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te de complicado trabajo árabe, y las sortijas caprichosas y el colgante de rubíes para que hiciera juego con aquel - traje rojo y negro que había de lle- var al teatro... Mercedes se sentía llena de satisfacción ante este comporta miento de Rafaél María; pero cuando se encontraba a solas consigo misma y entraba en co loquio con su otro yo, decíase sinceramente que no bastaba todo esto allenar el secreto an- helo de su corazón. ...o: le que- ría, cada día más. Estaba ma- ¡terialmente loca por él. Y de él po recibía sino esta frialdad cortés vestida de un entusiasmo a a Ñ . japonesa; y otro día el brazaie-- cayó también a toda la colonia que ela sabía que en el fondo], “mb SOL” siem ANARIO Purunass INDEPENDIENTA A PP e cuentada. Apenas llegó a su casa, pa convencidos Ge que ocn su dinero, pueden forzar todas las |puertas. La de la princesa — quizá por un empeño preconce- bido de la señora — se ha man- tenido siempre cerrada y ha resistido a todas las seduccio- nes del dinero. En cambio, per sonas de muy modesta posición económica, pero de un. recono- cido talento —escritores, músiz cos, pintores, artistas de todas clases — han eintrado sin difi- cultad con todos los honores. La embajadora ofreció a Mer cedesuna nueva tostada, ésta laceptó escuchando la charla mientras la untaba de mante- quilla y mermelada de fresa. —Muy interesante, observó.. —Ahora la están asediando de un modo loco— dijo Medina —¿Ustedes no han visto por ahí a una americana formida- ble, que va con el agregado na val de la embajada? —¿Una rubia rojiza con los ojos verdes, que le tiene un aire a Janette MacDonald? el preguntó vivamente, Mercedes. ¡te estupenda! Cada día te po- —Eso es. nes más guapa... —¿Que lleva unos trajes muy |. Ella sonrió con un poco de atrevidos? ¿Una alta, buen tipo¡desdén. Palabras bonitas no le muy artificial, con una elegan|faltaban; palabras vacias en cia muy estrepitosa? —volvió allas que notomaba parte el sen la correspondencia que acaba. ba de llegar. Nada. No estaba la invitación deseada. Contra. riada, tuvo que pasar el resto de la tarde aguantando a dos o tres visitantes empalagosos que :asediábanla eon la corte q' le hacían a todas horas, y cuan do a: las nueve sintió llegar a Rafaél aMría, respiró con altivo El llegab satisfecho, contento. Invitó a cenar a los visitantes - de su mujer y permaneció con ellos en el salón hasta que Mer. cedes volvió, cambiado su tra- je de calle por un negro tan lindo que le mereció un cum. plido efusivo de Rafaél María. —¿Te has mirado.al espejo, . muchacha? — la soltó al en- trar en un aparte. —¿Yo? ¿Por qué.? — se alar mó ella, pensando en algún por to. Er- ¡otra vez... , cedes pidió a la doncella todaj —!Qué chiquilla deliciosa Viernes 17 de Junio de 1949. Déjame, déjame que lea eres! —¿Qué daría esa señora de pelo rojo por poder tener. entre manos y decir “es mía upg-in- vitación semejante a esta? Rafaél María se puso repen- tinamente serio. —No sé si Norton Bridge, va- liéndose de sus relaciones amis tosas con ciertos elemntos prin. cipales de la aristocracia roma na, conseguirá introducirla en casa de la Princesa; pero, ¿qué gre su empeño o no? o intere. |sante, es que tú pienses Jo que has de llevar para estar más ,|bonita.y más elegante que nin guna; .porque, oyeme bien, ne- na: esta vez va a ser tu consa- gración definitiva en el gran mundo romano. Vió ella tanto entusiasmo, menor incorrecto o de poco gus-|tanto cariñoso interés de los o- jos de Rafaél María, que asegu —'Porque estás 'sencilalmen. |ró con orgullo de triunfadora: *—Descuida, que te dejaré en buen lugar. xx x Graves controversias tuvieron lugar entré Mercedes y su don. dar, Crisanta. Todo=lo que us. cho. Yo no he venido aquí a al lgucir nuevos le todos ustedes, yo creo que —No tengo ninguna orden q”, ted haga me parecerá bien he-'insospechado de su muj terar las costumbres ni a intro-'tenía un gusto selecto y los. Usted co-'do para todas las cosas. Le cuns noce de sobra los gustos del se-|taba;-saltó a la vista desde el fior marqués y mi misión y la | primer día de su conocimien. juzgó elemento inapreciaBle pa ra sus reuniones. Sabía com. portarse con discreción y poseía entre otros dones el importanti, simo de saber conversar y escu: char. Era culta y tenía ingenio Rafaél María, sorprendido, a- sistía a este desenvolvimiento er, que era elegante y sabía vestirse y depura to, cuando era la modelo de reducirse a tenerle conten|Madame Petouis; pero que cris talízara en »una mujer de socic. dad tan refinada, tan brillante, constituía para él una sorpresa Sorpresa que le llenaba de orgu llo. No estaba enamorado de su mujer, pero sinceramente la admiraba y se sentía poseído de una orgullosa satisfacción con sus triunfos. Nada escatimaba para que en todas partes se presntase mag- níficamente vestida y alhajada. Los brillantes de los Beltrán, de los que la marquesa viuda se había tenido que desprender —no sin pena, pues también le gustaba mucho lucirlos— le' do no cejar hasta conseguido rendir la fortaleza. Esto es: ena morar a este muchacho reacio. El cariño atento y galante de ¡Rafaél María, sin apasiona- mientos ni ardores, que hubie ra satísfecho a-cualquiera mu chacha de más sentido prácti. co, tenía la virtud de irla po- niendo en un. estado de excita ción y nerviososmo qua a durás penas lograba dominar, apelan do a toda su educación y pen. sando en lo que podía brotar de desagradable y contraproducen. te si ela se dejaba arrastrar por cualquier arebato.... Este estado de ansiedad, no satisfe. cha, de pasión exasperada, no encontraba válvula de escape ni paliativos en la resignación porque Mercedes aunque muy ¡piadosa en el fondo y cristiana práctica toda su vida, se había visto metida de hoz y de coz, ¡repentinamente, en la vorági. ¡ne de los triunfos mundanos; y a pesar suyo, contra toda la protesta de su alma, se sentía arrastrada... No le quedeba tiempo para reflexionar para meditar, para ercogerse én sí preguntar la embajadora. —Por las señas... —¿Y qué quiere esa señora? ¿Entrar en casa de la Sant An- gelo?- —Así cuentan. A la princesa la están mareando. Padece la pobre un verdadero asedio. Se dice que hasta hay quien ha re cibido dinero de la mericana a cambio de facilitarle-la” en- decir cuando regrese a su país que ha,Jogrado forzar el recinto amarullado de la princesa y en trar en su arca sagrada. A —¿Y usted cree que”lo. con- seguirá? — dudó la embaja- dora. é —No: la princesa es incorru tible, tiene una marcada anti. patía por los turistas. Dice: que cuando ve a un multimillona- rio en su casá, se siente. ahoga- da, como si la aplastra el dine- ro. Y está deseando que salga La malesta que “anden mirán- dola y curioseándolo todo sin respeto a la tradición mientras mentalmente están calculando lo que vale: todo aquello. que ellosenvidian. | trada a la fiesta. Sólo por poder; - cella hásta llegar al convenci. miento de que lo mejor sería escribir 'a madame Petouis y en cargarle el vestido. Mercedes se reía como una criatura cuan do pensaba en la sorpresa que sentiría madame al leer su car _|ta y recibir el encargo. En efec to: amdame sintióse sorprendi. da muy agradablemente. Siem [pre quiso a Mercedes y sólo las imposicoines de la señora de ó riga y el temor de perder su clientelá lograron decidirla a despedir . a su modelo. Muchas veces había pensado con pena con nostalgia en la muchacha diciéndose que debía estar horri blemente agraviada con ella, Así, su carta la produjo una e- norme alegría, aparte de la sa. tisfacción que para ela suporía o de un encargo de semejante clien —¿Quién es Mistress Gra- |ta, Ella conocía la magnífica . ham? figura de Mercedes y su gusto —Pues una parienta del agre | refinado y dismreto de gran gado nayal de su país, que 'es-ldam. Excusado queda decir q' tá pasando una temporada en[puso todas sus potencias y sen Europa, én viaje de estudios. tidos en la Confeción de un —¿Y Qué estudia esa señora? modelo perfecto, el cual estuvo : —Ella dice que escultura. !'Ve en su salón de exposicoines du. te a saber! — se echó a reir Ra ¡rante tres dias con este llama. faél María. tivo rótulo: “Vendido a la se- tiimento. Mientras Rafaél Ma- ría hablase así, sin turbación ni embarzo; mientrasprodigara sus lanterías, no había que confiar en la llegada del senti. miento que ela deseaba con ansia enfermiza. —Oye, Fafaél María... - Volvióse él, poniendo su ma no sobre la mgnecita que ella había avuyado sobré- su brazo. Gué hay, querida? ta tarde te he vis:o. —¿Sí?.. —dijo él con -naturali dad. J ¿Dónde? —En la plaza de Venecai. l- bas con una señora que tiene el pelo rojo: (se le ocurrió decir como Judas, pero afortunada. mente«:no lo dijo) y los- ojos verdes. —!Ah, sí! Mistress Graham! = | misma, en la presencia de Dios para buscar los consuelos y los alientos y la prudencia que ne- cesitaba a los pies de una ima fueron ofrecidos por Rafaél Ma ría nuevamente montdos en pla tino por un competente artista de joyería. Habíala entregado asímismo, «la suegra, otros al. Página Cuatro € — A A . -P_A-A A AAA o kk E de un golpe hastá a ponerse a » nivel de la que había sentido > siempre por Rafaél María. Y en % el saloncito de los criados, mo- 1 mentos después declaró solem- nemente ante todo el servicio, zz que el señor marqués había es- tado muy acertado en la elec. ción de esposa y que la ' señora marquesa era toda una señora; así, sin restricciones, Más po- á bre o más rica: eso era lo de > menos, pero toda una señora. y y |. Igual que había caído en gra >É cia a. laservidumbre —escollo CAPITULO IX Cogiéndose a la frase de la se-|difícil de salvar cuando esta Como si toods se hubiesen |fiora como a un clavo ardiendo¡servidumbre procede de casa puesto de acuerdo en quitar ajla preguntó si es que la cama de la suegra y se tiene én cuen- su vida todo aspecto de casa co-|no era de su gusto, porque el [ta que la suegra no quiere a la rriente, los acontecimientos sejdeseo de todo el servicio y el|nuera aunque lo disimule — sucedían con una suavidad cási|de ella particularmente era el monótona. Todo salía a las de que la señora no encontra- diplomática de Roma, comen. - no era otra cosa sino vanidad mil maravillas. Aquela lucha. [se falta. zando por la embajada de Es. satisfecha; su vanidad mascu- que ella presntía, fundada —'tPor Dios! Crisanta! !Si es|paña y acabando por la última ¡lina que se esponjaba con los principamente en un estado dejuna cama formidable! —con- y más insignificante legación. 'triunfos de la mujer que lleva- frialdad y distanciamiento en -|soló Mercedes. — Pero es que | Recibió y devolvió las visitas ba su nombre. tre élla y su marido, no existía |yo tengo la fatal desgracia de de protocolo con una soltura, Quería Mercedes saturarse de ni por asomo. Era Rafaél María |extrañar la cama. No se preo- ¡Una cortesía y una gracia, que [optimismo pensando en las fra el marido más correcto, amable | cupe. E le valió la reputación de mujer|ses con que la despidió Maria y galante que ella pudo soñar¡ Rafaél María estab amuy tur|elegante y principal que de allí Teresa, y a días lo lograba;. pe- jamás. Verdad era que no tenía |bado. Más de o que quería apa [en adelante había de rodearla po le iba pareciendo ya harto aquellos arrebatos que ella pen|rentar. Con su sonrisita y una|Como dorada ureola. La emba-!largo /el camino que tenía que só siempre que debía tener un|mirada furtivas al sofocado ros |jadora —señora ya cincuento- andar hasta llegar a la meta q marido enamorado; pero es que|tro de su mujer, se levantó y|na, pero muy mundana — la¡Se había trazado, porque ella, había qué tener en cuenta que|fué a elejir un clavel entre los enérgica y tenaz, se había jura Rafaél María no lo estaba de [varios que lucían en unos ties- ella. Mas. como aun no estándo- [tos colocados sobre la balaus- lo se habla casado por su gusto !trada de la terraza. y encontraba bonita y simpáti.| —Pues yo, venía a tomar las ca y atrayente a s umpujer, era jórdenes de la señora. a todas horas el muchacho solí- cito que ella descubrió durante su noviazgo. Copia de esta acti.| tud del señor era la servidum-.;¡ bre, que se deretía en miramien tos y obediencias hacia esta se- fiora tan joven, tan discreta, tan poco mandona, que pedía las cosas iempre como si tuvie-|d ra miedo de abusar y daba -las¡debe gracias con tan dulce cortesía.|to y a servirle bien... —Es que da gusto servirla—| El talento de Mercedes había había dicho un día el mayor. jencontrado un punto flaco del domo. carácter del ama de llaves, - Y el ama de llaves, que pro|quién, como casi todos los servi cedía de casa de su suegra —!dores que levan muchos años se la cedió a Rafaél María parajen una casa, miran con recelo que regentease su casa de sol. a los recién llegados con la a- tero, cuando le destinaron a Es-¡prensión de que les anulen y tambul — declaró sin paliati. peinada de sus puestos de au vos, que la señora era un ángel |toridad. Rafaél María volvía ya de Dios, tan sencilla, tan con-¡—dominada su turbación —con siderada, tan rebuena... un clayel rojo entre los dedos y El día siguiente de su llega-|al oir la postrera frase de su da, dofia;Crisanta fué a ofrecer |mujer dijo vivamente: la sus respetos y a ponerse aj —No olvides -en ningún mo- sus órdenes, Estaba el matrimo|mento que tú eres la dueña y nio en la terraza de su villa|señora de esta casa.— Y aña- terminando de tomar el desayu|dó con una mirada muy dulce, no. El, muy atento y carifñóso.¡que emocionó a doña Crisanta la instaba a que repitiera otra|romántica perdida: — Y mi taza y otro bizcocho y ella se|dueña y señora también... —Y tantas veces los buscó y los ha negaba. le alargó el clavel... hajas que estaban vinculados —Estás un poco pálida. —ob|. —Gracias, Muy. amable de tual título de mayorazo desde a- ló en Madrid en sus dias de servó él. parte. Yo entraré cuando pasen|fios inmemoriales, y la mucba amargura. Una ola de disipa- ción la anegaba. El mund estaba alejando de Dios: *, xXx cha se había. visto en posesión la de ur magnífico joyero aumen- E tado con los continuos regalos del marido., quien solía 1grade cerle cuanto triunfo con-un es. pléndido obsequio. Y hoy era el unos dias en posesión de mis dominios; pero ahora y des- pués, no he de poner contrapi- sas a la autoridad ni a la acer. tada dirección de de Crisanta. Más bién será ella quien. habrá de darme normas y enseñarme|colalr de perlas, y mañana el muchas cosas que no sé. Yo no;¡aderezo de zafiros —capricho —S1: yo también suelo extra-¡he gobernado nunca una casa. de Rafaé] María —para adornar fiar las camas..... La devoción de dofia Crisan- un vestido de terciopelo azul Y en esto entró doña Crisanta.'ta hacia la núeva señora, creció en un baile dé la embajada Bajó los ojos con un pavo su- perlativo la marquesita, mur. murando: —El viaje... Y la noche... He extrañado la cam. El, haciéndose el distraído, con un aturbación, encendió un cigarrillo mientras afirmaba: tación, Mercedes? — preguntó la embajadora al ,tiel que servía ala marquesa de' Ebouna: nueva, t: —¿Una invitación ¿Para qué? <. SE, —Jorge Medina :— segundo secretario de la embajada— en- traba, en aquel momento. Venia radiante. ¡Desp le los salu- vide rigor y de un cumpli. ento un poco más expresivo ,¡Ho*que. la cortesía requería a la belleza cada día más sobre ¡ |saliente de lam arquesita, pre- *I guptó: saven usteds la noticia? —¿Noticia? = ez h y de té. lo sé. gen de Cristo crucificado, como —¿Ha. recibo dustea su invi.] —La princesa es de otra ge-| —¿Y de qué la conoces tú? neración y de otra civiización. Son dos mundos que chocan... —observó la embajadora. —Sí: es una mujer maravi.| —Ya. ¿Sois.. muy amigos? llosa. —No: en absoluto. Alguna —¿Guapa? — preguntó Mer. Vez la he acompañado a ,yisitar cedes, interesada. ¡algún monumento que la inte. —No: atrayente más bien. Íresaba, cuando no podía hacer Con una cara muy expresiva lo su pariente, Norton Bridge. yun carácter encantador. Esta tarde, cuando nos has —¿Joven? visto, veníamos de ver por | —Relativamente. Más joven cuarta o quinta vez la Capilla ¡de lo que podría esperarse de:SiXtina.... . su modo de producirse. Tendrá' —Me han dicho que tiene un unos cuarenta años escasos. empeño loco en asistir a la fies Es una mujer de una cultura lta de la princesa de Sant Ange- vastísima y de una educación ¡lo ... —insinuó Mercedes al des- perfecta. gaire. —Me gustaría conocerla... — aVenturó Mercedes. —Pues seguramente la cono- cerá porque ella aprecia a Ra- faé] María y nó creo que deje de enviarles su invitación — aseguró Medina. Desde: este - momento, Merce. des ya se sintió inquieta en casa de la embajadora, con el Jansia de ir asu casa y ver si, en "Bridge. no sé si lo sonceguirá. Jorge Medina. —En cambio, sé yo de una lindísima marquesita ha sido invitada y que ha de encargar. se sin escatimar gastos el traje más maravilloso que puede lu. cirse en la fiesta — dijo-con cariñosa sonrisa Rafél Maria, —¿Sí? ..tué interesante! Pues ¡diciones fiora marquesa de Vall de Ebo” —He tomado el té con. ella¡Y quiso el diablo, que aqué día varias veces en casa de Norton [debía estar de humor de juego, hacerque la señora de Lóriga, con sus niñas, se dejase caer p por la casa a ver unos modeli. tos de primavera y se encontra se cara a cara con la macavillo sa creación de madame Petuois Algo fantástico: un montón de telas ligeras. como als, de mari «|| posa en' un tono amarillo páll. do, que sentaría admirablemen te el cutis y al cabello de Mer. cedes Sandoval. Y tal fué la ra 'bieta que sintió la señora, que sin esperar a ver los modelos que había pedido, se largó a la calle lanzando en voz baja mal — Muy poco Correc. tas — a Mercedes y al! 3 dle —Eso dicen la embajadora y|Rafaél María Beltrán. Cuando el vestido llegó a Ro Ima y Mercedes se le probó en ' presncia de Rafaél Maria, éste quedó satiswecho. Miró y remi. ró mucho en su deseo de que su mujer estuviese !impecable. y deslumbradora, dando al fin su conformidad. Crystal Ball —¿Cuál? efecto, la princesa de Sant An —El acontecimiento cumbre |gelo se había acordado de Rafa de la temporada mundana. él María Beltrán y de su mujer. +—¿Alguna fiesta en palacio? |Y tan pronto como entráron en —Más que eso. el saloncito otras personas y sacando de su bolsillo un sobre muy elegante, en cuyo extremo se enlazaban bajo unas coro. ¡has y unos escudos las iniciales de la incorruptible señora. —Bien: esto está acertado., querida. De tí, nada hay que de cir, Tú, siempre maravillosa. Pero ahora hay que pensa: en —¿Más que una fiesta en pa lacio? — sonrió, incrédula, Mer cedes,mientras se recostaba en su sillón. —De eso iba a hablarle a trado; porque Supongo que se sa de Sant Angelo. —usto. Yo, ya tengo mi invi- tación. - —Le felicito. Alguien daría mucho por poder decir otro tan to. —¿Tan codicaidas son las in vitaciones de esa señora? —pre guntó, Mercedes, un poco incré. dula. —Como no tiene ustde idea. Ser invitado por la princesa de All the Swamis in hocus-pocus. land couldn't conjure up a betier, surer, safer way to bring about a happy. financially-secure ¿uture than you can provide for yourselí—by investing a part ot every. pay check in United States Savings Bonds. Yos, security is buyable . . . and at bargain. prices . «when yoú put your money: in U. S. Security-Savings Bonds. Every $3.00 you invest today will return $4.00 in just 10 years. Profitable? Mercedes cuando usted ha en-! pudo dejar a la embajadora —!RafaélMaria! ¿Es de ve- sin descortesía se levantó ale-!as? ¿Estamos nvitados? :gando que tenía que efectuar —Pues claro que sí, bobita. | otra visita y se metió en su co-[¿0 es que crees tú que Clemen. che, que la estaba esperando 'tina Sant Angelo:se iba a olvi. a la puerta de la Embajada. dar de: este modesto agregado Al cruzar cierta plaza muy [de Embajada? 'A pesar de se; refirirá a la fiesta de la prince- concurrida,el policía detuvo ún[uno má,s en el montón casi anó y, momento el tráfico, y entre Jos|nimo de los. diplomáticos que [paetones que quedaron inmóvilpueblan la iudad Eterna. la iles al borde de la acera, vió a|princesa me profesa una. esti. IRafaé] María acompañando a [mación que ha podido “probar. una mujer alta, de pelo rojizo|me varias veces. Mira la invita. y ojos verdes, ataviad de un |[ción. | ¡modo que- iba llamando la a.| —Muy elegante. tención de la gente por su en-| —Todo en Clementina Sant ' trepitosa originalidad. El aspec|Angelo es de un gusto depura-! to de la mujer era como para |do.Lee estas líneas que la seño poner: en aprensión a cualquiera !|ra ha escrito de su puño y le- esposa, porque en toda ella ha. |tra. las !joyas. ¿Qué le parece a usted, Marieta, que iría bién con el tooñn de este traje? —Los brillantes de la señora marquesa son magníficos. ——Desde luego: pero ya los lNevóal Quirinal. —'!Rafaél María; No irás a ¡acer el disparate de comprar. me más alhajasi — se levantó en protesta la marquesa. —¿Por qué: no situ vestido ¡las requiere? Entre las manos de Mercedes el soberbioa banico de plumas del mismo tono de su traje con pié de ámbar se cerraba y se abría con un nervioso vaivén, Se sentía íntimamente satiste- cha de esta espléndida solici. tud de Rafaél María; pero a la fou bet it is) Sign up through your company's payroll savings plan - the handy. automatic way to buy bonds. lf your company hasn't a A bía. un algo que parecía apres- tarse a la conquista. Pero Mer- cedes no se inquietó ni sintió el menor cecelo. Rafaél María es- taba muy circunspecto y frio, Sant Angelo, quiere decir mu- chas cosas. Es como un espalda razo. Allí se encuentra una con toda la flor y nata de.la aristo cracia internacional y con todo —A ver, a ver.. “Espero que no falte usted y que traiga a su! linda mujercita, ..a quien tengo verdaderos deseos de conocer”. —!Oh, Rafaél María —excla- vez algo sufría dentro de sus moradas intimas al pensamien to de que todg esto no lo hacía su marido por cariño, sino por orgullo, por la vanidosa satis. 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Cuando abre las puertas dé su afecto, las abre de par en par. y ella pensó que él se habría visto obligado a acompañarla. Era una extranjero y habrí ade cumplir las obligaciones socia. les. Les estuvo mirando por ver si podía cambiar un saludo con su marido, pero él, atento a las señales del policía, no miró en aquela- dirección, y cuando se pusieron en movimiento, ella vió como la mujer se le cogía del brazo y se entraban hablan do por una calle «no muy fre- facción de ver brillar entre to. das a la mujer que llevaba su nombre. —Esta tarde iremos a ver al * joyero. Veremos qué nos, dice. Decidió Rataél María. Y Mer. cedes, coco siempre, se inclinó, Ella sabía por experiencia que cuando él decía “esto quiero”, se había de efectuar sin poner un reparo. Continuará la semana entrante