraña _ver a un yanqui enamorado de una mujer y no de un montón : de dólares? “Esa Violeta debe ser retelin- da” pensaba Pancho “tiene que ser distinta a las demás. ¡Me cuadraría conocerla!”. Se puso a reir. a cafcajadas. —Qué le pasa, general? —le preguntó Holmes que estaba a su lado. Nada, compadre. Se me acaba de ocurrir una idea muy chis- tosa —volvió a reirse. La idea chistosa era una broma pesada que pensaba hacerle a Merril. Villa por fin ocupó, en unión de Zapata, la capital de la Re- pública Mexicana. Se conside- raba el amo del país, dueño de vidas y haciendas... ¡todo le per- tenecía! Con qué orgullo se pa- seaba por la terraza del Castillo de Chapultepec, desde donde contemplaron el hermoso Valle de México, algunos virreyes, un emperador, varios presidentes y entre los más preminentes el se- for General Don Porfirio Díaz... al recordar éste nombre, Pan- cho sonrió sarcásticamente. “¡Tú perseguiste al bandido Arango, y ahora quién manda aquí es el mero hijo de mi padre!” Pancho no había olvidado la broma que intentaba jugarle a Merril. Le pareció oportuno el momento para poner en ejecu- ción el principio de su comedia. —COigame, amigo —le dijo al gringo enamorado— por si no lo sabe le diré que en mi tesorería hay muchos millones de pesos y las pilas de oro. Usted está rete triste mister, ¿o no? Merril no encontraba relación entre los millones de la tesore- ría y las tristezas de su ánimo. Movió la cabeza de un lado a otro, y replicó: —No, general, no estoy triste. —¿Pa qué trata de ocultarlo?- Yo también he estado picado de esa espina, nomás que yo no me he enamorado de un mujer, sino' de muchas. ¡Maldito sea el amor! Su mal está muy arraiga- do; sin embargo; yo voy a pro- curar curarlo. Merril no dijo una sola pala- bra, pero su fisonomía expresa- ba gran curiosidad. —Voy a dar orden a uno de mis pagadores para que le en- treguen a usted desde luego u- nos cuatrocientos mil pesos. ¡Ya es rico, amigo! ¿O no le parece una regular fortuna esa canti- dad? Ya no tendrá que preocu- parse por el porvenir y esa can- tidad es suficiente para colmar los ¡caprichos de su amada. ¡Mándela traer! Ya verá como le gusta la ciudad ¡de México. Aunque yo no conozco los “nue- vayores”, estoy seguro que ésta ciudad es la más linda del mun- do. —Pero, general, yo no sé en donde se encuentra actualmente mi mujer; y aun en el caso de localizarla ignoro si querrá ve- nir aquí. EN LA ACTUALIDAD: INVITACIONES PARA MATRIMONIO, sólo en "EL SOL” - 62 Sur Calle Tercera —Telegrafíe a Nueva York — replicó Pancho—. Seguramente que en ese lugar no ha de faltar una persona que se encargue de buscarla. Voy a ordenar que al llegar a la frontera se le dé un salvoconducto y se venga por ferrocarril en uno de mis carros particulares. Antes de haber transcurrido un mes llegó Violeta a la ciu- dad de México. Cuando Villa la conoció que- dó tan enamorado de ella como el mismo Merril, confesándole a algunos de sus amigos que ja- más había visto ni hablado con mujer tan seductora, sin dejar por eso de comprender que era vana y orgullosa. Pancho, si le hubiese dado la gana, hubiese ¡poseído a esa mujer, sin que Merril ni nadie pudiesen haber- lo impedido; pero tenía en pers- pectiva uno de sus diabólicos “planes rancheros”, así es que generosamente dejó a los espo- sos que renovaran tranquilamen te su luna de miel. El mismo día que Violeta lle- gó6, fué invitada en compañía de su marido a comer con el ge- neral, y desde entonces siguie- ron ambos siendo asiduos co- mensales, “El Globito” estuvo muy expansiva con el Jefe des- de la primera entrevista. Le con- fesó que al principio titubeó en resolverse a regresar al lado de su marido sabiendo que estaba en compañía del famoso Pan- cho Villa. ¡Se contaban cosas tan terribles de él! Pancho sonrió, ¡pareciéndole halagador el que fuese tan co- nocido su nombre. Quizo, sin embargo, hacer algunas rectifi- caciones respecto a .la mala o- pinión que de él se tenía en el extranjero: 2 —A mí no me comprenden en los Estados Unidos, señora; ¿ver- dad, señor Merril? El podrá de- cirla si soy o no un patriota, si amo o no a mi México. No ¡pue- do decir que lo amo con todo mi corazón, porque parte de él está reservado para las mujeres bonitas. A propósito de ellas, permitame que la diga, con per- dón de su marido, que es us- ted ¡caramba! la más linda que he conocido en mi vida. Violeta bien sabía que era bo- nita, infinidad de hombres se lo habían declarado en todos los tonos. Se puso ahora 'a beber champán, pensando en las con- quistas que iba a hacer en Mé- xico y lo que iba a divertirse, y, sobre todo, lo mucho que iba a ganar. Pancho entretanto la devoraba con la mirada, y, So- briamente, sólo bebía jugo de uvas. Violeta encontró a su marido completamente transforma do, más macho”; desde que mandó por ella comprendió que la ha- bía perdonado. Pasaron una se- mana bastante felices, Todo lo que ella deseaba lo obtenía, nin- gún lujo estaba fuera de su al- cance; semejante a una deidad recibía las adoraciones de todos. La rendían homenaje, a más de su consorte, “el amo” Villa, los generalotes, en fin toda la cor- te revolucionaria. Había razón para que se sintiese halagada, pero algo muy serio la contra- riaba.... no amaba a su marido; cada día se convencía más y más de esta triste verdad. Ella hubiera querido amarlo, pero los esposos no congeniaban, no ar- monizaban. Llegó ella a com- prender que el mismo Villa y aún algunos de sus feroces ge- neralotes tenían más atractivos para ella que su infeliz esposo. ¡Idiosincrasias femeninas! A la vez que sentía horror por aque- llos hombres burdos, su terrible masculinidad la atraía hacia e- llos. Merril la adoraba con de- voción, pero su pasión la: deja- ba fría. Violeta no era sino yno de esos seres de pasiones mor- bosas, carentes de delicadeza e intelectualidad. Pasó algún tiempo. Una tar- de en que Pancho en compañía de un amigo iba caminando por una ,calle de la ciudad de Mé- xico se encontró casualmente con Violeta, que venía sola. Villa se la quedó mirando fijamente, de una manera dura que la con- turbó, y sin saber por qué la vi- nieron deseos de huir; saludó con un movimiento de cabeza, esforzándose por sonreir, y apre- suró el paso. Al instante Villa, agarrándola por un brazo, la o- bligó a detenerse, y sin preám- bulo alguno la dijo: —Por qué no quiere a su ma- rido, señora? VOTE POR JACK Choisser PARA ABOGADO DEL CONDADO. Violeta hizo signo de que no comprendía llo que le decía; en- tonces el amigo de Villa, que hablaba inglés, sirvió de intér- prete. —Pero, general —replicó ella ¿cómo no he de querer a mi Fred? ¡Lo adoro! —¡Miente con toda su cara!— exclamó Villa con coraje, dió media vuelta y se alejó con su amigo. Violeta quedó atónita. Sintió que un sudor helado bañaba su rostro; rápidamente se dirigió a su casa para comunicarle a su esposo el temor que la embarga- ba. George Holmes, que “se encon- traba en la capital en viaje de negocios fué a visitar a su ami- go el general Villa. Este le re- cibió en su'alcoba; estaba ten- dido boca arriba sobre su cáma; vestido, con el sombrero encas- quetado y calzado con unas bo- tas llenas de barro. Charlaron sobre varios asuntos, siendo el tema final el voluble y lindo “Globito”. Su amigo Merril —dijo Villa— está ciego, está loco. Me hace daño el verlo tan idiota. piensa sino en esa pecamiosa que se burla de él y que no sabe apreciar el cariño que la tiene. ¡Quién puede comprender a las mujeres, general? No | Viernes 24 de Agosto de 1956. al instante —ordenó Villa—. Si ese.... tal no obedece en el acto, que se atenga a las consecuen- cias. Pancho, volviéndose hacia Hol mes, le dijo: —Algunas veces pienso, com- padre, que ese Borunda tiene ga- nas de matarme, y creo que si no. ha llevado a cabo su propó- sito es porque yo no le doy o- portunidad. Yo quiero mucho a ese.... tal. Me es muy útil. Cuando Borunda se presentó ante el Jefe, llevaba en sus ojos las señales de la excitación del juego y del vino. A —Oye Fausto, tú conoces a las mujeres; sabes el modo de entenderte con ellas. —Pancho le guiñó un ojo a Holmes y en son de broma le dijo: —Compadre, este Faustito tie- ne la pretensión de conocer a las mujeres, ¡se cree el gran con- quistador! —No soy más que un: humil- de subordinado, Jefe; pero en Mid —Bueno, Fausto, bueno. Voy a darte hoy una buena oportuni- dad para que demuestres que eres irresistible. Se trata de una señora americana. —¿Señora.... de verdad?— (Pasa a la Página 5) > e —Yo las comprendo demasia- |! do —replicó Pancho en tono de suficiencia. ¡He conocido íntima- mente a más de cien mujeres de diversas índoles! Villa se puso en pie y se pu- so a dar paseos de un extremo a otro de la pieza, de repente exclamó: —¡Hay que darle una buena lección al imbécil de Merril, compadre" Holmes se puso a considerar con tristeza los ratos amargos que seguramente iba a tener que pasar su amigo y paisano. Pancho llamó a gritos a su ordenanza; cuando éste acudió, le ordenó que fuese a decirle al señor Merril que se presentara enseguida. Poco momentos después llegó Merril a la casa de Villa. Le dió gusto a Fred encontrarse ahí a su amigo George, quién después de algunas palabras superficia- es le dijo en tono serio. —Oye, Fred, el general quiere decirte algo importante. Si crees no poder entender todo lo que te diga, con gusto te serviré de intérprete, ya sabes que conozco el español tan bien como el in- glés. Me parece que el asunto es serio, camarada, así es que revístete de sangre fría y medi- ta con calma tus respuestas. —Tengo que hablarle clarida- des, amigo —empezó diciendo Villa— ¿Pa qué le voy a enga- ñar? Yo mandé traer a su mu- jer meramente por conocerla... ¡Caray! Es rete linda la conde- nada; pero... es como esas man- zanas muy apetitosas a la vista y que por dentro están podridas. Merril estaba lívido, no decía una sola palabra, pero se nota- ba su impaciencia. No se enfade, míster— conti- nuó diciendo Villa. —Tenga por seguro que ella si no tuviera us- ted un centavo en vez de contar con doscientos mil morrocotu- dos, ya le hubiera dado un pun- tapie.... como la otra vez. Desen- gáñese, esa mujer no es sino u- na.... pecaminosa que se va con el que mejor la paga. ¡Mátela, caracóles! ¡Un hombre tiene de- recho de estrangular a su mu- jer cuando le es infiel! He di- cho. Merril, cabizbajo, salió de la 'pieza dando traspies, como si es- tuviese borracho. —¿Qué piensa de su amigo, compadre? —preguntó Villa di- rigiéndose a Holmes. —Que ni usted ni nadie le ha- rán cambiar sus sentimientos ni su modo de pensar. —y¿Será capaz de seguir tole- rando el peso de su cornamen- ta y el ser el objeto de lubidrio de todos? —Lo que me sé —replicó Hol- mes— es que mi amigo, después |' de la sermoneada que acaba de oír, no ha de estar pensando en otra cosa sino salir fuera de Mé- xico en el primer tren.... por su- puesto en compañía de su-mu- jercita. —¡Ah, no; eso no! —exclamó Pancho—. Usted compadre me va a hacer favor... —Calló de re- pente. Se le había ocurrido. una idea. Llamó a uno de sus ayu- dantes, a quien le preguntó á dónde se encontraba en ese mo- mento Fausto Borunda. Pocos momentos después el a- yudante le informó que Borun- da estaba en una casa de jue- go. —Dígale que se me presente E ENFERM ESTOMAGO VESICULA BILIAR DEMOCRAT + MARICOPA STATE SENATE DE PRINCIPIO AHORA— Diga a sus amigos éste día .. que VOTEN POR PHIL A. ISLEY para' TESORERO DEL CONDADO Los pagadores de impuestos, (Taxes) nunca han perdido un solo centavo eligiendo a PHIL como Tesorero. DS /. CORPORATION COMMISSIONER OS A EÁIZI]Ál/Z[¡=ZJj¡ ESOS EDADES: ULCERAS HIGADO ¿Por qué continuar sufriendo de los molestos síntomas de Cardialgía, Eructos, Acedias, Gas, Agruras, Acido, Vómito; Latido? Cuando las famosas taurar su salud y felicidad! todo el sistema, sanando las nando así alivio rápido sin > Pueden ayudarle a res- 'on creadas para beneficio de afectadas y lo- 'oroso tratamiento oficina y con nuestro tratamiento natural de yerbas. 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