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“EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE - RU A A AÁ Viernes 19 de Mayo de 1950. Página e A 14 00 Al CAPITULO 1 'admirarte, hermosa y poética EL PUEBLO ERRANTE [Palestina. Los ojos del cuerpo Hermoso cielo de Galilea; mis¡no se han extasiado contemplan ojos no han admirado, por des-:do los campos de Zabulón, cu- gracia, las poéticas tintas de tus biertos eternamentemente de crepúsculos. violetas. Perfumadas faldas del Car-| Yo envidio a los ilustres via- melo; mi pecho no ha respirado|jeros , a los cristianos peregri- el balsámico aroma de tus bri--nos que han corido el dilatado sas. suelo que ocuparon tus doce tri- Frescas riberas del Jordán: ¡bus, desde el monte Hermón mis profanos laths no se hanj|has alel torrente de Egipto, des- humedecido jamás con el claro,de las cordilleras de Galaad manantial e tn corriente sar.-[hasta las tempestuosas playas ta. del mar Occidental. La historia Sagrada cumbre del monte [ue tu puebl: ha sido mi lil ya de la Calavera: mis plantas no'fuvorito dezde que mi lengua han hollado tus calcinadas ro-|comenzó a ligar le'ras del alta- cas empapadas un día con la |beto. % > sangre de Dios y las lágrimas | Pero !ay', ...¿qué se hicieron áel a Virgen. “ llos descendiente: de Abraham . Anciano Olivete, cuya cima |y de Jacob? El pueblo de Israel |maldito, la venida del Mesías: sirvió de pedestál al Nuzareno|...tan sabio, tan valiente, esa raj€n tu seno tuvo su cuna, su ros: cuando las nubes celestes des-|za de donde naciero1 los Profe-:tto escupiste, su sangre u.rra- cendieron del Paraíso para arrejtas, esas tribus que inmortali. 'Traste, y su maldición aplasta batarle de la mansión del hom-|zaron los nombres de sus jefes, cor su peso *s. prosperidad de bre; la brisa vespertina que agi-|¿en dónde están? ¿qué punto ¡tus hijos. No esperes, no, que los ta las pequeñas y aterciopela-[de la tierra ocupan? ¿do se ha-¡campos de Gabaón se cubran das hojas de tus olivos no han|lla su higar? ¿cuál es su pa- [nuevamente con los laureles de creado mi frente nunca. tria? Dios nació entre ellos, y la |Josué y los despojos sangrientos Jábano inmortai. majestuoso |SAngre de su Dios que der:a:a- ¡de los cinco reyes mandados por fa-asma de los tiempos, que|!0n pesa sobre sus cabezas Co-|Adonisech. Aquella batalla, que guardas en tus mudos anales Ja [mu una maldició.2, y los empu- [duró tres días sin ponerse el sol, hisicría monumante.; Balek ¡da por el mundo cono débiles [sólo pudo efectuarse por la vo- desconocido a los hombres, que'2'istas que arcastra sin rumbo /lluntad de Dios, y Dios ha lanza- » cierto el poderoso soplo de! hu-|do su terrible maldición sobre fecv1 dizabas con el húmedo py! vo de tu nieve »1 llano de Puno, ¡Fecán, El ariet eromano ha con [tu 1aza. Por eso 1 bandera de los Ma- que oreaset la platewa cane; Vertido en escombrcs sus pcde- ra cel solitario No5, y presen- |resas ciudades; la triunfadora [cabeos no volverá a pasearse caste la divina tragedia dul. ¡espada de los hitos del Tíber [triunfante por la hostil Sama- Góiscta, lanzando un gerico [segó sus za ygartas, laz som- [ria, ni los valientes hijos de de dolor, cuyo eco fué a perder-!'bras terrib'es de Vespasiano y|Matías alzarán sus tiendas s- se en las profundas concavida-,Tito se cier” :: todavía sobre [bre las altas cumbres de Gari- des de tus barrancos; el oloroso las sangri.:+tas ruinas de Jeru-|zin viveron a tan horrible catástro- fe legaron a sus hijos una mal- dición eterna y una vida erran- te y vergonzosa hast ala consu- mación de los siglos. Las profecías se han cumpli- do: el templo de Sion no alza sus soberbios pórticos; sus puer tas de oro no se abren ante el Paso Cel sacerdote hebreo. los descendientes de Jacob ya no a cuden a sacrificar anté los alta res del Dios invisible de sus muay res, y las arpas y los“sal terios de las hijas de Judá no e- levan dulces y poéticas melo- días al Santo de los Santos. Moi sés, el intérprete de Jehová, tu sabio legislador, tu dogma, ya no volverá a inlustrarte en el de sierto, En vano esperas, pueblo EL MARTIR DEL for, ni tus hijos gozarán en paz, CAPITULO Il a la sombra de sus sauces las, . . SOLO EN EL MUNDO inmensas riquezas que les pro-! Cargado estaba el cielo, obscu po:cionaba el floreciente reina-'ra la noche, frío el ambiente, El [do del Rey de los Cantares. Sa- solitario buho cual centniela lomón, el bien amado del Señor, nocturno, lanzaba de vez en lya no enviará sus naves a Ofir, [cuando su monótono y prolonga tierra del oro, no paseará las ca'do lamento desde las altas co- les de la ciudad santa con su|pas de los árboles, cuyo eco carro de bronce de Corinto en — ¡lastimero iba a perderse en las cuyo frente se lía con letras de [profundidades de los barrancos. diamntes :Yo te amo, !oh que-* El castañeteo interminable de rida Jerusalén! La reina del ¡los hambrientos chacales del Mediodía, la hermosa -Nicaulis, ¡bosque de Efraín despertaba. de no llegará, atraudda por la fama |su ligero sueño a los. feroces lo- le tu opulencia, montada en su|bos de los barrancos de la tribu ldormedario de Efa, y resplande|de Manesés, los cuale3 'ehvia- ciente como un mar de oro sem|ban a sus terribles ctompañeres brado de plata y esmeraldas, pajen alas de los vientos de 'la no- ra regalarle a tu rey tres elefan|c”e prolongados y estriden.es tes cargados de aromas, perfu- faultidos, La luna rompía de vez mes, polvos de pro y piedras [en cuando las espesas'nubis «1 |preciosas. Tus naves no explota |la ocultabun, dejando caer 'un rán el comercio del mar Rojo, [rayo de su luz clara y suavé so ni las costas orientales de Afri-|bre las altas cimas de los mon» ca, como en tiempo de Josafat, [tes de Samaria, que cual negros ni tus hijos hallarán en el des- |y cucadenados fantasmas exten ticiro otro Zorobabel que les Jdian su sombría loma det Este guie! hasta sus abandonados la-|al Oeste. El monte Hebal, más res y reedifique el dersuído tem |enciespado, más tétrico, «más plo de sus: mayores... inionente que sus he*maóns, ¡Pueblo de Abraham! Tu nom|st alzaba en med> de aquel bre ies un oprobio, tu patria ellap'«tada cordill3:a= como un gi destierro. Grande es. el castigo¡£a1 te amenazadr, maldiciendo | 'que Dios: manda sobre tu raza; |la impiedad de los rebeldes sa- 'pero tu delito es grande. pues Maritanos. El viento: Norte co- | derramaste sangre cuando El te menzó a silbar entre los espinos nalía elegido pcr su patria. Tú so FR o apiñados con veloz cawre.2 ; ce1aste lo soi-lo a sus palabras les las: Hberaa ¿del aia? dee, lc ojos a sug milagros, y aque- Y, llas. palabras vaguellos hechos rn Eso perdi E yu ss Si resuenan y s> aparecen en tor [1 lejano e a eps no tuyo hasta en tus sueños. AS É Dios-quiso recogerie bajo sus A- var en el espacio anunciunde GOL «tas la eterna nieve de tu cima perfume de tus cedros, el bri- 'salén, espan*: “dc cl sueño y llador reflejo de tus cordilleras, arrancando lágrimas de luto y no han detenido mi paso para verguenza a los descendientes admirarte desde los pintorescos de los Macabeos. La hora anun- valles de Zekle. ciada por los profetas sonó en el Y tú, reina del Asia, cumbre/jhorario incorruptible de los inaccesible del Sabino, que ocul|los tiempos; las águilas y los cuervos que anidaban en las quebradas rocas del Líbano, su ¿nízas al mandato de Dios, see cernicron sobre el llano de la ciudad maldita. Sus corvos pi- cos, sus aceradas garras, destio zaron s nipiedad las eitrañas de los deicidas, y los que sobre- en el tranquilo azul del firma- mento: el húmedo polvo que el viento de la tarde arranca a tu nevada cabellera no ha hume- decido mi traje, no ha cegado mis ojos. ¿ Yo no he tenido la. dicha de' Your e are Wor k /nG Doll Of. 9 ; Débora ya no administrará justicia ala sombra de las pal- meras de Efraín, ni el canto de Johel, la mujer fuerte, reanima- rá en los combates el valor de los hijos de Judá. La hermosa Esther no tornará a salvar a su pueblo del furor de sus ene- migos, ni Elías,, rayo de Dios,, hará_ llover fuego del cielo pa- ra encender la leña verde del sacrificio. Tus conquistas no se extenderán desde el Mediterrá- neo al Eufrates, como en tiem- pos de David, el ungido del Se- las, como :la amante gallina a con su potente voz a los hijos su fisonomía franca y enérg'ca; sus ojos negros, velados por lar gas y espesas pestañas, lanza- ban miradus irresistibles cuan- do la cólera devoraba su cura- Zón, dulces y' compasivas cua) - do la calma se hospedaba en: su perho. Ni una sola línea. se hallaba en su semblante que inspirara repugnancía: era casi hermoso. Al verle caminar entre aque- los forajidos de rostro repug- nante, mirada sangrienta y des- compuesto y asqueroso' vestido, se hubiera dicho que más que su jefe era su prisoinero. El jo- ven capitán de los bandidos sa- maritanos se llamaba Dimas; nombre que treinta y dos años después debía inmortalizar: en la cumbre del Gólgota el Már- tir: de la Cruz, el Redentor del Hombre. Dimas era hijo de un honra do platero de Jerusalén. Desde sas más tiernos años había de- mostrado un cariño sin límites hacia todos los niños de manor edad que la suya, un respeto profundo a las canas y una ve- neración extrema a los cadave- res. Creció aprendiendo, como buen israelita. el oficiy de su padre, viéndosele siempre rodca do de los muchachos del barrio, cun los cuales repartía sus fru- saba un cadáver por su calle, Dimas, sí sus ocupaciones se lo permitían, seguía el séquito fú ne hasta el valle de Josafat, brindándose siempre a ayudar a los enterradores a colocar el ca dáver en el. hueco sepulcro. GOTA de Semer la próximo tempestad| Un día Dimas se quedó huér- que iba a rugir sobre sus cabe- |fano; el hijo lloró la repentina zas. La atmósfera se condensa-|e inesperada muerte del bonda- ba por instantes, y de su vapo-¡doso. padre, y con los ojos aún roso seno gruesas y precipitadas lenrojecidos por el llanto, enca- gotas comenzaron a caer sobreiminose a casa de un: lapidario la seca tiera de los adoradores |para que hiciera un modesto se Cel becerro, apellidada por los [pulcro para las cenizas de su pa judíis” Casa de iniquidad. . Todo anunciaba una de esas|mil quinientos tempestades terribles que con tanta frecuencia se improvisan|al llegar a su lecho de muerte, bajo el cielo de Palestina Los [se encontr óa tres fariseos, un releámpagos comenzaron a'su-|centurión romano y un alcaba- cederse con rapidez, y el trueno, | lero, que estaban confiscando la recorriendo el espacio, redobla- pequeña fortuna del difunto jo sus. polluelos, y tú le sacrificas- te en recompensa de su inago- table amor. L: ¡Jerusalén! ¡Jerusalén! En ti no ha de quedar piedra sobre ,piedra, te dijo: y su promesa se “ha” cumplido. ' ¡Jerusalén! ¡Jerusalén! Tu pa, sada gloria es un montón de es combros, Sobre los cuales se me ce todavía la ateradora maldi: ción de Dios, repitiendo sin ce- sar: ¡¡Llora, llora, -1lora, «ciudad ingrata! When Deposited in the Valley National Bani: You deposit your money in a bank primarily for safety and convenience, knowing E it will be readily available when you want it. At the same time, you like to feel that itis being usefully employed in.building and developing your community. In the Valley National Bank, your dollars do not remain idle. Together with those of thousands of other depositors, they are put to work: in sound, productive loans. Last year, for example, we made 96,822 loans — totaling $223 million — to Arizona producers and consumers, thus furnishing the energy for a major part of the economic activity in the state. 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S.1 jefe, joven Que apenas con taba veinte años «e. edad, ya- hente y temerardi, a quien una venganza había empujado a la vida aventure:a del salteador de caminos, prá*i:cu en el terre- no, se burlaba de los. soldados herodianos, y “argado-de botín regresaba a su medriguera in- expugnable, dwmle saboreaba cn sus compafercs los despo- jos del pillaje, í'n relámpago en cendió por un momento el obs- curo hirozonte, y a su rojiza cla ridad viéronse unos hombres q' se deslizaban por la quebrada y resbaladiza pendiente del monte Hebal en dirección a los barrancos de Garizin. Los noc- turnos viajerog'.caminaban, de- jando a su espalda la fortaleza de Hebal sin hacer caso de la tempestad que bramaba en el pundió un anciano. —El soplo de la muerte ha enmudecido la boca de mi pa- dre: él no puede responderte; ¿pero yo te juro, por el Dios in- visible de Abraham, Isaac y Ja- cob, que nada me ha dicho nun- ca de la deuda que ahora le re- clamas. —No miente un fariseo que peina canas en la barba y que doblega la frente ante el ara de Sion. Estos que me acompañan son testigos del préstamo que-le hice, y por cierto que con todo lo que posee no alcanza a las dos terceras partes de lo que me debe. - Dimas, aturdido, desconcerta- do, traspasado el corazón de do- lor y de sorpresa, no hallaba pa labras que contestar a aquel an calno que la iba asumir en la miseria. y. :s esugos afirra un la ver i —Mira que ese dinero que te pido es para enterrar a mi pa- dre. —Los pobres no necesitan se- pulcros habiendo muladares. —'Miserable!— gritó Dimas, cogiendo con nervudas manos al viejo fariseo por el cuello. — Mi padre y tú bajaréis a un mis mo tiempo al sepulcro. E Los testigos arrancaron de las manos de Dimas al fariseo,. no sin trabajo, y dos horas después el joven huérfano se hallaba: en un tétrico calabozo de la .o- Dimas tenía entonces diecoi- cho años; edad en que las pasio nes y los sentimientos no se o- cultan, no se comprimen. Al verse solo en el mundo, ence- rrado en aquellas húmedas y té tricas paredes, lloró como un ni- fio, porque recordaba las cari- cias de su bondadosa madre .v el insepulto cadáver del ancia no autor de sus días. CAPITULO 111 su término, y se agotan. cuando el corazón se hastía o se enca- Mece. ; ze El pobre huérfano arabó por no encontrar lágrimas en sus o jos. Tres meses, clvidado de. lo: hombres, permaneció en un hú- y ias grletas de las rocas, y p:cn tas y sus juguetes. Cuand, pa-¡Medo y sombrío calabozo, soñan ¡do siempre en la hora apetecida de la venganza. Una mañana entró el carcelero a notifiearlé que se hallaba libre, Dimas corrió a su casa, y er tonces supo por un vecino (;:. el cuerpo de su padre había ¡: manecido insepultado seis qi y que por fin los enterradoré; le habían arrojado a un m dár, en donde se depositan ye cadáveres de los leprosos. Dimas oyó el repugnante:rela to sin despegar los labios. “Ni una lágrima asomó a sus ojos; dre. El ajuste quedó cerrado por |$ ucorazón se había encallecido; óbolos. Pero|P.ero-la venganza crecía en st: tcual sería su sorpresa cuando|Pecho, como una roja amapo:: en mitad de un campo estéril , abrasado por “el sol de Egipto Durante el resto del día y la no Che vagó sin rumbo ni dirección por las calles de Jerusalén. Al amenecer vió que se hallaba en el barrio de Bazeta o ciudad nuevá. Aquellas calles estrechas sucias, tortuosas, pertenecían a la rica, a la”opulenta: Jerusalén, pero ni el canto de Sion hi los perfumes de: los jardines de He rodes, ni el lujo de la ciudad de David, llegaba hasta éllas. La habitaban modestos mercadores de lana, industriosos armeros, y gente en fin, dedicada al tra- bajo, y al comercio. did Dimas, cansado, sin sáber a donde dirigir sus pasos, se recos tó sobre una puerta que perma- necía cerrada. Maquinálmente ojos se fijaron en las relucien- tes hijas que colgaban de una especie de aparador formádo con hilos de cañamo. Dimas q comprar uno de aquellos puñales, y su mirada, fijándose en el abundante muestrario, co- bía ser la ejecutora de su ven- menzó a buscar la hoja.que de- ganza. oi -—!Cuánto vale este lo? preguntó, señalando “uná añcha hoja de Damasco que colgaba de uno de los hilos,. —Dos siclos de plata. “Es una dad de las palabras del fariseo, [Roja excelente, —-ontestó el 'cu- y el alcabalero siguió su curso,!' sin detenerle el doloroso ade- mán del pobre huérfano. —Pues bien, anciano, Jlévate|*%;. Pero recordani) que. espacio, ni importarles las »5s- [todo mi erario, mis vestidos, mi curas tinieblas que Jes envol- [cama, siquieres, no me opongo vían, ni lo peligroso de la sen-|yo soy joven y robusto y no me re3ervoir of credit for community use. to Arizona producers and consumers. ás, por la que avanzaba 1 con asusta el trabajo; pero concéde- paso ¡recipiatdo y seguro. me al menos un favor. When payrolls increase, more money Increased purchasing power benefits into circulation. More le can both rs and consumers. Dee things they need want. result is more prosperity for everyone. Put your dollars to work for you and a more prosperous Arizona, by deposit- ing them in the Valley National Bank. VALLEY NATIONAL BANK MEMBER FEDERAL DEPOSIT INSURANCE CORPORATION luz caía sobre los misteriosos tétrica y fantástica claridad. hebreo y romano, sus frentes tos y despeinadas barbas, les” da- ban un aspecto feroz. Entre e- llos iba un joven cuyo rostro apenas apuntaba el bozo; vestía gas de lino se arollada por su Su mano derecho oprimía la cor E gabelina de-tres puntos cintura colgaba el largo puñal do entre sus compañeros, a pe- ds canitán Su tela. ora cohelto, sar de sus pocos años, al puesto | Un zelámpago inluminó por 2¡1 —Habla,— le dije con seque- segundos el espacio... Su rojiza |dad el fariseo. - "«—Préstame dos mil óbolos; yo caminantes, bañándóoles con sujte los restituiré. —!Dos mil óbolos! Tú estás Entonces se pudo ver: que e-|loeo, mancebo. ¿Cómo podrás ran acho. Sus trajes, mezcla de|pagarme tan enorme suma? —Trabajando para ti si espre tadas por el sol, y sus :hirsutas |ciso toda mi vida. —No puedo servirte, —Véndeme como esslavo si quieres. —Un fariseo israelita no pue- un túnico gris como los nazare- |de vender aun descendiente de nos; un turbante alto con man-|su raza, —Por la Santa Sinagoga te cabeza, y un matelot de pelo de |ruego, anciano, que no me nie- camello que esrevía de manto, |gues do que te pido. —Ea acabemos!— exclamó el de|fariseo con marcadas muestras los soldados del César, y de su|de mal humor. —Piensa lo que haces, — re- de los samarisanos. Este joven|puso Dimas rechinando los dien era el jefe de los bandidos. Su|tes del furor viendo la dureza valor temerario le había eleva-|de aquel viejo. —¿Me amenazas? —Te aviso solamente. —Yo te desnrecio. chillero, descolgándola del apa rador. Dimas Ja examinó n en- po- seía ni un miserable dijo al vendedor: . .“. -—¿Quieres fiarmé arma, y te daré, ante que nue- va bañe con sus ráyos“el salto 'minarete de la torre de David, veinte onzas omanas' poríélla. —¿Y quién me respondé de q' cumplirás la palabra? Páfque yo no te he visto jamás, —Te responde la menútia de mi difunto padre, a quien! vay a vengar con esta arnia, Y sobre cuya caheza jura entregarte esa cantidad, qui €s sema b veinte veces mayor qu que me has pedióv, si no'fmtiero en la demanda. ja Las palibras de Dimas: as:teníen un sello de verdód irrecusable. ¡El cuehillero camprendió que al go extraño pesaba en- el: cora- 7ón de aocuel joven, *y por uno de esos aranquos que no se ex- plican en un judír, fió en las pa labras del ¿a:tutino comprador, viendo un nexz.->. soberbio .n aquella venta «ntraña. Si me engañas, peor para ti— le dijo, entregánacle el cuchi- 1Mo,;>— sí tienes ]asubra, Jehorá te proteja y te rawe de los p.e- Pasa a la página 5.