El Sol Newspaper, May 26, 1950, Page 3

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r . q€PEI] 3E93o, o O annaan-=-- Dn Danna Viernes 26 de Mayo de 1950. “EL SOL” SEMANARIÓ POPULAR INDEPENDIENTE "Página Tres. heredaban tan solo una casa ¡hacerle una visita. No merecía¡minaba a fijar en definitiva re-|ven, llamándolo con voz dulce: RUTAS DE EMOCION UN MARIDO MODELO ¿Cómo se las compuso “aquel! marido para engañar a su mu- jor durante tantos años,, sin q” ella lo sospechara? ¿De qué moco pudcí burlar su sagacidad femeninz haciéndole reer en una fi idad :olu- 12? .” miserable, de escaso valor. Ya no podía reprocharle nada al difunto, que estaba bien dor-|bre que fué infiel y perjuro. mido en su fría sepultura. No podía apelar, porque la ley es la ley y los tramites es-|cié con mis prppios ojos. taban cubiertos. Y fué también cuando se supo|to bien guardado, como dijo en que aquel joven que lloraba tan[su obra Alejandro Casona. to en el velório, era el hijo ma-¡muerte es la gran indiscreta q' yor del segundo “matrimonio clandestino”. Nadie había sabido de esta Esto es lo que pregunta ahora segunda vida. Nadie le vió nun- la viuda de un individuo que ca ir con otra mujer. Sin embar después de trabajar mucho tiem|%” quel hombre supo por lo po en una fábrica, portándose como el hombre más honrado, y llevando siempre a su esposa con él, al morir dejó al descu- bierto toda una historia de adul- terio y de vilanía. Durante los largos años de trabajar en aquella industria, lo fueron descontados algunós miles de pesos para “Fondo de retiro” y por lo tanto, sumaban ya una respetable cantidad. : El marido modelo llegaba a] su hogar momentos después de visto disimular a la. perfección su adulterio. Y este caso verídico, me re- cuerda el de un famoso médico fallecido en La Habana. Cuando una semana más tar- de fué a llorarle la esposa en el cementerio, encontró que otras siete mujeres enlutadas gemíar enn el mismo dolor, regando la tierra con su lanto. Creyendo que se trataba de a'guna cliente agradecid:, la es posa entabló conversación con abandonar su trabajo, Cuidaba¡la primera. Y supo así que ha- del pequeño jardín, chalrlaba |bía sido amiga íntima del difun con sus hijos y no salía solo ja-|to. Y las otras siete dijeron lo más. La felicidad vivió entroni-|mismo. zada en aquella casa. A todas las había amado con Al ocurrir la muerte súbita, [el mismo ardor y las había lle- los amigos que asistieron al ve- [nado de halagos. lorio se fijaron en un joven que| Primero, fué la ira la que se lloraba con tal desesperación [apoderó de la esposa. Pero, se- que hacía pensar que se trata-|guramente debía tener un senti- ba de un pariente muy cerzano|do demasaido claro de la reali- del] muerto, nero como se supo |[dad, porque acobó enjugando su que trabajaba en la misma of1-|llanto y pidiéndo le a sus siete ema, se eti'buyó a un afecto de |eompañeras de lanto, hacerse amigo solamente. Fué neve días después, al a- amigas. —No merece fulano que le llo brirse el estamento, cuando la|remos puesto que a tidas nos asombrada viuda tuvo conocl- miento Ce que eran dos las mu- jeres qu» reclamaban la h-=ren- cia. Al fallecer, el esposo había engañó— exclamó risueña. Y les propuso a todas: —¿Qué les parece si ños qui- tamos”hoy mismo el luto y nos vamos a divertir a un teatro o a hecho testamento, dejándole ín-|un cabaret.? tegra la cantidad que tenía en —Magnífico — respondieron la fábrica. así como la casa don ¡las siete amantes. de había vivido con su farrilia, “a la otra”. Le legítima ENOsR y sus hijos El muerto se quedó sólo en su Itumba. Nninguna volvió a ocu- parse dellevarles flores ni de APRENDAN IN GL£S CON El. Profesor FERMIN ARTECHE CLASES PRIVADAS Y A GRUPOS LLAMEN AL TELEFONO: 8-0827 615 al Norte de la Calle 3 _—. PHOENIX, ARIZONA REA LE DUELEN LOS PIES?? Nosotros eorregimos los Arcos Caídos, Flat Feet, Dedos Toreldos, Ampollas, Callos, Talones Adoloridos, Todos estos males son la causa ue: PIERNAS ADOLORIDAS Y DOLORES DE ESPALDA Vean al Dr. H. B. Murray, Ph. T. Número 5 al Oeste de Adams Phoenix Azizona Teléfono: 2-1552 Ayuden en la Campaña para los Niños Inválidos del Estado la pena, como dijo la esposa, derramar lágrimas por un hom- Y esto que pahece un sainete, fué una verdad que yo presen- Decididamente no hay secre- La ¡tira de la manta y muestra a- quello que se tratada de encu- brir con el misterio. Ante la muerte no hay men- tiras. El Medio Botón Por Josefina Zendejas Este medio botón no tenía ra- zón de ser en la vida, puesto q” no servía para nada. fin-embar- go, eran tan afortunado que o- cupaba él solo un departamen- to forrado de raso, sito en la bol sa de una respetabl2 señora de edad. ¿Qué quería decir aquel mi- moso capricho? !Acoger de mo- do tan cuidadoso a un pobreci- llo e inservible medio botón? Sepamos la historia: En los tiempos en que este medio bo- tón tenía la arrogante forma de una rodela de combatiente, es decir, redonda, había vivido fijo en un abrigo de lana—gris por señas— mediante una media do cena de puntadas de seda, | ¡Cuán hermoso era! Poseía | unas glaciosísimas ondulacio- nes en los bordes, que, por a- Í quellos días, eran toda la moda de los botones en boga. Seguro de sus prendas perso- nales, !con que distinción se re- pantigaba en mitad del pecho de la jovencita, su gentil due- fia! Era él, en el abrigo que le había tocado en suerte decorar, la primero y lo más vsible. Se le distinguía, tades eran sus resplandores, antes que un dije y que a un soberbio prendedor que trataban de dis- putarle su puesto de primacai, ya estuviese de cara al sol, ya le cayesen de lleno las luces:ar- tificiales. Cierta ocasión, después de ha- ber tratado en vano innumera- bles veces de llamar la atención para indicar el peligro en que se hallaba de emprender, con- tra su voluntad, un viaje con rumbo desronocido, hubo al fin de decidirse a dar su último a- diós al ojal de pestañas de seda Interrumpió la escena de des- pedida la señora mamá de la jo vencita dueña del abrigo que, a 317 E. MADISON — (Por sidencia del totón en el abrigo de su hijo. Pero quiso la mala fortuna del hoy medio botón, q' la señora en- un rapto de pulcri- tud sacudiera varias veces suce sivas la dicha prenda. En medio de la agita: ón de las sacudidas saltó el botón, rodó y desapare- cié como ny: ensalmo. Se le buscó inútilmente por todas partes; ya hurgando rinco nes, ya levantando tapetes y muebles. Tiempo después el abiigo del meto pr 10 fué régalaro a ai guna persona en precaria situa- ción. Nadie volvió a saber de él ni a citar el irncitente de la ex- treña deserción. Alguna vez, cuando la señora madre de la entonces niña, ha- cia una limpieza extraordinaria del hogar, por la gratísima sau- sa de que iba a celehra:se una fiesta con motivo de-haber ter- minado su hija una notle carre ra, halló, es decir, hallaron unos sobrinos suyos que la ayud:iban en estos menes'> bajo un 10 pero, al cariacontecids media botón. “Llave de mis recuerdos”, lo guardó en el bolso de mano, donde habita desde el día de hoy como un jubilado de traba- jo, ajeno a desazones y peligros. CUIDE SU FIGURA ADQUIERA EL HABITO DE UNA BUENA FIGURA La fuerza de voluntad es un conjunto de hábitos. El mante- nerse esbelta y sana puede ser un hermos” hábito. Pero ante todo, des»>;2 las nubes de la confusión. La -icayer pu te de las mujeres obesas aseguran q' en el alma están deseosas de a- delgazar pero que la carne es débil. En verdad, es el alma la débil. He aquí una frase familiar: “Prefiera estar gorda que re- nunciar a comer lo que me gus- ta”. Eso es no desear sincera- mente estar delgada, Las pala- bras pueden ser ligeramente di- ferentes, pero la melodía es la msma. Por lo tanto, tomen una silla y hablemos tranquilamen-' te. ¡ 1 Parece que tiene usted la idea dija de que debe seleccionar en ¿Tu?, exclamó la señora al. reccnocerlo. !Y en qué estado! [tre dos males igualmente terri- Hemos envejec.1o, amig., :2112 |bles;: renunciar a todos sus ali- mis canas. Mi niña en camiir, mentos favoritos, o aceptar los! es ya lo que se lam: una scñn kilos excesivos. Usted está segu rita. ¿Sabes?, vuelvo hoy de Sulra de que prefiere estar esbelta, ; examen recepcirraj. Ya la verás; si el sacrificio fuera temporal. : trajeada de la:gu; me sobrepa- sa en estatura. Y entabló una larga y tendida charla que puso ai tanto al bo- itón de todos los suceso ocurri- dos durante su ausencia, Se inició después el capítiio de los recuerdos: cosas todas q' ambos conocíaa al dedillo. Intempestivamente llamaron con premura a :a puerta. 'Mi hija!, exclamó "emociona. da la señora al tiempo que 29- rría con el botón en la mano. Vi nieron luego los abrazos, las fe” licitaciones, los votos porque la vida de la joven fuese una de esas prolíficas vidas en el ca- mino del bien. ; Acompañaban a la joven va- rias personas con el objeto de agasajarla. . Todas llevaban trajes adorna- dog con botones nuevos, lucien- tes como er ayer nuestro medio botón. Mirándolos éste se sentía so-|.sf, bre ascuas. El era hoy, además de un inválido, casi un extraño. Tenía temor y verguenza de ser sorprendido e interogado y no pensaba sino en escapar otra vez. n Pero la sefiora madre de la jo AN PAN - AMERICAN PRODUCE CO. dentro de la Marqueta) COMPREN A PRECIO DE MAYOREO: ¡Hojas para tamales— chile colorado— papas— frijol pinto, |¡camote— ajos— cebolla— Todas clase de verduras—Le- ¡ehuga— Tomate— Plátanos— Naranjas— Limones... po el lugar y ahorren muy buena cantidad de dinero... COMPREN a PRECIO de MAYOREO LO QUE GUSTEN... TELEFONO: 3-1432 DR. RAY M. PISAÑO OPTOMETRISTA DESEA ANUNCIAR EL CAMBIO DE SU OFICINA | Que en Futuro estará en el 610 del HEARD BUILDING El nuevo Tel. es: 32427. Llame para ponerse de acuerdo Horas de Oficina: 9:00 A. M. a 5:00 P. M. Phoenix, Arizona 99.5 Para obtener un Motor Recompuesto Ford V8 Motor Exchange Manga del motor ligeramente levantada MOTORES NUEVOS GARANTIZADOS — 90 días ó 4000 millas — Un pequeño recargo por instalarlo THE MOTOR 510 WEST JEFFERSON ST. (Frente al . Para beneficio de ustedes, se Habla Español Otros Motores a Precios Comparativamente Bajos EXCHANGE OSCAR HUNSAKER, Propietario = TEL.: 2-6192 Armory) | Desde luego, puede ejercer su fuerza de voluntad durante el tiempo que dura la dieta, pero ¿qué objeto tendría esto, protes ta, si siempre ya a estar desean- do esos mismos alimentos y te- niendo que hacer el sacrificio de la renunciación? Usted razona: ¿“No sería un tormento enloquecedor no poder comer nunca lo que más le gus- ta? ¿Quk figura, por perfecta q” fuera, valdría la pena de tanto sacrificio? Ahora, examine la cuestión desde' otro punto de vista. ¿“No sería maravilloso e que no deseara unos alimentos que me engordan? Entonces el con- servarme esbelta y hermosa £e- ría una cosa perfectamente na- tural? ” Esto es más correcto. Se encon traría en la envidiable situación de no desear comer en exceso y de no desear esas odiosas calo- s que producen la obesidad. Lo único que se necesita para esto es un leseo sincero de par- te suya. Entre las dos podemos ¡realizar un verdadero milagro en su figura. Tnte todo, comprenda que su desea constante de alimentos re pletos de calorías es cuestión de hábito. No importa cuán fuerte sea su aparente “necesidad” de ellos, la verdad es que no hay nada en su organismo que los exija. El hábito es el amo. Aho- ra ponga al amo a trabajar en beneficoi de su belleza. Y Tre- cuerde, nuestros menus no la hacen renunciar al placer de co- mer. Podrá gozar siempre de la buena comida. Todo lo que ten- drá que hacer es adaptarse a una buena comida que no en- gorda, ¿Cómo debe usted comenzar? Comience ahora mismo toman- do el curso de comer para redu- cir. Pero hágalocon energía y ac ción. Esta es la combinación q' produce los buenos hábitos. No puede tener energía dejando de comer, sino comiendo......... para reducir. $ Fabrica arca de pa pine: cta EE Ul EL PROBLEMA DEL CINE Las películas cinematográficas que uno ve en el teatro de su barrio tarde que temprano llegan a Europa y al resto del mundo, donde serán contempladas por unos ciento diez millones de personas por año, lo que quiere decir que el ci- ne americano tiene en el exterior un público mucho mayor qu el nacional. Sin duda que muchos de nuestros iectores fueron al ci- ne la semana pasada. ¿Qué vieron? Quizás que alguna de esas vistas espeluznantes en que los hampones o “gangsters' andan a tiros con la policía en bocacallos y callejones. O qui zás que alguna romántica, donde la heroína sale vestida de gran lujo y vive en alguna mansión que parece palacio im= perial. Luego después veremos al lector camino de su casa, Por la calle silente y tranquila, dejando a su paso las vivien» das de los vecinos y las tiendas y droguerías ya cerradas, y . haciendo comentarios acerca de los maleantes de la pelícu- la, y de los trucos de que se valen los de Hollywood para ha cer más fantásticas las vestimentas, y las aventuras ,de la estrella en cuestión. En todo caso, se trataba de divertirse, y de descansar un poco después de la cotidiana jornada en la oficina o el taller. En cambio, en el extranjero, esas escenas adquieren diferente significado; porque allá las toman muy en serio y se figuran que son representaciones de la vida real. Ven al maleante y se imaginan que todos los callejones de todas las ciudades están llenos de “gangsters” en los Estados Uni- dos. Y en cuanto a la heroína, pues se les figura que todas las mujeres de aquí deben de ser iguales. Pero aun suponiendo que no se lo imaginaran, ahí a su lado nunca falta el susurro malicioso que les roce el oído di- ciendo: “Vea nomás, amigo, ¡qué americanos tan brutales! ¡Y el lujo que se gastan! !Da rabia! ¿Qué se podría hacer con las cartas dirigidas al exterior, para contrarrestar estas torpes insinuaciones? ¿Cómo com- batir la falsa impresión que el cine, sin querer, deja en el público extranjero? En primer lugar, toda carta de América dirigida a pa rientes o amigos tiende a dejar una buena impresión y con- tribuye a presentar a los Estados Unidos en uná luz verda- dera. Si en las cartas que se escriben les apietd uno a sus se res queridos lo que pasa aquí —los acontecmiientos de cada día, los hábitos sanos de la gente, las pequeñas contrarieda- des y las grandes espernzas, todo ello— le relación les hará impresión diferente a quienes a lean. La gente de allá co- menzará a decir: “Pues mire usted, sin duda que el cine no lo representa todo. Mi amigo americano, a todas vistas, vive de modo muy distinto del que sale en las películas. Que yo: sepa, todavía no ha sido acribillado a balazos por los gang- sterS......” Con esto comenzará a conoc erse la verdad. Ya des. pués, gradualmente, la impresión falsa irá desapareciendo, para darle paso a la veraz, Además de todo esto, quizás que haya corresponsales que deseen ser más específicos, y entrar en detalles. Puede que alguien le escriba a su familia, o.a su amigo, de esta gui sa, más o menos: “Hemos sabido por aquí que ustedes de por allá toman las películas del cine muy a lo serio, como si fueran representaciones de la vida cotidiana que hacemos aquí en América; pero no es así; aquí las miramos como si fueran, casi todas, como cuentos de hadas. Los maleantes de la pantalla cinematográfica hacen el papel que en los tuentos les corresponde a los gigantes, a los ogros, a los la= drones de camino real, a los tipos siniestros que tanto nos divertiían en aquellos tiempos felices de nuestra niñez. En cuanto a las heroínas, pues no faltaba más: son las Blanca- nieves y las Cenicientas.....” Por tanto, que cada quien, cuando se ponga a escribir una carta, que se acuerde del problema del cine. El testimo- nio de una sola misiva bien puede resultar más conveniente que el que resulta del atuendo y la prepotencia de Holly- wood.

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