El Sol Newspaper, April 8, 1949, Page 4

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“EL SOL?” SEMANARIO: POPULAR INDEPENDIENTE a : Se sientan al borde del acan camaradas. tilado a muchos metros de altu! —¡Caramba!.. — comenta en- TOCas, Viernes $ de Abril-de 1949,' e AAA A A A ———————Á ¡haría usted pedazos contra ¡as¡tormenta pase, bájo una chuá:-| —No' séefbr, no. Yo/soy- una bera, mojados como patos, espe|muchacha: vulgar y rutinaria,, Bla: —Elenín hubiera chillado a |Y estas horas-como un conejo. to también. unos dulces por si —Elenín es una chiquilla. usted es golosa. Teresina me —Y usted siente por ella de«,cuida. hasta mimarme. bilidad. No le encuentra falta. —¿La conozco yo? ca creo que Teresina me ha. pues —Es mi amiga. —No creo. Teresina es el ama —¿Me permite usted que lo |de llaves de mi hermana. dude? : —Na la conozco, pero me gus —¿Por qué ha de dudarlo? |taríaconocerla... para darle las —Porque yo no concibo que|gracias por esta merienda. haya lazos de verdadera amis-| —Puedo presentársela. tad, de compenetración, de co| Los dos rien. Están contentos. munión de ideas, entre una criaj¿Por qué?.. La tarde no puede tura completamente frívola y. *|ser.más maravillosa. El mar una personita como usted. aparece -lleno «de .balandros, de + —Yo también soy frívola. U-'patines, de botecillos de .pesca. na muchacha más del día. Ya - |Un velero pasa muy adentro con ve usted. Me pinto escandalosa |rumbo a- Barcelona Aun no ha mente el jelo, me .maquillo exa ' llegado el .erepúsculo y ya Co. geradamente me depilo, mo me mienza a parpadear el faro de embadurno la cara parque me las Columbzretes, La montaña parece más elegante no hacerlo de espumas que se levanta a pero el rojo. de mis labics se ve ¡babor es cada vez más alta, a cienleguas y... prueba de la velocidad del ba. landro. —Y hace usted todo eso por- xx que Madame... como se llame su patrona, la obliga a tener un| —Por aquí, Mercedes, Salte aspecto determinado y teatral, [Por aqui. ¿no? , —Algo hay de eso, verdad. Si|lega al diminuto embarcadero ra sobre el mar, en el pico que tre dietes Rafaél María. —¡Es verdad!_ se adelanta sobre el agua como —Nos tendremos que ir.. — Grandes gotas de agua co un mirador. Es estupendo Las insinúa Mercedes. ¡ mienzan a caer sobre ellos. Se olas rompen contra la base y —Si: antes de que el asunto ¡acerca el turbión que acaba de suena ronco el estrépito, pero pe ponga peor — asegura él. . ¡descargar sobre los campos, las luego vuelven hacia afuera man; —Mire, mime usted a la playa playa y del pueblo. Todas las sas, salpicadas todavía de espu-¡Todaslas barquitas que estaban |lejanías se adivinan detrás de mas. Mercedes servida por Ra|cerca, van. llegando. una espesa cortina de agua. faél María,em pieza a morder| Peroél sabe que miente a sa- Es imponente. entre sus blancas dientecillos |[biendas por alentarla a ella; —¿Qué hacemos? — se pre- un sabroso emparedado. No hay, que aunque no diga nada, está ¡gunta en voz alta, Mercedes, mi n una nota sentimental en este,más pálida y se cve a cien le|rando hacia la lejana playa con momento de intmidad alegré, |guas que muy asustada. El sabe|ansiedad. Y él se encoge filosó deprovista so segundas ntencio'que el huracán tormentoso que |ficamente deh hombros. Está nes. Es la camaradería perfecta viene de tierra no les llevará a|habituado a sortear dificultades y amistosa de dos muchachos la playa y que tendrá que te-|Y peligros.La guérra fué Una que se han encontrado han sim'mar como un desesperado para | 8ran escuela. Se vuelve hacia patizado, están de.acuerdo en.navegar contra él. ¡Con tal que ella, sereno, y con aire de auto muchas cosas y han decidido pasar una buena tarde. El sol ha dejado sobre el mar un tono de oro que las aguas devuelven relejándolas hacia toda la in. mensidad circundante, soplando un airecillo ligero y húmedo que, refresca él ambiente un po Co sofocante del día, que fué pesadísimo. —;¡Qué callada! — comenta Rafaél María. —Estaba pensando en los naá ufragos de esas películas y esas ¡novelas de aventuras. Debe ser |pintoresco y terribzle a la vez, ¿no? —Eso ya no pasa hoy. Existen demasiados medios de evitarlo pero sería bonito. —Pues a míi no me gustaría. Imagínese unos náufragos en es ta isla, sin más medios de ali ,De un salto ágil, la muchacha | mentación que los chumbos. —Podrían comer una buena yo tuviera la suerte que ha te-|de la isla. A la rojiza claridad 'temporada, sin embargo, y son nido Flora... —¿Quién es Flora? del crepúsculo, la mole rocosa! se recorta más precisa y vigoro'de Marruecos casi no comen de mucho alimento. Los moros —Mi hermana menor. Si yo tu¡sa sobre el horizonte. Suben des [otra cosa en verano. . viera la suerte que ha tenido |pués deh aber amarrado el ba ella entrando de cajera en un 'landro y de haber arriado la almacen, vestiría modestamen te un sastre gris. No llevaría es recen las famosas chumberas tos endemoniados zapatos de cuajaads de higos que en ocho moda, sino unos muy cómodos dias:han aumentado mucho. de| Usaría un velito de tul o una tamaño y se han coloreado de modestísima boina en lugar de madurez. Rafaél María coge u- los modelos estrafalarios que [nos cuantos como la otra vez y me encasqueta Madame para q'¡sigue al lado de Mercedes su. le haga propaganda, y vivirla biendo la cuesta en zig zag de acuerdo con mis gustos, que [que conduce :al faro. Este faro a pesar de mi aspecto ultramo ¡es una torrecilla mezquina que derno le aseguro a usted que -|[permanece cerrada con llave. son muy de hogar. Pero he tor.| —No sé. cómo el torrero no ha cido mi camino... Paciencta. e a encenderlo —ob El bzalandro continuaba una 'serva Rafaél María. marcha vertigiosa. Parecía men| Y al tender su mirada por la tira que una embarcación tan [lejana playa donde el caserío insignificante pudiese cortar de los veraneantes se darraman ¡vela, A derecha e izquierda apa! | —¿Y agua? No debe haber ¡agua potoble. —Temo que no. Cuando el to lrrero no vive aquí. | De pronto, cortó la charla un rumorbronco, lejano, parecido a un trueno. p —¿Qué es eso? ¿Ha oido us. *Mted, Rafaél María? — se alarmó | Mercedes. —Me ha parecido un trueno, No es extraño. Mire, mire allá lejos, sobre aquellas montañas [Hay gota s. —No hemos debido venir... .... —se inquita ella. | —No creo que la tormenta lle gue hasta aquí —Ñ tranquiliza él— Si no cambia el viento, po dremos acabar de merendar pueda! Comienzan a bajar de mala manera,porque el ventarón le ridad la dice: Supongo que no pensará us ted estarse de plantón mirando enrolla las faldas a Mercedes y|hacia el pueblo porque dentro él tiene que acudir a sostenerla [de nada las nubes van a dejar que río caiga. Lleva ya torrenj|Caer sobre nosotros un diluvio. tanto camnio. Su quilla levanta lsobre un- fondo de «exuberante tranquilamente y volver sir pri ba una montaña de espumas q'|vegetación, frunce un poco el — [Sas. se partía en dos; y a babor esa cefio viendo unas nubes que se! Ella,calla y asiente. El es más montafñia espumosa amenazaba están dibujando con tormentoso | marinero que ella, y cuando él con inundar la leve cubierta del | aspecto tras de -las montañas. barquito. Rafaél María llevaba| —Me parece que va a cambiar ya los pies mojados y a Merce €lviento... —MUrMUrA =$ + des no le faltaba mucho. ! —Quizá no he debido traer-|que volver a remo si la eosa se mela esta tarde en que he dejpone fea: bueno: merendemos; batir yo solo todas las competen | Aquí, al bordo del acantilado. cias en mi última etapa de en| Hágase cuenta de que está trenamiento;pero me dolía que|usted en la proa de un trasaf. se quedase usted sin ver la isla¡lántico, ¿no? Siéntese Eh! cul como le prometi la otra maña. na He traído unos “sandwichs” que la caída sería de muchos de jamón y unos emparedados. “metros. Buen trampolín... Mrs dado con un. resbalón, por Dios' lod ice. Peroapenas han acavado* la merienda, pelando están los -hi- Y no me haría gracia tener|8g0s cuando el viento cambia, y es prodigioso ver como en un momento el rugido del mar — antes manso murmullo — se tor no amenazador y las olas se en crespan y chocan sobre el basa Lmiento peñascoso hasta el pun to de que la tolva de espumas llega a inundar dee agua el pe ,|fión donde se sientan los dos mA AN POR AN Oido PAS A > . Putting the big cats through their paces demanda: professional skill and judgment, acquired only with years of experience. One mistake might well be fatal! For the sama sound reason, settling an estate is likewise-no job for an amateur. The responsibilities in- volved are too great to entrust to an untrained, inexperienced Executor becauserhere, too, mistakes could be fatal— financially. Efficient -executorship requiresthe- ized skills: and collec- tive judgment of many men... . . men. who are thoroughly familiar with-tax laws, real estate values, investments; property manage- ment and probate procedure. Bynaming the Valley National Bank * as Execútor of your Will, you choose an Executor that has all of these: vital qualifications, plus long experience in this very exacting assigniment. And because an Executor's fee:is:figed by law, it costs no. more to name the Valley Bank than to risk the well-mezning but unskilled services of an amateur Exeeutor. : Come in with your attorney and let's talk over your estate plans. * There is, of course, no obligation of any kind; : cialmhente en los campos de na ranjos. Las chispas eléctricas caen de cuando en cuando cap- tados por los pararrayos de las villas, y los truenos son algo desgarado y horrible. Mercedes valientemente sigue bajando El golpeteo de las olas encres. padas-es cada vez más furioso. vén pasar una barca de pesca bastante grande a cierta distan cia y la muchacha se horroriza porquel as olas la empinan a la más alto de enormes crestas es | pumosas y luego la dejan caer ¡a un abismo del que cree cada vez que no va as alir. Rafaél María, con el ceño fruncido y los labios apretaros, se hace cargo de lo difícil que va aser el regreso, tanto más cuanto que ha anochecido y ca si no existe visibilidad. Merce- des, aue siempre ha sentido una repulsión instintiva a asomar se alos sitios en que la sombra pone colores oscuros en las ma sas de agua, se dice, espantada que no sabe si tendrá valof para hundirse en aquella negrura qíue son el mar y el cielo. Tras de una marcha fatigosa, llegan junto al embarcadero, y 21 tron co estrépito del mar ahoga la interjección no muy correcta q se le escapa en su contrariedad a Rafaél María. —¿Qué pasa? — pregunta, tembluando, la muchacha. z—Nada. No se asuste. Que no veo el balandro. —¡Ay, Madre mia! — se lo ha brá llevado el agua? Rafaél María, calla. Obliga a la muchacha a sentarse hacien do esfuerzos inauditos comienza a buscar entre las tinieblas, cada vez más densas conforme ce aproxima la tormenta, un rastro de su balandro. Pasan como veinte minutos que a la atemorizada muchacha le pare- cen veinte siglos, y al fin se lle gar co nun gesto que a ello mis ma la mueve a compasión, en el que hay un desaliento in- menso., —¿Qué? —Ni rastro de él. Ha debido romporse la marra. —¿Entonces...? — dice ella, angustiada. Y tras una vacilación, la voz de él, un poco rohca y humilde come si pidiera perdón —Lo siento, Mercedes; pero vamos a tener que-estarnos. aquí hasta que vengan. a búscarnos. Mercedesahoga una exclama- ción. No quiere ofenderle a él con suspicacias que al fin y al cabo no tiene por fué experimen tar;pero toda ella protesta. Es su instinto, que clama más fuer te que todos los frenos de la edu cación. Y su instinto la dice que no debe quedarse en la isla —¿Y a nado? ¿No podríamos ir a nado? —Está usted loca? — protesta él con asperezaé — ¿Se ha dado usted cuenta de la distancia q' hay? ¿Y de la mar que tence mos? Soy yo campeón de nata- cióny no me atrevo a echarme. —+¿Podríamos probar? —¡No. diga usted sandeces, mujer! No podría usted seguir ¡q q_xI_K_ A. __AzJJHHHHHA para sus niños. OS SI A A IS SA Teléfono; 3-2304 . Ingrese a ALIANZA HISPANO AMERICANA La Alienza Hispano. Americana: es la Sociedad Fraternal de la Raza. La A- lianza expide pólizas de seguro para toda la familia a precios muy cómodos. Además se imparte protección a los so- cios. Tome un Seguro para usted y —S1: tiene usted razón; pero, ¿dónde «nos. metemos? Aquí no hay refugio posible. —En la torrecilla del faro — :decideRafaél María sin dejar su tono áspero y su ceño fruncido _T¡Dios y Que mal carácter debe ¡tener este muchacho! . | —Pero si está cerrada — ob. serva ela. Il Se la abre de una patada. —Bueno... — concede Merce. des. —Pues eche us:ed delante, y pronto, porque nos calamos. Dominada por la energía áspe ra del mozo, Mercedes sube la cuesta con una agilidad que só lo juede dar el instinto de con servación. A veces se tambalea sobrel as peñas lisas o roza la piterasy sus brazos conocen la rasgadura de un arañazo; pero La tormenta grandiosa y mayes tática, con sus relámpagos, sus chispas eléctricas y el pavoroso retumbar de los truenos, repeti do como un eco por todas las concavidades de las peñas dode el mar, rivalizando con la tem- pestad,bate el desafío con sus ru gidos cada vez más, espantosos Mercedesse santigua cada vez q unr ayo cruza zigzagueeando sobre su cabeza, y entre dientes mecánicamente, pero con toda la fe de su corazón, reza. No sa be a qué santo. Reza. Tres de ella Rafaél María camina más hosco y más ceñudo que nunca a grandes zancadas rezongando entre dientes y maldiciendo con lenguaje poco clásico y menos florido la mala sombra de su cx cursión, Y la: lluvia arrecia, La subida también es cada vez_más empinada. y mayor la obscuri. dad. A tientas casi, logran enfo car el senderillo de la torre del faro. Un relámpago les ilumina a tiempo, porque una desvia- ción les habría llevado falta mente al: borde-del' alto acantila | do y un paso en falso al abismo enfurecido que brama y chilla comosi en sus aguas se agitase una manada de monstruos invi sibles. Junto a la puerta del menguado' faroo, se detiene, jadeante, la muchacha, apoyan do inconsciente su espalda con tra las tablas: de la cerrada puerta. Y Rafaél María, más ás pero y más destemplado a cada momento, la invita sin rodeos a dejarle el camino libre para sus maniobras. —Apárstes, qu voy a probar-- d abrir la purta. —¿Podrá? —Por lo menos haré lo que pueda. Unos momenaos de forcejeos de titán. La puerta es fuerte a pe sar de que ya está vieja; pero no en balde Rafaél María depor tista, tiene músculos de atléta Comolas patadas no dan el re sultado apetecido, se arrima em pujando con el hobbro. Ella le sieinte jadear, cansado. La 111. via arrecia y ya comienza a ca larles. Un momento más y se pondrán como sopas. Mercedos piensa en la angustia de la :0 che larga, solos, bajo el agua A ni atacar en la isla, porque se primeroy más tarde, cuando. la Ñ Mbs: Vean al Señor CARLOS MORALES, Organizador Regional de lá A.H.A, ó 4-3488 De 2.0 Lsasñoa: esas minucias no suponen nada: ante lo que se le viene encima. rando el día y el salvamento. Qué aventura más ridícula, se? ñor! Y ella? mujercita sensata, que odia las aventuras, que has ta en novela no le han placid> nunca! Un crujido, una exrla mación. —¡Ya está! La puerta se tambalea hacia Ps Rafaél María, sin pa- labras, la empuja hacia el inte rior de un local que huele a hu medad y a aire viciado. Ella; con un miedo instintivo, se arri ma a él porque los piese se le ¡Vuelven atrás. Su imaginación ¡alterada por tantas impresiones forja quimeras extrañas. Piensa que van as alir de aquel caos, dragones con ojos de fuego y fauces horendas, reptiles asque rosos Sabandijas inmundas. Quizá él se da cuenta de esta repugnancia natural y ella sien te como de pronto toda la espee raza del mozo se resuelve en una piedad tierna, consciente de su misión de protector en esahora difícil que han de vivir juntos por inexplicables desig nios del destino. —¿Qué es eso, guerida? ' (este queridaasombra a Mercedes y la sobrecoge, no sabe si de emo ción o de- inquietud. “¿irá a po- nérsele tierno Rafaél María y tratará de aprovecharse de la situación como un sinverguen. za?)— ¿Va usted a tener miedo ahora, tan valiente como ha sido? Ella se repone gracias a un esfuerzo violento. Toda su sub. [conciencia se halla vcigilante y alerta. La voz, ya serena, res ponde: —¡No, qué disparate! Es que está esto tan obscuro! Y me dan mucho asco las cucarachas. Mujer:. Delicoisa mujer. Va- liente- hasta la temeridad un rato antes, cuando el peligro lora evidente; y asustada ahora al solo pensamiento de que un insignificante coleóptero se le suba por la pantorrilla. —Voy a probar de encender luz. —¿De veras? (!Qué mz::avillo sa alegría vibra en la voz de la muchacha) —Sí: traigo cerillas. Y quizá el torrero tenga por aquí algu na lámpara. Por lo menos, la de faro, debe estar cebada. Veamo: Aparece la tenue' lucecita d la cerillá entre los largos y f' nos dedos de Rafaél María Uz claridad apenas discernible ¡lu “mina los recónditos misterios del antro. Y el mozo hurga afa noso entre el montón de cosas heterogéneas que hay -apila - ¿das en lamentable desorden por el ilimitado espacio del torreón. —Aquí hay un cabo de vela. «Lo enciende y va a subirse ala escalerilla de caracol que conduce a la farola; pero ella e detiene cogiéndole por la man ga del “jersey”. —Yo también. No me deje ¡sola. —Es que no cabremos los dos arriba. quí, pero no tarde. —se resigna Los minutos que puasa sola en la obscuridad la perecen sig los. Y piensa en su casa, en Madrid... Qué lejos de la civili zación está ahora! ¿Qué dirán FlForita y mamá cuando la vuelta les relate su aventura? ¡Probablemen:e no la creerán. ! uando baja Rafaél María «le muy apegada a mis costumbteá _ siento decírselo. Yo estoy aquí, como;en uf potro. Otra estaria. encañitada¿i lo. comprendo; * peto a mi'me puede n ahogar cóhn un cabello. Jesus Dios Mio!! ! 1Qué barbaridad! ¿Ha oído .us- ted qué trueno? ne fin en este mundo. ¿Me-per- mite usted que fume? —Si, claro. lera Rafaél María,. Momentos después se sienta sobre. un: ce. jón vacío (ella se ha :sentado encima de un rollo de cuetdas) y el húmo en un dibujito com? cio una especie de encaje. —¿Y hasta cuando hemos de gunta ella sin impaciencia pero escrutadora. y —Pueshasta que vengan por: nosotros. . —Ahora, desde luego, ni pena sarlo. Ñ Natural. Antes ha de pasar la tormenta. Por de-pronto,: nú se inquietarán. Creerán que es tamos refugiados en cualquier sitio de la costa: un bar, un ne són, una casa de pescadores. Ma - brá de: acabarse el aguecero y habrán de dar jos diez o once horas de la noche y pata que - los le Lóriga se inquieeten per usted y mi hermana comienee apreguntarse donde puedo estar Porque yo no soy trasnothador - cuando estoy en el campo. Yen tonces comenzarán los fhdagne ciones. Alguien les dirá «que nos vieron embarcar Preguntar - :rán a los de las lanchitas del lpescado y allá al amenecer se darán cuenta de que estamos parodiando a Robinson Crusoe: Y, naturalmente, vendrán por nosotros. —¡Dios lo haga! . E —No creo que tenga usted. la aprensión de que vayan a con- formarse así como así con nues trad esaparició n. —No, no, claro. 3 —¿Tiene usted sueño? —No. (haciendo un esfuerzo por despabilarseo; la pobrecita está aterida de frío y se amodo rraía si estuviese abrigada). —¿Y frío? (solócito) . —Frío sí. —Estála tormenta en todo %o A suyo. Pero ya pasará. Todo tie. NN —Claro: está. No 86 comer <b> he pensado antes, torpe de mi. Se le. ha secado: usted encia. en algua que le ha:caido. Ye lelvo un sweater muy. gruesó * y la lana escupe: pero usted con ese trajecito de hilo ¿A ver sl hay por aquí algo? Busca afanoso entre la serie de trastos que en confuso desor den llenan el suelo del faro y tras mucho huronear encuentra un viejo capote de soldado al parecer de la Legión. —Esto no le iría a usted mal. La muchacha contiene en ges to de repugnancia ante el cue llo y las bocamanbas grasien. tas; pero está tiritando y ad mite que Rafaél María le envuel va en la prenda.no sin eterta ternuraprotectora que tasación: deen todos sus ademanes. Le de —Bueno, esperaré entonces a.|lástima la muchacha y reconoce que cualquiera otra en su lugar habría hecho media docennita de escenas. —No es precisamente un mo. delo de los que está acostum- brada a lucir en casa de''Ma dame Petuois — se echia añelr-— Rafaél María al verla con el via jo capote arastándole y. las mangas colgándole sin poder [la torecilla con la lámpara que|sacar de ela das ateridas manos ha encontrado junto ala fargl:,|Pero es un veterano 'que ha he cebada y dispuesta, le parece q|cho la guerra... Seguramente al acaban de trancurrir muchos años desde que se perdió por la escalerilla de caracol. | —¿Tendremos luz toda la no che? — pregunta, efusiva (La alegría de no verse sola la lle na de una cordialidad desbor. dante) —Desde luego que sí. Está bien cebada. Se conoce que la: usa el torrero para sus. vigilias la noche que las hece, que serán pocas porque yo no veo el afro encendido con frecuencia. Bue no. Salvado el peligro de la obs curidad, ahora la recomiendó a usted que tome las cosas con filosofía No podemos hacer na- da contro los elementos. ¿Oye usted como chill el viento y co mo brama el mar? ¿Y como dilu via? —Sería formidable estar aquí viendo el espectáculo si hubie se sido por nuestro gusto! —Pues hay que hacerse la ilusión de que es así; de que he mos venido a presenciar la tor- menta por afición. Nada sacare mos de tomarlo por trágico ni de ahcer escenas. Nuestra excur sión está teniendo un final im previsto y original Para los ca zadores de emociones sería una cosa estupenda. ¿Usted no lo es? torrero y mucho más podría contar si hablase; pero segura mente jamás presenció una a. ventura semejante a la que: hoy: ve, ni menos pudo esperar nun ca, a su vejez, tener el honor de servir de abrigo a una mujer. cita elegante... A —¿Es un propio? —Si usted la place" temiirde - así —No pierda usted el humor. Continuará la semana -entsante- o e. Tres Años de Servicios A LA GENTE MEXICANA PARA REPARACION 0% CALLADO Taller de VENTA DE LAPATOS ePOS. AAA -BOLERIA- Willie Crisp- WILLIE CRISP. — Todos. Colores — Es el Mejor Bolero en Phosulw 64 South Third St. Junto a “EL SOL” 5 - Tranquilamente, -saca-Japltk .- plicado va trenzado en..el. espa '''* tstar. aquí, diga usted? pre. ' ::*'

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