El Sol Newspaper, June 23, 1950, Page 4

Page views left: 0

You have reached the hourly page view limit. Unlock higher limit to our entire archive!

Subscribers enjoy higher page view limit, downloads, and exclusive features.

Text content (automatically generated)

Página Seis. -—_—_—_, ¡E “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE R DEL Elizabeth era muy entrada en prceeptos de su nueva ley”. Has como un tesoro precioso que años, y María llena de curiosi- dad, ser útil a sus semejantes cra su' mayor placer. Antes de traspasar los umbra- les de los ricos parientes de la rosa de Nazareth, diremos dos palabras del padre de Sar Juan Bautista. Oigamos lo que Ataulfo de Sa jona, refiriéndose al texto de S. Lucas. “En los días de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, úe la familia sacerdotal: de Abea. una de a- qucllas que servían por turno en el templo, cuya mujer, lla- mara Elizabeth o Isabel, era [gualmente del linaje de Aa - tón” “Los dos eran justces a los o- jos de Dios, y guardaron estiic- tamerte todos los pr :pto3 y ta aquí Ataulfo de Sajonia, Zacarías vió al ángel con gran 'Dios le había confiado, esperan ¡do con santa resignación que placer; pero la duda se anidaba ¡los acontecimientos portentosos en su corazón. Aquellas pala- bras, que resonaban con dulzu- ra en sus oídos, no eranerzidas por su alma. El cielo le otorga- ba en sú ancianidad la gracia de darle un hijo; este hijo era el Bautista el precursor de Cris- to, y el sacerdote afortunado no daba crádito a aquella revela- ción divo «aclaicando: —Yo soy anciano, y mi esposa lo es tanto como yo. ¿Cómo po- dré saber que es cierto lo que me dices? Esta desconfianza irritó al en- viado de Jehová. Sus ojos despidieron un rayo de luz celeste. —Yo soy Gabriel, —volvió a de cir el emisario celeste— uno de los ángeles que moran junto al que el cielo le anunciaba la con dujeran al punto elegido por la superioridad divina. Participó a José el placer que le causaría visitar a su prima Isabel, y él, que bueno y bonda doso se desvelaba por satisfacer todo cuanto era grato a su san- ta esposa, le dió gustoso su per- miso para que emprendiera el viaje apetecido. José era pobre, de su modesto jornal vivían, y no le era tácil abandonar el tra bajo; así es que, aprovechando la ocasión de pasar a ín, patria die Elizabeth, unos parientes su vos, les recomer :ló a su espoza, y María, partió e Nazareth en «a estación de !as rosa. José acompañó a su esposa hasta dos leguas del pueblo. y | a a Judea, porque esto es lo más ve yas de la Siria. rosímil, atendiendo el carácter “El aspecto de esa naturaleza de IZ viajera y las costumbres .tan completa en sus pormenores de los judíos. La caravana, des- tan hábilmente armonizada en pués de atravesar las tribus delsu conjunto, en que todo es ma- Issachar, Manasés, Samaria, y ¡ravilloso, desde el tejido de la Benjamín, saludó las altas coro|flor y el ala del insecto, hasta nas del templo de Sión y los ga-|esos mundos erarntes que bri- llardos minaretes de la ciudad |llan en las tinieblas de la no- sacerdotal, que dejaba a su iz-[che, excitó la admiración pro- quierda, y arribó felizmente a [funda de la Virgen hacia las o- las cercanías de Aín, son que los|bras magníficas del Señor. feroces habitantes de la vía “—!Cuán grande es—pensaba sangrienta detuvieron su paso. 'la Hija de los Profetas,— cuán Uno de los parientes que for-|grande es Aquel que da sus ór- maban parte de la comitiva de|denes a la estrella de la maña- la Virgen se adelantó a partici-[|na, y que señala a la aurora el par a Isabel el próximo arribo [punto del cielo en que debe apa de María. La que debía ser ma-|recer; que manda al trueno, y a dre del Bautista. se hallaba en [quien el rayo sumiso dice al una derruída casa «dle camjo presentarse: Ya estoy aquí! cuando recibió tas: fuusta nueva] “!Cuán grandes es!....Pero su y llena de goz> corrió hacia eljbondad es igual a su poder. amino con los b1a::s5 extendi-| “Es el que ha puesto la cordu- dos para recibir en ellos a su [ra en el corazón del hombre y 60 Viernes 23 de Junoi de 1950. — a. — o LGOTA" él, devolviéndole los precicsos un señor extra 1jero. Su ette dones que le había quitado. real ni la eno-zullece; modesta 4 Llegó por fin tan deseado día,¡y hacendosa, se ocupa de los ¡y Elizabeth dió a luz un hermo-|quehaceres de la casa, como la iso y robusto niño. última de las mujeres hebreas. Grande fué el usombro y ta Porque María 1ecuerda las pala admiracien de los pacíficos hawvi!lbras del Salmista, su antepasa- tantes de Aín al ver a aqueila |do: Todo el hono: de la hija de énciana que, inundado el restrojun príncipe consiste en el inte- de lágrimas de gozo, les erseña- [rior de su casa. La Virgen llega ha el tierno hijo e«un-que Dios lua|a 1 afuente; algunas nazarenas había favorecido. que la siguen !:egan también Los parientes se reunieron y|y cambian la salutación de los se trató el nombre que “al vás- ¡ Israelitas. tago del s.cerdote debía opner-| —La paz sea contigo,— le di- 'se, Todos optaron por el de Za- |ces. carías, que era el de su padre:| —La paz sea con vosotras, — pero Elizabet'1, opuniéndose, res|les contesta. pondió a sus parentes con fir- Y colocando la pesada arma ne y segura vz: sobre su cabeza, vuelve a enca- --Pe ningúa modo; Juán sera|minarse a Nazareth por la sen- llamado, da tortuosa de los Nopales. En- Entonces el anciano sacerdo-|tonces las nazarenas se reunen te a quien por señas pregunta-|alrededor de la fuente. El esta- ban los parientes qué nombre [do de la Virgen no se ha esca- 4 las leyes del Seño:; y habiendo |trono de Dios, y de quien se va- entrado Zacarías a ofrece: el iM-|le para trasmitir sus órdenes. ciry so cuando le correspordía |El me ha enviado a ti, y por se le apareció 21 ángol del Seña. leyanto has dudado de mis pala dado el instinto a los animales. | debía ponerse de-initivamente estando a la derezha del altar de los perfumes, teriendy su rostro lleno de tan a majestau, y toda su persona manifestando un ejre tan divina, qu> Zacarías se turbó y se puso a temblar : do su cuerpo, que fué preciso q', e: angel le soseg13e diciendo: “No temas, Zacarías; mi presen- cia debe servirte de gozo y con- suelo antes que le temo: tus súplicas lelgaron al firmamen- to, fueron oídas de Dins, y para que te convenzas de esto, sabe que Isabel tu esposa, aunque es- téril y anciana, te dará un hijo a quien llamarás Jun, el cual llenará de consuelo toda la ca- sa de Israel. “Su nacimiento será para tí y otros muchos motivo de una gran alegría, y presagio cierto de una futura grandeza. “Será grande a la presencia del Señor; él está destinado pa- ra ejercer un cargo sublime cer ca del Mesías, que vendrá bien presto y lo cumplirá. “Será sanctificado desde el vientre de su madre, y lleno del Espíritu Santo, y por todo el cur so de su vida guardará una abs- tinencia tan rigurosa, que ja- más beberá el vino ni la vidra, y predicará con tanto celo, que convertirá a muchos hijos de su raza a su Dios y Señor. “El precederá la venida del Redentor e irá delante de El con el espíritu y la virtud de Elías, predicará con tan prósperos su- cesos, que los hijos renovarán en su pecho la fe y la piedad de sus padres. “Convertirá a los incrédulas y ies obligará a seguir el camino de la prudencia de los justos, y parará para cuando venga bras, sordo y mudo serás hasta el día en que se cumpla lo que he venido a anunciarte. sin poder terminar la semaan de su oficio en el templo, por el castigo que Diós había lanzado sobre él. Triste y afligido, aban- donó la populosa Jerusalén, y a- travesando una parte de la Ga- lilea, de la feraz Samaria y dos terceras partes de la tierra de Judá, después de cinco días de marcha llegó a la ciudad de Aín en donde tenía su casa y sus tierras. Su esposa Elizabeth le recibió con alegría en el rostro y la sonrisa en los labios. La venturosa madre de Juan que- ría participar a su esposo el fa- vor que Dios les concedía; pero el incrédulo sacerdote no pudo oír sus palabras ni responder a sus preguntas. Un mar de lágri- mas corría de sus ojos. Angus- tiosos se suspiros se escapaban de su pecho, porque Jehová le había castigado, Elizabeth se a- rrojó en esus brazos, repitiendo gozosa: —El Dios de Jacob ha oido i Zacarías se quedó aterrado yl después, con el corazón oprimi- do por la ausencia de la Virgen, regresó a su casa. Isabel, la es- posa de Zacarías, había sido una seguntua madre para la Vi: gen desde que Aana y Joaquín lla dejaron huérfana. Los favo- ses recibidos por la niña duran- fo su permanencia en el templo 3 Sión iban a ser pagados por la mujer en la casa de la ancia na Elizabeth. Esta era la idea q' animaba a María al salir del Nazareth, al empdender el via- je. La joven y hermosa viajera, omntada en su modesta cabalga dura y rodeada de algunas mu- ¿Qué misterios oinflujo, qué san jeres buenas que como ella se joven prima, La Virgen vió lie- gar hacia ella a la noch: encia- na con el semblante leno de a- Jegría y de felicidad y bajendo al suelo la frente le dijo con dulzura: —La paz sea contigo. Elizabeth sintió en su seno un riov.rriento extra 1”. , La voz duice y respetuosa de María había levantado un ero melodioso en su corazón. Su al huevo del avestruz, y vela so bre el behemoth cuando se duer me a la sombra de: los sauces del torente; quien prepara al cuervo su alimento cuando sus polluelos van errantes y ham- brientos graznando por las pe- ladas rocas de los barrancos.” semblante se reanimó, y su san| “Entonces, a imitación del Sal gre comenzó a hervir en sus ve-|mista, la Santa Virgen convida- nas, como si su naturaleza hu-[ba a toda la naturaleza a ben- bicra retrocedido cuarenta años¡decir con ella al Creador. “En sus excursiones a través ta sensación habían introducido |de las praderas se complacia en dirigían hacia las montañas dejen su pecho las palabras de la¡la contemplación de las flores Judea, en que Zacarías el Aaaro nita tenía su vivienda, abando cé una mañana su patria nativa La ciudad de Aín se halla si- tuada a un extremo de la udea, El camino, áspero y montuso, expone a cada paso la vida del viajero. Algunos escritores sos- tienen que la Virgen hizo el via je sola; lo cual parece inverosí- evil, atendiend> lo áspero y que brado del camino que tenía que atravesar, y a que en Siria, 3e- gún Volney y otros varios cono- cedores de las costumbres de O- riente, nadie viaja solo sino en grupos o caravanas, siendo pre- mis súplicas, !Soy Madre! !soy madre! Siento en mis entrañas el germen de un nuevo ser que se agita. ¿Y tú-nada me dices? Zacarías se esforzaba en vano por ligar las letras. Era sordo- mudo. Exhaló un suspiro de an- gustioso dolor, y cayó desfalle- cido a los pies de su esposa, CAPITULO V LA PAZ SEA CONTIGO María guardó en el fondo de su alma la revelación que el án gel le había hecho. Nada dijo a su esposo, porque, modesta en extremo, temía que trasluciera ciso que muchos quieran ir a un mismo tiempo; precaución ne- cesaria en un país abierto a los árabes como la Palestina. ¿Có- mo pues, San José el varón pru- dente y reflexivo hubiera con- sentido que su casta esposa, la tierna virgen de quince años hu Nazarena, paa que la lengua |que halalba ante su paso. de Elizahcth exclamara de «:stej “Un día la Virgen puso su modo? mano sobre una flor inodora q' —Tú eres bendita entre :odos|los árabes llamaban arthemita, las mujeres, y el Fruto es ben-[e inmediatamente la flor adqui- dito de tu vientre. rió una fragancia, un perfume conservando su actitud humil- [tan grato, que aun hoy día es Y luego, viendo que María [mirada con predilección, entre de, no desplegakba sus labios. los hijos de Oriente, la familia continuó: de aquella planta que tal virtud —¿De dónde me viene la feli- [adquirió al solo contacto de la cidad de que la Madre de mi [Nazarena. Señor venga a r:í? Porque lue-| “Detrás de la elegante casa go que tu voz ha llegado a mis|del Pontífice hebreo se extendía oídos, mi hijo a! saltado de ai.-|uno de esos jardines llamados gría en mis entrañas, y tú eres|paraísos entre los persas, y cu- dichosa por hab¿: creído, perg'|ya disposición habían tomado lo que se te ha divliv de qurte |los cautivos de Israel, del pue- del Señor sera curplide. blo de Ciro y de Semíramis. Elizabeth, la inmortal esposa| ““Campeaban en él los más be- de Zacarías tocada en los ojos|llos árboles de la Palestina,-a- del alma por el soplo misterioso | menizando sus aractivos, el dul de Jehová, había visto a través|ce perfume de los naranjos y del ignorado porvenir el trono|los arroyos de cristalina agua q' de gloria que el Eterno reserva- |serpenteaban bajo las ramas pado a las curiosas miradas de “El es quien provee las nece-|a su hijo, pidió u:1 tablilla en|las mujeres, Una de ellas ha he sidades incesantes de la criatu-|cerade y un punzón, y escribió|cho observar a las demás que ra, quien da calor bajo la arena estas palabras com segura ma-!María está encinta; y aunque pe no se han atrevido a darle la “Juan es su nombre.” enhorabuena, se regocija en su Los concurrentes se miraron [|interoir, y piensan propagar la los unos a los otros con mues-|nueva por el pueblo. Mientras tras de asombro. Zacarías era ltanto, José trabajaba en su redu sordo-mudo. ¿Cómo, pues, escri- | cida tienda. El noble y honrado bía el mismo nombre que su mu 'variarca nada sab“, porque sus jer acababa de pronunciar, y Q'|ojos son ciegos a la malicia, y él no había podido oír? Pero la respeta a su esposa como a una expiación de la culpa había ter| virgen de Sión. Pero los días pa- minado, y Dios, con su infinito|san, y el estado de la Virgen se poder, devolvía al sacerdote he- | hace más visible. Entonces José hrco las preciosas faculades de| no da crédito a sus ojos: una que le había privado por espa-| risteza, una melancolía inex- cio de nueve meses. Zacarías hablaba y oía como antes de la revelación del ángel, y el pueblo comentaba con a- sombro este milagro. Por fín llegó la hora de que la Santa Virgen abandonara la ca- sa de sus parientes, y después de abrazar y bendecir al recién nacido, regresó a Nazareth, a- 'ompañada por unos criados de Zacarías El nacimiento del Bautista fué espléndido, como el del hijo de un príncipe hebreo. Los habitan tes de ín se regocijaron por es- pacio de algunos días con las Tiestas que el sacerdote hizo en celebración de tan fausto acon- tecimiento. Algunos años después, tenien do en cuenta que Juan era hijo de un sacerdote rico, y Jesús de un pobre carpintero, tuvieron el olicable se apcdera de su cora- zón. El sueño no desciende so- bre sus párpados, hondos suspi- ros se escapan de su pecho y la duda comienza a extender su matador veneno pod su alma Irocta y secilla. Una mañana, con el hacha al hombro, se enca o. raba al Carmelo. Las profun- das arrugas de su fre1t= vene- table se hallan car «14. : de ne- res presntimientos. Débil el cuerpo, preocupada la imagina- rián, se sienta a l1 sombra de ur. frondoso sauce, olvidándose le: motivo que alli le conduce. ¿Será verdad ¡io que n-3 ojos wan visto?— se dice a si mis- %.0. —María la inmaculada Vir gen, la esposa casta, la mujer de sencillo y recto corazón, ¿có- mo es posible que haya olvida- do sus deberes? ¿Cómo creer q' haya burlado así la buena fe más al primero que al segundo, |del hombre que como padre ca- pues el Hijo de Dios no fué pa- |riñoso la ha admitido en su ca- ba a su prima. Pero ogamos las, biera emprendido un viaje de 5 poetico y sublime del Nuevo Tes: o seis jornadas en un país zin más posadas que los grandes manteladas cobertizos llamados kervanseray, en donde los camilmás armonioso de las Santas nentes se refugian durante la 'Escrituras, de esos libros que noche en un monte como un ga- han sido, y serán eternamente | ,¡hado de ovejas? Nosotros he- el inagotable manantial de la tamento, el más inspirado, el el Señor un pueblo perfecto, pa-|en sus palabras un rasgo de vo- mos rodeado a María de amigos inspiración cristiana. ra que reciba con docildad Hleres a New, Easy Way To Save! Ei per easy to save for the things you need and want. The plan calls for regular weekly deposits of a fixed z amount — from $1 to $20 — and pays a cash bonus at thx end of fifty weeks. Payments may be made in advance. A Budget Savings Account may be started at any time. I£ you have your heart set on a home of your own and the down payment presents a problem ...or if you want to save for a new car...for a real vacation, or new clothes for the whole family...for taxes, insurance premiums, or for a husky payment on your mortgage ...open a Budget Savings Account. W rite, or comein forcomplete information about our new Budget Savings Plan — the plan that makes it easy to save and pays a cash bonus for your thrift. los¡nidad. Guardó, pues, el secreto, y parientes durante el viaje a vings Plan Yo, our new Budget Savings Plan nk Announce? Budget Sa BUDGET SAVINGS PLAN María con su humildad acos- tumbrada, rspondió de este mo- -—— |modo Isabel: “Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se transporta de gozo en Dios mi Salvador. “Porque el Señor ha atendido a la humildad de su esclava. “En adelante seré llamada bienaventurada en toda la serie de los siglos. “Porque ha hecho en mi gran- des cosas Aquél que es Omnipo- tente y cuyo nombre es santo. ing Easy “Su misericordia se extienede le Plan Makes Saving A New, SimP'e Sh Bonus for Thri s Cas launched pe and Pay VINGS PLAN laur Ha desplegado la fuerza de 1z.— (Special) THE NEW me y Ho offers shrift-mindod su brazo, y ha disipado a los q' age by the doll nus! for systematic saving se llenaban de orgullo en medio q Austamers an incentivo de su corazón. “Ha arrojado a los grandes de su trono, y ha ensalzado a los humildes. “Ha lelnado de bienes a los q' estaban hambrientos, y ha em- pobrecido a los que estaban ri- cos. “Se ha acordado de su miseri- cordia, y ha protegido a Israel, su servidor, “Según la promesa hecha a nuestro?padre Abraham y a su linaje para siempre.” “La Virgen, dice el abate Or- sini, que con tan poéticos y deli cados colores ha descrito la Vi- sitación de María, permaneció tres meses en el país de los he- theos, y pasó esa larga visita a en el ondo de un florido y fértil corta distancia del país de Aín, valle en que Zacarías tenía una casa de campo. “Allí fué donde la hija de Da- vid, profetisa también y doatda de un genio igual al del ilustre jefe de su familia, pudo contem really makes it —— de edad en edad sobre los que lc temen. plar a satisfacción el cielo estre llado, los bosques sonoros, y el vasto mar que desplegaba al ho rizonte sus olos agitadas o apar cibles sobre las resonantes pla- de los sauces, - “Allí era donde los tiernos dar a Elizabeth sus temores so- bre el suceso cuya esperanza la colmaba de gozo, pero que su edad avanzada podía hacer funesto. “Cuán religiosa y grave debía ser la conversación de estas dos santas mujeres!... “La una, joven sencilla e ig- norante del mal, como Eva al salir de las manos «del Hacedor; la otra, cargada de años y en- riquecida con una larga expa- r.ercia profundamere piadoza La una llevando en su sano, por targo tiempo estéril, un hijo q' debía ser profeta y más que pro feta, . la otra a la semilla ben- cita cel Altísima libertador de Is. acl.” En las hermosas noches del verano, cuando el pálido res- plandor de la luna alumbraba la floresat colocábase bajo una coposa higuera, o los verdes pámpanos de un ancho parral, la comida de la opulenta fami- lia del mundo Zacarías, com- puesta del corderillo alimenta- do con la aromática hierba de la montaña, el pescado de Sido- nia, el panal de miel silvestre extraído del hueco de la vieja encina, los sabrosos dátiles de Jericó, que figuraban por enton- ces hasta en-la mesa del César, los albaricoques de Armenia, los alfónsigos de Alepo y las san días de Egipto. El vino de los collados de Engaddi, que el ma yordomo del príncipe de los sa- cerdotes guardaba en cubas de piedra, circulaba en ricos vasos, que llenaban los criados con slegres rostros. María, frugal en el seno de la abundancia como en el de la medianía, se conten- taba con algunas fiutas, un pn- co de pan y una taza de agua de la fuente de Napntoa. Así transcurrieron tres meses, durante los cuales María fué pa ra la anciana Euizabeth una hi- la tierna: y solícita. Zacarías, entretanto, mudo y sordo por su duda ante en en- viado de Jehová, esperaba con santa resignación que la bon- fiad del cielo descendiera sobre ra ellos más que un hombre co- mún sin importancia, sin cate- palabras de la Virgen, el canto¡cuidados de María hicieron olvi goría alguna. La preponderan- cia del Bautista fué grande. ¡ Juan había pasado su vida en ¡el desierto. Jesús vivió oscurecido en Na- zareth hasta tres años antes de su gloriosa muerte. Pero ¿quién, no siendo Dios, hubziera podido llevar a cabo en tan corto tiem- po la santa obra de la redención que salva a la humanidad? Los musulmanes, según dice el cé- le helenista Herbelot en su Bi- blioteca Oriental, han conserva- do una grande idea de San Juan Bautista, a quien ellos llaman Jahaiven-Zacaría (Juan, hijo de Zacarías), Saadi, en su Gulistón, hace también mención del se- pulcro del Bautista, venerado en el templo de Damasco; en él hacían sus oraciones, y refiere las de un rey árabe que fué a!lí en peregrinación. El califa Abd- el-Malek quiso comprar esta iglesia a los cristianos; pero ha biendo rehusado éstos la canti- dad de cuatro: mil dinars (do- blas de oro) que les había ofre- cido, armó su gente y se apode- *ó a viva fuerza del templo que deseaba adquirir con su oro. Más adelante nos volveremos a ocupar de San Juan Bautista. Ahora volvamos a Nazareth, donde nos esperan otros aconte- timientos, CAPITULO VI EL EDICTO DEL CESAR Doncellitas hermosas de Naza reth, que abrís el postigo de vuestras ventanas la luz indeci- sa del alba os envia dezde Oren te los buenos días, vosotras no madrugáis tanto como la casta esposa de José el carpintero. Mi- rad a...allá va. Sora su divina cateza, que ha de versa corona- “a de ángeles, descansa -el peza du cántaro de las nazarenas. Sus pies, a los que la luna ha de servir de pedestal, se deslizan pur la senda que conduce a ¡a fuente, ligeros como los de una pecela. Sangre de reyes corre sa, respetando sus deseos? ¿Có- mo creer que María deshonre las canas que pueblan mi cabe- za anciana? !Oh! !No, no! eso no es posible. Entonces José, suspendiendo su soliloquio, derramando abun dantes lágrimas, permanece mu do y silencioso por algunos ins- tantes. —Ella ha sido reconocida pre- fiada,— vuelve a murmurar el patriarca:— todo Nazareth lo sa be; mis parientes han llegado a la puerta de mi casa a feliciar- me, y sus palabras de regocijo y alegría han sido saeats que se han clavado en mi ocrazón, porque ellos ignoran el casto la zo que nos une: ¿qué hacer, Dios de Sión?...¿Viviré bajo el mismo techo de una mujer adul tera? ¿Me cubriré de infamia faltan a las palabras de Salomón, que do a la ley? ¿Cerraré mis oidos nos ha dicho: El que tiene con- sigo un amujer adúltera es un lioco, un insensato? ¡Cuánto debió sufrir aquel santo varón en los momentos de duda que le devoraban! Fal- tar a la ley o deshonrar a su es- posa eran los dos caminos que su situación crítica le presntaba La pasión de los celos es dura como el rfierno y el marido no perdona en el día de su vengan za,. Esto había dicho Salomón. La mujer adúltera debe mori. había escrito un gran legislador de los hebreos en el monte Si- fai. Los celos eran terribles en- tre los israelitas: la historia nos presenta ejemplos sangrientos. La sola sospecha de un delito que odiaban, armaba la mano del ofendido esposo, y el hie:ro homicida volvía a la vaina man chando con la sagre de la mujer culpable, son los ejemplos que nos presenta la historia. El bas- tardo, maldito hasta la décima - generación, se veía privado de todas las prerrogativas, de to- 05 los derechos concedido a its hebreos. Sus plantas impu- or sus venas; pero el trurco de [ras no podían pisar las sinago- sus mayores s» deshizc bajo las gas; las asambleas nacionales guis.s del águila romara. y la $e cerraban para ellos, y las es- ce. 1cna de sus ilus':es antepasa cuelas cel Estado les negaban du descansa so”:2 la sienes “le las luces de la ciencia. anna xxx aaa

Other pages from this issue: