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l Sac Notad bien una circunstan- fon sus mejillas desaparecía a a: en cualquiera parte que !intervalos para renacer como a, si hay un asiento desigual [grabado por un sello. peligroso, es precisamente elf En un momentc en que las le eligen siempre las perso- jdestempladas voces de la solda- hs apocadas, como el hermano desca estallaban con mayor es- acífico. ¡fépito, el he:mano Pacífico se a Amapola hizo con el peda- levantó com um”»vida por un 1e go lo que había hecho con [Sorte y salió del rincón en que ls demás; acercarse a él con |yacía. Desh:zose con suavidad a jarra de vino en la mano. [de la mano que la ventera le a- hmás el pobre hombre mojaba largaba viéndole tambalearse a labios con tal ¿íquido, así |causa de su extraordinaria de- e al ofrecérselo ¡a mesonera| bilidad, y se lirigió hacia la hizo por pura cortesía. ¡mesa, en derredor de la que ce- Pacífico levantó los ojos mi- ¡saron las carcajadas a la vista ndola con fijeza, tomó la ja- de aquella cara imponente y a y bebió su usmenido con to- desolada. Colocóse enfrente de a avidez. El concurso aplaudió los bebedores diciéndoles con alurosamente, y la Amapola, Una voz que ninguno de los cir- ena. de sorpresa, observó al mi,Cunstantes le había oído nunca: hrle con mayor atención, que + —Amigos mios, no os burléis aba más pálido y más pos- ¡hoy de mí, os lo ruego, porque ado que de costumbre. sufro mucho. —¿Qué tenés Andeol?— le Esta voz parecía impregnada lreguntó en tono de confianza, de lágrimas; un profundo silen PP Pacífico fijó en ella su mira- cio se produjo a lo largo de la mesa, y los valentones se mira- ron avergonzados y casi arre: pentidos. —¿Qué os pasa, hermano Pe- cífico?— preguntó Nicolás en un tono formal y sin la meno” zumba. a vaga y no respondió ni una alabra; un poquito de sang:e oloreóe ligeramente suspómu- bs, imprimiendo en ellos dos ro etas del diámetro de un escu- lo. —¿Sabéis lo que tiene? —dijo )rillón el pescador—. Lo que -"Y todo el mundo repitió con ingenuidad. —Hermano Pacífico, ¿qué te- néis? Una lágrima se desprendió de los ojos del pedagogo, mientras inurmuraba comprimiendo sus ene es que quizá llegará a ser in hombre si aprende a beber. —-'Cáspita!— añadió Nicolás , ya que se vuelve tan arro- ante, sería posible que hubie- a ido en busca de aventuras al rado de San Germán. Y una vez empezada Ja bro- a, aquellos. .alegreg mocitos lueron diciendo pullos Ae. mejor pcor gusto. Ordinariamen:e todos esos arcasmos que caían como gra- hizo sobre: el pobre pedagogo barecía que chocaban contra ina materia interte, jamás : de- aba escapar un signo de impa iencia ni de cólera, limitándo- je después de un rato a cruzar bus largos brazos por detrás de 2 espalda y a retirarse Jenta ente con la'cabe:1 inclinada Bob.2 su pecho hundido. Pero rabia con interés, pues era un alma compasiva, podía descu- fr en su rostro la fatiga inte- ior que le devoraba; no sé si hoy la Amapola, que le exami-. sullozos: --!Tengo una gren pena: !Ah Señor, Dios mío, tengo mucho Color! Para ay iiiarme a vivir y a sutrir tenía uns Fijos, peque- fins, que de vez er cuando po- dia ver y besar en la humilde caza que les senía de asilo. E- ran hermosos; “no puedo decir- os cuánto les: «maba! Cuando estaba con ellos me olvidaba de lo cue y me sentía feliz! Icdos le esucraban en mí- dio de: un “» +te silencio, De m ¡proviso dejó de hablar y una ¡expresión de profunda amárgu- ira, obscureció su semblante. —Todo para los unos, nada para los otros— balbuceó con voz apagada; y añadió señalan do: con el: dedo las aimenas del palacio de Marche, que se di- visaban a través de la ventana: era la taza de vino lo que le ha bía despertado, pero veíase cla- 'amente que oía, que compren- ía las burlas y que su corazón destilaba sangre. A medida que la chacóta iba en aumento, la espiración del hermano Pacífi- o se hacía más penosa -y difí- il; el carmín que se dibujaba —¿El niño que vive allí des- ñe el día en que nació ha ver- tido una sola lágrima? Es no- mie, rico, es í>liz. 'Podo para lo: unos v nada para los otros! La Amapola creía estar so- fñiando, y los de la mesa cruza- ban miradas de estupefacción, involved are too great to entrust to your family's financial security. Efficient executorship requires the Balancing, cat-like, on a precariously-narrow steel girder hundreds of feet in the air calls for professional skill and judgment, acquired only with years of experience. A single slip could be fatal! For the same sound reason, settling an estate is likewise no job for an amateur. The responsibilities “EL SOL”, SEMANARIO POPULAR INDEPENDIENTE ificio Del ermano Pacifco Nicolás apretó el brazo del ar- | quero Marmarón, diciéndole; ¡| —El cordero enseña los dien- ites, compadre. Ya sabía yo que 'sus dientes eran de lobo. ¡| —¿Es posible que seáis vos ¡quien' esto dice, Andeol? —pro- rrumpió la mesonera—.¿ Vos, q' tanto cariño profesáis a Juan de Armagnac nuestro futuro se- ñor? —!Es. ve: jad... es verdad! dijo precipitadamente el herma no Pacífico—. ¿He dicho, por ventura, que yo no amara al niño Juan de Armagnac? Escu: chadme: siento una vena muy grande, y sospecho que moriré loco. ja, sí María, lo mismo que su madre, a quien tanto amí! Era buena como su madre, y como su. madre, hermosa. No tenía más que seis años..¿Qué se han propuesto hacer de uxa criatura atn tierna? —¿Qué? ¿Han robado a vues tra hija? -—preguntó Marmarón «resuelto an cfrecer sus buenes servicios. : A lo cual añadieron los de- más, impulsados por los mejn:- es sentimientos: —!Es preciso buscarla, herma contad con nosotros! —'Bien, muy bien!— exclamó la Amapola—, 'He aquí unos corazones honrados! !Pobre 'An- deol!, no te lesalientes; la en- contraremos y yo te la guarda- ré en adelante... 'Vive Dios, 7” «ha de andar listo el que intente arrebatárme.a! Pero la Cura del pedagogo ptr mavuecía ¡igualmente aterr111 a pesar de los generosos ofreci- mientos que acababan de hacé; sele. Sacudió con lentitud su ca beza, y dijo con aquella habi- tual y amarga sonrisa que ha- bía dejado ya impresas dos pro fundas arrugas a entrarmbos la dos de su boca: —Cuando se extravía el hijo de una persona rica, todo el mundo se muey2, todo el mun- do corre, busca con afán, se le encuentra...Pero cuando se pier- de de vista a los hijos de los po bres, las gentes se limitan a de- cir: “!Ya volverán a aparecer un día u otro!” La Amapola oyó una voz que murmuraba a sus oídos estas palabras: —Os aseguro que su corazón está rebosando odio. Esta voz era la del correo Ni colás, que había dejado su si- tio para colocarse al lado de la an untrained, inexperi- enced Executor. because here, too, “slips”” could be fatal to specialized skills and collective judgment of many men... men who are thoroughly familiar with tax laws, real estate values, investments, prop- l erty management and probate procedure. 4) Valley National Bank as Executor of your Will, you choose By naming the !Se llamaba María mi pobre hi-|¡ no Pacífico; ya os ayudaremos, : imesonera. El hermano Pacífico continuaba hablando: —La primera noche— deciía— en que se echó de menos a mi hija pensaron en aqueila casa: “Aguardaremos a ver si viene mañana.” Viendo que al día si- guiente mi pobrecita María fal- taba aún, dijeron: “Aguardare- mos todavía un poco más......” Esto mismo han ido repitiendo por espacio,de ocho días, y ni siquiera *me han avisado, ¡or- que... hay que andar dos horas para ir desde los caseríos de Arcueil hasta el castillo. Cuan- do he llegado a la choza, cuan- do he sentido que mi corazón se oprimía, cuando he pregun- tado en dónde está mi hija... en tonces, !oh amigos míos, mis buenos amigos!, hacía ya Inás de una semana, !ocho largos días, que se ignoraba el paza- dero de mi María! Cubrióse el rostro con las mna- nos, y gruesas lágrimas caye- ron a través de sus dedos enju- tos. Todos los presentes estaban conmovidos. Todos buscaban una palabra de consuelo para ¡mitigar aquel horrible dolor, y ¡ninguno pudo hallarla. —!Vamos, hombre; valor! —; dijo por último Marmarón lle- ¿nando hasta los bordes su taza de vino-— Os queda un hijo, !qué diablo! El pedagogo dejó caer sus bra zOS, y una sonrisa siniestra bri 11ló en medio de las lágrimas q' inundaban su rostro, —'!Mi hijo! —murmuró—; sí, sí, es verdad, tengo un hijo. Y en cuanto a Éste, por lo menos, puedo decir que está su suerte asaguiada. Estas últimas palabras psre- cieson un kuen augurio pa.ar ja gente de Armagnac, que eripe- aba a interesarse por los nego cios del pobre Pacífico. Marmarón le ofreció su jarra llena de vino diciéndole: —Echald un trago, buen hom- bre, y veréis como se os mitiga la pena. zPacífico lo mismo que la prime ra vez, temó la jarra con am + bas manos y la vació de un sor- bo con la' glotonería propia de un gran bebedor. Sus dedos temblaban y sus dientes castañeaban al-tocar el metal de la copa. Así que huba apurado el último sorbo, irguió se completamente, y. por la pri- mera vez quizá, los circunstan- tes vieron hasta dónde alcanza ba su estatura. —Mi hijo —prosiguió con una voz que de subito se volvió opa ca— va a venir aquí esa noche y... será un niño dichoso. Se le ha dado un empleo en el casti- llo. —¿Qué empleo es ese? —pre guntaron los valentones. —Hace un año— respondió el hermano Pacífico—, cuando mi señor cayó prisionero, trataba de colocar cerca del niño Juan de Armagnac, otro niño de su tiempo, porque decía: “Cuando mi hijo cometa una falta, po- drán zurrar al otro, a fin de que la justicia siga su curso.” El caballero Guillermo de So- les, escudero de la señora, se ha acordado de esto y me ha di- cho: “Ahora que Monseñor va a regresar, es preciso mandar ve- nir al hijo que tienes ahí cerca, con el objeto de que sea casti- gado cuando nuestro futuro se- fior se lo merezca.” Esta vez los hombres de Ar- magnac, al uniísono con la A- mapola, exclamaron con toda su alma: —'Pobre criatura, pobre cia- tura! El sol llegaba a su ocaso, fuer tes pisadas de caballo se oye ron sonar en la carretera, y casi al mismo tiempo dibujóse delan te de la ventana del figón la silueta de dos jinetes que ca - balgabn a la par, Log soldados y la servidum- bre del castillo se abalanzaron a la puerta tratando de averi- guar quiénes eran aquellos ca- balleros, y cuando volvieron a ocupar sus respectivos asientos observaron que el hermano Pa- cífica no estaba ya en el mesón y que se har:: escurrido sin qu nadie notara su retirada. Sol> “nte Nico'ás dijo que, sig":en do con la mirada la marcha de los dos jinetes en dirección de la Puerat de San Germán, ha- bía creido ver unagran sombra viseras de sus cascos, sin cuya|¡sin embargo, todo el mundo de- ¡precaución los hombres de Ar-|sea ver la copa bien llena, y, si magnac hubieran experimenta-!yo no me engaño, la nuestra re- Viernes 31 de Marzo de 1950. a —En resumen— dijo—, ¿eres de los nuestros, Guillermo de Soles? Entiéndelo bien, ¿de los ido, con seguridad, gran sorpre- sa al ver que, a lo menos uno de los dos, había pasado sin de temerse por delante del puente levadizo del castillo. Efectiva- mente, uno de ellos era nada menos que Guillermo de Soles, quien regresaba al país desde Noyon, adonde había ido a sa- ber el desenlace del proceso de Jaime de Armagnac. En cuanto al otro, se llamaba Thibaut de Ferriéres, era de la servidumbre de la Princesa Ana, hija de Luis XI, y Guillermo -de Soles se ha- bía encontrado con él en el re- codo del Prado de los Clérigos, cuando empezaba a tomar el ca mino del Palacio de la Marche —Amigo Guillermo— le dijo el caballero de Ferriéres—, cie- rra tu casco, pasemos a trote largo por delante de la residen- cia de tu señora, y lleguémonos a un sitio donde hay personas que te conocen bien.... —¿Ocurre alguna novedad? preguntó Guillermo. —Ocurren novedades — res- pondió el de Ferrieres. Guillermo de Soles dejó caer la visera de su casco y cabalgó [silenciosamente al lad> de su inserlocutor. A corta distancia de la puerta de San Ge mán la selva era tan frondosa y som- bría que bien podía creerse cualquiera estar a viente leguas de París; Guillermo de Soles y | bosa. —El rey va languideciendo..... —murmuró el señor de Gravi con voz sombría. —Es cierto que el rey enveje- ce; pero yo creo que empiera ya a aliviarse de los cuidados del gobierno, haciendo partícip:: de ellos a su amada hija. la prin- cesa Ana de Beaujeu. —Madama no ha sido nunca más poderosa que hoy lo es— dijo interrumpiendo a Tarchino el de Ferriéres;— los que preten dan separarse de ella verán cuán caro les cuesta abandonar a una hija del rey ás Francia. —Os he dicho cuant> sabia— dijo Guillermo de Solez—, y yo ¡me figuraba que tan luego co- mo Monseñor el duque quedara irrevocablemente condenado, como lo está ya, no nos queda- ba más tarea que la de repartir nos inmediatamente el botín. Por lo visto, me he equivocado; explicadme, pues, qué =s lo que bsucede. —¿Es posible que alyuico sea h=cho ouque de Nemou.3 en es te mismo momento? —pregun- tó Graville. —Va marchando con su escol-, ta, anda al paso, y yo me he a- delantado cuatro o cinco leguas! por lo menos— replicó Guiller-¡ 1 | nuestros en cuerpo y alma? —Vos me prometisteis el se- eiñorío de Pierrefitic-— respondió el ecudero traid .- de la duque- s': Isabel—; .iunbién el señorío Ge Feyroux« en- Foret, la agu- “a Ge Lassat y todo el país “um pundido entre Saint-Laup “ie «5 Landas has:a el ribera del V. 1.3se. —Y te haré señor de tado eso, —-'!En el supuesto de que lle- guéis a ser conde de la Marche! —Si mis amigos me sirven bien, yo seré conde de la Mar- che aun cuando el rey se volvie ra otra vez niño; y si tú me ayu das, Guillermo de Soles, aumen tarán tus dominios de suerte q' se extienden desde el otro lado del -: ¡»es 1.sta el Cher. Po seerás a Champhan, Le Chtae- let y Evaux, y Saint- Priest de Cambraille. Después de mí, con de de Marche, tú serás el más poderoso señor d2 tuda la pro- vincia. —¿Y qué hay que hacer para obetner todo eso?— —preguntó vencido el de, Soles. —Será preciso compares» an te la justicia cuando 1!::gue la ocasión cportuna— res, undió Graville— y declarar bajo jura- mento que la duquesa Isabel, - !lFerfectamen:o! Ya que “empo nos sobra— dijo Gravil- el Thibaut de Ferrieres ataron sus|le fátigosamente—. cuéntale a caballos al tronco de una enci-inuestro camatala cusnto desee na al llegar a un punto en que ¡soler * ya no era posible andar más q'| —Mi distinguido caballero, co á piee; después de algunos mi-'mo ahora mismo os decía, el nutos de marcha detuviéronse rey se está haciendo viejo a to- en Un pequeño claro o plazole- ida escape. Para no disgustar a ta en el dondo del bosyue, y en el centro de ja cua. podía «:¡is- tinguirse una cavaña de leña- ¿cr medio arruinmuda y caícd. Ferriéres echó mano de un cuerno de caza que llevaba col- gado en 1 bandolera, tocando con él una señal convenida. A este aviso apareció de súbito por detrás de la cheza un hom- bre vestido de cazador, de as- pecto robusto, joven todavía y hasta bello si hubiera podido borrarse de su rostro cierta ex- presión de truhanería y de per- versidad. Una viuadcra selva de ne- gros cabe1*:. esparcidos for- mando bu ls, caía sobre sus hombros, su cutis era trigueño y cálido, por decirlo asi, como suelen ser los que alumbra el ardiente sol de Italia. Asegurábase que con la espa da en la mano, el signore Vi- cencio Tarchino distaha mucho de ser un rayo de la guezra; pe ra se decía tamb» que su mé: mérito no eran escaso cuando la .J»Uuma re=mvlazaba el acero. nuestro excelente camarada Tni bault; no insistiré en la idea de que el rey desconfía de Mad. Ana, por más que haya algo de eso en el fondo. Ayer el delfín Carlos, que Dios guarde y cure de la hipocodría que le agobai, acababa de cumplir los siete a- fos, 1 el rey lo presentó como es costumbre, ante el altar de Nuestra Señora, vestido con un tiaje nuevo de darmasc> azul, por ser éste el color de la Vir- gen María; y al reparar en el aire marchito y el talle desga)- bado de Monseñor el Delfín, el rey ha llorado, os iv aseguro; le he visto con mis propos ojos. —¿Y quétiene todo eso que ver con Jaime de Armagnac? — preguntó el señor Soles, , —Pronto vais a verlo si tenéis un poco de paciencia, mi queri-; Ido señor. El rey ha orado doble lespacio de tiempo de lo que a- costumbra, y cuando ha salido ¡del coro de la catedral ha dicho al duque de Borbón, que se en- contraba cerca de él: “Querido primo he ahí a»un niño que se- 'Componía sonetos maravillosos, |rá tan pobre de espíritu como romances, madrigales y hasta |de cuerpo. Si no fuera preciso acrósticos; redactaba Memorias, |tener barbas para empuñar el confeccionaba arengas, y enconlcetro de Francia, me iría muy traba recursos de extraordina». ' tranquilo al otro mundo, por- tia delicadeza cuando se propo|que mi hija Ana posee una ma- allá en Gascuña, en el castillo de Armagnac, dió a luz una ni- ña y no un niño. Guillermo d2 Sojus regresaba de Noyon llevando la noticia dc una condenación a mueste, y debía, por lo tanto, creer que el negocio estaba ultimado, y ahora hallaba a los vencedores entreetnidos en urdir una mez- quina intriga sin impor-ncia; esoshombres a quienes el' Par- lamento arrojaba la cabeza de su enemigo, se engolfaban en miserables bribonadas de curial y andaban a caz ade falsos tes- tigos. Era, pues, preciso que el du- que ele Nemours, aun después de condenado, fuera: bien fuerte y poderoso. , Guillermo, sofocado por el ca lor de aquella jornada de agos- to, se había quitado el casco, de jando así que en su rostro pu- dicran leerse las dudas que le avormentaban. --!Vamos Tarchinvu— dijo el de Gráville, que pasec:a estar fai gado de tatio hablar—, eX- p'wale ¡elifonco «e este asunto, y luego que responda categóri- camente sí o no antes de cinco minutos. El italiano tomó la palabra con alegre avidez y dijo a Gui: llermo de Scles lo siguiente; —Mi querido señor, tenemos sólo un acto de debilidad del rey; he aquí todo. En cierta vi- sita que hizo el rey a la duque- sa Isabel en su palacio de la Marche, visiat a la cual asistis- teis vos como nosotros, el rey PP EE ES E NA nía alíerar a laisificar cartas con el nombre de las damas ns hermosas de la Corte. crm presteza hac:a los que le llamaban. —Si mi noble :eñ“r ha oldo el sonido del cuerno —dijo—, va- mos a tenerle aquí al. instante. ¿El caballero de Soles viene di- rectamente de Noyon? —Lertamente— respondió Guiliermo, Entonces el italiano se hincó de rodillas sobre el musgo que tapizaba aquel pradecillo, y des pués de arrancar al suelo su oído, exclamó: “—!Es mi noble señor! “Trauscurrieron aun algunos métventos; después empezóse a los matorrales, y a poco descu- brióse a favor de los postrerus rayos del crepúsculo, el talle elegante y proporcionado de Olivier, señor de Granville, quien llagaba solo, en traje de guerra y con los arreos de un simple soldado. —¿Ya se acabó todo, no es verdad?— dijo, sin pararse a responder al humilde saludo q' le dirigió Fierréres.— Acaban de anunciarme que el radalso se está lev-»rtando en la. y ia del mercado, delante del cemen terio de los inocentes. —Jaime de Armagnac, duque an Executor that has all of these vital qualifications, plus long experience in this very exacting assignment. And because an Executor's fee is fixed by law, it costs no more to name the Valley Bank than to risk the well-meaning but unskilled (209 services of an amateur Executor. Come in with your attorney and. let's talk “over your estate plans. There is, of course, no obligation of any kind.- VALLEY NATIONAL BANIK% que se deslizaba a lo largo de [de Nemours— replicó Guiller- las paredes de la venta, sombra quie luego cruzó la caretera y a- cabó por perderse entre los ma- torrales que bordeaban el ca- mino. v En el Fondo de la Selva En tanto qu el correo Nicolás entraba de nuevo en el castillo con sus compañeros, los dos des conocidos jinetes penetraron en un soto sumamente cerrado que se extendía desde San Germán hasta la cerca de San Sulpicio. ' 2 [mi país, de Ja copa a: los labios cio, que fué interrumpido de las|hay todavía camino que andar; súbito por el mismo Craville. ¡Entrambos iban completamente aramdos y llevaban caídas mo de Soles—, ha sido declara- do reo del crimen de lesa majes tad por sentencia del Parla- uc más fuerte que la pencrali- dad de los hombres; pero el ni- ño Carlos es delfía, el niño Car- Este tal individns se dirigó|los será rey; ¿y no Os parece primo, que habría nc:esided de que su Trono esté por lo menos raleado de guerraros valerosus? --Y el de Borbón, que creía que a él. iban dirigidas estas pal¿ bras —añalió Alivier de Graville acercándose—, dijo “O- pino en todo como Vuestra Ma- jestad,”. ; Graville acentuó particular- mente estos dos vocablos: Vues- tra Majestad, dándoles un énfa sis algo irreverente; Luis XI era el primet rey de Francia que exigía se le hablara con este tratamiento. “A lo cual ha replicado el ' oír rumor de hoias secag ¡entre!rey— prosiguió Olivier—:- pues si deja de hablar a 'mi,compa- fiero Tarchino%no vamos a con- cluir en toda la noche; decía q' ha hablado en estos términos. —“¿No creéis, mi querido pri mo, que la buena espada de Jaime de Armagnac, duque de Neraiours, haría un buen papel cerca del Trono del: niño Car- lc=?” Guillermo de Soles levantó la cabeza; para todo el que cono- ciera el carcter de Luis XI, aque lla simple frase era de inmenso valor. Guillermo de oles era uno de esos ambiciosos vulgares q, a trueque de medrar, venden la fe y la horra, pero que vacilan incesantement= entre dad y la conciencia. —!Oh, oh! —dijo— los vientos empiezan la rapaci- ¿Es que a cam- mento, y condenado, por lo mis mo, a ser decapitado en París anets de veinticuatro horas. —-!Al fin! — exclamó Thibaut, y el italiano se frotó las manos de Graville permaneció frío y preocupado. —'!Vamos, señor mío, jaos!— le dijo Tarchino—; es verdad que, según un refrán de biar? —Pierde cuidado, amigo Cui- llermo —repuso Thibuat—. Ma dama Ana será siempre Mada- en señal de legría: sólo Olivier¡mu Ana. —Y si los vientos cambian— añadió Graville—, sabremos ma “regoci-|nejarnos para que cambie1 de- mausiado tarde... ; Hubo un momento de silen- prometió a la duquesa que todo iría de bien en mejor... —'!Pero el rey mentía— inte- rrumpió Guillermo. —Es verdad, señor mio; sólo que de la misma manera que mintió a la duquesa, tenemos nosotros que nos mienta tam- bién.'A la hora presente, la du- quesa espera a su esposo libre y está preparando ya las fiestas que deben celebrarse con moti- vo de este suceso, Nosotros espe ramos, por el contrario, que cai ga el golpe que ha de derribar una cabeza demasiado emida. ¿Quien se engaña, la duquesa o nosotros? Vamos a averiguarlo en breve. No es el mismo cami- no el que conduce al mercado de París el que va al palacio de la Marche. Si el duque de Ne- mours es llevado, como nos han prometido, al cadalso levanta- do junto al cementerio de los Inocentes, su escolta entrará en la ciudad por la poterna de Ni- colás Hudrón: y nosotros, creed lo, nos guardaremos bien de in- terrumpir su marcha. Si, por el contrario, Jaime de Armagnac es conducido a su palacio de la Marche, según se lo prometió a su esposa Isabel, su escolta da- rá la vuelta a la ciudad, vinien do a cruzar el río por la. barca del Prado de los Clérigos, en cu yo caso tenemos ya apostados cincuenta hombres de pelo en pecho en la selva que se extien de por las afueras de la puerta Buzy. —Entonces, ¿a qué vienen los falsos testimonios” que pedís?— preguntó Guillermo de Soles. Continuará la semana entrante DIENTES POSTIZOS Alineadas y ajustadas en 20 Minutos $2.50 por placa 11 W. Adame (arriba) Reline Laboratory Cuarto 221 Tel. 2-1141